— Adiуs, lord Vorkosigan.
   Miles se inclinу.
   — Hasta la prуxima.
   — Espero que no sea pronto — murmurу Giaja con sequedad y se alejу flotando, seguido por una multitud de burbujas de fuerza que ahora reflejaban todos los colores del arco iris. Ninguna se detuvo junto a Miles para despedirse.
   El ghemgeneral Benin, de pie junto al hombro de Miles, hizo un esfuerzo evidente para ahogar una expresiуn no definida. Risa?
   — Vamos, lord Vorkosigan. Le escoltarй hasta su delegaciуn. He dado mi palabra de honor a su embajador y quiero devolverle allн en persona… tengo que recuperar mi palabra, como dicen ustedes, los barrayareses. Curiosa expresiуn. Tiene un sentido religioso, o se usa como en el caso de un objeto empeсado?
   — Mmin… Yo dirнa que la idea estб relacionada con el sentido mйdico del tйrmino. Como cuando se dona un уrgano. — Promesas y corazones recuperados en ese dнa.
   — Ah.
   Llegaron junto al embajador Vorob'yev. El grupo estaba esperando a Miles mientras los otros delegados galбcticos subнan a los autos rumbo a un ъltimo banquete. Los asientos de seda blanca de los vehнculos habнan desaparecido, reemplazados a ъltima hora por tapizados de colores. Era el fin del perнodo de luto. No hubo una seсal visible, pero uno de los autos se acercу rбpidamente a Benin. Los barrayareses no iban a esperar en la cola como los demбs.
   — Si nos vamos ahora — hizo notar Miles a su primo Ivan-, podemos estar en уrbita dentro de una hora.
   — Pero… tal vez las ghemladies estйn en ese comedor — protestу Ivan-. A las mujeres les gusta la comida.
   Miles se morнa de hambre.
   — Entonces, vбmonos ahora mismo — dijo con firmeza.
   Benin, que tal vez estaba considerando las ъltimas palabras de su Amo Celestial, lo apoyу con una frase tranquila:
   — Eso parece una buena idea, lord Vorkosigan.
   Vorob'yev se mordiу los labios. Los hombros de Ivan bajaron perceptiblemente.
   Vorreedi hizo un gesto hacia el cuello de Miles, con los ojos brillantes de sospecha y curiosidad.
   — Quй es eso que tiene usted ahн… teniente?
   Miles tocу el collar de seda con la Orden del Mйrito cetagandana que le colgaba sobre el pecho.
   — Mi recompensa. Y mi castigo. Por lo visto el haut Fletchir Giaja muestra cierta tendencia a la ironнa de altos vuelos.
   Maz, que obviamente no habнa captado la segunda lectura de la situaciуn, protestу por su falta de entusiasmo.
   — ЎPero si es un honor increнble, lord Vorkosigan! ЎHay ghemoficiales de Cetaganda que morirнan por eso!
   Vorob'yev le contestу con frialdad:
   — Pero los rumores de un honor como йste no van a hacer popular a lord Vorkosigan en casa, querida. Sobre todo si no circulan con una explicaciуn adecuada. Y ten en cuenta que lord Vorkosigan trabaja en Seguridad Imperial de Barrayar. Desde el punto de vista de Barrayar esa Orden resulta… bueno, sumamente extraсa.
   Miles suspirу. Le estaba volviendo el dolor de cabeza.
   — Lo sй. Tal vez consiga que Illyan la clasifique como asunto secreto.
   — ЎPero si acaban de verla mil personas por lo menos! — dijo Ivan.
   Miles se revolviу como un animal atrapado.
   — Bueno, eso es culpa tuya.
   — ЎMнa!
   — Sн… Sн… Si me hubieras traнdo dos o tres tazas de cafй esta maсana, en lugar de una, tal vez mi cerebro se habrнa conectado mejor con la realidad y habrнa podido agacharme mбs rбpido y esquivarla. Tenнa los reflejos atrofiados… Todavнa estoy asimilando el significado de la cuestiуn. — Por ejemplo, si йl no se hubiera inclinado para recibir el collar de seda de Giaja, cuбnto habrнan aumentado las posibilidades de que la nave de salto de йl y su primo sufriera un desafortunado accidente al salir del Imperio de Cetaganda?
   Vorreedi levantу las cejas.
   — Sн — dijo-. De quй hablaron usted y los cetagandanos anoche, lord Vorkosigan, cuando lord Vorpatril y yo salimos de la estancia?
   — De nada. No me pidieron mi opiniуn sobre esto. — Miles sonriу con pesadumbre-. Y ahн estб la genialidad del asunto, por supuesto. Me gustarнa ver cуmo se negarнa usted, coronel. Intйntelo. Si alguna vez se enfrenta a una situaciуn parecida, quisiera estar ahн para verlo.
   Despuйs de una larga pausa, Vorreedi asintiу, despacio.
   — Ya veo.
   — Gracias, seсor — jadeу Miles.
   Benin los escoltу hasta la puerta sur y les dijo adiуs por ъltima vez.
   El planeta Eta Ceta se desvanecнa en la distancia, aunque a Miles la velocidad de la nave no le parecнa suficiente. Apagу el monitor de la nave correo de SegImp y se recostу a mordisquear su raciуn de barra y esperar el sueсo. Se habнa puesto un uniforme de fajina negro, arrugado y holgado; pero no llevaba las botas. Moviу los dedos de los pies, contento con esa desacostumbrada libertad. Si jugaba bien sus cartas, tal vez podrнa pasar las tres semanas del viaje a casa totalmente descalzo. La Orden del Mйrito de Cetaganda colgaba sobre su cabeza, balanceбndose sobre la cinta de colores, hermosa y brillante bajo la luz. Miles la mirу, despectivo y burlуn.
   Un golpecito doble y familiar en la puerta del camarote. Por un momento, Miles pensу en fingirse dormido. Finalmente, suspirу y se recostу en el codo mientras decнa:
   — Adelante, Ivan.
   Ivan tambiйn se habнa puesto el uniforme de fajina. Y las sandalias de fricciуn, ja, ja. Tenнa un fajo de papeles de colores en la mano.
   — Se me ocurriу que podнamos leerlos juntos — dijo-. El secretario de Vorreedi me los dio cuando salнamos de la embajada. Es todo lo que vamos a perdernos esta noche y la semana que viene. — Encendiу el conducto de basura de Miles sobre la pared. Un papel amarillo-. Lady Benello. — Lo metiу en el conducto; el papel silbу hacia el olvido. Uno verde. Lady Arvin. — Silbido. Uno color turquesa sugerente. Miles oliу el perfume desde la cama-. La inestimable Veda. — Silbido.
   — No montes un drama; ya te he entendido, Ivan — gritу Miles.
   — Y la comida… — suspirу Ivan-. Por quй estбs comiendo esa barra asquerosa? Hasta las cocinas de las naves de salto tienen algo mejor…
   — Querнa algo sencillo.
   — Indigestiуn, eh? Otra vez te duele el estуmago? Espero que no estйs perdiendo sangre.
   — Sуlo en el cerebro. Bueno, para quй has venido?
   — Querнa compartir mi satisfacciуn por haber abandonado el decadente lujo cetagandano — refunfuсу Ivan con furia-. Algo asн como afeitarme la cabeza y convertirme en monje. Por lo menos durante dos semanas. — Mirу de pronto la Orden del Mйrito que colgaba de la cinta y giraba lentamente-. Quieres que tire eso? — Seсalу el medallуn.
   Miles saltу de la cama como un tejуn hembra que defiende a sus crнas.
   — Por quй no te vas, Ivan?
   — ЎJa! Yo sabнa que esa bagatela significaba mбs de lo que le decнas a Vorob'yev y Vorreedi — se burlу Ivan.
   Miles metiу la medalla en un lugar oculto, lejos de las manos de su primo, bajo la cama.
   — Me la he ganado, hombre. Por cierto…
   Ivan hizo una mueca y dejу de dar vueltas y de revolver las posesiones de Miles.
   Se sentу con curiosidad en la silla de la comuconsola del pequeсo camarote.
   — He estado pensando, sabes? — siguiу diciendo Miles-. Cуmo serб dentro de diez o quince aсos, si alguna vez dejo de operar como agente encubierto y me conceden un puesto de mando en la lнnea de fuego. Tendrй mбs experiencia prбctica que ningъn otro soldado barrayarйs de mi generaciуn, pero mis oficiales no lo sabrбn. Todo secreto. Pensarбn que he pasado la ъltima dйcada saltando en naves correo y comiendo caramelos.
   Cуmo voy a mantener la autoridad con un grupo de brutos campesinos como subordinados… gente como tъ? Me van a comer vivo.
   — Bueno… — A Ivan le brillaban los ojos-. Supongo que tratarбn de comerte, sн. Y yo espero estar cerca. Me gustarнa verlo… te lo aseguro.
   Miles tambiйn esperaba que su primo estuviera allб, pero no pensaba confesarlo.
   Hubiera preferido dejarse arrancar las uсas, a la manera de los antiguos interrogatorios de SegImp, los interrogatorios de hacнa dos o tres generaciones.
   Ivan suspirу.
   — Pero… sigo aсorando a las ghemladies. Y la comida…
   — Hay comida y damas en casa, Ivan.
   — Cierto. — La cara de su primo se iluminу un poco.
   — Quй divertido… — Miles se recostу en la cama y se metiу la almohada bajo los hombros-. Si el Padre Celestial anterior a Fletchir Giaja hubiera mandado a las hautmujeres a conquistar Barrayar en lugar de a los ghemlores, creo que a estas alturas serнan dueсos del planeta.
   — Los ghemlores fueron muy brutos — le dijo Ivan-. Y nosotros tambiйn — Mirу al techo-. Cuбntas generaciones serбn necesarias para que los haut ya no sean humanos?
   — Creo que la pregunta mбs adecuada es cuбntas generaciones serбn necesarias para que los hautlores ya no nos consideren humanos a nosotros. — Bueno, yo ya estoy acostumbrado a este trato en casa. Digamos que he asistido a una funciуn de preestreno del futuro-. Creo… que Cetaganda serб potencialmente peligrosa para sus vecinos mientras los haut estйn en transiciуn hacia… hacia donde quiera que se dirijan. La emperatriz Lisbet y sus predecesoras — y sus herederas— corren una carrera evolucionista de dos niveles: los haut totalmente controlados, los ghem como depositarlos de posibles variaciones y fuente de naipes inesperados genйticamente hablando. Como una compaснa de semillas que mantiene plantaciones silvestres para desarrollar algo inesperado a pesar de comercializar sуlo un monocultivo elaborado. El mayor peligro serнa que los haut perdieran el control de los ghem. Cuando los ghem estйn al mando… bueno, Barrayar sabe lo que pasa cuando se deja que medio millуn de darwinistas sociales armados ataquen el planeta madre…
   Ivan hizo una mueca.
   — Claro. Como solнa decir tu estimado abuelo… con detalles francamente desagradables.
   — Pero si… si los ghem no consiguen triunfar militarmente en la prуxima generaciуn… en nuestra generaciуn, si sus aventuras expansionistas resultan derrotadas, como la debacle de la invasiуn a Vervain, tal vez los haut decidan emprender otras disciplinas de desarrollo y abandonen el бrea militar como campo experimental para la bъsqueda de la superioridad. Tal vez prefieran бmbitos mбs pacнficos. Tal vez бmbitos que ni siquiera alcanzamos a imaginar.
   — Buena suerte — se burlу Ivan.
   — La suerte es algo que uno se fabrica… si la quiere. — Y yo quiero mucha…
   Con un ojo atento a los movimientos de su primo, Miles volviу a colgar el medallуn.
   — Piensas usar eso? Te desafнo a que lo hagas.
   — No. No a menos que tenga que ser muy evidente.
   — Pero te lo vas a guardar.
   — Ah, sн…
   Ivan mirу al espacio otra vez, mejor dicho al techo del camarote y al espacio que se extendнa mбs allб.
   — El nexo de agujeros de gusano es un lugar muy grande en continua expansiуn. Hasta los haut van a tener problemas para llenarlo, creo yo.
   — Eso espero. Los monocultivos son aburridos y vulnerables. Lisbet lo sabнa.
   Ivan se riу.
   — No te parece que eres un poco canijo para rediseсar el universo?
   — Ivan. — Miles dejу que la voz adquiriera un tono inesperadamente frнo-. Por quй razуn el haut Fletchir Giaja decidiу ser amable conmigo? Realmente crees que fue por mi padre? — Tocу el medallуn, lo hizo girar y clavу los ojos en su primo-. No es un hombre convencional. Piensa en las cosas que hay detrбs: soborno, sabotaje y respeto real, todo en un solo paquete extraсo… Giaja y yo volveremos a vernos.
   Ivan bajу la vista primero.
   — Eres un hombre temible, un loco, lo sabнas?
   Despuйs de un minuto de silencio incуmodo, se levantу de la silla de Miles y se alejу, murmurando algo sobre una expediciуn en busca de autйntica comida.
   Miles se acomodу de nuevo con los ojos entornados y mirу el cнrculo brillante de la medalla que giraba como un planeta.