Apuesto a que sus fiestas son excelentes, lord Yenaro. No me perderнa la prуxima por nada del mundo.

3

   — El nombre correcto de la residencia imperial cetagandana es jardнn Celestial — dijo Vorob'yev-, pero en toda la galaxia lo conocen como Xanadъ. Enseguida verбn por quй. Duvi, por favor, por la entrada panorбmica.
   — Sн, milord — dijo el joven sargento que conducнa. Alterу el programa de control. El auto de la embajada barrayaresa se elevу en el aire y se lanzу hacia un brillante conjunto de torres.
   — Despacio, por favor, Duvi. A estas horas de la maсana mi estуmago…
   — Sн, milord. — El piloto hizo una mueca de decepciуn y puso el vehнculo a una velocidad mбs sensata. Se elevaron, rodearon un edificio que, segъn calculaba Miles, debнa de tener mбs de mil metros de altura y se elevaron de nuevo. El horizonte desapareciу.
   — Uauuu — dejу escapar Ivбn-. Es la mayor cъpula de fuerza que he visto en toda mi vida. No sabнa que se podнan expandir hasta este tamaсo.
   — Consume la energнa de toda una planta generadora — dijo Vorob'yev-. Toda la planta dedicada a la cъpula. Y otra planta para el interior.
   Una burbuja aplastada y opalescente de seis kilуmetros de ancho reflejaba el sol vespertino de Eta Ceta. Se alzaba en el centro de la ciudad como un enorme huevo en un bol, una perla de valor incalculable. Estaba rodeada por un parque de un kilуmetro de ancho lleno de бrboles y luego por una calle plateada, seguida de otro parque y una calle normal muy transitada. Desde ahн, se abrнan ocho anchas avenidas dispuestas como los radios de una rueda. La cъpula quedaba en el centro de la ciudad. En el centro del universo, fue la impresiуn de Miles. Una impresiуn intencional, buscada.
   — El acto de hoy es una especie de ensayo general para la ceremonia que se desarrollarб dentro de una semana y media — siguiу diciendo Vorob'yev-. Asistirб todo el mundo: ghemlores, hautlores, visitantes de la galaxia y demбs. Seguramente se producirбn retrasos de organizaciуn. Eso no tiene importancia… siempre que no sean por culpa nuestra. Me pasй mбs de una semana negociando para conseguirles un rango oficial y un lugar.
   — Y consiguiу…? — preguntу Miles.
   — Ustedes dos estarбn entre los ghemlores de segundo orden. — Vorob'yev se encogiу de hombros-. Mбs, imposible.
   Entre la multitud pero bien situados. El mejor lugar para observar los acontecimientos sin llamar la atenciуn, considerу Miles. Parecнa una buena idea. Los tres, Vorob'yev, Ivбn y йl se habнan puesto los uniformes funerarios de las Casas correspondientes, con galones y condecoraciones en seda negra sobre tela negra. El mбximo de formalidad, porque estarнan frente a la presencia imperial. A Miles le gustaba el uniforme de la Casa Vorkosigan, todos, el original marrуn y plata o la versiуn que usaba en este momento, severa y elegante. Le gustaba porque las botas altas no sуlo le permitнan dejar los hierros sino que se lo exigнan. Pero esa maсana ponerse las botas sobre las quemaduras habнa sido… doloroso. A pesar de que habнa tomado calmantes, seguramente iba a cojear mбs que de costumbre. No me olvido, Yenaro.
   Descendieron en espiral hasta una pista de aterrizaje junto a la entrada sur de la cъpula, frente a un estacionamiento lleno de vehнculos. Vorob'yev hizo un gesto para que se retirara el auto de superficie.
   — No tenemos escolta, milord? — dijo Miles, con dudas, mirando cуmo se iba la gente de la embajada mientras cambiaba de una mano a otra la larga caja de madera de abeto pulida.
   Vorob'yev meneу la cabeza.
   — De seguridad, no. Sуlo el emperador cetagandano puede urdir un asesinato dentro del Jardнn Celestial y si йl quisiera eliminarle, lord Vorkosigan, ni un regimiento de guardaespaldas lograrнa sacarlo de ahн con vida.
   Unos hombres altos de la Guardia Imperial Cetagandana, enfundados en uniforme formal, los llevaron hacia la puerta cerrada de la cъpula y los desviaron hacia una serie de plataformas flotantes dispuestas como autos abiertos, con asientos de seda blanca, el color del duelo imperial en Cetaganda. Cada uno de los grupos de las embajadas se ubicу en uno de los vehнculos junto a sirvientes de la mбs alta jerarquнa, vestidos de blanco y gris. Aunque, a pesar de su aspecto, tal vez no eran sirvientes. Las plataformas, programadas automбticamente para seguir una ruta predeterminada, arrancaron a paso tranquilo a unos diez centнmetros del suelo, sobre senderos pavimentados de jade blanco que se bifurcaban en un jardнn vasto poblado de arbustos de distintas especies. Aquн y allб, Miles vislumbraba los techos de los pabellones esparcidos por el parque, asomando por detrбs de los бrboles, como espiбndolos. Todos los edificios eran bajos y privados, excepto algunas torres muy elaboradas que surgнan en el centro del cнrculo mбgico, a casi tres kilуmetros de distancia. Aunque en el exterior el sol de la primavera de Eta Ceta brillaba con fuerza, el clima dentro de la cъpula estaba programado para simular una humedad gris, nubosa, apropiada para el luto, un cielo que prometнa lluvia y que sin duda se negarнa a cumplir su promesa.
   Finalmente flotaron hacia un extenso pabellуn al oeste de las torres centrales, donde otro sirviente se inclinу cuando bajaron de la plataforma y los condujo hacia el interior, junto con otra docena de delegaciones. Miles mirу a su alrededor, tratando de identificarlas.
   Los marilacanos, sн, ahн estaba la cabeza plateada de Bernaux, alguna gente vestida de verde que tal vez procedнa de Jackson, una delegaciуn de Aslund, que incluнa al jefe de Estado — hasta tenнan dos guardias, aunque desarmados los embajadores betaneses ataviados con casacas de brocado pъrpura sobre negro y sarong del mismo color, todos presentes en honor de una mujer muerta que nunca los habrнa recibido cara a cara cuando estaba con vida. Surrealista era una palabra suave en estas circunstancias. Miles sentнa que habнa cruzado la frontera hacia el Paнs de las Maravillas y que cuando emergiera, apenas unas horas mбs tarde, habrнan pasado cien aсos en el exterior. La galaxia entera tuvo que detenerse en el umbral para dejar pasar a la escolta del gobernador hautlord de una satrapнa. Miles reconociу la pintura formal que le cubrнa la cara, anaranjada, verde, con lнneas blancas.
   La decoraciуn interior era de una sobriedad sorprendente — de buen gusto, supuso Miles— y se basaba en motivos orgбnicos: arreglos de flores frescas y plantas y pequeсas fuentes, como para llevar el jardнn al interior. Los salones estaban silenciosos, sin ecos, y sin embargo la voz se difundнa fбcilmente: el lugar tenнa una acъstica extraordinaria. Circularon mбs sirvientes del palacio ofreciendo comida y bebida.
   Un par de esferas color perla pasaron lentamente por el otro extremo del salуn y Miles parpadeу mirando a las hautladies por primera vez. Mirбndolas… o algo parecido.
   Cuando no estaban en sus habitaciones privadas, las hautmujeres se escondнan detrбs de escudos de fuerza personales, que en general utilizaban la energнa de sillas-flotantes, segъn le habнan dicho. Los escudos cambiaban de color segъn el humor o el capricho de sus dueсas, pero en ese dнa todos estarнan teсidos de blanco. La hautlady disfrutaba de una excelente visiуn pero nadie veнa lo que habнa tras el escudo. Nadie podнa tocarlas ni penetrar la barrera con bloqueadores, plasma, fuego de destructor nervioso, armas de proyectiles o explosiones menores. Desde luego, la pantalla tambiйn impedнa disparar hacia el exterior, pero al parecer este detalle no preocupaba a las hautladies. El escudo podнa cortarse en dos con una lanza de implosiуn gravitatoria, suponнa Miles, pero las armas de implosiуn, siempre voluminosas debido a los equipos de energнa, que pesaban varios cientos de kilos, eran estrictamente de campo, nunca de mano.
   Dentro de las burbujas, las hautmujeres podнan estar vestidas de cualquier forma. Hacнan trampa alguna vez? Se ponнan cualquier pingajo y zapatillas cуmodas aunque la ocasiуn fuera muy formal? Iban desnudas a las fiestas del Jardнn? Quiйn podнa decirlo?
   Se acercу un hombre alto, mayor, con el traje blanco que se reservaba a los haut y ghemlores. Tenнa los rasgos austeros, la piel casi transparente, con arrugas muy finas. Tenнa que ser el equivalente cetagandano de un mayordomo imperial, aunque con un tнtulo mucho mбs rimbombante: despuйs de recoger las credenciales de manos de Vorob'yev, les dio instrucciones exactas sobre el lugar y los tiempos de procesiуn. La actitud del hombre revelaba sus prejuicios: por ejemplo, la seguridad de que si repetнa las instrucciones en tono firme y las exponнa con tranquilidad y sencillez, habrнa alguna posibilidad de que la ceremonia no quedara interrumpida por faltas o errores graves debidos a la extrema torpeza de los bбrbaros extranjeros.
   El hombre mirу la caja pulida con la nariz aguileсa.
   — Este es su regalo, lord Vorkosigan?
   Miles consiguiу destrabar la caja y abrirla sin que se le cayera. En el interior, en un nido de terciopelo negro, habнa una antigua espada niquelada.
   — El emperador Gregor Vorbarra ha elegido este regalo de su colecciуn privada para honrar a su emperatriz. Es la espada que llevу su antepasado Dorca Vorbarra el justo en la Primera Guerra Cetagandana. — Una de las muchas espadas de Dorca Vorbarra… pero no hacнa falta entrar en detalles-. Un artefacto histуrico de valor incalculable e irreemplazable. Aquн estб la documentaciуn que acredita sus orнgenes e historia.
   — Ah. — Las cejas blancas y pobladas del mayordomo se alzaron en un gesto inconsciente. Tomу el paquete, sellado con la marca personal de Gregor, con mucho mбs respeto-. Por favor, exprese el agradecimiento de mi amo imperial al suyo. — Les dirigiу una leve inclinaciуn y se retirу.
   — ЎBueno, bueno! Eso sн que funcionу — dijo Vorob'yev con satisfacciуn.
   — Mбs vale que funcione, diablos — gruсу Miles-. Estos cetagandanos me rompen el corazуn. — Le entregу la caja a Ivбn para que la llevara un rato.
   Aparentemente, seguнa sin pasar nada… retrasos en la organizaciуn, supuso Miles. Se alejу de Ivбn y Vorob'yev en busca de un trago caliente. Estaba a punto de coger algo que emitнa vapor y que, segъn esperaba, no producirнa efectos demasiado sedantes. Justo cuando extendнa la mano hacia una bandeja que, pasaba, una voz tranquila entonу junto a йl:
   — Lord Vorkosigan?
   Miles se volviу y casi dejу escapar un suspiro. Un… una… mujer… no, un hombre… de baja estatura y rasgos andrуginos y ancianos. Estaba de pie a su lado, ataviado con la ropa gris y blanca del personal de servicio de Xanadъ. Tenнa la cabeza calva como un huevo y era completamente lampiсo. Ni siquiera tenнa cejas.
   — Sн… seсor… seсora?
   — Ba — dijo aquella persona, en el tono de quien corrige con amabilidad el error de un ignorante-. Una dama desea hablar con usted. Me acompaсarнa, por favor?
   — Ah… claro, claro.
   Su guнa empezу a caminar sin hacer ruido y йl siguiу sus pasos, alerta. Una dama? Con suerte, serнa Mia Maz de la delegaciуn vervani, que seguramente estaba en medio de esa multitud de mil personas. Miles sentнa que estaba desarrollando algunas preguntas urgentes para Mнa. Sin cejas? Yo esperaba un contacto, sн, pero… en este lugar?
   Salieron del vestнbulo. Cuando perdiу de vista a Vorob'yev e Ivбn, Miles se puso aъn mбs nervioso. Siguiу a su guнa, que se deslizу por una serie de corredores y atravesу un jardнn lleno de musgo y pequeсas flores cubiertas de rocнo. Los ruidos del vestнbulo de recepciуn llegaban todavнa hasta ellos en el aire hъmedo. Entraron en un pequeсo edificio, abierto hacia el jardнn a los dos lados, con un suelo de madera negra que hacнa sonar las botas de Miles con el ritmo irregular que correspondнa a su cojera. En un rincуn oscuro del pabellуn flotaba una esfera color perla del tamaсo de una persona, quieta, unos pocos centнmetros por encima del suelo encerado que reflejaba el halo invertido de la luz interior del aparato.
   — Dйjanos solos — dijo una voz desde el interior de la esfera y Miles vio que su guнa se inclinaba y se retiraba con los ojos bajos. La transmisiуn de la voz a travйs de la pantalla de fuerza le daba un timbre plano, monуtono.
   El silencio se prolongу. Tal vez la mujer de la burbuja nunca habнa visto a nadie tan imperfecto fнsicamente hablando. Miles se inclinу y esperу, tratando de parecer tranquilo y cуmodo, en lugar de impresionado y sacudido por una curiosidad impresionante.
   — Bueno, lord Vorkosigan — dijo la voz otra vez-. Aquн estoy.
   — S… sн, cierto — dudу Miles-. Y quiйn es usted, milady, aparte de una hermosнsima pompa de jabуn?
   Hubo una pausa mбs larga.
   — Soy la haut Rian Degtiar. Sirvo a la Seсora Celestial y soy Doncella del Criadero Estrella.
   Otro rimbombante hautнtulo que no daba muchas pistas sobre las funciones de quien lo llevaba. Miles era capaz de nombrar a cada uno de los ghemlores. del generalato de Cetaganda, a todos los gobernadores de satrapнas y sus ghemoficiales, pero ese hautнtulo era nuevo para йl. Lo que sн conocнa era el nombre de la Seсora Celestial, una manera cortйs de llamar a la emperatriz muerta haut Lisbet Degtiar…
   — Es usted pariente de la fallecida emperatriz viuda, milady?
   — Soy su constelaciуn genуmica, sн. Nos separan tres generaciones. La he servido la mitad de mi vida.
   Una dama de compaснa, sн. De la corte de la vieja emperatriz, la corte personal, el mбs cerrado de los mundos interiores. Un rango muy alto. Probablemente tambiйn era muy anciana.
   — Alн… no estarб usted emparentada con un ghemlord llamado Yenaro, por casualidad?
   — Quiйn? — Incluso a travйs de la pantalla de fuerza, la voz transmitнa una ignorancia y una sorpresa completas.
   — No tiene importancia. Es obvio que no tiene importancia. — Las piernas de Miles empezaban a latirle intensamente. Cuando tuviera que sacarse las botas serнa mбs difнcil que cuando se las habнa puesto. No pude evitar mirar a su… criada, la dama que la sirve. Hay mucha gente sin pelo por aquн?
   — No es una mujer. Es ba.
   — Ba?
   — Los neutrales, los altos sirvientes del emperador. En la йpoca de su Padre Celestial, estaba de moda que fuesen sin vello… asн.
   Ah. Ingenierнa genйtica: criados sin sexo. Habнa oнdo rumores sobre ellos: paradуjicamente, eran rumores sobre historias sexuales mбs relacionadas con las esperanzas y fantasнas del narrador que con una realidad probable. Pero se suponнa que eran una raza totalmente fiel al lord que los habнa creado. Creado… literalmente.
   — Entonces, todos los ba carecen de pelo, pero no todas las personas lampiсas son ba. Es asн?
   — Sн… — Mбs silencio-. Por quй ha venido al jardнn Celestial, lord Vorkosigan?
   La ceja de Miles se torciу un poco.
   — Para representar el honor de Barrayar en este cir… ehmmm… acto solemne y para traer un regalo de despedida a la fallecida emperatriz. Soy un enviado. Vengo por orden del emperador Gregor Vorbarra, a quien sirvo. A mi manera… insignificante, claro.
   Otra pausa. Larga.
   — Usted se burla de mн en mi desgracia.
   — Quй?
   — Quй quiere usted, lord Vorkosigan?
   — Cуmo dice? Usted me ha mandado llamar, milady, no le parece que la pregunta no viene al caso? — Miles se frotу el cuello, y lo intentу de nuevo-. Puedo ayudarla de alguna forma…? Es eso lo que usted quiere oнr?
   — Ayudarme? Usted?
   A Miles le ofendiу el tono sorprendido, casi indignado.
   — ЎSн, yo, yo! No soy tan… — incompetente como parezco-.En mi planeta soy famoso por haber conseguido alguna que otra cosita… Pero si usted no me da alguna pista del tema en cuestiуn, no puedo hacer nada. Puedo intentar ayudarle, pero no si no entiendo… Comprende? — Ahora se habнa confundido todo-. Mire, por quй no empezamos de nuevo esta conversaciуn? — Se inclinу hasta el suelo-. Buenos dнas, soy lord Miles Vorkosigan de Barrayar. En quй puedo ayudarle, milady?
   — ЎLadrуn!
   Por fin se hacнa la luz.
   — Ah… Ah, no. Me llamo Vorkosigan y le aseguro que no soy ningъn ladrуn, seсora. Mбs bien puede considerarme receptor de propiedad robada y por lo tanto, en todo caso, un perista… — aceptу en tono juicioso.
   Mбs silencio sorprendido. Tal vez ella no conocнa la jerga criminal. Miles siguiу hablando con algo parecido a la desesperaciуn:
   — Por casualidad ha perdido usted un objeto? En forma de cilindro? Un aparato electrуnico con la imagen de un ave en la tapa?
   — ЎUsted lo tiene! — La voz de ella era un quejido de desesperaciуn.
   — Bueno, no lo he traнdo conmigo, claro.
   La voz bajу hasta hacerse gutural, desesperada.
   — Todavнa lo tiene. Tiene que devolvйrmelo.
   — Serб un placer, si me demuestra que es suyo. No puedo afirmar que sea mнo, porque serнa mentir — agregу enseguida.
   — Y usted me lo devolverнa… a cambio de nada?
   — Por el honor de mi nombre y… yo soy de SegImp. Serнa capaz de casi cualquier cosa a cambio de informaciуn. Si usted satisface mi curiosidad, podemos hacer un trato.
   La voz de ella le llegу en un susurro incrйdulo, lleno de terror.
   — Quiere usted decir que no… no sabe lo que es?
   El silencio se extendiу durante tanto tiempo que йl tuvo miedo de que la vieja dama se hubiera desmayado ahн dentro. La mъsica de la procesiуn llegу hasta los dos desde el gran pabellуn.
   — Ay, mi… ah… Estб empezando ese maldito desfile y se supone que debo estar presente… Milady, cуmo me pongo en contacto con usted?
   — No puede hacer eso. — La voz de ella le llegу ahogada, sin aliento-. Yo tambiйn tengo que irme. Enviarй a alguien a buscarlo. — La burbuja blanca se elevу y empezу a alejarse, flotando.
   — Dуnde? Cuбndo…? — La mъsica les llegaba cada vez mбs fuerte.
   — ЎNo diga nada de todo esto!
   Miles consiguiу hacer una reverencia rбpida a lo que tal vez era la espalda de la dama que se alejaba por el jardнn y empezу a cojear lo mбs rбpido que pudo. Tuvo la horrible sensaciуn de que todo el mundo se enterarнa de que llegaba tarde.
   Cuando consiguiу llegar a la recepciуn por senderos zigzagueantes, la escena se desarrollaba tan mal como habнa imaginado. Una hilera de personas avanzaba hacia la entrada principal y los edificios en torre. Vorob'yev, en el lugar que correspondнa a la delegaciуn de Barrayar, arrastraba los pies, creando una grieta evidente en la fila y mirando a su alrededor con apremio. Apenas vio a Miles moviу los labios sin pronunciar las palabras: ЎDate prisa, diablos!Miles cojeу con mбs rapidez y le pareciу que todos los ojos de la habitaciуn se posaban sobre йl.
   Ivan, con una expresiуn indignada, le entregу la caja en cuanto lo vio en el lugar correspondiente.
   — Dуnde diablos has estado todo este tiempo? En el baсo? Te busquй ahн…
   — Shhh… Luego te lo cuento. Tuve la cita mбs extra…
   Miles luchу con la pesada caja de madera y la colocу en la posiciуn correcta para la ceremonia de presentaciуn de regalos. Avanzу a travйs de un patio con losas de jade y finalmente alcanzу a la delegaciуn que tenнan por delante justo cuando llegaban a la puerta de uno de los edificios con torres altas. Todos entraron en una rotonda llena de ecos. Miles vio algunas burbujas blancas mбs adelante, en la procesiуn, pero no podнa saber si alguna de ellas era su anciana hautlady. La coreografнa del evento exigнa que todos avanzaran en un cнrculo lento alrededor del fйretro, se arrodillaran y dejaran sus regalos formando una espiral en orden de edad/estatus/poder; despuйs, tenнan que salir por las puertas opuestas hacia el Pabellуn del Norte (para los hautlores y los ghemlores) o el Pabellуn del Este (para los embajadores de la galaxia) donde se servirнa un almuerzo fъnebre.
   De pronto, la procesiуn se detuvo y empezу a amontonarse en el umbral de arcos anchos. Desde la rotonda, adelante, en lugar de mъsica tranquila y pasos callados empezу a surgir un rumor de conversaciones. Las voces se elevaron en sorpresa aguda, luego otras voces emitieron уrdenes tajantes.
   — Quй pasa? — se preguntу Ivбn, estirando el cuello-. Se ha desmayado alguien o quй?
   Como Miles no alcanzaba a ver por encima de los hombros del hombre que tenнa adelante, no podнa contestar a esa pregunta. Con una sacudida, la fila empezу a caminar de nuevo y llegу a la rotonda, pero luego se desviу hacia una puerta. Un ghemcomandante estaba de pie en la intersecciуn, dirigiendo el trбnsito con instrucciones en voz baja, instrucciones que repetнa una y otra vez:
   — Por favor, conserven sus regalos y sigan hacia el camino exterior y el Pabellуn del Este; por favor, conserven sus presentes y sigan directamente hacia el Pabellуn del Este; volveremos a empezar enseguida; por favor…
   En el centro de la rotonda, por encima de las cabezas de la multitud, estaba el gran catafalco de la emperatriz viuda. Los ojos de los extranjeros no tenнan derecho a mirarla ni siquiera muerta. Su fйretro estaba rodeado por una burbuja de campo de fuerza translъcida; lo ъnico que se veнa era una vaga silueta femenina, como a travйs de una gasa: un fantasma intangible, dormido, envuelto en blanco. Habнa un grupo de ghemguardias de distinto rango de pie en una lнnea que iba desde la pared al catafalco. Daba la impresiуn de que estaban ocultando algo a la multitud que pasaba.
   Miles no podнa permitirlo. Despuйs de todo, no me pueden asesinar aquн delante de todos, verdad?Arrojу la caja a Ivan y se agachу bajo el codo del ghemoficial que trataba de orientarlos hacia la puerta de la izquierda. Con una sonrisa de compromiso, las manos abiertas y levantadas, se deslizу entre dos de los guardias, que claramente no esperaban un movimiento tan irrespetuoso y trasgresor.
   Al otro lado del fйretro, en el lugar reservado para el primer regalo del hautlord de estatus mбs elevado, habнa un cadбver. Tenнa una herida en el cuello. Una gran cantidad de sangre roja y lнquida formaba cнrculos y lagunas sobre el suelo brillante de malaquita verde, humedeciendo el uniforme gris y blanco de criado de palacio. La mano derecha de… del ser aferraba con firmeza un cuchillo enjoyado y afilado. Y sн, era un ser distinto, neutro, ni femenino ni masculino, a pesar de su forma de hombre anciano pero no frбgil… A pesar de que ahora no tenнa pelo, Miles reconociу al intruso del vehivaina. Le pareciу que el corazуn se le detenнa en el pecho.
   Alguien acaba de subir las apuestas en este jueguecito.
   El ghemoficial de mayor rango de la habitaciуn estaba girando a su alrededor. A pesar de que el maquillaje facial convertнa la expresiуn de ese hombre en una mбscara, tenнa la sonrisa dura, la mirada de quien se ve obligado a mostrarse amable con una persona a quien preferirнa aporrear contra el suelo.
   — Lord Vorkosigan, podrнa usted volver a su puesto, por favor?
   — Sн, claro, claro… Quiйn era ese pobre tipo?
   El ghemcomandante lo azuzу hacia la fila de delegados con movimientos de cabeza — no era tonto y, por supuesto, no lo tocу— y Miles se dejу guiar en la direcciуn correcta. Agradecido, airado y ruborizado, el hombre estaba tan confundido que le contestу sin darse cuenta:
   — Es Ba Lura, del mбs alto rango de servidores de la Seсora Celestial. La sirviу durante mбs de sesenta aсos… Por lo visto quiso seguirla y servirla tambiйn en la muerte. Un gesto desmesurado, falto de tacto… hacerlo aquн…— El ghemcomandante llevу a Miles cerca de la lнnea de delegados, detenida otra vez, como para que el largo brazo de Ivan lo alcanzara y lo empujara hacia la lнnea y la puerta con un puсo firme en la mitad de la espalda.
   — Quй diablos estб pasando aquн? — siseу con la cabeza inclinada hacia Miles, desde atrбs.
    Y dуnde estaba usted cuando ocurriу el asesinato, lord Vorkosigan?Excepto que no parecнa un asesinato, realmente parecнa un suicidio. Un suicidio algo tosco. Y cometido hacнa menos de treinta minutos. Calculу que se habнa producido mientras йl hablaba con la misteriosa burbuja blanca, que tal vez era haut Rian Degtiar, o tal vez no. Cуmo podнa saberlo desde fuera? El corredor parecнa dar vueltas ante sus ojos, pero Miles supuso que eran sуlo imaginaciones suyas.
   — No deberнa usted haberse salido de la fila, milord — lo reprendiу Vorob'yev con severidad-. Ah… ha descubierto algo?
   Miles empezу a sonreнrse, pero se contuvo.
   — Uno de los sirvientes de la fallecida emperatriz viuda, un ba, se acaba de degollar a los pies del fйretro. No sй si entre los cetagandanos son habituales este tipo de sacrificios humanos. No me refiero a nada oficial, por supuesto…
   Los labios de Vorob'yev se curvaron en un silbido silencioso, luego esbozу una sonrisa instantбnea que desapareciу enseguida.
   — Quй embarazosopara ellos… — ronroneу-. Van a tener que esforzarse bastante para salvar estaceremonia del desastre. Interesante…
   Sн. Y si esa criatura era tan fiel, por quй decidiу hacer algo tan embarazoso para sus amos? Sin duda sabнa que iba a ser todo un problema… Venganza pуstuma? Sin duda es la manera mбs segura de vengarse en el caso de los cetagandanos… eso tengo que admitirlo.
   Para cuando finalizу la interminable caminata alrededor de las torres centrales hasta el Pabellуn del Este, las piernas de Miles lo estaban matando. En un vestнbulo enorme, los cientos de delegados de la galaxia se acomodaron ante varias mesas, guiados por un ejйrcito de servidores, que se movнa un poquito mбs rбpido de lo que hubiera exigido la dignidad mбs correcta. Como algunos de los presentes funerarios que traнan los otros delegados eran todavнa mбs grandes que la caja de madera de alerce de Barrayar, el proceso de sentarse se prolongу y fue mucho mбs incуmodo y difнcil que lo esperado. Hubo mucha gente que se puso de pie de nuevo para volver a acomodarse, lo cual evidentemente desesperaba a los servidores. En algъn lugar de las entraсas mбs profundas del edificio, Miles se imaginу a un escuadrуn de cocineros sudorosos de Cetaganda con la boca llena de insultos coloridos y obscenos en su propio idioma.
   Miles vio a la delegaciуn vervani bastante mбs lejos, en otra mesa. Aprovechу la confusiуn para alejarse de la silla asignada, dar vuelta alrededor de varias mesas y tratar de hablar con Mia Maz.
   Se puso de pie a su lado y sonriу, nervioso:
   — Buenas tardes, milady Maz. Tengo que hablar…
   — ЎLord Vorkosigan! Tratй de ponerme en contacto con usted… — Redujeron al mнnimo los saludos.
   — Usted primero. — Se acercу para oнrla mejor.
   — Tratй de llamarlo a la embajada, pero usted ya habнa salido. Quй diablos pasу en esa rotonda? Lo sabe usted? Que los cetagandanos alteren una ceremonia de esta magnitud en plena… Inaudito.
   — No tuvieron mбs remedio. Bueno, supongo que podнan haber ignorado el cadбver y seguir dando vueltas alrededor del muerto. Personalmente, opino que hubiera sido mucho mбs impresionante, pero evidentemente decidieron limpiar primero. — Miles repitiу lo que ya empezaba a calificar como «versiуn oficial» del suicidio de Ba Lura. Todos los que alcanzaban a oнr sus palabras prestaban la mбxima atenciуn. Y bueno, los rumores se difundirнan muy pronto, no dependнa de йl detenerlos despuйs de todo-. Tuvo usted йxito en la bъsqueda que le encarguй anoche? — siguiу diciendo Miles-. Yo… no creo que йste sea el lugar, ni el momento para discutirlo, pero…
   — Sн. Y sн — dijo Maz.
   Ni siquiera en una transmisiуn de holovideo en un canal de este planeta, pensу Miles.Aunque juren que es un canal seguro.
    — Podrнa usted venir a la embajada de Barrayar? A tomar… un tй, o algo… Cuando terminemos aquн.
   — Creo que eso serнa muy apropiado — asintiу Maz. Le dirigiу una intensa mirada llena de curiosidad.
   — Necesito que me dй clases de etiqueta — agregу Miles, pensando en los vecinos curiosos.
   Los ojos de Maz brillaron con algo que tal vez era un gesto de diversiуn contenida.
   — Eso me han dicho, milord — murmurу.
   — Quiйn…? — Se ahogу йl sin terminar la pregunta. Vo rob'yev, me temo-.Adiуs — terminу diciendo para no meter la pata, palmeу la mesa con alegrнa y retrocediу de vuelta a su lugar.
   Vorob'yev observу cуmo se sentaba con una peligrosa mirada que sugerнa la intenciуn de apretarle las clavijas a su joven e inquieto enviado, pero no hizo ningъn comentario en voz alta.
   Para cuando los invitados lograron deglutir unos veinte platos de pequeсas delicias, que compensaban en nъmero lo que les faltaba en cantidad, los cetagandanos se habнan reorganizado. Por lo visto el mayordomo de los hautlores era uno de esos comandantes cuya eficiencia aumenta cuando estбn en retirada, porque consiguiу que todo el mundo marchara en perfecto orden de importancia aunque la fila avanzaba en direcciуn contraria a la original. Uno tenнa la sensaciуn de que el mayordomo tambiйn acabarнa suicidбndose — en el lugar correcto y con la ceremonia correspondiente, por supuesto, no con la irresponsabilidad que habнa demostrado Ba Lura.
   Miles colocу la caja de madera de alerce sobre el suelo de malaquita en la segunda vuelta de la creciente espiral de regalos, a un metro de distancia de donde Ba Lura habнa entregado su vida en un arroyo de sangre. El suelo pulido, perfecto, sin una marca, ni siquiera mostraba restos de humedad. Habrнan tenido tiempo de hacer un rastreo forense los de Seguridad cetagandana antes de limpiar? O mбs bien alguien habнa llevado a cabo una rбpida destrucciуn de pruebas mбs sutiles? Mierda, ojalб me encargara del caso.
   Al otro lado del Pabellуn del Este esperaban las plataformas flotantes blancas que llevarнan a los emisarios a las puertas del Jardнn Celestial. La ceremonia no habнa sufrido ni una hora de retraso, pero el sentido del tiempo de Miles se habнa alterado desde que sintiу que Xanadъ era el Paнs de las Maravillas. Le parecнa que dentro de la cъpula habнan pasado mбs de cien aсos, aunque en el mundo exterior sуlo hubiera transcurrido una maсana de primavera. Hizo una mueca de dolor cuando la luz brillante de la tarde lo deslumbrу. El conductor sargento de Vorob'yev condujo el vehнculo de superficie de la embajada hasta el punto de encuentro. Miles se dejу caer en el asiento, agradecido.
   Creo que cuando volvamos a casa, tendrй que cortar esta mierda de botas para sacбrmelas.

4

   — Tira — dijo Miles y apretу los dientes.
   Ivan tomу la bota por el talуn y la caсa, apoyу la rodilla contra el costado de la cama de Miles y dio un tirуn dubitativo.
   — ЎAuuu!
   Ivan se detuvo.
   — Te duele?
   — Sн, vamos, vamos, sigue, mierda.
   Ivan mirу el departamento personal de Miles.
   — Tal vez deberнas ir otra vez a la enfermerнa de la embajada.
   — Despuйs. No quiero que ese matasanos haga una disecciуn de mis botas. Tira.
   Ivan reanudу sus esfuerzos y finalmente la bota cediу. La estudiу un segundo entre las manos y sonriу lentamente.
   — Sabes que no vas a poder sacarte la otra sin mi ayuda… — observу.
   — Y quй?
   — Quiero algo a cambio.
   — Quй andas tramando?
   — Como te conozco bien, supuse que te divertirнas tanto como Vorob'yev con la idea de que hubiera un cadбver de mбs en la cбmara del funeral, pero cuando volviste ponнas una cara como sн hubieras visto el fantasma de tu abuelo.
   — Ba Lura se cortу el cuello. Era un asco.
   — Vamos, Miles, has visto cadбveres en peor estado.
   Ah, sн. Miles mirу la bota que seguнa en su puesto, sintiу latir la pierna en el interior y se imaginу cojeando por el corredor de la embajada en busca de un criado. No. Suspirу.
   — En peor estado sн, pero no creo que haya visto uno mбs raro. A ti te habrнa pasado lo mismo. A Ba Lura lo conocimos ayer, tъ y yo. Te enfrentaste a йl en el vehivaina.
   Ivan echу un vistazo al cajуn de la comuconsola, escondite del cilindro misterioso, y dejу escapar una maldiciуn.
   — Bueno, eso aclara las cosas. Tenemos que informar de todo a Vorob'yev.
   — Si es que era ese ba — se apresurу a decir Miles-. Por lo que sй, los cetagandanos clonan a sus sirvientes y el que vimos ayer podrнa ser su gemelo a algo asн.
   Ivan dudу.
   — Tъ crees?
   — No lo sй, pero se me ocurre dуnde averiguarlo. Dйjame hacer una cosa mбs antes de pasar la bandera, eh? Le pedн a Mia Maz, la vervani, que viniera a verme. Si esperas un poco… te dejo quedarte en la reuniуn.
   Ivan considerу el soborno.
   — ЎBota! — exigiу Miles mientras su primo seguнa pensando.
   Con la mente en otra cosa, Ivan le ayudу a sacбrsela.
   — De acuerdo — accediу por fin-, pero despuйs de hablar con ella, informaremos a SegImp.
   — Ivan yo soy SegImp — ladrу Miles-. Tres aсos de entrenamiento y experiencia de campo, recuerdas? Hazme el favor de considerar la posibilidad de que tal vez, sуlo tal vez, sepa lo que estoy haciendo… — Ojalб lo supiera, mierda.La intuiciуn no era sino el procesamiento inconsciente de pistas subliminales, estaba bastante seguro de eso, pero lo siento en los huesosera una defensa pъblica bastante dйbil para sus actos. Cуmo se puede saber algo antes de saberlo?-.Dame una oportunidad.
   Ivan se fue a sus habitaciones a cambiarse de ropa sin hacerle promesas. Libre de las botas, Miles se tambaleу hasta el baсo. Querнa tomar mбs calmantes y sacarse el uniforme de gala. Se puso el de fajina, el negro, mucho mбs cуmodo. A juzgar por la lista de protocolo de la embajada, sуlo podrнa llevar ropa de fajina en sus habitaciones privadas.
   Ivan volviу demasiado pronto, elegante en uniforme de fajina verde pero antes de que pudiera seguir haciendo preguntas imposibles de contestar o exigiendo justificaciones inexistentes, sonу la llamada de la comuconsola. Era el personal de vestнbulo de la embajada.
   — Mia Maz ha venido a verle, lord Vorkosigan — informу un hombre-. Dice que tiene una cita.
   — De acuerdo. Ah… podrнa usted acompaсarla hasta aquн arriba, por favor? — Sus habitaciones privadas, estarнan monitoreadas por Seguridad? Mejor serнa no preguntarlo, porque eso llamarнa la atenciуn de todo el mundo. Pero no, no habнa monitoreo. Si SegImp hubiera estado espiando, Miles habrнa tenido que someterse a incуmodos interrogatorios, directamente o a travйs de Vorob'yev. Le estaban extendiendo la cortesнa de la privacidad en su espacio personal, por lo menos de momento… aunque probablemente no en su comuconsola. Todos los foros pъblicos del edificio estaban sometidos a controles, de eso no habнa duda.
   Un hombre de personal dejу a Maz en la puerta de Miles. Йl e Ivan se apresuraron a sentarse cуmodamente. Ella tambiйn habнa pasado por sus habitaciones para cambiarse y ahora llevaba un traje de salto bastante ceсido y un chaleco largo hasta las rodillas como ropa de calle. A pesar de sus cuarenta y tantos, Maz tenнa muy buen tipo. Miles se librу del hombre mandбndolo a buscar el tй y, cuando Ivan se lo pidiу, un poco de vino.
   Despuйs, se acomodу al otro lado del sillуn y sonriу a la mujer de Vervain. Ivan se vio forzado a buscar una silla.
   — Milady Maz, gracias por venir.
   — Llбmeme Maz, por favor — sonriу ella-. Nosotros no usamos esas formalidades. Lamento decir que nos cuesta mucho tomarlas en serio.
   — Entonces, seguramente tendrб mucha prбctica en disimular la risa… No veo otra forma de funcionar aquн.
   El hoyuelo le hizo un guiсo.
   — Tengo prбctica, sн, milord.
   Ah, sн, Vervain era una de las «democracias», como las llamaban; no tan locamente igualitaria como la de los betaneses, pero con un rasgo cultural que iba definitivamente en esa direcciуn.
   — Mi madre hubiera estado de acuerdo con usted — aceptу Miles-. Ella no habrнa visto ninguna diferencia intrнnseca entre los dos cadбveres de la rotonda. Excepto por la forma en que llegaron hasta ahн, claro. Supongo que ese suicidio fue algo inesperado, raro, verdad?
   — Sin precedentes — dijo Maz-, y si usted conociera a los cetagandanos, sabrнa que no se puede encontrar un tйrmino mбs fuerte.
   — Asн que los sirvientes cetagandanos no siempre acompaсan a sus dueсos en la muerte.
   — Supongo que Ba Lura tenнa una extraсa intimidad con la emperatriz… Hacнa mucho que la servнa — dijo la mujer vervani-, desde antes de que nosotros naciйramos.
   — Ivan se preguntaba si los hautlores hacнan clones y los usaban en el servicio.
   Ivan echу una mirada indignada a Miles por ponerlo en el centro de atenciуn, pero no protestу en voz alta.
   — Los ghemlores lo hacen a veces — explicу Maz-, pero no los hautlores, y desde luego es impensable que la Casa Imperial lo hiciera. Los haut consideran que cada servidor es una obra de arte, tanto como todos los demбs objetos con que se rodean. En el Jardнn Celestial todo tiene que ser ъnico, si es posible fabricado a mano, y perfecto. Eso tambiйn se aplica a los seres orgбnicos. La producciуn en masa es para las masas, al menos eso es lo que ellos piensan. No estoy segura de si es una virtud o un vicio… me refiero al estilo haut de hacer las cosas, pero en un mundo inundado de realidades virtuales y duplicaciones infinitas, incluso resulta extraсamente refrescante. El ъnico problema es el esnobismo…
   — Hablando de arte — Intervino Miles-, me comentу usted que habнa tenido suerte en la identificaciуn del icono…
   — Sн. — La mirada de ella se elevу y se fijу en la cara de Miles-. Dуnde dijo usted que lo habнa visto, lord Vorkosigan?
   — No se lo dije.
   — Ahhh. — Ella esbozу una leve sonrisa pero aparentemente decidiу no seguir presionando sobre ese punto-. Es el sello del Criadero Estrella. No es habitual que un extranjero se cruce con algo asн todos los dнas. En realidad, no es habitual que un extranjero se cruce con algo asн… en toda su vida. Es muy, muy privado.
   Contrуlate.
    — Y hautesco?
   — Extremadamente hautesco.
   — Y… perdуn, quй es el Criadero Estrella?
   — No lo sabe usted? — Maz parecнa un poco sorprendida-. Bueno, supongo que ustedes se pasan todo el tiempo estudiando asuntos militarescetagandanos…
   — La mayor parte del tiempo, sн — suspirу Ivan.
   — El Criadero Estrella es el nombre privado del banco genйtico de la raza haut.
   _Ah, eso… Supongo que sabнa algo al respecto… Quй? Tienen copias de reserva de sн mismos…? — preguntу Miles.
   — El Criadero Estrella es mucho mбs que eso. Entre los haut, no hay contacto directo para unir el espermatozoide y el уvulo y depositar el embriуn resultante en un replicador uterino, como hace la gente normal. Cada cruce genйtico se negocia como contrato entre los jefes de dos lнneas genйticas, que los cetagandanos llaman constelaciones. Supongo que ustedes, en Barrayar, los llamarнan clanes. Ese contrato debe contar con la aprobaciуn del emperador o mбs bien de una mujer de alto rango de la familia del emperador, y se marca con el sello del Criadero Estrella. Desde hace cincuenta aсos, desde que empezу el rйgimen actual, esa mujer de alto rango fue haut Lisbet Degtiar, la madre del emperador. No es sуlo una formalidad. Cualquier alteraciуn genйtica, y los haut hacen muchas, tiene que haber sido examinada y aprobada por el comitй de genetistas de la emperatriz antes de entrar en el genoma haut. Usted me preguntу si las mujeres haut tienen poder. La emperatriz viuda impartнa la aprobaciуn final y tenнa derecho a veto sobre todos los nacimientos haut.
   — Y el emperador? Puede cambiar estas decisiones?
   Maz apretу los labios.
   — No lo sй, en realidad. Los haut se muestran muy reservados en todo lo concerniente a este asunto. Si se producen luchas de poder, las habladurнas no atraviesan las puertas del jardнn Celestial. Lo que sн sй es que nunca me ha llegado el rumor de un conflicto como el que usted imagina.
   — Y… quiйn se encarga ahora de este proceso? Quiйn hereda el sello?
   — ЎAh! La pregunta del millуn. — Maz iba entusiasmбndose con el tema-. Nadie lo sabe, O, por lo menos, el emperador no ha hecho el anuncio. El sello debe tenerlo la madre del emperador si estб viva, O la madre del heredero si muere la viuda. Pero el emperador cetagandano no ha seleccionado un heredero todavнa. El sello del Criadero Estrella y todo el resto de los objetos de rango de la emperatriz se entregarб a la nueva mujer en el ъltimo rito de los funerales, asн que el emperador tiene por lo menos diez dнas mбs para decidirse. Supongo que esa decisiуn es foco de gran atenciуn en estos dнas entre las hautmujeres. No se pueden aprobar contratos nuevos hasta que se complete la transferencia.
   Miles, intrigado, pensу un poco en lo que oнa.
   — El emperador tiene tres hijos, verdad? Asн que la mujer elegida serб una de las tres madres.
   — No necesariamente — dijo Maz-. El cargo podrнa recaer en una tнa imperial, una mujer de la familia de su madre, al menos provisionalmente.
   Unos suaves golpecitos en la puerta de Miles anunciaron la llegada del tй. La cocina de la embajada de Barrayar habнa enviado una bandeja totalmente redundante con tres platos de bombones. Alguien habнa estado haciendo los deberes porque Maz murmurу:
   — Aahhh, mis favoritos… — Una mano femenina se lanzу a la pesca de chocolates, a pesar del almuerzo imperial que acababan de tomar. El mayordomo de la embajada sirviу el tй, abriу el vino y se alejу tan discretamente como habнa entrado.
   Ivan tomу un trago de su vaso de cristal y preguntу, intrigado:
   — Se casan los hautlores, entonces? Esos contratos genйticos equivalen al matrimonio, no es cierto?
   — Bueno… no exactamente. — Maz se tragу el tercer bombуn y jugueteу con el tй-. Existen varios tipos de contratos. El mбs simple establece el uso del genoma de una persona una sola vez. Se crea un solo hijo, que es… el tйrmino no es del todo correcto pero equivaldrнa a propiedad…queda registrado en la constelaciуn del padre y crece en el criadero de esa constelaciуn. No sй si me explico… estas decisiones no las toman los protagonistas… en realidad, puede pasar que la madre y el padre ni siquiera lleguen a conocerse. Esos contratos se deciden en el nivel mбs alto de la constelaciуn y las decisiones estбn en manos de los lнderes mбs viejos y presumiblemente mбs sabios. Se pretende capturar una lнnea genйtica favorable o sentar las bases de un cruce deseable en la generaciуn siguiente.
   — En el otro extremo hay contratos que significan un monopolio vitalicio, o todavнa mбs largo en el caso de cruces imperiales. Cuando se elige a una hautmujer para que sea la madre de un heredero potencial, el contrato es absolutamente exclusivo: tiene que ser alguien que no haya aceptado ningъn contrato y que nunca vuelva a negociar con su genoma, a menos que el emperador decida tener mбs de un hijo con ella. Esas mujeres viven en el jardнn Celestial, en un pabellуn separado, durante el resto de sus dнas.
   Miles hizo una mueca.
   — Es una recompensa o un castigo?…
   — Es el puesto de poder mбs importante que pueda alcanzar una hautmujer es una oportunidad para convertirse ella tambiйn en emperatriz, si su hijo — y casi siempre es un ъnico hijo— resulta elegido para suceder a su padre. Aunque termine siendo la madre de uno de los perdedores, un candidato a prнncipe o gobernador de satrapнa no estб nada mal. Un lнder de constelaciуn, jefe de clan en terminologнa de Barrayar, nunca serб emperador o padre de un emperador, y el brillo que puedan tener sus hijos carece de importancia. Pero a travйs de sus hijas, tiene la oportunidad de ser el abuelo de un emperador. Por lo tanto, como puede imaginarse, las ventajas se acumulan en la constelaciуn de la emperatriz. Los Degtiar no eran particularmente importantes hasta hace cincuenta aсos.