Tal como Cordelia habнa indicado, Drou comprу un viejo coche muy simple y discreto, aunque contaba con los fondos suficientes como para conseguir el vehнculo mбs lujoso de toda la ciudad.
   Cordelia deseaba conservar el resto del dinero para los puntos de inspecciуn.
   Pero йstos no resultaron tan peligrosos como ella habнa temido. En realidad, el primero estaba desierto. Probablemente los guardias habнan sido llamados para combatir el incendio o para rodear el perнmetro de la Residencia. El segundo estaba atestado de vehнculos y conductores impacientes. Los inspectores parecнan indiferentes y nerviosos, distraнdos por los rumores que llegaban a la ciudad. Un grueso fajo de billetes, entregados bajo el documento falso de Drou, desapareciу en el bolsillo de un guardia. El hombre hizo seсas a Drou para que siguiera adelante y llevase a casa a su «tнo enfermo». Bothari parecнa bastante enfermo, de eso no cabнa duda, acurrucado bajo una manta que tambiйn ocultaba la rйplica. En el ъltimo punto de inspecciуn, Drou «repitiу» un rumor que habнa escuchado sobre la muerte de Vordarian, y el guardia desertу en ese mismo instante: se cambiу el uniforme por ropas de civil y luego desapareciу del lugar.
   Durante toda la tarde, avanzaron en zigzag por caminos en malas condiciones hasta llegar al Distrito neutral de Vorinnis donde el viejo coche terrestre muriу por un fallo en el tren de potencia. Entonces lo abandonaron para abordar el sistema de monocarril. Cordelia impulsaba a su pequeсo grupo a seguir adelante sin pausa, ya que el reloj de su cabeza avanzaba constantemente. A medianoche se presentaron en la primera instalaciуn militar de la frontera leal, un depуsito de suministros. Drou tuvo que discutir durante varios minutos con el oficial de servicio para persuadirlo de que 1) los identificase, 2) los dejase entrar, y 3) les permitiese utilizar el sistema de comunicaciones militar para llamar a la base Tanery y solicitar un transporte. Al llegar a este punto, de pronto el oficial se volviу mucho mбs eficiente. Una nave de alta velocidad fue enviada de inmediato a buscarlos.
   Al acercarse a la base Tanery al amanecer, Cordelia tuvo una desagradable sensaciуn de deja. vu. Era tan parecida a su llegada desde las montaсas, que fue como si hubiese retrocedido en el tiempo. Tal vez habнa muerto e ido al infierno, y su eterno castigo serнa repetir los acontecimientos de las tres ъltimas semanas una y otra vez, por toda la eternidad. Cordelia se estremeciу.
   Droushnakovi la observaba, preocupada. El agotado Bothari dormitaba en la cabina de pasajeros. Dos hombres de Seguridad Imperial, para Cordelia absolutamente idйnticos a los que acababan de asesinar en la Residencia, mantuvieron un nervioso silencio. Ella se aferraba a la rйplica que llevaba en el regazo. La bolsa de plбstico descansaba a sus pies. Aunque fuese irracional, no podнa perder de vista a ninguna de las dos, aunque estaba claro que Drou hubiese preferido que la bolsa viajase en el compartimiento de equipaje.
   La nave se posу suavemente sobre su plataforma, y los motores quedaron en silencio.
   — Quiero al capitбn Vaagen, y lo quiero ahora — repitiу Cordelia por quinta vez mientras los hombres de Illyan los hacнan descender hacia la zona de recepciуn.
   — Sн, seсora. Ya estб en camino — volviу a asegurarle el hombre de Seguridad Imperial. Ella lo mirу con desconfianza.
   Cautelosamente, los dos hombres les retiraron el arsenal que traнan consigo. Cordelia no podнa culparlos; ella tampoco hubiese permitido que un grupo de aspecto tan desquiciado llevase armas. Gracias a las reservas de Ezar, las dos mujeres no iban mal vestidas, aunque no habнan encontrado nada de la talla de Bothari, por lo que йste aъn llevaba su roсoso uniforme negro. Afortunadamente, las manchas de sangre seca no se notaban demasiado. Pero todos tenнan los ojos hundidos y el rostro demacrado. Cordelia se estremecнa, Bothari sufrнa contracciones en las manos y los pбrpados, y Droushnakovi tenнa la inquietante tendencia a llorar en silencio, en momentos imprevistos, deteniйndose tan repentinamente como comenzaba.
   Despuйs de mucho rato — sуlo unos minutos, se dijo Cordelia con firmeza — el capitбn Vaagen apareciу, acompaсado por un tйcnico. Iba vestido con un uniforme verde, y sus pasos habнan recuperado la velocidad acostumbrada. El ъnico recuerdo de sus heridas parecнa ser el parche negro que le cubrнa el ojo; no le quedaba mal y le otorgaba un cierto aire de pirata. Cordelia deseу que el parche sуlo fuese temporal y parte de un tratamiento.
   — ЎSeсora! — Йl logrу esbozar una sonrisa, la primera vez en bastante tiempo que habнa movido esos mъsculos faciales, sospechу Cordelia. Su ъnico ojo tenнa un brillo triunfante -. ЎLo ha logrado!
   — Eso espero, capitбn. — Le entregу la rйplica, la cual no habнa permitido que fuese tocada por los hombres de Seguridad Imperial -. Espero que hayamos llegado a tiempo. Aъn no se ha encendido ninguna luz roja, pero sonу una pequeсa seсal de alarma. Yo la desconectй, ya que me estaba volviendo loca.
   Йl observу el artefacto y revisу las lecturas.
   — Bien. Bien. Las reservas de nutrientes estбn muy bajas, pero aъn no se han agotado. Los filtros continъan funcionando, el nivel de бcido ъrico es alto, pero no ha sobrepasado los lнmites de tolerancia… creo que se encuentra bien, seсora. Vivo, quiero decir. Necesitarй mбs tiempo para determinar lo que ha ocurrido con mis tratamientos de calcificaciуn ante esta interrupciуn. Estaremos en la enfermerнa. En menos de una hora podrй comenzar a efectuarle los servicios.
   — їCuenta con todo lo necesario allн?
   Los blancos dientes de Vaagen brillaron.
   — Al dнa siguiente de su partida, lord Vorkosigan me permitiу comenzar a organizar un laboratorio. Por si acaso, me dijo.
   Aral, te amo.
   — Gracias. Vaya, vaya. — Depositу la rйplica en manos de Vaagen, y йl se marchу a toda prisa.
   Cordelia permaneciу sentada como una marioneta a la cual le hubieran cortado los hilos. Ahora podнa permitirse el lujo de sentir todo el peso de la fatiga. Pero todavнa no podнa detenerse Tenнa otra informaciуn muy importante que transmitir. Y no a esos dos sujetos de Seguridad Imperial, quienes seguнan fastidiбndola… Cerrу los ojos y los ignorу, dejando que Drou balbucease algunas respuestas a sus absurdas preguntas.
   El deseo se enfrentaba con el miedo. Ella querнa a Aral, pero lo habнa desafiado. їEsto habrнa herido su honor, habrнa lastimado su ego masculino tan barrayarйs hasta el punto de no poder perdonarla? їHabrнa perdido su confianza para siempre? No, esa sospecha era injusta. Pero la credibilidad pъblica frente a sus pares, parte de la delicada psicologнa del poder… їhabrнa quedado daсada por su culpa? їHabrнa alguna desdichada e imprevista consecuencia polнtica por culpa de su actitud, algo que volverнa a caer sobre sus cabezas? їA ella le importa? Sн, decidiу con tristeza. Era un infierno sentirse tan cansada, y al mismo tiempo que le importara tanto.
   — ЎKou!
   El grito de Drou hizo que Cordelia abriera los ojos. Koudelka entraba cojeando por la puerta principal de la oficina. Gracias a Dios, el hombre volvнa a vestir su uniforme y estaba pulcro y bien afeitado. Sуlo las marcas grises bajo sus ojos no eran reglamentarias.
   A Cordelia le encantу notar que el encuentro entre Kou y Drou no era en absoluto militar. De inmediato el teniente se vio abrumado por la joven rubia y desaliсada, intercambiando palabras como «cariсo», «amor», «gracias a Dios», «a salvo», «dulzura»… Los hombres de Seguridad Imperial se apartaron, incуmodos ante la explosiуn de sentimientos que irradiaban de sus rostros. Cordelia se sintiу complacida al mirarlos. Era un modo mucho mбs sensato de saludar a un amigo que todas esas estъpidas venias.
   Se separaron sуlo para mirarse mejor el uno al otro, sin soltarse las manos.
   — Lo has logrado — dijo Droushnakovi con una risita -. їCuбnto tardasteis… y lady Vorpatril se encuentra…?
   — Llegamos sуlo dos horas antes que vosotros — dijo Kou con la respiraciуn agitada, reoxigenбndose despuйs de un beso heroico -. La seсora Vorpatril y el niсo estбn internados en la enfermerнa. El mйdico dice que ella sуlo sufre una gran fatiga y tensiуn. Estuvo increнble. Pasamos algunos momentos difнciles con las patrullas de Vordarian, pero nunca se rindiу. Y vosotros… Ўlo habйis logrado! Me crucй con Vaagen en el pasillo, y llevaba la rйplica… Ўhabйis rescatado al hijo de mi seсor!
   Droushnakovi dejу caer los hombros.
   — Pero perdimos a la princesa Kareen.
   — Oh. — Йl le tocу los labios -. No me cuentes nada… Lord Vorkosigan me ordenу que os llevase a verlo en cuanto llegarais. Le informarйis de todo antes que a nadie. — Ahuyentу a los hombres de Seguridad Imperial como a moscas, algo que Cordelia estaba deseando desde hacнa rato.
   Bothari tuvo que ayudarla a levantarse. Ella recogiу la bolsa de plбstico amarillo. Con ironнa observу que llevaba el nombre y el logotipo de una de las tiendas de ropa femenina mбs exclusivas.
   Kareen te acompaсarб hasta el final, maldito.
   — їQuй es eso? — preguntу Kou.
   — Sн, teniente — intervino con ansiedad un hombre de Seguridad Imperial -. Por favor… ella se ha negado terminantemente a permitirnos examinarla. Segъn los reglamentos, no podemos permitir que la introduzca en la base.
   Cordelia abriу la bolsa y la extendiу hacia Kou. Йl examinу el interior.
   — Mierda. — Al verlo saltar hacia atrбs, el hombre se dispuso a avanzar pero Koudelka lo detuvo -. Ya… ya veo. — Tragу saliva -. Sн, sin duda el almirante Vorkosigan querrб ver eso.
   — Teniente, їquй debo poner en el registro? — Cordelia decidiу que a estas alturas el hombre de Seguridad Imperial ya gemнa -. Tengo que anotarla si va a entrar.
   — Dйjelo que cuide su trasero, Kou — suspirу Cordelia.
   Kou volviу a mirar el interior, y sus labios se curvaron en una sonrisa irуnica.
   — Estб bien. Regнstrelo como un obsequio para el almirante Vorkosigan. De parte de su esposa.
   — Ah, Kou. — Drou le entregу la espada -. Logrй rescatar esto, pero me temo que hemos perdido la funda.
   Kou la cogiу, se volviу hacia la bolsa, relacionу los dos objetos y sujetу la espada con mбs respeto.
   — Eh… estб bien… gracias.
   — Yo la llevarй a Sigling y harй que le confeccionen una funda igual — le prometiу Cordelia.
   El hombre de Seguridad Imperial cediу el paso al secretario personal del almirante Vorkosigan. Kou condujo a Cordelia, a Bothari y a Drou al interior de la base. Cordelia volviу a cerrar la bolsa y dejу que se balanceara en su mano.
   — Descenderemos al nivel del Estado Mayor. El almirante ha estado en una reuniуn a puerta cerrada desde hace una hora. Anoche llegaron dos oficiales superiores de Vordarian. Estбn negociando para traicionarlo. El plan para rescatar a los rehenes depende de su cooperaciуn.
   — їYa estбn al corriente de esto? — Cordelia alzу la bolsa.
   — No lo creo, seсora. Usted acaba de cambiarlo todo. — Su sonrisa se tornу cruel, y sus pasos se hicieron mбs rбpidos.
   — — Supongo que todavнa serб necesario realizar esa incursiуn — suspirу Cordelia -. Los hombres de Vordarian siguen siendo peligrosos, incluso en medio del caos. Tal vez se vuelvan mбs peligrosos aъn, en su desesperaciуn. — Pensу en aquel hotel en el centro de Vorbarr Sultana, donde se encontraba la pequeсa Elena de Bothari. Rehenes de menor importancia. їPodrнa persuadir a Aral para que asignase algunos recursos mбs a la empresa de rescatarlos? Por desgracia, ella no habнa logrado dejar fuera de combate a todos los soldados. Y lo intentй. Dios sabe que lo intentй.
   Descendieron y siguieron descendiendo hacia el centro neurбlgico de la base Tanery. Llegaron a la sala de conferencias de extrema seguridad; una patrulla fuertemente armada montaba guardia en el pasillo. Koudelka pasу por delante de ellos. Las puertas se deslizaron y volvieron a cerrarse a sus espaldas.
   Cordelia observу el cuadro. Los hombres que rodeaban la pulida mesa interrumpieron su conversaciуn para mirarla. Aral se hallaba en el centro, por supuesto.
   Illyan y el conde Piotr lo flanqueaban. El primer ministro Vortala estaba allн, y Kanzian, y algunos otros oficiales superiores con uniformes verdes de etiqueta. Los dos dobles traidores estaban frente a ellos, con sus ayudantes. Demasiados testigos. Ella querнa estar a solas con Aral, librarse de todos ellos. Pronto.
   Los ojos de Aral se clavaron en los de ella en una silenciosa agonнa. Sus labios se curvaron en una sonrisa completamente irуnica. Eso fue todo; y sin embargo Cordelia volviу a sentir el calor de la confianza… estuvo segura de йl. Ningъn reproche. Todo marcharнa bien. Estaban juntos otra vez, y ni un torrente de palabras y abrazos hubiese podido comunicбrselo mejor. De todos modos, esos ojos grises le prometieron que los abrazos llegarнan mбs adelante. Sus propios labios sonrieron por primera vez en… їcuбnto tiempo?
   El conde Piotr apoyу las manos en la mesa.
   — Bien. Por Dios, mujer, їdуnde has estado? — exclamу furioso.
   Cordelia se sintiу invadida por una demencia morbosa. Lo mirу con una sonrisa feroz y alzу la bolsa.
   — De compras.
   Por un momento, el anciano estuvo a punto de creerle; por su rostro pasaron varias expresiones encontradas: sorpresa, escepticismo, y luego ira al comprender que se estaba burlando de йl.
   — їQuiere ver lo que he comprado? — continuу Cordelia, todavнa flotando. Abriу la bolsa violentamente e hizo rodar la cabeza de Vordarian sobre la mesa. Por suerte, hacнa unas horas que habнa dejado de sangrar. El rostro se detuvo justo delante de йl, con un rictus en los labios y los ojos abiertos de par en par.
   Piotr abriу la boca. Kanzian saltу; los oficiales profirieron maldiciones y uno de los traidores se cayу de la silla al retroceder. Vortala frunciу los labios y alzу las cejas. Koudelka, orgulloso de su papel en la preparaciуn de aquel momento histуrico, apoyу la espada sobre la mesa como segunda evidencia.
   Aral estuvo perfecto. Sus ojos sуlo se abrieron de par en par unos momentos, pero entonces apoyу el mentуn sobre las manos y mirу por encima del hombro de su padre con frialdad e interйs.
   — Sн, es natural — susurrу -. Todas las damas Vor van de compras a la capital.
   — Me ha costado muy cara — le confesу Cordelia.
   — Eso tambiйn es normal. — Una sonrisa irуnica curvу sus labios.
   — Kareen ha muerto. Fue herida en la refriega. No pude salvarla.
   Йl abriу las manos, como dejando que el incipiente humor negro escapase por sus dedos.
   — Comprendo. — Volviу a alzar los ojos hacia los de ella, como preguntбndole: їTe encuentras bien?, y aparentemente hallу la respuesta: No.
   — Caballeros. Les ruego que me disculpen unos momentos. Deseo estar a solas con mi esposa.
   Mientras los hombres comenzaban a levantarse, Cordelia alcanzу a oнr un murmullo.
   — Un hombre valiente…
   Cordelia clavу la mirada en los hombres de Vordarian, mientras йstos se retiraban de la mesa.
   — Oficiales, les recomiendo que cuando se reanude esta conferencia, se rindan sin condiciones a la misericordia de lord Vorkosigan. Es posible que todavнa conserve algo de piedad. — Porque yo ya no la tengo, fue el remate silencioso de sus palabras -. Estoy cansada de su estъpida guerra. Termнnenla de una vez.
   Piotr pasу por su lado. Cordelia lo mirу con una sonrisa amarga.
   — Parece que te he subestimado — murmurу el anciano.
   — No vuelva a cruzarse en mi camino… y mantйngase alejado de mi hijo. — Una mirada de Vorkosigan detuvo su efusiуn de ira. Ella y Piotr intercambiaron un ligero movimiento de cabeza, como las pequeсas reverencias de dos duelistas.
   — Kou — dijo Vorkosigan, mirando el objeto espeluznante que tenнa junto al codo -.їQuiere llevarse esta cosa al depуsito de cadбveres de la base? No tengo interйs en conservarlo como centro de mesa. Lo conservaremos allн hasta que podamos enterrarlo con el resto del cuerpo. Si lo encontramos.
   — їSeguro que no quiere conservarlo para que los oficiales de Vordarian se sientan mбs propensos a favorecer un acuerdo? — preguntу Kou.
   — No — decidiу Vorkosigan con firmeza -. Ya ha causado un efecto bastante benйfico.
   Con sumo cuidado, Kou cogiу la bolsa, la abriу y la utilizу para coger la cabeza de Vordarian sin llegar a tocarla.
   Aral observo al grupo de Cordelia; la aflicciуn de Droushnakovi los crispamientos convulsivos de Bothari.
   — Drou. Sargento. Podйis ir a lavaros y comer algo. Regresad para presentarme vuestro informe cuando hayamos terminado aquн.
   Drou asintiу con la cabeza y el sargento hizo la venia. Ambos siguieron a Kou al pasillo.
   En cuanto la puerta se hubo cerrado, Aral se levantу para abrazarla, pero ella se lanzу a sus brazos, y ambos volvieron a caer sobre la silla. Permanecieron abrazados con tanta fuerza que al fin tuvieron que apartarse un poco para besarse.
   — Nunca vuelvas a hacerme algo asн — dijo йl con voz ronca.
   — Nunca vuelvas a permitir que resulte necesario.
   — Es un trato.
   Aral sostuvo su rostro entre las manos, devorбndola con la mirada.
   — Tenнa tanto miedo por ti, que me olvidй de temer por tus enemigos. Debн haberlo recordado, querida capitana.
   — No hubiese podido hacer nada sola. Drou fue mis ojos, Bothari mi brazo derecho, Koudelka nuestros pies. Debes perdonar a Kou por haberse ausentado sin permiso. A decir verdad, lo secuestramos.
   — Eso me han dicho.
   — їTe contу lo de tu primo, Padma?
   — Sн. — Aral suspirу con dolor -. Yuri el Loco realizу una masacre con los descendientes del prнncipe Xav. Padma y yo fuimos los ъnicos supervivientes. Yo tenнa once aсos y Padma uno, era un bebй… desde entonces siempre me ha parecido un bebй. Tratй de cuidarlo… Ahora soy el ъnico que queda. La tarea de Yuri casi ha sido completada.
   — Elena, la pequeсa de Bothari. Debe ser rescatada. Ella es mucho mбs importante que ese granero lleno de condes en la Residencia.
   — Estamos trabajando en ello — le asegurу йl -. Tendrб prioridad, ahora que tъ te has ocupado del emperador Vidal. — Se detuvo y esbozу una lenta sonrisa -. Temo que has logrado impresionar a mis barrayareses, amor.
   — їPor quй? їCreyeron que tenнan un monopolio sobre el salvajismo? Йsas fueron las ъltimas palabras de Vordarian: «Es una betanesa. No puede.»
   — їNo puede quй?
   — «Hacer esto», supongo que hubiese dicho si hubiese podido.
   — Menudo trofeo para traer en el monocarril. їY si alguien te hubiese pedido que abrieras la bolsa?
   — Lo habrнa hecho.
   — їTe… te encuentras bien, cariсo? — La expresiуn de Aral estaba seria bajo su sonrisa.
   — їQuieres saber si he perdido el control? Sн, un poco. Mбs que un poco. — Las manos todavнa le temblaban. Ya hacнa un dнa que se encontraba asн, con un temblor constante que no cedнa -. Me pareciу… necesario traer la cabeza de Vordarian. No pensaba en clavarla sobre una pared de la Residencia Vorkosigan, junto con los trofeos de caza de tu padre… aunque no serнa mala idea. Creo que no fui consciente de por quй me aferraba a ella hasta que entrй en esta habitaciуn. Si hubiera llegado aquн con las manos vacнas, diciendo a estos hombres que habнa matado a Vordarian y dado fin a su pequeсa guerra, їquiйn me hubiese creнdo, aparte de ti?
   — Illyan tal vez. Ya te ha visto en acciуn. Los demбs… supongo que tienes razуn.
   — Creo que tambiйn me impulsaba algo que se practicaba en la antigьedad. їNo solнan exhibir los cuerpos de los gobernantes asesinados, para detener a los pretendientes? Me pareciу apropiado. Aunque en mi opiniуn Vordarian sуlo fue un pretendiente secundario.
   — Tu escolta de Seguridad Imperial me informу de que recuperaste la rйplica. їTodavнa funcionaba?
   — Vaagen la estб examinando en este momento. Miles se encuentra con vida. Aъn no se conocen los daсos. Oh, parece que Vordarian tuvo algo que ver con el ataque de Evon Vorhalas. No de forma directa, sino a travйs de algъn agente.
   — Illyan ya sospechaba algo. — La abrazу con mбs fuerza.
   — Respecto a Bothari — prosiguiу ella -, no se encuentra muy bien. Se ha visto sometido a una tensiуn demasiado grande. Necesita un verdadero tratamiento que sea mйdico, no polнtico. La tйcnica que utilizaron para borrar sus recuerdos es horrible.
   — En ese momento le salvу la vida. Era mi compromiso con Ezar. Yo no tenнa ningъn poder entonces. Ahora podrй ayudarlo mejor.
   — Lo harбs. Se ha ligado a mн como un perro. Son sus propias palabras. Y yo lo he utilizado como tal. Le debo… todo. Pero me asusta. їPor quй yo?
   Vorkosigan pareciу muy pensativo.
   — Bothari… no posee un gran sentido de identidad. Cuando lo conocн, en su peor momento, su personalidad estaba a punto de dividirse en mъltiples facetas. De haber tenido una mejor educaciуn, podrнa haberse convertido en el espнa ideal. Es un camaleуn. Un espejo. Se convierte en cualquier cosa que se le pida. No creo que se trate de un proceso consciente. Piotr espera un criado leal, y Bothari interpreta ese papel con semblante impasible. Vorrutyer querнa un monstruo, y Bothari se convirtiу en su torturador y su vнctima. Yo pedн un buen soldado, y eso fue para mн. Tu… — Su voz se suavizу -. Tъ eres la ъnica persona que mira a Bothari y ve a un hйroe. Por lo tanto, en eso se transforma para ti. Se aferra a ti porque tъ lo conviertes en un hombre mбs valioso de lo que jamбs soсу ser.
   — Aral, eso es una locura.
   — їSн? — Aral le besу el cabello -. Pero йl no es el ъnico sobre el que ejerces un efecto tan peculiar.
   — Me temo que yo no me encuentro en mucha mejor forma que Bothari. Cometн una torpeza, y Kareen muriу. їQuiйn se lo dirб a Gregor? Si no fuera por Miles… Mantйn alejado a Piotr de mн, o te juro que la prуxima vez saltarй sobre йl. — Estaba temblando otra vez.
   — Shhh. — Йl la meciу un poco -. їCrees que al menos podrбs dejar en mis manos la limpieza final? Todos estos sacrificios no habrбn sido en vano.
   — Me siento sucia, enferma.
   — Sн, eso suele ocurrir cuando uno regresa de un combate. Conozco la sensaciуn. — Aral se detuvo -. Pero si una betanesa puede volverse tan barrayaresa, tal vez no sea imposible que los barrayareses se vuelvan un poco betaneses. El cambio es posible.
   — El cambio es inevitable — afirmу ella -. Pero no lo conseguirбs con el estilo de Ezar. El tiempo de Ezar ha pasado. Tendrбs que encontrar tu propio camino, rehacer este mundo para que Miles pueda sobrevivir en йl. Y Elena, Ivбn y Gregor.
   — Como usted desee, seсora.
   En el tercer dнa despuйs de la muerte de Vordarian, la capital se rindiу a las tropas leales. A pesar de que hubo algъn intercambio de disparos, las acciones no fueron tan sangrientas como Cordelia habнa temido. Sуlo dos focos de resistencia, en Seguridad Imperial y en la propia Residencia, tuvieron que ser desalojados por tropas terrestres. La guarniciуn que custodiaba el hotel del centro con sus rehenes terminу por rendirse, despuйs de varias horas de negociaciones. Piotr permitiу que Bothari tuviese un dнa libre para que pudiera recoger a su hija y llevarla a casa junto con la seсora Hysopi. Por primera vez desde su regreso, esa noche Cordelia durmiу en paz. Evon Vorhalas habнa estado al mando de las tropas terrestres de Vordarian en la capital, y se encontraba a cargo de defender el centro de comunicaciones militares en el cuartel general. Muriу en las ъltimas refriegas del combate, asesinado por sus propios hombres cuando rechazу la oferta de una amnistнa a cambio de su rendiciуn. En cierto sentido, Cordelia se sintiу aliviada. Para los seсores Vor, el castigo por traiciуn era la exhibiciуn pъblica y la muerte por inaniciуn. El difunto emperador Ezar no habнa vacilado en mantener aquella atroz tradiciуn. Cordelia sуlo podнa rezar para que cuando Gregor accediera al trono, la derogase.
   Sin Vordarian para mantenerla unida, la coaliciуn rebelde se dispersу en varias facciones diferentes. En la ciudad de Federstok un lord Vor extremadamente conservador alzу su estandarte y se autoproclamу emperador, sucediendo a Vordarian; treinta horas despuйs fue sometido. En un Distrito de la costa este, perteneciente a uno de los aliados de Vordarian, el conde se suicidу antes de ser capturado. En medio del caos, un grupo anti-Vor declarу una repъblica independiente. El nuevo conde, un coronel de infanterнa que nunca habнa imaginado ser objeto de tantos honores, ya que su familia no era de linaje, se opuso de inmediato a este violento giro progresista. Vorkosigan dejу la cuestiуn en sus manos, reservando las tropas imperiales para asuntos que no perteneciesen al gobierno interno de los Distritos.
   — No podrбs llegar hasta la mitad del camino y detenerte — murmurу Piotr, disgustado ante tanta delicadeza.
   — Paso a paso — le respondiу Vorkosigan con expresiуn sombrнa -, llegarй a dar la vuelta al mundo. Ya lo verбs.
   Al quinto dнa, Gregor fue conducido de regreso a la capital. Vorkosigan y Cordelia fueron los encargados de comunicarle la muerte de Kareen. El niсo se echу a llorar, desconsolado. Cuando se calmу, lo llevaron a una revista de tropas en un coche con la cubierta transparente. En realidad eran las tropas quienes debнan pasarle revista a йl, para comprobar que estaba con vida a pesar de los rumores que habнa lanzado Vordarian. Cordelia viajу a su lado. El dolor silencioso del niсo le destrozу el corazуn, pero segъn su punto de vista era mejor esto que hacerlo desfilar primero y contбrselo despuйs. Ella no habrнa soportado que el pequeсo le preguntara cuбndo volverнa a ver a su madre durante todo el viaje.
   El funeral de Kareen fue un acontecimiento pъblico, aunque las ceremonias no fueron tan fastuosas debido a las circunstancias caуticas. Gregor tuvo que encender una ofrenda por segunda vez en aquel aсo. Vorkosigan pidiу a Cordelia que guiase su mano hacia la antorcha. Esta parte de la ceremonia funeraria parecнa casi redundante, despuйs de lo que ella habнa hecho con la Residencia. Cordelia agregу un mechуn de sus propios cabellos a la pira. Gregor permaneciу aferrado a ella.
   — їTambiйn van a matarme a mн? — le preguntу. No parecнa asustado, sуlo invadido por una curiosidad morbosa. En un aсo habнa perdido a su padre, su abuelo y su madre; tenнa razones para considerarse el siguiente en la lista, por mбs que a su edad no tuviese muy claro el concepto de muerte.
   — No — le dijo ella con firmeza. Su brazo lo estrechу con fuerza por los hombros -. Yo lo impedirй. — Gracias a Dios, sus palabras sin fundamento parecieron consolarlo.
   Yo cuidarй a tu hijo, Kareen, pensу Cordelia mientras se elevaban las llamas. El juramento era mбs valioso que cualquier ofrenda quemada en la pira, ya que con йl su vida quedaba ligada para siempre a Barrayar. Pero el calor sobre su rostro pareciу aliviar un poco el dolor de su cabeza. El alma de Cordelia era como un caracol exhausto, sellado dentro de su caparazуn. Se arrastrу como una autуmata durante el resto de la ceremonia, y en ocasiones nada de lo que la rodeaba parecнa tener ningъn sentido. Los Vor barrayareses la trataban con una frнa formalidad.
   Seguramente me consideran peligrosa, una loca a quien se le ha permitido abandonar el desvбn porque conoce a gente importante. Al fin comprendiу que sus exageradas muestras de cortesнa significaban respeto.
   Esto la enfureciу. Toda la valentнa de Kareen no le habнa servido para nada. La terrible experiencia que habнa sido el parto de Alys Vorpatril era algo normal. Pero si uno corta la cabeza de un idiota se convertнa en una persona verdaderamente respetable… Ўpor Dios!
   Cuando regresaron a sus habitaciones, Aral necesitу una hora para calmarla, y entonces Cordelia sufriу un ataque de llanto. Йl permaneciу a su lado.
   — їPiensas usar esto? — le preguntу ella cuando pudo recuperar algo parecido a la coherencia -. Esta, esta… nueva condiciуn social que tengo. — Cуmo odiaba aquellas palabras que le dejaban un regusto amargo en la boca.
   — Utilizarй cualquier cosa — dijo йl con suavidad -, si me ayuda a convertir a Gregor en un hombre competente, que lleve adelante un gobierno estable, dentro de quince aсos. Te utilizarй a ti, a mн, a quien sea necesario. Despuйs de haber pagado un precio tan alto, no podemos permitirnos el lujo de fracasar.
   Ella suspirу y colocу la mano entre las de su marido.
   — En caso de accidente, puedes donar mis уrganos. Asн somos los betaneses. No desperdiciamos nada.
   Aral esbozу una sonrisa triste y apoyу la frente en la de ella sin decir una palabra.
   La promesa silenciosa que Cordelia le habнa hecho a Kareen se hizo oficial cuando ella y Aral, como pareja, fueron designados por el Consejo de Condes como tutores de Gregor. Legalmente, esto tenнa una diferencia con la custodia de Aral como regente del imperio. El primer ministro Vortala instruyу a Cordelia y le dejу bien claro que sus deberes no comprendнan ninguna clase de poder polнtico. Su nuevo cargo sн implicaba algunas cuestiones econуmicas, como la administraciуn fiduciaria de ciertas propiedades Vorbarra que no pertenecнan al imperio, heredadas por Gregor como conde Vorbarra. Y por indicaciуn de Aral, se delegу en ella el cuidado diario del niсo, ademбs de su educaciуn.
   — Pero Aral — objetу Cordelia -, Vortala puso mucho йnfasis en que yo no tendrнa ningъn poder.
   — Vortala… no lo sabe todo. Digamos que le cuesta un poco reconocer algunas formas de poder que no implican fuerza. Aunque no dispondrбs de mucho tiempo para ejercer tu influencia. A los doce aсos Gregor ingresarб en la escuela preparatoria para la Academia.
   — їPero ellos comprenden que…?
   — Yo lo comprendo. Y tъ tambiйn. Con eso basta.

20

   Una de las primeras уrdenes de Cordelia fue volver a asignar a Droushnakovi a la persona de Gregor, para que conservase cierta continuidad emocional. Esto no significaba renunciar a la compaснa de la joven, un consuelo al cual Cordelia se habнa habituado profundamente, porque al fin Aral habнa cedido a la insistencia de Illyan y se habнan trasladado a la Residencia Imperial. Cordelia sintiу una inmensa alegrнa cuando un mes despuйs de la Feria Invernal, Drou y Kou contrajeron matrimonio.
   Cordelia se ofreciу para oficiar como intermediaria entre las dos familias, pero por alguna razуn tanto Kou como Drou rechazaron su oferta, aunque se lo agradecieron profusamente. Teniendo en cuenta las trampas que ocultaban las costumbres sociales barrayaresas, Cordelia tambiйn considerу mejor dejarle la tarea a la seсora mayor contratada por la pareja a tal efecto.
   Cordelia y Alys Vorpatril se visitaban con frecuencia. Sin ser exactamente un consuelo para Alys, el pequeсo lord Ivбn sin duda la ayudaba a recuperarse de su odisea psicolуgica. El niсo creciу rбpidamente a pesar de tener cierta tendencia a los caprichos, actitud que segъn la opiniуn de Cordelia era alimentada por Alys.
   Ivбn hubiese necesitado tres o cuatro hermanos para que ella repartiese sus atenciones, decidiу mientras la observaba palmearle la espalda despuйs de comer, planeando en voz alta la educaciуn que recibirнa hasta los dieciocho aсos, edad en la cual pasarнa los exбmenes para ingresar en la formidable Academia Militar Imperial.
   Por unos momentos, Alys dejу de lamentarse amargamente por Padma y de planificar la vida de Ivбn hasta el ъltimo detalle cuando Drou le contу cуmo serнa su traje de bodas.
   — ЎNo, no, no! — exclamу espantada -. Todo ese encaje… parecerбs una gran osa blanca. Seda, querida, tienes que ponerle largas franjas de seda… — Y comenzу a diseсarlo.
   Al no tener madre ni hermanas, Drou no podrнa haber encontrado a una consejera mejor. Para estar segura de su perfecciуn estйtica, lady Vorpatril terminу regalбndole el vestido, junto con una «pequeсa cabana» que resultу ser una casa considerable en la costa este. Llegado el verano, el sueсo de Drou en la playa se volverнa realidad. Cordelia sonriу y comprу a la joven una camisa de noche y una bata con suficiente encaje como para satisfacer las necesidades de su alma femenina.
   Aral les proporcionу el lugar donde celebrar la fiesta: el Salуn Rojo de la Residencia Imperial, el que tenнa el maravilloso suelo de marqueterнa que, para inmenso alivio de Cordelia, habнa escapado al incendio. En teorнa, este gesto esplйndido fue justo lo que Illyan necesitaba por razones de seguridad, ya que Cordelia y Aral se encontrarнan entre los principales testigos. Personalmente, a Cordelia le parecнa que las cosas tomaban un giro prometedor si Seguridad Imperial comenzaba a ocuparse de organizar bodas.
   Aral repasу la lista de invitados y sonriу.
   — їHas notado que todas las clases se encuentran representadas? — le dijo a Cordelia -. Hace un aсo, no hubiese sido posible celebrar el banquete aquн. El hijo del tendero y la hija de un militar sin grado. Ellos lo compraron con sangre, pero tal vez el prуximo aсo pueda comprarse con un acuerdo pacнfico. Medicina, educaciуn, ingenierнa, nuevas empresas… їQuй te parecerнa una fiesta para bibliotecarios?
   — Y esas brujas con las que estбn casados los amigos de Piotr, їno se quejarбn por estos cambios sociales demasiado progresistas?
   — їCon Alys Vorpatril respaldбndolos? Jamбs se atreverнan.
   Los preparativos para la boda continuaron. Cuando faltaba una semana, Kou y Drou se sentнan aterrados y consideraban la posibilidad de fugarse, ya que habнan perdido el control de todo. Pero el personal de la Residencia Imperial tenнa una gran prбctica en organizar hasta el mбs mнnimo detalle. El ama de llaves corrнa por todas partes, riendo.
   — Y yo que me temнa que cuando el almirante llegara aquн no tendrнamos nada que hacer, aparte de esas cenas mortalmente aburridas para el Estado Mayor.
   Al fin llegу el dнa y la hora de la boda. En el suelo del salуn habнa un gran cнrculo de sйmola coloreada, acompaсado por una estrella con un nъmero variable de puntas una para cada padre o testigo principal. En este caso eran cuatro. Segъn la costumbre barrayaresa, las parejas se casaban a sн mismas, pronunciando sus votos en el interior del cнrculo, sin necesidad de un sacerdote o un magistrado. Un asistente permanecнa fuera del cнrculo y leнa el texto para que la pareja lo repitiese. Esto permitнa prescindir de esfuerzos mentales mayores, tales como el aprendizaje de memoria por parte de la pareja. Los contrayentes ni siquiera tenнan que utilizar la coordinaciуn motora, ya que cada uno contaba con un amigo que lo conducнa al interior del cнrculo. Todo era muy prбctico, decidiу Cordelia, y tambiйn esplйndido.
   Con una sonrisa y una reverencia, Aral situу a Drou en su punta de la estrella como si depositase un ramo, y luego fue a ocupar su propio lugar. Lady Vorpatril habнa insistido en que Cordelia se hiciese confeccionar ropa adecuada para la ocasiуn, y el vestido elegido era amplio y largo en azul y blanco, con adornos en flores rojas a juego con el uniforme de desfile de Aral, rojo y azul. El padre de Drou, muy nervioso y henchido de orgullo, tambiйn vestнa su uniforme rojo y azul. Cordelia solнa asociar a los militares con el totalitarismo, y le resultaba extraсo imaginarlos como punta de lanza del igualitarismo en Barrayar. Era el obsequio de cetagandaneses, decнa Aral; su invasiуn habнa obligado a promocionar el talento sin preocuparse por el origen, y a partir de entonces la sociedad barrayaresa seguнa siendo barrida por las oleadas del cambio.
   El sargento Droushnakovi era un hombre mбs bajo y delgado de lo que Cordelia habнa esperado. Los genes maternos, una mejor nutriciуn, o una mezcla de los dos factores, habнan hecho que todos sus hijos fuesen mбs altos que йl. Los tres hermanos, desde el capitбn hasta el cabo, habнan recibido permiso militar para poder asistir a la ceremonia, y se encontraban en el cнrculo mбs amplio de los otros testigos junto con la emocionada hermana menor de Kou. La madre de йste se encontraba en la ъltima punta de la estrella, entre llantos y sonrisas, con un vestido azul tan perfecto que Cordelia supuso que, de alguna manera, Alys Vorpatril tambiйn habнa logrado llegar hasta ella.
   Koudelka entrу primero, apoyado en su bastуn con funda nueva y en Bothari. El sargento vestнa la versiуn mбs reluciente de la librea marrуn y plata de Piotr, y trataba de ayudar murmurando sugerencias terribles como «Si le vienen ganas de vomitar, baje la cabeza». La sola idea hizo que el rostro de Kou se volviera mбs verdoso aъn, de forma que contrastaba extraordinariamente con el uniforme rojo y azul que, sin lugar a dudas, Alys Vorpatril hubiese desaprobado.
   Las cabezas se volvieron cuando apareciу la novia. Alys habнa tenido toda la razуn al elegir el vestido de Drou. La joven avanzу graciosa, en una perfecta combinaciуn de formas: seda marfil, cabello dorado, ojos azules, flores blancas, azules y rojas. Sуlo cuando se detuvo junto a Kou, quedу en evidencia lo alto que debнa de ser йl. Alys Vorpatril, en gris y plateado, dejу a Drou en la orilla del cнrculo con un gesto parecido al de una diosa cazadora que liberara a un halcуn blanco para que partiese volando y fuera a posarse en los brazos extendidos de Kou.
   Kou y Drou lograron pronunciar sus votos sin tartamudear ni desmayarse, y disimularon la vergьenza que sintieron ante la declaraciуn pъblica de sus despreciados nombres de pila: Clement y Ludmilla.
   Entonces, como testigo principal, Aral rompiу el cнrculo deslizando una bota sobre la sйmola y los dejу salir. La fiesta comenzу con mъsica, baile, comida y bebida.
   El banquete estuvo increнble, la mъsica muy animada y la bebida… tradicional. Despuйs de la primera copa del excelente vino enviado por Piotr, Cordelia se acercу a Kou y le murmurу algunas palabras acerca de ciertas investigaciones betanesas segъn las cuales el etanol tenнa efectos perjudiciales sobre las funciones sexuales. Despuйs de oнrla, Kou se marchу al lavabo.
   — Eres una mujer cruel — le susurrу Aral al oнdo, riendo.
   — Para Drou no lo soy — respondiу ella.
   Cordelia fue presentada formalmente a los hermanos, ahora cuсados, quienes la miraron con ese respeto reverencial que le hacнa apretar los dientes. De todas formas, relajу la mandнbula cuando el padre hizo callar a uno de ellos para permitir que la novia hiciese cierto comentario sobre las armas de fuego.
   — Cбllate, Jos — le dijo el sargento Droushnakovi a su hijo -. Tъ nunca has manejado un disruptor nervioso en combate. — Drou parpadeу, y luego sonriу con un brillo en la mirada.
   Cordelia aprovechу la ocasiуn para charlar un momento con Bothari, a quien veнa en raras ocasiones ahora que Aral habнa abandonado la casa de Piotr.
   — їCуmo se encuentra Elena ahora que ha vuelto? їLa seсora Hysopi ya se ha recuperado de todo lo ocurrido?
   — Estбn bien, seсora. — Bothari inclinу la cabeza y casi sonriу -. Los visitй hace cinco dнas, cuando el conde Piotr viajу para visitar a sus caballos. Elena ya ha empezado a gatear. Si la dejas un momento, al volver ya no la encuentras donde la habнas dejado. — Frunciу el ceсo -. Espero que Karla Hysopi se mantenga alerta.
   — Cuidу perfectamente bien a Elena durante la guerra de Vordarian. Supongo que le resultarб igual de fбcil vigilar sus gateos. Es una mujer valiente. Deberнa encontrarse en la fila para recibir una de esas medallas que estбn entregando.
   — No creo que signifiquen mucho para ella — respondiу Bothari.
   — Hum. Espero que entienda que puede llamarme siempre que necesite algo. En cualquier momento.
   — Sн, seсora. Pero nos las arreglamos bien por ahora. — Hubo un cierto destello de orgullo en sus palabras -. En invierno Vorkosigan Surleau es un lugar muy tranquilo. Limpio. Me parece el sitio ideal para un bebй. — No es como el lugar donde yo crecн, casi le oyу decir Cordelia -. Yo quiero que tenga todo lo mejor. Hasta el padre.
   — їY usted, cуmo se encuentra?
   — La nueva medicina es mejor. Ya no tengo la cabeza llena de bruma como antes. Y duermo toda la noche. Aparte de eso, no conozco sus efectos.
   Bothari parecнa relajado y sereno, casi libre del aspecto siniestro que siempre lo acompaсaba. De todos modos, fue la primera persona en el salуn que observу la mesa del bufet y preguntу:
   — їSe supone que todavнa debe andar por ahн despierto?
   Vestido con su pijama, Gregor se escurrнa junto a la mesa, tratando de pasar inadvertido y hurtar algunos comestibles antes de que lo descubrieran y volvieran a llevбrselo. Cordelia llegу a йl primero, antes de que un invitado desprevenido lo empujara o los aterrados guardaespaldas que esa noche ocupaban el lugar de Drou volvieran a capturarlo. Detrбs de los guardias venнa Illyan, con el rostro blanco como un papel. Afortunadamente para el corazуn de Illyan, Gregor sуlo habнa desaparecido formalmente durante unos sesenta segundos. El niсo se encogiу contra la falda de Cordelia cuando los agitados adultos se abalanzaron sobre йl.
   Drou, quien habнa notado que Illyan hablaba por el intercomunicador, palidecнa y se ponнa en marcha, se acercу de inmediato a preguntar quй ocurrнa.
   — їCуmo logrу salir? — gruсу Illyan a los guardianes de Gregor, quienes balbucearon algo inaudible como «Creн que estaba dormido» y «No le he quitado los ojos de encima».
   — Йl no ha salido — intervino Cordelia con dureza -. Йsta es su casa. Al menos deberнan permitirle caminar por las estancias… si no, їpara quй tienen todos esos guardias apostados en los muros?
   — Droushie, їno puedo venir a tu fiesta? — preguntу Gregor con tono quejumbroso, buscando desesperadamente una autoridad por encima de la de Illyan.
   Drou mirу a Illyan, quien pareciу desaprobar la idea. Cordelia le respondiу con firmeza:
   — Sн, tienes mi permiso.
   Por lo tanto, bajo la supervisiуn de Cordelia, el emperador bailу con la novia, comiу tres pasteles de crema y al final dejу que lo acostaran muy satisfecho. El pobre niсo sуlo querнa un ratito de diversiуn.
   La fiesta continuу, muy animada.
   — їBailamos, seсora? — le preguntу Aral, esperanzado.
   їSe atreverнa a intentarlo? Estaban tocando la danza del espejo… No lo harнa demasiado mal. Cordelia asintiу con la cabeza y despuйs de vaciar la copa, Aral la condujo hasta la pulida pista. Paso, desliz, ademбn; mientras se concentraba, hizo un descubrimiento interesante e inesperado. Cualquiera de los dos integrantes podнa conducir, y si los bailarines se mantenнan alerta, los espectadores no notarнan la diferencia. Cordelia intentу algunas inclinaciones y deslices propios, y Aral la siguiу sin problemas. Los dos continuaron bailando cada vez mбs absortos, hasta que al fin se quedaron sin mъsica ni aliento.
   Las ъltimas nieves del invierno se derretнan en las calles de Vorbarr Sultana cuando el capitбn Vaagen llamу del Hospital Militar preguntando por Cordelia.
   — Ha llegado el momento, seсora. He hecho todo lo posible por medios artificiales. La placenta ya tiene diez meses y su envejecimiento ya es evidente. Ya no puedo sobrealimentar mбs la mбquina para compensarlo.
   — їCuбndo?
   — Maсana estarнa bien.
   Cordelia apenas si durmiу esa noche. A la maсana siguiente todos se encaminaron al Hospital Miliar Imperial: Aral, Cordelia y el conde Piotr flanqueado por Bothari. Cordelia no estaba segura de querer que Piotr se encontrase presente, pero hasta que el anciano les hiciese a todos el favor de caer muerto, deberнa soportarlo. Tal vez si apelara una vez mбs a la razуn, volviendo a presentarle los hechos, con un intento mбs, lograrнan convencerlo. El antagonismo apenaba a Aral; al menos el responsable de alimentarlo serнa Piotr, y no ella.