— Servidor — le dijo.
   — Haut. — El hombre hizo una reverencia frente a la burbuja blanca-. Estoy de guardia y no puedo ayudarla.
   — No necesito mucho tiempo. — Pel bajу la pantalla de fuerza. Miles oyу un siseo y un ruido de toses. La silla se sacudiу y йl se deslizу hacia el suelo. Cuando se levantу, descubriу a Pel con el guardia caнdo sobre la falda en una posiciуn incуmoda y extraсa.
   — Mierda — — dijo Miles, con pena-, deberнamos haberle hecho esto a Kety en el primer camarote… Bueno, veamos quй hacemos con esta almohadilla de palma.
   Una almohadilla estбndar. Quй palmas la abrirнan? Muy pocas, seguramente: Kety, tal vez Vio, y el guardia, para casos de emergencia.
   — Levбntelo un poco — dijo Miles y apretу la palma del hombre inconsciente contra el lector. — Ah — suspirу, aliviado. La puerta se deslizу sin alarmas ni protestas. Miles le quitу el bloqueador al guardia y entrу de puntillas con la haut Pel detrбs.
   — Ay — gimiу Pel, furiosa. Habнan encontrado a la haut Nadina.
   La anciana estaba sentada en un jergуn similar al del otro camarote, cubierta sуlo con la malla blanca. Los efectos de un siglo de gravedad eran suficientes para daсar incluso ese cuerpo haut: sacarle las tъnicas exteriores, voluminosas y llamativas, era una indignidad deliberada que hubiera podido superarse sуlo con la desnudez absoluta. Le habнan sujetado el cabello al suelo a un metro de la punta con un aparato que no habнa sido diseсado para ese propуsito. No era una posiciуn cruel, fнsicamente hablando — el largo del cabello le dejaba dos metros para moverse alrededor-, pero habнa algo terriblemente ofensivo en el asunto. Idea de la haut Vio, tal vez? Miles pensу que ahora entendнa la reacciуn de Ivan frente al бrbol de gatitos. Estaba mal hacerle eso a la anciana seсora (aunque fuera una anciana seсora de una raza tan aborrecible como la de los haut). Y para colmo, Nadina le recordaba a su abuela betanesa… bueno, no exactamente, Pel era la que se parecнa mбs a su abuela Naismith en carбcter pero…
   Pel arrojу al guardia al suelo y corriу hacia su hermana consorte.
   — Nadina, te han hecho daсo?
   — ЎPel! — Cualquiera hubiera caнdo en brazos de la salvadora pero como Pel y Nadina eran haut, se limitaron a un apretуn de manos, aunque fue un apretуn muy afectuoso.
   — ЎAh! — — dijo Pel, furiosa por la situaciуn de Nadina. Se quitу algunas tъnicas, seis mбs o menos, y se las entregу a Nadina, que se las puso con gracia y se irguiу con mбs decisiуn. Miles completу la revisiуn del lugar para asegurarse de que estaban solos y se volviу hacia las mujeres que estaban de pie, mirando las puntas del cabello. Pel se arrodillу y tirу de algunos mechones, pero no pudo desprenderlos.
   — Ya lo he intentado — suspirу Nadina-. No salen ni de uno en uno.
   — Dуnde estб la llave de eso?
   — La tenнa Vio.
   Pel vaciу los bolsillos de su arsenal misterioso, pero Nadina meneу la cabeza.
   — Mejor lo cortamos — dijo Miles-. Tenemos que irnos de aquн cuanto antes.
   Las dos mujeres lo miraron, horrorizadas.
   — ЎLas hautmujeres nunca se cortan el pelo! — exclamу Nadina.
   — Mmm, discъlpenme, milady, pero esto es una emergencia. Si nos vamos ahora mismo a los compartimientos de emergencia de la nave, puedo llevarlas a terreno seguro antes de que Kety se dй cuenta. Tal vez incluso logremos salir de aquн sin hacer ruido. Cada segundo de retraso representa un grave peligro con este margen limitado de tiempo.
   — ЎNo! — dijo Pel-. Antes necesitamos la Gran Llave.
   Miles sabнa que no le serнa posible mandar a las dos mujeres de vuelta hacia el planeta y quedarse a buscar la Llave: йl era el ъnico piloto orbital calificado del trнo. Iban a tener que seguir los tres juntos, Mierda. Manejar a una hautlady ya constituнa un problema, pero tratar con dos iba a ser peor que intentar conducir un rebaсo de gatos.
   — Haut Nadina, sabe usted dуnde estб la Llave?
   — Sн. Йl me llevу a verla anoche. Se le ocurriу que a lo mejor yo sabнa cуmo abrirla. Se trastornу mucho cuando vio que no era posible.
   Miles levantу la vista; el tono de la anciana le habнa llamado la atenciуn. Por lo menos, no habнa seсales de violencia en sus hermosos rasgos. Pero los movimientos de Nadina eran tensos y rнgidos. Artritis por la edad, o trauma por el uso de algъn objeto contundente? Volviу al cuerpo del guardia inconsciente y lo registrу buscando ъtiles, tarjetas de cуdigo, armas… ah, un vibracuchillo plegable. Lo escondiу en la ropa y retrocediу hacia las damas.
   — Yo sй de animales que se arrancan una pierna para escapar de una trampa — explicу tentativamente.
   — ЎAj! — dijo Pel-. Barrayareses…
   — Usted no lo entiende — dijo Nadina, ansiosa.
   Por desgracia, Miles lo entendнa muy bien. Las dos mujeres iban a quedarse ahн de pie discutiendo sobre el pelo atrapado de Nadina hasta que Kety las atrapara a ellas…
   — ЎMiren! — dijo de pronto y seсalу la puerta.
   Pel se puso de pie de un salto y Nadina gritу:
   — Quй pasa?
   Miles sacу el vibracuchillo, tomу la melena plateada y la cortу lo mбs cerca del suelo que pudo.
   — Ya estб. Vбmonos.
   — ЎBбrbaro! — exclamу Nadina. Pero no se estaba poniendo histйrica; expresу su protesta indignada con bastante tranquilidad, dadas las circunstancias.
   — Un sacrificio por los haut — le jurу Miles.
   Habнa una lбgrima en los ojos de ella; Pel… Pel parecнa secretamente agradecida de que Miles se hubiera encargado del asunto. Subieron otra vez a la silla flotante. Nadina se acomodу sobre el regazo de Pel y Miles se colocу detrбs, como siempre. Pel saliу de la cбmara y volviу a conectar la pantalla de fuerza. Las sillas flotantes eran silenciosas, pero el motor de йsta protestaba por la carga. Avanzaba a trompicones.
   — Por ahн. Dobla aquн — les indicу la haut Nadina.
   A medio camino en el pasillo pasaron junto a un criado, que se apartу con una reverencia y no los volviу a mirar.
   Kety usу pentarrбpida con usted? — preguntу Miles a Nadina-. Cuбnto sabe de las sospechas del Criadero Estrella?
   La Pentarrбpida no funciona en las hautmujeres — le informу Pel por encima del hombro.
   — Ah. no? Y en los hauthombres?
   — No muy bien — dijo Pel.
   — De todos modos…
   — Aquн. — Nadina seсalу un tubo elevador. Descendieron una cubierta y siguieron por otro pasillo mбs estrecho. Nadina tocу el cabello plateado que tenнa sobre la falda, mirу las puntas cortadas con el ceсo fruncido, despuйs lo soltу con un sonido despectivo, desdichado y concluyente-. ЎQuй desagradable es todo esto! Espero que estйs disfrutando la oportunidad de divertirte, Pel. Y espero que la oportunidad sea muy breve.
   Pel hizo un ruido y no quiso comprometerse con una respuesta.
   Miles no entendнa muy bien por quй, pero йsa no era la misiуn heroica que habнa previsto — Una misiуn secreta, en la nave de Kety, con dos hautladies mayores y decorosas-. A decir verdad, se podнa sospechar de la alianza de Pel con la correcciуn y la decencia, pero Nadina parecнa intentar compensarla. Miles tenнa que admitir que la idea de la burbuja era mucho mejor que la de disfrazar sus peculiaridades fнsicas como ba, especialmente porque esas criaturas extraсas tenнan siempre un aspecto muy saludable. Habнa bastantes hautmujeres en esa nave y una burbuja en un pasillo no llamaba la atenciуn de nadie.
   No es eso. Es que hasta ahora hemos tenido suerte.
   Llegaron a una puerta sin indicaciones.
   — Aquн es — anunciу Nadina.
   No habнa guardias que custodiaran la puerta: йsa era la pequeсa habitaciуn inexistente.
   — Cуmo entramos? — preguntу Miles-. Llamamos a la puerta?
   — Supongo — dijo Pel. Bajу la pantalla un segundo, llamу y volviу a subirla.
   — ЎEra una broma…! — exclamу Miles, horrorizado. Seguramente no habнa nadie ahн dentro… se habнa imaginado la Gran Llave guardada a solas en un compartimiento con cerradura codificada…
   La puerta se abriу. Un hombre pбlido, enfundado en la librea de Kety, con grandes ojeras oscuras bajo los ojos, apuntу a la burbuja con un aparato, leyу la firma electrуnica y dijo:
   — Sн, haut Vio?
   — Traigo a la haut Nadina para que lo intente de nuevo — dijo Pel. Nadina hizo un gesto. No estaba de acuerdo.
   — No creo que vayamos a necesitarla — objetу el hombre de librea-, pero puede usted hablar con el general. — Se colocу a un costado de la puerta para dejarlos pasar.
   Miles, que habнa estado calculando cуmo dormir al hombre con el aerosol de Pel, empezу a urdir nuevas estrategias. Habнa tres hombres en… sн, era un laboratorio de decodificaciуn. Una gran cantidad de mбquinas, conectadas con cables provisionales, ocupaban hasta la ъltima superficie de la habitaciуn. Habнa un tйcnico con aspecto aъn mбs cansado, ataviado con el uniforme de fajina negro de Seguridad militar Cetagandana, sentado frente a una consola, con aire de haber permanecido en esa posiciуn durante dнas y dнas. A su alrededor habнa un cнrculo de envases de bebida con cafeнna y sobre una mesa cercana, un par de botellas de calmantes. Pero el que llamу la atenciуn de Miles era el tercer hombre, que se inclinaba sobre el hombro del tйcnico.
   No era el ghemgeneral Chillan, como habнa supuesto al principio. Era un hombre mбs joven, mбs alto, de rasgos severos y firmes, y llevaba el uniforme formal rojo sangre de Seguridad Imperial del Jardнn Celestial. Sin rayas de cebra en la cara. Tenнa la guerrera arrugada y abierta. No era el jefe de Seguridad — la mente de Miles revisу la lista que habнa memorizado hacнa semanas en un trabajo muy equivocado de preparaciуn para el viaje-, sн, sн, era el ghemgeneral Naru, tercero en la lнnea de mando. El contacto de Kety en Seguridad Imperial de Cetaganda. Aparentemente, estaba ahн para ayudar a romper los cуdigos que protegнan la Gran Llave.
   — De acuerdo — dijo el tec de cara agotada-, empecemos con la rama siete mil trescientos seis. Setecientos mбs y la tenemos, lo juro.
   Pel jadeу con fuerza y seсalу hacia adelante. Mбs allб de la consola, apiladas en un montуn desordenado sobre la mesa, habнa ocho copias de la Gran Llave. O una Gran Llave y siete copias…
   Estarнa Kety tratando de cumplir con el sueсo de la emperatriz Lisbet? Y entonces, acaso las ъltimas dos semanas habнan sido sуlo un enorme malentendido? No… no. Tenнa que ser otra trampa. Tal vez Kety planeaba enviar a los otros gobernadores a casa con copia y todo, o hacer que Seguridad Imperial tuviera que perseguir siete copias… y habнa muchas otras posibilidades… todas en la orden del dнa de Kety… sуlo Kety.
   Miles pensу que si disparaba el bloqueador empezarнan a sonar todas las alarmas… No, eso tenнa que reservarlo como ъltimo recurso. Mierda, si sus vнctimas eran inteligentes — y Miles suponнa que la inteligencia de los tres hombres que tenнa adelante estaba mбs allб de toda duda-, saltarнan sobre йl para que disparara. Йl lo hubiera hecho.
   — Quй mбs esconde usted en su manga? — le susurrу Miles a Pel.
   — Nadina — Pel hizo un gesto hacia la mesa-, cuбl es la Gran Llave?
   — No estoy segura — dijo Nadina, que miraba ansiosamente el montуn de aparatos.
   — Lo mejor serб que nos las llevemos todas — pidiу Miles con urgencia.
   — Pero tal vez todas son falsas — objetу Pel-. Tenemos que averiguar cuбl es la verdadera. Si no volvemos con la Gran Llave, nuestra misiуn habrб fracasado. — Buscу en la ropa y sacу un anillo conocido, un anillo con el dibujo de un ave chillando…
   Miles se quedу sin aliento.
   — ЎPor Dios santo!, cуmo se le ha ocurrido traer eso? ЎQue no lo vea nadie! Despuйs de dos semanas de tratar de reproducir lo que hace ese anillo, le aseguro que esos hombres estбn mбs que dispuestos a matarla por йl.
   El ghemgeneral Naru girу en redondo y se enfrentу a la burbuja blanca.
   — Sн, Vio, quй pasa ahora? — Tenнa la voz llena de aburrimiento y de desprecio.
   A Miles le pareciу que Pel trataba de dominar un ataque de pбnico. La vio ensayar la respuesta en la garganta, sin voz, y despuйs, descartarla definitivamente.
   — No vamos a poder mantener este asunto asн por mucho tiempo — urgiу Miles-. Propongo que ataquemos, tomemos lo que queremos y nos vayamos de aquн.
   — Cуmo? — preguntу Nadina.
   Pel levantу la mano para pedir silencio en la discusiуn y tratу de ganar algo de tiempo.
   — Su tono de voz es inadmisible, seсor.
   Naru hizo una mueca.
   — Volver a esa burbuja no le sienta bien, haut. Demasiado orgullo. Bueno, disfrъtelo mientras pueda. Despuйs de esto, vamos a sacar a todas las perras de sus fortalezas. Sus dнas de esconderse detrбs de la ceguera y la estupidez del Emperador estбn contados. Se lo aseguro, haut Vio.
   Bueno… Naru no habнa entrado en el complot por fidelidad a los planes de la emperatriz sobre el destino genйtico de los haut, eso era evidente. Miles comprendнa que los privilegios tradicionales de las hautladies se hubieran convertido en una ofensa irritante y profunda para la decisiуn y la paranoia que debe tener un hombre de Seguridad. Era йse el soborno que habнa ofrecido Kety a Naru por su cooperaciуn? La promesa de que el nuevo rйgimen abrirнa las puertas cerradas del Criadero Estrella y luces en cada rincуn secreto de las hautmujeres? La promesa de destruir la extraсa base del poder de las haut para ponerlo todo en manos de los ghemgenerales, es decir, al lugar que le correspondнa (segъn Naru)? Era Kety quien estaba manipulando a Naru, o los dos ocupaban un puesto similar en el complot? Tenнan el mismo grado de responsabilidad, decidiу Miles. Naru es el hombre mбs peligroso de la habitaciуn, tal vez de toda la nave. Puso el bloqueador en potencia baja. La esperanza de que de esta forma el arma no disparara las alarmas era muy remota pero…
   — Pel — dijo con urgencia-, use la ъltima dosis de droga contra el ghemgeneral Naru. Yo tratarй de amenazar a los demбs, de dominarlos sin disparar. Los atamos, cogemos las Llaves y nos vamos de aquн. No serб elegante, pero al menos lo haremos con rapidez, y en este momento el tiempo es un factor crнtico.
   Pel asintiу sin entusiasmo, recogiу las manos y preparу el bulbo de aerosol. Nadina se aferrу a la silla; Miles se preparу para saltar.
   Pel bajу la pantalla de fuerza y echу el aerosol sobre la cara asustada de Naru. El general tratу de no respirar y dio un paso atrбs, y la nube de droga apenas lo rozу. Cuando el general soltу el aliento retenido, emitiу un grito de advertencia.
   Miles maldijo, saltу al suelo y disparу tres veces, una detrбs de otra, con rapidez. Los dos tйcnicos cayeron al suelo; Naru casi consiguiу esquivar el rayo pero la nube lo paralizу. Por el momento. Se derrumbу sobre la mesa como un jabalн que se hunde en un pantano, la voz reducida a un gruсido incomprensible.
   Nadina corriу hacia la mesa de las Llaves, las puso sobre las tъnicas y se las llevу a Pel. Pel tomу el anillo y probу:
   — No… йsa no…
   Miles dirigiу una mirada a la puerta, que seguнa cerrada y se mantendrнa asн hasta que el lector recibiera a una palma autorizada. Quiйn estaba autorizado? Kety… Naru, que ya estaba dentro… algъn otro? Pronto lo averiguaremos.
   — No… — seguнa diciendo Pel-. Y si son todas falsas…? No…
   — Claro que son todas falsas — comprendiу de pronto Miles-. La verdadera tiene que estar… — Empezу a seguir los cables de la comuconsola del tйcnico en decodificaciуn. Todos iban hacia una caja, escondida detrбs del equipo y la caja tenнa… otra Gran Llave. Pero йsa estaba en un rayo-luz de comunicaciones, que llevaba las seсales de los cуdigos-. ЎAquн! — Miles la arrancу del lugar y se la devolviу a Pel-. Tenemos la Llave, tenemos a Nadina, sabemos lo que necesitamos de Naru, lo tenemos todo. Larguйmonos.
   La puerta siseу al abrirse. Miles girу sobre sus talones y disparу.
   Un hombre armado con un bloqueador y ataviado con la librea de Kety se tambaleу hacia delante. Gritos y golpes llegaron desde el corredor y una docena de hombres se apartу hacia un lado para no quedar en la lнnea de fuego.
   — Sн — gritу Pel con alegrнa cuando se abriу la tapa de la Gran Llave. Ahн estaba: la habнan encontrado.
   — -ЎAhora no! — aullу Miles-. Vuelva a la silla, Pel, y conecte la pantalla de fuerza.
   Miles se agachу a bordo de la silla; la pantalla se cerrу bruscamente a su alrededor. Una nube de fuego de bloqueador en masa atravesу el umbral. El fuego se extinguiу con un crujido sobre la esfera brillante, sin daсos: el ъnico efecto fue un brillo mayor alrededor de la silla. Pero la haut Nadina estaba fuera. Gritу y se tambaleу, dolorida, al recibir el impacto de la nube del rayo. Los hombres pasaron por la puerta.
   — ЎTienes la Llave, Pel! — gritу la haut Nadina-. ЎVete!
   Una sugerencia muy poco prбctica: los hombres del gobernador Kety apresaron a Nadina y bloquearon la puerta, y el triunfador pasу por el umbral y lo cerrу tras йl con la palma.
   — Bueno, bueno — dijo en tono muy lento, los ojos llenos de curiosidad frente a la carnicerнa que tenнa delante-. Bueno. — Por lo menos podrнa tener la cortesнa de maldecir y patear el suelo, pensу Miles con amargura, pero el gobernador parecнa tener… un control absoluto de la situaciуn—. Quй tenemos aquн?
   Un soldado de Kety se arrodillу junto al ghemgeneral Naru y lo ayudу a levantarse, sosteniйndolo por los hombros. Naru, que tuvo dificultades para sentarse, se pasу una mano temblorosa por la cara, que sin duda le dolнa y le picaba — Miles lo sabнa: habнa experimentado mбs de una vez la desagradable sensaciуn del bloqueo— y ensayу una respuesta inteligible. En el segundo intento, consiguiу articular unas palabras comprensibles:
   — Consortes Pel y Nadina. Y el… barray… ЎLe dije a usted que esas burbujas eran un peligro…! — Volviу a caer en los brazos del soldado-. Pero no im… Los tenemos a todos…
   — Cuando ese cerdo se someta a juicio por traiciуn — dijo la haut Pel con odio profundo-, pienso pedirle al Emperador que le saque los ojos antes de ejecutarlo.
   Miles se preguntу de nuevo por la secuencia de hechos de la noche anterior: cуmo habrнan conseguido el gobernador y el ghemgeneral sacar a la haut Nadina de la burbuja?
   — Creo que se estб adelantando, milady — suspirу.
   Kety caminу alrededor de la burbuja de la haut Pel, estudiбndola. Tenнa que romper ese huevo: un lindo rompecabezas para el gobernador. O no? Ya lo habнa hecho una vez.
   Escapar era imposible: los movimientos de la burbuja estaban fнsicamente bloqueados. Kety podнa sitiarlos, hacerlos morir de hambre si no le importaba esperar… pero no. Lo cierto era que Kety no podнa esperar. Miles sonriу con amargura y le dijo a Pel:
   — Esta silla tiene comunicaciуn con el exterior, verdad? Lamento decirlo, pero es hora de pedir ayuda.
   Por Dios, casi lo habнan conseguido, casi habнan acabado con el problema sin que nadie se enterara, sin dejar pistas. Pero ahora que habнan identificado a Kety y a Naru, el apoyo interno del gobernador estaba neutralizado. Seguridad Imperial no constituнa un peligro para las haut. Los cetagandanos tendrнan que terminar el asunto ellos mismos. Si es que consigo ponerme en contacto con ellos…
   El gobernador Kety hizo un gesto para que los hombres que sostenнan a Nadina la arrastraran hacia lo que consideraba la parte delantera de la burbuja. Estaba unos cuarenta grados desplazado pero… Pidiу el vibracuchillo a uno de los guardias, se acercу a Nadina y le levantу el cabello plateado. Ella aullу de terror, pero se relajу de nuevo cuando йl se limitу a ponerle el cuchillo en el cuello con mucha suavidad.
   — Baje usted la pantalla de fuerza, Pel, y rнndase. Inmediatamente. No me obligue a recitar amenazas sangrientas.
   — Mierda — gruсу Miles, angustiado-. Nos tiene. A nosotros, al anillo, a la Gran Llave… — La Gran Llave. Estaba llena de… informaciуn codificada. Informaciуn cuyo valor surgнa del hecho de que era ъnica y secreta. En cualquier otro lugar del universo, la gente caminaba vadeando rнos de informaciуn, la informaciуn les llegaba hasta las orejas: una masa enorme de datos, seсales y ruido… fбcil de transmitir y reproducir. Si nadie se lo impedнa, la informaciуn se multiplicaba como una colonia de bacterias siempre que hubiera dinero o poder detrбs de ella y, finalmente, se ahogaba en su propia duplicaciуn y el aburrimiento de los receptores humanos.
   — La silla flotante, el comu… es equipo del Criadero Estrella. Se puede usar para transmitir la informaciуn de la Gran Llave?
   — Quй? Pero… — Pel lo mirу, luchando con el asombro-.
   Supongo que sн, pero este comu. no tiene la potencia necesaria para transmitirlo todo al jardнn Celestial.
   — No se preocupe por eso. Pбselo a la red de comunicaciуn de emergencia, la red de navegaciуn comercial. Tiene que haber un elevador de potencia en la estaciуn de transferencia orbital. Tengo los cуdigos estбndar del elevador, son simples… tienen que ser fбciles de recordar. Y son cуdigos de mбxima emergencia: el elevador divide la seсal y la deposita en los ordenadores de todas las estaciones y naves, tanto comerciales como militares, que se encuentren dentro del sistema estelar de Eta Ceta. Estб pensado como sistema de socorro para naves en peligro. Que Kety se quede con la Gran Llave si quiere. Йl y doscientas mil personas mбs… A quй quedarб reducido el complot? Tal vez no podamos ganar, pero asн le robaremos la victoria…
   La mirada en la cara de Pel, que asimilaba rбpidamente esa sugerencia inconcebible, pasу de un gesto de horror a una expresiуn de alegrнa desmayada y despuйs, al espanto.
   — Para eso necesitamos tiempo… mucho tiempo, minutos… ЎKety no nos va a permitir…! No. Ya tengo la soluciуn. — Los ojos de Pel se iluminaron de rabia e inteligencia-. Cuбl es el cуdigo?
   Miles recitу los nъmeros y los dedos de Pel teclearon sobre el panel de control. Pel puso la Gran Llave abierta sobre el lector. Kety llamу desde fuera de la burbuja:
   — ЎAhora, Pel! — La mano se le tensу sobre el cuchillo. Nadina cerrу los ojos y permaneciу de pie, callada y digna.
   Pel marcу el cуdigo del comu, bajo la pantalla de fuerza de la burbuja y saltу del asiento, arrastrando a Miles con ella.
   — ЎDe acuerdo! — dijo en voz alta, alejбndose de la burbuja-. Estamos afuera.
   La mano de Kety se relajу. La pantalla volviу a cerrarse. La fuerza del golpe hizo que Miles se tambaleara. Tropezу y cayу en los brazos de los guardias del hautgobernador, que le dieron una afectuosa bienvenida.
   — Eso es molesto — dijo Kety con frialdad, mirando la burbuja con la Gran Llave dentro-. Pero es un inconveniente pasajero, nada mбs. Llйvenselos. — Hizo un gesto a los guardias con la cabeza y se alejу de Nadina-. ЎTъ! — dijo sorprendido, cuando descubriу a Miles entre los guardias.
   — Yo. — Los labios de Miles se abrieron en una mueca de dientes brillantes que no tenнa nada que ver con una sonrisa-. Siempre he sido yo, gobernador. De principio a fin, se lo aseguro. — Y usted estб en las ъltimas. Claro que tal vez yo estй demasiado muerto para disfrutar del espectбculo… Kety no se atreverнa a dejar con vida a los tres testigos. Pero le llevarнa tiempo disponer las muertes con cierta discreciуn. Cuбnto tiempo, cuбntas posibilidades de…?
   Kety apretу el puсo y se dominу justo antes de lanzarlo contra la mandнbula de Miles. Seguramente, el golpe habrнa quebrado algъn hueso.
   — No, tъ eres el que se rompe… — musitу para sн. Dio un paso atrбs e hizo un gesto al guardia con la cabeza—. Un poco de picana para йl. Para todos.
   El guardia sacу la picana, un instrumento militar corriente, dirigiу una mirada a las consortes vestidas de blanco y dudу. Mirу a Kety con ojos implorantes.
   Miles casi oyу los dientes apretados del gobernador.
   — De acuerdo… sуlo al barrayarйs.
   Muy aliviado, el guardia hizo girar la picana y tocу a Miles tres veces, primero en la cara, luego en el vientre y entre las piernas. El primer roce hizo gritar a Miles, el segundo lo dejу sin aliento y el tercero lo arrojу al suelo en agonнa, con los brazos y las piernas plegados en posiciуn fetal. No mбs cбlculos, al menos de momento. El ghemgeneral Naru, que se estaba levantando con algo de ayuda, riу en el tono de quien ve que por fin se hace justicia.
   — General — le dijo Kety e hizo un gesto hacia la burbuja-, cuбnto tardarб en abrir eso?
   — A ver… — Naru se inclinу junto al tйcnico de cara agotada y le sacу un aparatito que apuntу a la burbuja-. Han cambiado los cуdigos. Media hora. A partir del momento en que los tйcnicos empiecen a reaccionar.
   Kety hizo una mueca. Sonу la alarma del comu de muсeca. Las cejas de Kety se alzaron en la frente y dijo:
   — Sн, capitбn?
   — Hautgobernador — llegу la voz formal, inquieta, de un subordinado-, hemos detectado una comunicaciуn especial en canales de emergencia. Estбn transmitiendo una enorme cantidad de datos a los sistemas. Algъn tipo de mensaje codificado. Excede la capacidad de memoria del receptor y se estб volcando en todos los sistemas, como un virus. Viene marcado con el sнmbolo imperial de emergencia. Y la seсal parece provenir de nuestra nave… Es… son уrdenes suyas?
   Las cejas de Kety se alzaron mбs en un gesto de sorpresa. Despuйs observу la burbuja blanca, que brillaba en el centro de la habitaciуn. Maldijo entre dientes, una palabra larga, aguda, sibilante.
   — ЎNo! ЎGhemgeneral Naru! Tenemos que anular esa cortina de fuerza… Ўahora, ahora mismo!
   Se volviу para dedicar a Pel y Miles una mirada venenosa que prometнa una retribuciуn infinita; despuйs, йl y Naru se hundieron en una conversaciуn frenйtica. Inyectaron a los tйcnicos enormes dosis de sinergina que no consiguieron devolverles instantбneamente la conciencia, aunque los dos se sacudieron y gruсeron con movimientos muy prometedores. Kety y Naru estaban solos frente al problema. A juzgar por la luz malйvola que ardнa en los ojos de Pel, abrazada a Nadina, iban a llegar demasiado tarde. El dolor de los golpes de la picana se desvanecнa despacio en el cuerpo de Miles, pero se quedу en el suelo, encogido y quieto, para que al gobernador no se le ocurriera repetir sus atenciones.
   Kety y Naru estaban concentrados en la tarea, tan hundidos en discusiones airadas sobre la forma mбs rбpida de proceder, que sуlo Miles reparу en un redondel brillante que se formу en la puerta de entrada a la habitaciуn. Sonriу a pesar del dolor. Un segundo despuйs, la puerta se derrumbу hacia el interior en medio de una lluvia de plбstico y metal derretido. Otro segundo de espera, para prevenir alguna reacciуn rбpida desde el interior.
   Y despuйs, el ghemcoronel Benin, impecablemente vestido con su uniforme rojo, con el maquillaje reciйn aplicado, cruzу el umbral con paso firme. No iba armado, pero el escuadrуn de uniforme terracota que lo acompaсaba llevaba un arsenal suficiente como para destrozar cualquier obstбculo menor que un acorazado. Kety y Naru se paralizaron en mitad de una palabra; los criados del gobernador lo pensaron mejor, abrieron las manos, levantaron los brazos y se quedaron quietos. El coronel Vorreedi, impecable en uniforme negro de la Casa, aunque con el rostro no tan sereno como Benin, entrу en ъltimo lugar. En el corredor, mбs allб, Miles alcanzу a ver a Ivan, asomado detrбs de los hombres y las armas, con un pie en el aire y expresiуn preocupada.
   — Buenas noches, haut Kety, ghemgeneral Naru. — Benin se inclinу con cortesнa exquisita-. Por orden personal del emperador Fletchir Giaja, es mi deber arrestarlos bajo la acusaciуn de traiciуn al imperio. Y… — dijo mirando a Naru con una sonrisa afilada como una navaja— complicidad en el asesinato de Ba Lura, asistente imperial.

15

   A la altura de los ojos de Miles, la cubierta floreciу en un bosque de botas rojas cuando el escuadrуn de Benin entrу en la habitaciуn, desarmу y arrestу a los soldados de Kety, y finalmente los sacу de allн con las manos sobre la cabeza. Kety y Naru se fueron con ellos, apretados como dos lonchas de jamуn entre hombres de ojos duros que no parecнan interesados en escuchar explicaciones.
   Kety gruсу y la procesiуn se detuvo un momento frente a uno de los enviados de Barrayar. Miles oyу la voz de Kety, frнa como el hielo:
   — Felicidades, lord Vorpatril, espero que pueda usted sobrevivir a su victoria.
   — Ajб? — dijo Ivan.
   Ah, dйjenlo tranquilo. Era demasiado difнcil tratar de explicarle a Kety su confusiуn con respecto a la pequeсa cadena de mando de Miles. Tal vez Benin sн lo veнa claro. Una palabra severa del sargento del escuadrуn y los hombres empujaron a los prisioneros hacia el corredor.
   Cuatro botas negras y brillantes se desprendieron de la multitud y se pararon frente a la nariz de Miles. Hablando de explicaciones…
   Miles torciу la cabeza y levantу la vista hacia el paisaje extraсo y distorsionado de las caras de Ivan y el coronel Vorreedi. Sentнa el suelo fresco bajo la mejilla y no podнa moverse. De todos modos, no tenнa ganas de levantarse.
   Ivan se inclinу. Miles vio la cabeza al revйs en el aire y oyу decir en tono tenso y preocupado:
   Estбs bien?
   — P-p-picana… No es-es… nada.
   — Bien — dijo Ivan y lo levantу tirбndole del uniforme.
   Miles colgу un momento, temblando y retorciйndose como un pez en un anzuelo, hasta que recuperу un equilibrio inestable. Se apoyу en Ivan porque no podнa sostenerse por sн mismo. Su primo le puso una mano bajo el codo para ayudarlo. No hizo comentarios.
   El coronel Vorreedi mirу a Miles de arriba abajo:
   — Voy a dejar que el embajador presente la protesta correspondiente por este tratamiento, teniente. — La expresiуn distante del coronel sugerнa que en realidad pensaba que el hombre de la picana se habнa quedado corto con sus agresiones-. Vorob'yev va a necesitar toda la municiуn disponible. Creo que usted ha creado el incidente diplomбtico mбs extraordinario de toda su carrera diplomбtica.
   — Ah, coronel — suspirу Miles-, pre-predigo que no tras-trascenderб nada de este incidente. Espere y ve-verб.
   El ghemcoronel Benin estaba inclinбndose frente a las haut Pel y Nadina en el otro extremo de la habitaciуn mientras les ofrecнa sillas-flotantes, pantallas de fuerza, ropas y asistentes ghemladies. Arrestбndolas en el estilo en que estaban acostumbradas?
   Miles dirigiу una mirada a Vorreedi.
   — Ivan le… le ha contado algo, seсor?
   — Eso espero — dijo Vorreedi con una voz cargada de amenazas.
   Ivan asintiу. Pero despuйs de un momento agregу:
   — Mmm… lo que pude… Teniendo en cuenta las circunstancias.
   Es decir, con los espнas cetagandanos dando vuelta alrededor, supuso Miles. Todo, Ivan? Lo mнo todavнa estб intacto?
   — Admito que sigo sin poder asimilarlo del todo… — dijo Vorreedi.
   — Q-quй pasу c-cuando me fui del Criadero Estrella? — le preguntу Miles a Ivan.
   — Me despertй y no estabas. Creo que fue el peor momento de mi vida… sabнa que te habнas ido en alguna de esas misiones locas que tanto te gustan, sin уrdenes, sin apoyo.
   — Ah, pero tъ eras mi apoyo, tъ has sido mi retaguardia, Ivan — murmurу Miles y se ganу una mirada furiosa-. Una retaguardia muy competente, como acabas de demostrar…
   — Sн, una retaguardia en tu estilo favorito… inconsciente en el suelo, sin posibilidad de poner algo de sentido comъn en los procedimientos. Viniste a que te mataran o algo peor, y todo el mundo me hubiera echado la culpa a mн. Lo ъltimo que me dijo tнa Cordelia cuando salimos de Barrayar fue: «Y trata de que no se meta en lнos, lo harбs, Ivan?"
   Miles oнa con toda precisiуn las cadencias cansadas e irritables de la condesa Vorkosigan en la parodia de Ivan.
   — Y… bueno, en cuanto comprendн lo que estaba pasando, me escapй de las hautladies…
   — Cуmo…?
   — Por Dios, Miles, son como mamб multiplicada por ocho. ЎAj! Y la haut Rian insistiу en que fuera a ver al ghemcoronel Benin, cosa que yo pensaba hacer de todos modos… Йl sн que tiene la cabeza en su sitio… — Benin caminу despacio hacia el grupo, posiblemente atraнdo por el sonido de su nombre en labios de Ivan-. Me escuchу, por suerte. Yo dirнa que entendнa mejor que yo todas las tonterнas que le soltй.
   Benin asintiу.
   — Es que yo estaba monitoreando las actividades inusuales que se detectaban alrededor del Criadero Estrella… — Alrededor, no dentro. Por supuesto-. Mis investigaciones me habнan hecho sospechar que pasaba algo con uno o varios de los hautgobernadores, asн que habнa preparado algunos escuadrones y los tenнa en уrbita, en estado de alerta.
   — Vamos, ghemcoronel, escuadrones… _ironizу Ivan-. Hay tres naves imperiales de guerra ahн afuera.
   Benin sonriу levemente y se encogiу de hombros.
   — El ghemgeneral Chi-Chilian no sabe nada, creo yo — interrumpiу Miles-. Pero tal vez u-usted qui-quiera interrogarlo sobre las actividades de su esposa, la haut Vio.
   — Ya lo hemos detenido — le asegurу Benin.
   Detenido, no arrestado. De acuerdo. Benin parecнa estar al corriente por ahora. Pero se habrнa dado cuenta de que todos los gobernadores estaban en el asunto? O habнa elegido a Kety como ъnico chivo expiatorio? Asunto interno de Cetaganda, se recordу Miles. No era trabajo suyo enderezar el gobierno cetagandano aunque la idea le resultara tentadora. Su deber se limitaba a sacar a Barrayar del atolladero. Sonriу mirando la burbuja blanca que protegнa a la Gran Llave.
   Nadina y Pel consultaban a un grupo de hombres de Benin; en lugar de tratar de bajar la pantalla de fuerza, estaban haciendo arreglos para transportar la silla y su precioso contenido hasta el Criadero Estrella.
   Vorreedi mirу a Miles con amargura.
   — Una cosa que lord Vorpatril no me explicу satisfactoriamente, teniente Vorkosigan, es la razуn por la que usted no nos contу el incidente inicial a pesar de la importancia del objeto que habнa caнdo en sus manos…
   — Kety estaba tratando de involucrar a Barrayar, seсor. Necesitaba pruebas para demostrar que…
   Vorreedi fue inexorable.
   — Sus razones personales, seсor…
   — Ah. — Miles pensу en fingir que aъn seguнa afectado por el daсo de la picana y quedarse sin habla. No, lбstima… Lo cierto era que sus motivos personales eran oscuros incluso para йl. Por quй habнa querido hacerlo? Por quй querнa estar al mando antes de que la complejidad de los hechos hubiera convertido a la supervivencia en el asunto prioritario? Ah, sн… un puesto en una nave. Era eso.
   Esta vez no, muchacho. Frases antiguas pero evocativas como control del daсo le pasaron por la cabeza.
   — En realidad, seсor, al principio no sabнa que se trataba de la Gran Llave. No la reconocн. Pero cuando la haut Rian se puso en contacto conmigo, los hechos pasaron con suma rapidez de lo aparentemente trivial a lo extremadamente delicado. Cuando me di cuenta de la profundidad y la complejidad del complot del hautgobernador, ya era demasiado tarde.
   — Demasiado tarde para quй? — preguntу Vorreedi con brusquedad.
   Miles no necesitу fingir una sonrisa enferma: aъn tenнa todo el cuerpo dolorido.
   Pero al parecer, Vorreedi se habнa convencido de que Miles no era un agente encubierto al mando de Simon Illyan, despuйs de todo.
   Eso es lo que tъ quieres que crean, recuerdas? Miles mirу la cara del ghemcoronel Benin, que escuchaba, fascinado, un poco separado del grupo.
   — Usted me habrнa sacado de la investigaciуn, seсor. Es asн y usted lo sabe. En el agujero de gusano, todos creen que soy un invбlido con un cуmodo puesto de correo al que he llegado por enchufe. La idea de que tal vez sirva para tareas mбs importantes es algo que el teniente lord Vorkosigan no hubiera tenido la oportunidad de probar en circunstancias normales.
   Frente al mundo en general, cierto. Pero Illyan sabнa el papel que habнa desempeсado Miles en el Centro Hegen y en otros lugares, y el primer ministro, lord Vorkosigan, padre de Miles, tambiйn lo sabнa y el emperador Gregor, y todos los que tenнan importancia en el gobierno de Barrayar. Hasta Ivan conocнa su extraordinario йxito como agente secreto. En realidad, los ъnicos que seguнan ignorбndolo eran… los que йl acababa de vencer. Los cetagandanos.
   Entonces para quй has hecho todo esto? Para brillar a los ojos de la haut Rian? Sуlo para eso? O estabas pensando en otro pъblico?
   El ghemcoronel Benin descifrу lentamente el parlamento de Miles.
   — Usted querнa ser un hйroe, no es eso?
   — Tanto que no le importaba de quй imperio? Le daba lo mismo ser hйroe de Cetaganda que de Barrayar? — agregу lord Vorreedi en voz baja.
   — Acabo de servir al imperio de Cetaganda, eso es cierto. — Miles ensayу una reverencia temblorosa en direcciуn a Benin-. Pero mi principal objetivo era Barrayar. El hautgobernador Kety tenнa planes muy desagradables para Barrayar. Y yo los desbaratй.
   — Ah, sн? — dijo Ivan-. Y dуnde habrнais acabado tъ y esos planes si no hubiera aparecido yo?
   — Ah. — Miles sonriу-. Pero yo ya habнa ganado. Kety no lo sabнa, eso es todo. Lo ъnico que seguнa siendo dudoso era mi supervivencia personal.
   — Entonces — dijo Ivan, exasperado-, por quй no entras en Seguridad de Cetaganda, eh, primito? Tal vez el ghemcoronel Benin te dй algъn puesto en una nave.
   Mierda, Ivan lo conocнa demasiado.
   — Poco probable — dijo Miles, como amargura-. Soy demasiado bajo.
   Las cejas del ghemcoronel Benin se torcieron un poco sobre su frente ancha.
   — En realidad — siguiу diciendo Miles-, la ъnica instituciуn que me aceptу como agente, si es que fui agente de alguien, es el Criadero Estrella, no el imperio. No servн al imperio de Cetaganda, servн a las haut. Pregъnteles a ellas. — Hizo un gesto hacia Pel y Nadina, que estaban a punto de salir de la habitaciуn mientras las asistentes giraban a su alrededor tratando de hacerlas sentir mбs cуmodas.
   — Mmmm. — El ghemcoronel Benin pareciу desinflarse un poco.
   Palabras mбgicas. Las faldas de una hautconsorte eran una fortificaciуn mбs fuerte de lo que Miles hubiera pensado hacнa tres semanas.
   Maniobrada por hombres con rayos tractores de mano, la burbuja de la haut Nadina se levantу en el aire y saliу de la habitaciуn. Benin le dirigiу una mirada, se volviу hacia Miles y abriу la mano frente a su pecho en un principio de reverencia.
   — De todos modos, teniente lord Vorkosigan, mi Seсor Celestial, el emperador haut Fletchir Giaja, me ha pedido que lo lleve a su presencia. Ahora.
   Miles era muy capaz de reconocer una orden imperial cuando la oнa. Suspirу e hizo una reverencia en honor de la orden de Benin.
   — Por supuesto… Ah… — Dirigiу una mirada a Ivan y a un Vorreedi sъbitamente inquieto. No estaba del todo seguro de que quisiera testigos de la entrevista. Tampoco estaba seguro de que prefiriese estar solo.
   — Sus… amigos pueden acompaсarlo — aceptу Benin-. Con la salvedad de que no tienen permiso para hablar a menos que se les invite a hacerlo.
   Invitaciуn que, si se hacнa, sуlo podнa provenir de labios del Seсor Celestial. Vorreedi asintiу, satisfecho en parte. Ivan empezу a practicar su truco de la invisibilidad.
   Los soldados de Benin condujeron y escoltaron al grupo barrayarйs sin arrestarlos, por supuesto: un arresto de enviados galбcticos habrнa violado el protocolo diplomбtico. Sostenido por Ivan, Miles se encontrу junto a la haut Nadina en el umbral.
   — Quй joven tan agradable — comentу Nadina en tono bajo y bien modulado mientras hacнa un gesto hacia Benin, que caminaba por el corredor dirigiendo a sus tropas-. Tan bien vestido… ese hombre entiende la forma correcta de hacer las cosas… Tenemos que hacer algo por йl, no te parece, Pel?
   — Claro, claro — dijo Pel y saliу por la puerta.
   Despuйs de un largo trayecto por la gran nave, llegaron al transbordador de Seguridad cetagandana. Benin no habнa perdido de vista a Miles en ningъn momento. Parecнa tan frнo y alerta como siempre, pero habнa cierto tono secreto… cierta complacencia que atravesaba el maquillaje facial.
   Seguramente, el arresto de su comandante por alta traiciуn habнa dado una satisfacciуn suprema a Benin. El ъnico punto alto de una carrera no muy destacada. Miles hubiera apostado dуlares betaneses contra arena a que Naru era el hombre que habнa asignado al decoroso y aseado Benin la tarea de cerrar el caso de la muerte de Ba Lura, es decir, le habнa asignado un fracaso.
   — A propуsito, general Benin — se atreviу a decir Miles-, le felicito por haber resuelto un asesinato tan complicado.
   Benin parpadeу.
   — Coronel Benin — corrigiу.
   — Eso es lo que usted cree. — Miles flotу hacia adelante y se acomodу en el asiento mбs agradable que encontrу, junto a una ventana.
   — No creo que haya visto esta cбmara de audiencias en toda mi vida — le susurrу el coronel Vorreedi a Miles mientras miraba todo a su alrededor-. No se usa para ceremonias diplomбticas ni pъblicas.
   No habнan ido a parar a un pabellуn sino a un edificio bajo y cerrado en el cuadrante norte del Jardнn Celestial. Los tres barrayareses habнan pasado una hora en una antecбmara tratando de descansar el cuerpo mientras por dentro crecнa la tensiуn. Los atendнa una docena de ghemguardias amables y solнcitos, que se ocupaban de todas sus necesidades fнsicas, pero se negaban a atender cualquier pedido de comunicaciуn con el exterior. Benin se habнa marchado con las haut Pel y Nadina. En vista de la compaснa cetagandana que los rodeaba, Miles no habнa informado a Vorreedi. Se habнa limitado a intercambiar algunas frases en voz baja con su superior.
   La habitaciуn le recordaba a Miles la Cбmara Estrella: sencilla, adornos superfluos, deliberadamente serena, de sonidos bajos, pintada en tonos frescos de azul. Las voces tenнan una cualidad sorda que sugerнa que la habitaciуn estaba encerrada en un cono de silencio. Los dibujos del suelo traicionaban la presencia de una gran mesa para comuconsola y asientos que se elevaban en caso de reuniones importantes. Por ahora, sin embargo, todos estaban de pie.
   Habнa otro huйsped esperando y Miles levantу las cejas, sorprendido. Ahн estaba lord Yenaro, de pie junto a un ghemguardia de uniforme rojo terracota. Yenaro parecнa pбlido; unas ojeras violбceas y oscuras le rodeaban los ojos, como si no hubiera dormido en tres dнas. Llevaba la misma ropa negra que le habнa visto Miles. en la exposiciуn de bioestйtica, pero ahora aparecнa toda arrugada y ajada. El ghemlord abriу mucho los ojos cuando vio a Miles y a Ivan. Volviу la cabeza y tratу de no mirarles. Miles le hizo un gesto alegre con el brazo y consiguiу que Yenaro le devolviera el saludo de mala gana. El gesto le provocу un terrible dolor de cabeza entre las cejas.
   Pero entonces, empezaron a pasar cosas, mejor dicho a llegar personas, y Miles se olvidу al instante del dolor.
   Primero entrу el ghemcoronel Benin, que se instalу y despidiу a los guardias. Lo seguнan las haut Pel, Nadina y Rian en sus sillas flotantes, con las pantallas desconectadas. Las tres se acomodaron a un costado de la habitaciуn. Nadina habнa escondido el extremo cortado del cabello entre el vestido. Era la ropa que Pel le habнa entregado: no se habнa cambiado. Todas habнan estado encerradas informando a los hombres y seguramente la reuniуn habнa transcurrido en el nivel mбs alto posible, porque poco despuйs entrу una figura conocida y los guardias se apostaron en el corredor exterior.