Miles suspirу aliviado; Ivбn parecнa levemente desilusionado.
   Con los siseos y ruidos metбlicos de siempre, los tubos flexibles se replegaron y el transbordador se separу de la estaciуn. Ninguna autoridad furiosa subiу por la compuerta en plan de arresto, ninguna comunicaciуn urgente detuvo al embajador ni lo sacу corriendo por el tubo. Miles considerу una tercera explicaciуn.
   Nuestro intruso desapareciу, lo consiguiу. Las autoridades de la estaciуn no saben nada. Nadie lo sabe.
   Excepto, por supuesto, el intruso. Miles mantuvo la mano quieta y no tocу el bulto que llevaba escondido en la guerrera. No sabнa quй era ese artefacto, pero fuera lo que fuese, el individuo sabнa que Miles lo tenнa. Sin duda podнa averiguar quiйn era Miles. Tengo un hilo que conduce hasta ti ahora. Si dejo que las cosas sigan adelante, algo tiene que volver por ese hilo hasta mi mano, no es cierto?El asunto podнa transformarse en un bonito ejercicio de inteligencia/contrainteligencia, mejor que las maniobras porque era real. No habнa un censor acechando con una lista de respuestas correctas, grabando los errores para analizarlos mбs tarde en interminables sesiones. Una buena prбctica.
   En algъn momento de su carrera militar, el oficial tenнa que dejar de obedecer las уrdenes y empezar a generarlas. Miles querнa el ascenso a capitбn de SegImp, ah, sн… lo querнa.
   Podrнa convencer a Vorreedi de que lo dejara jugar con el rompecabezas, a pesar de las obligaciones diplomбticas del coronel?
   Miles entornу los ojos en un gesto de anticipaciуn mientras la nave descendнa hacia la nebulosa atmуsfera de Eta Ceta.

2

   Miles caminaba a medio vestir por el gran salуn de recepciуn que le habнa asignado la embajada de Barrayar con el cilindro brillante entre las manos.
   — Bueno, ellos quieren que yo tenga esto… pero se supone que debo guardarlo aquн, o debo llevarlo siempre encima?
   Ivбn puso los ojos en blanco. Se habнa vestido cuidadosamente con la guerrera de cuello alto, los pantalones ajustados y las botas de media caсa de otro uniforme verde informal.
   — Dejarбs ya de manosear esa cosa y te vestirбs de una vez? Llegaremos tarde. Tal vez es una pesa de cortina, una pesa muy rebuscada, y lo que quieren es que te vuelvas loco tratando de encontrar un significado. Cualquier significado, siempre que sea profundo y siniestro, claro. O quieren que yo me vuelva loco escuchбndote. Una bromita pesada de algъn ghemlord.
   — Yo dirнa que es una bromita pesada particularmente sutil.
   — Lo cual no significa que йsa no sea la explicaciуn correcta. — Ivбn se encogiу de hombros.
   — No. — Miles frunciу el ceсo y cojeу hasta la comuconsola. Abriу el cajуn superior y buscу una estilo y un taco de hojas de plбstico con el sello real. Arrancу una hoja y la apretу contra la figura del cabezal del cilindro, luego pasу la estilo sobre el dibujo, un esquema rбpido, exacto y a escala. Tras un momento de duda, dejу el cilindro en el cajуn con el taco y cerrу el cajуn de nuevo.
   — No me parece un buen escondite — comentу Ivбn-. Si es una bomba, tal vez deberнas colgarlo de la ventana. No por ti… por los demбs.
   — No es una bomba, mierda. Y ya he pensado en cientos de escondites pero no se me ocurre ninguno a prueba de rastreadores, asн que no tiene sentido. Deberнa estar en una caja negra forrada de plomo, pero da la casualidad que no me he traнdo ninguna.
   — Te apuesto lo que quieras a que los de la embajada tienen una abajo — dijo Ivбn-. No ibas a confesar?
   — Sн, pero desgraciadamente lord Vorreedi no estб en la ciudad. No me mires asн, no he tenido nada que ver con eso. Vorob'yev me dijo que el hautlord a cargo de una de las estaciones de salto de Eta Ceta embargу una nave mercante registrada en Barrayar y a su capitбn por infracciones a las normas de importaciуn.
   — Contrabando? — dijo Ivбn, interesado.
   — No, alguna enrevesada regla tнpicamente cetagandana. Con impuestos y pagos obligatorios. Y multas. Y un nivel de causticidad que ya se estб volviendo asintуtico. Una de las metas de nuestro gobierno es normalizar las relaciones comerciales y aparentemente Vorreedi sabe cуmo tratar y diferenciar a ghemlores y hautlores, asн que Vorob'yev le pidiу que se ocupara del asunto mientras йl estб clavado aquн con los deberes ceremoniales. Volverб maсana. O pasado maсana. Mientras tanto, no creo que haga ningъn mal en ver hasta dуnde puedo llegar solo. Si no aparece nada interesante, le paso el asunto a SegImp apenas llegue Vorreedi…
   Ivбn entornу los ojos y procesу la informaciуn.
   — Ah, sн? Y si aparece algo interesante?
   — Bueno, claro, en ese caso tambiйn…
   — Ya se lo contaste a Vorob'yev?
   — No exactamente. No. Mira, Illyan dijo que se lo contara a Vorreedi, asн que no confiarй en nadie mбs. Yo me ocupo de eso apenas vuelva.
   — Ya te dije que se estб haciendo tarde, Miles — insistiу Ivбn.
   — Sн, sн… — Miles se tendiу en la cama, luego se sentу y frunciу el ceсo mirando los aparatos ortopйdicos, que lo esperaban-. Necesito tiempo para reemplazar los huesos de mis piernas. Me he cansado de lo orgбnico, ya es hora de pasar al plбstico. Tal vez los convenza de que me agreguen unos centнmetros ya que estбn en eso. Si hubiera sabido que tendrнa todo este tiempo libre, habrнa organizado la cirugнa y ahora estarнa recuperбndome en lugar de venir aquн a ser un adorno.
   — Quй desconsideraciуn por parte de la emperatriz. Tendrнa que haberte mandado una nota y advertirte que se iba a caer muerta en cualquier momento — se burlу Ivбn-. Serб mejor que te pongas todo eso. Si te tropiezas con el gato de la embajada y te rompes las piernas, tнa Cordelia me echarб las culpas. Otra vez.
   Miles gruсу pero no demasiado fuerte. Ivбn tambiйn interpretaba sus reacciones perfectamente. Se cerrу la protecciуn alrededor de las piernas cubiertas de moretones, pбlidas, tantas veces aplastadas. Por lo menos los pantalones del uniforme disimulaban esa debilidad. Se puso la guerrera, sellу las botas cortas bien lustradas, repasу el peinado en el espejo y siguiу al impaciente Ivбn, que ya esperaba en la puerta. Al pasar, deslizу la hoja con el dibujo dentro del bolsillo del pantalуn y se detuvo en el corredor para volver a cerrar la puerta con la palma de la mano. Un gesto algo fъtil: como agente entrenado de SegImp, el teniente Vorkosigan sabнa que las llaves de palma son poco fiables.
   A pesar de la impaciencia de Ivбn, o tal vez gracias a ella, llegaron al vestнbulo casi al mismo tiempo que el embajador Vorob'yev, que se habнa puesto otra vez el uniforme granate y negro de la Casa. Miles tenнa la sensaciуn de que el embajador no se preocupaba demasiado por la ropa. Vorob'yev condujo a los dos jуvenes hacia el auto de superficie de la embajada, que los estaba esperando. Los tres se hundieron en la suavidad del tapizado. Vorob'yev tuvo la deferencia de sentarse en el asiento que miraba hacia atrбs. Quedу ubicado frente a sus huйspedes oficiales. El conductor y un guardia ocupaban el compartimiento anterior. El auto funcionaba bajo el control del ordenador de la red urbana pero el conductor estaba siempre alerta en el control manual para resolver cualquier emergencia. La cubierta del auto se cerrу y se deslizaron hacia la calle.
   — Esta noche pueden considerar la embajada marilacana como territorio neutral, caballeros — les aconsejу Vorob'yev-. Disfrъtenlo, pero no demasiado.
    — Habrб muchos cetagandanos — preguntу Miles— o es una fiesta para extranjeros?
   — Ningъn hautlord, por supuesto — dijo Vorob'yev-. Estбn todos en una de las ceremonias privadas por la muerte de la emperatriz, junto con algunos de los lнderes mбs encumbrados de los clanes ghem. Los ghemlores de rango mбs bajo no tienen obligaciones y seguramente asistirбn a la fiesta porque el mes de duelo ha reducido sus oportunidades de vida social. Los marilacanos han aceptado mucha «ayuda» cetagandana en los ъltimos aсos, un acuerdo del que en mi opiniуn acabarбn arrepintiйndose. Suponen que Cetaganda no serб capaz de atacar a un aliado.
   El auto de superficie subiу por una rampa, doblу una esquina y les ofreciу una breve imagen de un valle brillante lleno de edificios altos, unidos por tubos y caminos transparentes que brillaban bajo el crepъsculo. La ciudad parecнa infinita y ni siquiera estaban en el centro.
   — Los marilacanos estбn prestando poca atenciуn a sus propios mapas de nexos de agujeros de gusano — siguiу diciendo Vorob'yev-. Creen que ocupan una frontera natural. Pero si Marilac estuviera directamente bajo el dominio de Cetaganda, el siguiente salto los llevarнa a Amanecer Zoave, todas sus rutas quedarнan cruzadas y por lo tanto podrнan acceder a una regiуn nueva para la expansiуn. La situaciуn de Marilac con respecto a Amanecer Zoave es la misma que tenнa Vervain con respecto al Centro Hegen, y todos sabemos lo que pasу ahн. — Vorob'yev esbozу una mueca de ironнa-. Y encima, Marilac no cuenta con ningъn vecino interesado capaz de organizar un rescate como el que encabezу su padre en Vervain, lord Vorkosigan. Es tan fбcil organizar provocaciones e incidentes…
   El respingo de alerta que recorriу el pecho de Miles se desvaneciу muy pronto. No habнa ningъn significado secreto o personal en los comentarios de Vorob'yev. Todo el mundo conocнa el papel polнtico-militar del almirante conde Aral Vorkosigan en la creaciуn de la rбpida alianza y el fulminante contraataque que habнan terminado con la invasiуn cetagandana de los saltos de agujero de gusano dominados por Vervain en el camino hacia el Centro Hegen.
   Lo que nadie sabнa era el papel que habнa tenido el agente de SegImp Miles Vorkosigan en la oportuna llegada del almirante al Centro Hegen. Y como nadie lo sabнa, nadie le daba crйdito. Ey, hola, soy un hйroe pero no puedo decir por quй. Es un secreto de Estado.
   Para Vorob'yev y casi para todo el mundo, el teniente Miles Vorkosigan era un oficial mбs de SegImp, con un padre de tendencias nepotistas que lo escondнa del mundo enviбndolo lejos a cumplir misiones de rutina. Un mutante.
   — Yo pensй que el golpe de la Alianza Hegen habнa sido lo bastante radical y sangriento como para que los ghemlores se quedaran tranquilos por un tiempo — dijo Miles-. Con todo el partido expansionista de los ghemoficiales en retirada y el ghemgeneral Estanis muerto por propia mano… fue por propia mano, verdad?
   — Un suicidio involuntario… sн — dijo Vorob'yev-. Estos suicidios polнticos cetagandanos pueden resultar muy confusos cuando el actor principal no quiere cooperar.
   — Treinta y dos heridas en la espalda… el peor caso de suicidio de la historia — murmurу Ivбn, claramente fascinado por los rumores que corrнan al respecto.
   — Exactamente, milord. — Vorob'yev entornу los ojos en un gesto seco y divertido-. Pero debido a las inseguras y cambiantes relaciones entre los ghemcomandantes y las distintas facciones secretas de hautlores, esas operaciones se desmienten con una frecuencia sorprendente. En este momento, la versiуn oficial para la invasiуn a Vervain es que se tratу de una desgraciada aventura sin autorizaciуn. Los oficiales que cometieron el error ya han recibido su castigo, muchas gracias.
   — Y cуmo describen la invasiуn cetagandana de Barrayar en tiempos de mi abuelo? — preguntу Miles-. Reconocimiento? Prueba de fuerza?
   — Cuando la mencionan, sн.
   — Una prueba de fuerza de veinteaсos? — preguntу Ivбn, sonriendo.
   — No suelen entran en detalles conflictivos.
   — Expuso usted a Illyan su punto de vista sobre las ambiciones cetagandanas en cuanto a Marilac? — preguntу Miles.
   — Sн, tenemos a su jefe perfectamente informado. Pero en la actualidad no se produce ningъn movimiento, nada que apoye mi teorнa… Por ahora, me limito a razonar. SegImp vigila los indicadores principales y nos mantiene al corriente.
   — No estoy… en eso — dijo Miles-. A pesar de que necesitarнa saberlo y todo eso…
   — Pero supongo que entiende el panorama estratйgico de la cuestiуn.
   — Ah, sн, eso sн.
   — Y… los rumores de las clases altas no siempre estбn tan guardados como debieran. Ustedes dos tal vez oigan algo interesante en la fiesta de hoy. Informen al jefe de protocolo, el coronel Vorreedi. Йl tambiйn les proporcionarб informaciуn en cuanto vuelva. Que йl decida despuйs quй es importante y quй no. — Control.Miles hizo un gesto a Ivбn, quien se encogiу de hombros como si reconociera la verdad de lo que habнa dicho su primo-. Ah, y traten de no soltar mбs informaciуn de la que reciban, eh?
   — Bueno, yo estoy tranquilo — dijo Ivбn-. No sй nada. — Sonriу con alegrнa. Miles tratу de no hacer una mueca de vergьenza o mascullar algo como Eso ya lo sabemos, Ivбn.
   Todas las delegaciones de los planetas exteriores se alojaban en la misma secciуn de la capital, asн que el viaje fue corto. El auto de superficie descendiу a nivel de la calle y redujo la velocidad. Entrу en el garaje del edificio de la embajada marilacana y se detuvo frente a una entrada profusamente iluminada, un escenario que parecнa menos subterrбneo de lo que era gracias a las superficies de mбrmol y las plantas decorativas que colgaban en tubos o macetas. El auto se abriу. Los guardias de la embajada de Marilac se inclinaron frente al grupo barrayarйs, que se dirigiу hacia los tubos elevadores. Ademбs de hacer reverencias, habнan examinado a los invitados discretamente con los rastreadores, de eso no cabнa duda alguna. Era evidente que Ivбn habнa tenido el acierto de dejar el destructor nervioso en el cajуn de su escritorio.
   Salieron del tubo elevador a un vestнbulo ancho que daba a varios niveles de бreas pъblicas conectadas, ya ocupadas por los invitados. El volumen de las conversaciones era alto e invitador. En el centro de la habitaciуn destacaba una gran escultura multimedia, una escultura real, no una proyecciуn. Una cascada de agua brillante caнa por una fuente que parecнa una montaсa pequeсa surcada de senderos por los que se podнa transitar. Unos copos irisados se arremolinaban en el aire sobre aquel laberinto en miniatura formando tъneles delicados. Por el color verde, Miles supuso que representaban las hojas de los бrboles de la Tierra incluso antes de acercarse lo suficiente como para distinguir los detalles realistas. En ese momento, los colores empezaron a cambiar, y pasaron de veinte verdes diferentes a amarillos, dorados, rojos y cobrizos brillantes. A medida que giraban parecнan formar esquemas fugaces, caras y cuerpos humanos, sobre un fondo de sonidos vibrantes como el de los carillones de viento. Pretendнan que hubiera caras y mъsica, o era sуlo un truco para que el cerebro del espectador proyectara imбgenes coherentes sobre el azar absoluto? Esa incertidumbre sutil atrajo a Miles.
   — Eso es nuevo — comentу Vorob'yev, atraнdo tambiйn-. Muy bonito… Eh, buenas noches, embajador Bernaux.
   — Buenas noches, lord Vorob'yev. — El anfitriуn de cabello plateado intercambiу una cordial inclinaciуn de cabeza con su colega de Barrayar-. Sн, nos gustу bastante. Es un regalo de un ghemlord local. Todo un honor. Se llama «Hojas de otoсo». Mi personal de cуdigos estuvo tratando de descifrar el nombre durante medio dнa y finalmente decidieron que significaba «Hojas de otoсo».
   Los dos hombres rieron. Ivбn sonriу sin entusiasmo: no entendнa del todo el chiste local. Vorob'yev los presentу formalmente al embajador Bernaux, que se atuvo a los rangos y a las edades con elaborada cortesнa. Les ofreciу una explicaciуn sobre los sitios donde se comнa y se excusу. Era el efecto «Ivбn», decidiу Miles con rabia. Subieron las escaleras hacia una de las mesas, y los embajadores, ahora que ellos estaban lejos, empezaron a intercambiar comentarios privados y complejos. Probablemente era sуlo amabilidad y contactos sociales, pero…
   Miles e Ivбn probaron los entrantes, refinados pero abundantes y fueron a buscar una bebida. Ivбn eligiу un prestigioso vino marilacano; Miles, consciente de la hoja labrada que llevaba en el bolsillo, prefiriу cafй solo. Se separaron con un gesto leve y circularon por la fiesta cada uno a su aire. Miles se reclinу sobre la barandilla que daba sobre el vestнbulo de los tubos elevadores. Tomу traguitos cortos de la taza frбgil que tenнa entre las manos y se preguntу dуnde estarнa oculto el circuito que mantenнa la temperatura del lнquido — ah, ahн, en el fondo, entretejido en el brillo metбlico del sello de la embajada marilacana-. «Hojas de otoсo» se estaba helando hacia el final de su ciclo. El agua de las fuentes se congelaba, o parecнa que se congelaba, convertida en hielo negro y silencioso. Los colores aйreos se desvanecieron hasta convertirse en amarillo sepia y gris plateado, colores de un atardecer invernal, y las figuras que formaban, si es que eran figuras, sugerнan desesperaciуn y muerte. La mъsica de campanillas se desvaneciу hasta convertirse en susurros discordantes, quebrados. No era un invierno de nieve y celebraciуn. Era el invierno de la muerte. Miles se estremeciу. Mierda, quй efectivo.
   Asн que… cуmo empezar a hacer preguntas sin revelar nada a cambio? Se imaginу acorralando a un ghemlord. Diga, alguno de sus ministros perdiу una llave en cуdigo con un sello como йste?No, no. Lo mejor era que sus… adversarios lo abordaran a йl, pero se estaban tomando demasiado tiempo y ya empezaba a aburrirse. Paseу la mirada sobre la multitud buscando hombres sin pestaсas… y no los encontrу.
   Ivбn ya habнa encontrado a una mujer hermosa. Miles parpadeу al advertir su extremada belleza. Era alta y delgada, la piel de las manos y la cara tan suave y delicada como la porcelana. Unas bandas enjoyadas le sujetaban el cabello rubio, casi blanco, a la altura del cuello y luego mбs abajo, en la cintura. La sedosa y brillante melena le llegaba casi a las rodillas. El vestido escondнa mбs de lo que mostraba, con capas y mбs capas de tela, mangas abiertas y chalecos que le llegaban a los tobillos. Los tonos oscuros de la ropa de las capas superiores acentuaban la palidez de la piel, y un brillo de seda cerъlea repetнa el azul de sus ojos. Era una ghemlady de Cetaganda, de eso no cabнa la menor duda: tenнa ese aire de gnomo que sugerнa la existencia de genes hautlord en el бrbol genealуgico. Tambiйn cabнa en lo posible que ella hubiera imitado ese aire mediante cirugнa y otras terapias, pero el arrogante arco de las cejas tenнa que ser autйntico.
   Miles oliу las feromonas del perfume de la mujer a mбs de tres metros de distancia. El perfume le pareciу innecesario. Ivбn ya estaba lanzado. Con un brillo de codicia en sus ojos oscuros, decantaba alguna historia en la que habнa tenido un papel heroico o al menos protagonista. Algo sobre ejercicios y entrenamiento, ah, claro, para enfatizar el estilo marcial barrayarйs. Venus y Marte, por supuesto. Pero ella estaba sonriendo, sн, sonriendo con las palabras de su primo.
   No era que Miles, por envidia, quisiera negarle a Ivбn su suerte con las mujeres. Simplemente le hubiera parecido bien que de vez en cuando, le correspondiera parte de las piezas sobrantes de la cacerнa. Aunque, segъn Ivбn, cada uno tenнa que labrarse su propia suerte. El adaptable ego de Ivбn podнa absorber una docena de rechazos esa noche con la esperanza de recibir el premio de una sonrisa al cabo de largo tiempo. Miles pensaba que йl se habrнa muerto de mortificaciуn en el Intento Nъmero Tres. Tal vez la razуn de esa sensibilidad era su naturaleza monуgama.
   Pero mierda, antes de pasar a mayores ambiciones, habнa que adquirir la monogamia y por ahora no habнa logrado unir ni una sola mujer a su maltrecha persona. Claro que sus tres aсos de operaciones secretas y todo el perнodo confinado en el ambiente masculino de la academia militar habнan limitado sus oportunidades.
   Bonita teorнa. Y por quй las mismas condiciones no habнan detenido a Ivбn?
    Elena…En el fondo seguнa deseando lo imposible? Miles juraba que no era tan exigente como Ivбn — no podнa permitнrselo-, pero incluso a esa hermosa ghem rubia le faltaba… quй? La inteligencia, el control, el alma de peregrina… Elena habнa elegido a otro, y probablemente habнa hecho bien. Ya era hora de seguir adelante y labrarse su propia suerte. Sin embargo, hubiera deseado que la idea no le pareciera tan difнcil.
   Al cabo de un instante se acercу un ghemlord desde el otro extremo de la habitaciуn, deteniйndose aquн y allн. Iba vestido de oscuro y con ropas muy amplias. Era joven, mбs o menos de su misma edad, calculу Miles. Tenнa la cabeza cuadrada, con pуmulos redondos y prominentes. Uno de ellos estaba maquillado con un adorno circular, una calcomanнa, notу Miles, un remolino estilizado de color que identificaba el clan y el rango. Era una versiуn reducida de la pintura que usaban algunos de los cetagandanos en la cara, una moda pasajera que los mayores no veнan con buenos ojos. Habнa venido a rescatar a su dama de las atenciones de Ivбn?
   — Lady Gelle — dijo y se inclinу levemente.
   — Lord Yenaro — contestу ella con una inclinaciуn de cabeza exactamente calculada, de lo cual Miles dedujo que: 1) ella tenнa un estatus superior al del hombre en la ghemcomunidad y que 2) йl no era el marido ni el hermano… Probablemente Ivбn estaba a salvo.
   — Veo que ya descubriу usted a los exуticos galбcticos que estaba buscando — dijo lord Yenaro.
   Ella le sonriу. El efecto fue deslumbrante y Miles descubriу que, a pesar de que nunca lo conseguirнa, estaba deseando que ella le sonriera. Lord Yenaro, sin duda inmunizado por una vida de exposiciуn a las ghemladies, parecнa indiferente.
   — Lord Yenaro, le presento al teniente lord Ivбn Vorpatril de Barrayar y… y… — La muchacha parpadeу como para indicar a Ivбn que debнa presentar a Miles, un gesto tan preciso e imperativo como si hubiera palmeado a Ivбn con un abanico.
   — Mi primo, el teniente lord Miles Vorkosigan. — Ivбn suministrу la informaciуn con suavidad, en el momento justo.
   — Alн… Ўlos enviados de Barrayar! — Lord Yenaro se inclinу mбs profundamente. Es un placer.
   Miles e Ivбn le devolvieron inclinaciones de cabeza no demasiado exageradas pero correctas. Miles se asegurу de que la suya fuera algo menos marcada que la de su primo, un detalle que probablemente no seria muy evidente desde donde se encontraba Yenaro.
   — Tenemos una relaciуn histуrica, usted y yo, lord Vorkosigan — dijo Yenaro-. Antepasados famosos. — El nivel de adrenalina de la sangre de Miles se disparу hacia el infinito. Ah, mierda, es pariente del ghemgeneral Estanis y piensa hacerle algo al hijo de Aral Vorkosigan-.Usted es el nieto del general Conde Piotr Vorkosigan, verdad?
   Ah. Historia, sн, pero antigua…,no reciente. Miles se relajу.
   — Cierto, cierto.
   — Yo soy, en cierto modo, su oponente. Mi abuelo fue el ghemgeneral Yenaro.
   — Ah, el malogrado comandante de la…? Cуmo la llaman ustedes? La… Expediciуn a Barrayar? El Reconocimiento?
   — El ghemgeneral que perdiу la Guerra de Barrayar — dijo Yenaro con toda claridad.
   — Pero Yenaro, le parece necesario abordar este tema? — dijo lady Gelle.
   Entonces, esa mujer querнa oнr el final de la historia de Ivбn? En serio? Miles habrнa podido contarle una mucho mбs graciosa, ambientada en la йpoca de maniobras de entrenamiento, cuando Ivбn habнa guiado a sus hombres directo hacia una zona de barro pegajoso. Se hundieron hasta la cintura y despuйs hubo que sacarlos a todos con una grъa— flotante…
   — No estoy a favor de la teorнa heroica del desastre — dijo Miles diplomбticamente-. El general Yenaro tuvo la desgracia de ser el ъltimo de cinco ghemgenerales que perdieron la Guerra de Barrayar y, por lo tanto, heredу todas las culpas.
   — Ah, muy bien expresado — murmurу Ivбn.
   Yenaro tambiйn sonriу.
   — Si no entendн mal, esa cosa en el vestнbulo es suya, verdad, Yenaro? — preguntу la chica, en un claro intento de cambiar de tema-. Un poco banal para su gente, no? A mi madre le gustу.
   — Es sуlo una pieza prбctica. — Una inclinaciуn irуnica de cabeza para esa crнtica velada-. A los marilacanos les encantу. La verdadera cortesнa considera los gustos del receptor. Tiene algunos niveles de sutileza que sуlo se aprecian cuando se camina por dentro.
   — Creнa que estaba especializado en concursos de perfumes.
   — Estoy ampliando mis intereses. Aunque sigo pensando que el olfato es un sentido mбs sutil que la vista. Cuando quiera, le prepararй una mezcla de perfumes, milady. Ese civeto— jazmнn que lleva hoy no combina bien con el estilo formal de los tres niveles de su vestido. Bueno, no deberнa decirlo, supongo que usted ya lo sabe…
   La sonrisa de ella se desvaneciу.
   — Usted cree?
   La imaginaciуn de Miles suministrу la mъsica de fondo, un quejido de espadas que se cruzan y un ЎToma eso, bribуn!Miles suprimiу una sonrisa.
   — Hermoso vestido — Intervino Ivбn con rapidez-. Huele usted muy bien.
   — mm, sн, y hablando de su deseo de lo exуtico — dijo lord Yenaro a lady Gelle-, sabнa que el nacimiento de lord Vorpatril fue biolуgico?
   Las suaves cejas de la chica se encontraron en el centro de su frente. En aquel rostro perfecto apareciу una levнsima arruga.
   — Todos los nacimientos son biolуgicos, Yenaro.
   — Ah, no es eso. Me refiero al tipo original de biologнa. Del cuerpo de su madre…
   — Eeeuuuu. — Lady Gelle frunciу la nariz, horrorizada-. Vamos,Yenaro, no sea desagradable… Mamб tiene razуn, un dнa de йstos usted y su grupito avant-gardeirбn demasiado lejos. Corre usted el peligro de convertirse en una persona poco recomendable… Eso cambiarнa mucho su fama. — El disgusto iba directamente contra Yenaro, pero Miles advirtiу que se alejaba un poco de Ivбn.
   — Cuando la fama nos evita, hay que conformarse con llamar la atenciуn — dijo Yenaro, encogiйndose de hombros.
   Yo nacн en un replicador. Miles pensу en decirlo con alegrнa, pero se contuvo. Locual demuestra que nunca se sabe. Si dejamos de lado el daсo cerebral, Ivбn tuvo mбs suerte que yo…
   — Buenas noches,lord Yenaro. — Ella sacudiу la cabeza y se fue con el aire de quien se despide para siempre.
   Ivбn parecнa destrozado.
   — Muy bonita, lбstima que no haya educado su mente… — murmurу Yenaro, como para acotar que el grupo estaba mejor sin esa compaснa femenina. No obstante, parecнa incуmodo.
   — Asн que… eligiу usted la carrera artнstica y no la militar, eh, lord Yenaro? — Miles tratу de romper el silencio.
   — Carrera? — Lord Yenaro esbozу una mueca-. No, sуlo soy un aficionado, por supuesto. Las consideraciones comerciales son la muerte del buen gusto. Pero espero convertirme en un artista de talla… a mi manera.
   Miles esperaba que eso no tuviera doble sentido. Siguieron la mirada de lord Yenaro que se elevaba por encima de la baranda hacia el vestнbulo hacia la fuente que brillaba mбs abajo.
   — Tiene que venir a verla por dentro. La vista es completamente distinta.
   Lord Yenaro era un hombre torpe, decidiу Miles. Ese exterior agrio y agresivo sуlo ocultaba el ego tembloroso y vulnerable de un artista.
   — Claro — dijo. Yenaro no necesitaba mбs. Sonriу, ansioso, y los condujo hacia las escaleras, explicбndoles alguna teorнa temбtica que demostraba la escultura. Justo en ese momento, Miles vio al embajador Vorob'yev que lo llamaba desde el otro lado del gran balcуn.
   — Discъlpeme usted, lord Yenaro. Ivбn, sigue tъ. Enseguida me reъno con vosotros.
   — Ah… — Yenaro pareciу momentбneamente decepcionado.
   Ivбn mirу escapar a su primo con un brillo airado en la mirada que prometнa una posterior venganza.
   Vorob'yev estaba de pie con una mujer, quien apoyaba la mano con familiaridad sobre el brazo del embajador. Tendrнa unos cuarenta y tantos, calculу Miles, de rasgos naturalmente atractivos y libres de cualquier retoque relacionado con la escultura artificial de rostros. Su vestido largo y las capas externas que lo adornaban eran una copia de la moda cetagandana, pero con detalles mucho mбs simples que los de la ropa de lady Gelle. No era cetagandana, pero los colores crema y rojo intenso y los tonos verdes de las capas de tela armonizaban con la misma gracia con su piel olivбcea y sus rizos oscuros.
   — Por fin le encuentro, lord Vorkosigan — dijo Vorob'yev-. Prometн presentarlo. Ella es Mia Maz, y trabaja para nuestros amigos de la embajada de Vervain. De vez en cuando colabora con nosotros. Se la recomiendo.
   Miles se puso firme ante la frase clave, sonriу y se inclinу ante la mujer vervani.
   — Encantado de conocerla. Y quй hace usted en la embajada de Vervain, seсora?
   — Soy jefa de asistentes de protocolo. Me especializo en etiqueta femenina.
   — Es una especialidad separada?
   — Aquн lo es… o deberнa serlo. Desde hace aсos vengo diciйndole al embajador Vorob'yev que deberнa contratar a una mujer para que se encargara de este tema.
   — Pero no hay ninguna con experiencia suficiente — suspirу Vorob'yev-, y tъ no aceptas el puesto… Aunque te lo he ofrecido muchas veces.
   — Bueno, contrate a una sin experiencia y pбguele para que la vaya adquiriendo — sugiriу Miles-. Milady aceptarнa la idea de tomar una alumna?
   — Me parece muy buena idea… — Vorob'yev parecнa impresionado. Maz alzу las cejas en un gesto de aprobaciуn-. Deberнamos discutirlo, Maz, pero tengo que hablar con Wilstar. Por ahн aparece: va directo a la comida. Con un poco de suerte, tal vez consiga atraparlo con la boca llena. Disculpen… — Ahora que ya los habнa presentado, Vorob'yev desapareciу… diplomбticamente (como siempre).
   Maz puso toda su atenciуn en Miles.
   — Aunque no acepte ese puesto,lord Vorkosigan, querнa decirle que si hay algo que podamos hacer por usted en la embajada de Vervain… cualquier cosa por el hijo y el sobrino del almirante Aral Vorkosigan en su visita a Eta Ceta… Todos nuestros recursos estбn a su disposiciуn.
   Miles sonriу.
   — No se lo diga a Ivбn: tal vez quiera que se lo ofrezca personalmente.
   La mujer siguiу la mirada de Miles por encima de la baranda, hacia donde Ivбn, alto como siempre, seguнa a lord Yenaro a travйs de la escultura. Sonriу con picardнa y se le formу un gracioso hoyuelo en la mejilla.
   — No hay problema — dijo.
   — Asн que… una ghemlady es tan distinta de un ghemlord como para merecer un estudio aparte… un estudio de tiempo completo, quiero decir… Admito que la mayorнa de las imбgenes que tenemos de los ghemlores en Barrayar se obtuvieron por una mira telemйtrica.
   — Hace dos aсos, me habrнa burlado de esta visiуn militarista, pero desde el intento de invasiуn cetagandana he empezado a apreciarla. En realidad, los ghemlores son tan parecidos a los Vor, que a mi entender usted los comprenderб mucho mejor que nosotros en Vervain. Los hautlores son… otra cosa. Y las hautladies son aъn mбs distintas. Apenas empiezo a comprenderlo.
   — Las mujeres de los hautlores viven tan… recluidas… hacen algo concreto? Quiero decir, nadie las ve jamбs, verdad? No tienen poder.
   — Tienen su propio tipo de poder. Sus бreas de control. Paralelas. No compiten con los hombres. Tiene sentido, pero no se molestan en explicбrselo a los extranjeros.
   — Es decir, a seres inferiores…
   — Eso tambiйn. — Otra vez apareciу el hoyuelo.
   — Asн que… es usted una autoridad en sellos, sнmbolos, marcas de los ghem y hautlores…? Yo reconozco unas cincuenta clanmarcas a primera vista, todas las insignias militares y los penachos de los cuerpos de lucha, pero sй que con eso no tengo ni para empezar.
   — Estoy bien informada. La estructura se organiza en varias capas y niveles. No puedo decir que los conozca todos, claro…
   Miles frunciу el ceсo, pensativo, despuйs decidiу aprovechar la ocasiуn. Esa noche no estaba pasando nada. Sacу la hoja del bolsillo y la alisу apretбndola contra la barandilla.
   — Conoce este sнmbolo? Lo vi en un… lugar poco habitual. Pero me sonу a ghem, o a haut… no sй si me entiende.
   Ella mirу con interйs el pбjaro con el pico abierto.
   — A primera vista, no lo reconozco. Pero tiene razуn, no cabe duda de que es de estilo cetagandano. Y antiguo… desde luego.
   Cуmo lo sabe?
   — Bueno, aunque es un sello personal y no una clanmarca, no estб enmarcado. Durante las ъltimas tres generaciones, todo el mundo hace sus marcas personales en cartuchos, con marcos cada vez mбs elaborados. Se puede determinar la dйcada por el diseсo del marco… o casi.
   — Ajб.
   — Si quiere, puedo tratar de identificarlo en mi material de consulta…
   — De verdad? Se lo agradecerнa mucho. — Miles plegу otra vez el papel y se lo entregу-. Ah… Y tambiйn le agradecerнa que no se lo mostrara a nadie…
   — Ah? — Ella dejу que la pregunta colgara en el aire… Ah?
   — Discъlpeme. Paranoia profesional. Yo… eh… — Se estaba metiendo en aguas peligrosas-. Es una costumbre.
   Por suerte, el regreso de Ivбn lo sacу del atolladero. La mirada prбctica de su primo habнa examinado los atributos de la mujer vervani y ahora sonreнa con atenciуn… tan feliz como con la ъltima muchacha y la siguiente. Y la otra. El ghemlord artista seguнa pegado a su hombro y Miles tuvo que presentarlos a los dos. Maz no conocнa a lord Yenaro.
   Frente al cetagandano, no repitiу el mensaje de gratitud vervani para con el clan Vorkosigan, pero se mostrу decididamente amistosa.
   — Deberнas ir con lord Yenaro a ver esa escultura — dijo Ivбn con rabia. Merece la pena, es una oportunidad ъnica…
   Yo la vi primero, carajo.
   — Sн, es muy bonita.
   — Estarнa usted interesado, lord Vorkosigan? — Yenaro parecнa ansioso y esperanzado.
   Ivбn se inclinу y susurrу al oнdo de Miles:
   — Fue un regalo de lord Yenaro a la embajada marilacana. No seas despectivo, Miles, ya sabes lo suspicaces que son estos cetagandanos con sus… obritas de arte…
   Miles suspirу y consiguiу esbozar una sonrisa interesada.
   — Claro, claro. Ahora?
   Se disculpу con Maz, la vervani. Realmente lo lamentaba. El ghemlord lo llevу por las escaleras hacia el vestнbulo y lo hizo detenerse a la entrada de la escultura para esperar que el ciclo empezara de nuevo.
   — Mi escasa preparaciуn estйtica no me permite emitir un juicio — comentу Miles de pasada, con la esperanza de que eso desviara la conversaciуn hacia otros temas.
   — Hay tan poca gente preparada para eso… — sonriу Yenaro-, pero claro, eso no les impide criticar…
   — De todas formas, me parece un logro tecnolуgico considerable. Provoca el movimiento con antigrav?
   — No. Los generadores serнan demasiado voluminosos y se desperdiciarнa energнa. La misma fuerza desarrolla el movimiento de las hojas y el cambio de color… o por lo menos eso me explicaron los tйcnicos.
   — Tйcnicos? Yo suponнa que usted habнa hecho todo esto con sus propias manos.
   Yenaro abriу las manos (pбlidas, delgadas, de dedos largos) y las mirу como si se sorprendiera de encontrarlas al final de los brazos.
   — Claro que no. Las manos se alquilan, se pagan. El diseсo es una obra del intelecto.
   — No estoy de acuerdo. Lo siento. Segъn mi experiencia, las manos forman parte del cerebro, casi como si fueran otro lуbulo cerebral. No es posible captar las cosas que no se conocen con las manos.
   — Veo que es usted una persona de conversaciуn amena, lord Vorkosigan. Si su agenda se lo permite, me gustarнa presentarle a mis amigos. Celebramos una recepciуn en casa dentro de dos noches… Cree usted que…?
   — Mmm, tal vez… — Dos noches despuйs no habнa ninguna ceremonia fъnebre… Serнa bastante interesante, una oportunidad para observar a los jovencitos de la casta de los ghemlores en su ambiente sin las inhibiciones que causaba en esa generaciуn la presencia de los mayores. Una mirada al futuro de Cetaganda-. Sн, por quй no»
   — Le mandarй una invitaciуn y las indicaciones para llegar. Ah. — Yenaro mirу la fuente, que de nuevo empezaba a mostrar la paleta de verdes veraniegos-. Ahora ya podemos entrar.
   A Miles el interior de la fuente no le pareciу muy distinto del exterior. En realidad, parecнa menosinteresante porque de cerca se perdнa la ilusiуn de que las hojas formaban imбgenes. La mъsica se oнa con mбs claridad, eso sн. Cuando los colores empezaron a cambiar, el volumen aumentу bruscamente en un crescendo.
   — No se pierda esto, vale la pena — dijo Yenaro, con evidente satisfacciуn.
   La escultura era interesante, lo bastante para que Miles tardara un momento en darse cuenta de que estaba sintiendoalgo: picazуn y calor en los hierros que le cubrнan las piernas, apoyados contra la piel. Intentу conservar la calma, pero el calor seguнa aumentando.
   Yenaro parloteaba con entusiasmo artнstico mientras seсalaba los diferentes efectos. Ahora, mire esto…Un remolino de colores brillantes frente a los ojos de Miles. Una sensaciуn evidente: un ardor insoportable en la piel de las piernas.
   Ahogу un grito y lo convirtiу en un gemido agudo. Logrу dominarse para no correr hacia el agua, pues sabнa que podнa electrocutarse… En los pocos segundos que le llevу salir del laberinto, el acero que le rodeaba las piernas alcanzу la temperatura de ebulliciуn del agua. Miles olvidу la dignidad, se tirу al suelo y tratу de arrancarse los hierros de las piernas. Cuando tocу el metal, se quemу las manos. Se sacу las botas de un tirуn, soltу los hierros y los lanzу a un lado. Se retorciу en posiciуn fetal, aullando de dolor. Los hierros le habнan dejado en las rodillas y tobillos unas marcas blancas y punzantes, con el borde en carne viva.
   Yenaro corrнa de un lado a otro, desesperado, pidiendo ayuda a pleno pulmуn. Miles levantу la vista y descubriу que era el centro de atenciуn de unas cincuenta personas sorprendidas e impresionadas, que miraban con horror sus frenйticos movimientos. Dejу de retorcerse y de maldecir y se quedу sentado, jadeando; el aire producнa un siseo profundo al salir por entre los dientes apretados.
   Ivбn y Vorob'yev se abrнan paso a codazos desde distintos lugares del salуn.
   — ЎLord Vorkosigan! Quй pasa? — preguntу Vorob'yev con urgencia.
   — Estoy bien — dijo Miles. No era cierto, pero йse no era ni el lugar ni el momento de entrar en detalles. Se volviу a poner los pantalones, para esconder las heridas.
   Yenaro tartamudeaba, desesperado.
   — Quй ha pasado? Quй… quй ha pasado? No tenнa ni idea… Estб usted bien, lord Vorkosigan? Ay, Dios… Dios…
   Ivбn se agachу y tocу uno de los hierros, aъn caliente.
   — Sн… quй diablos…?
   Miles pensу en la secuencia de sensaciones y en sus posibles causas. No se trataba de antigrav, nada importante para una persona que no padeciera sus problemas уseos, un truco que habнa pasado inadvertido ante las narices de Seguridad de la embajada marilacana. Habнan logrado esconderlo manteniйndolo a la vista de todos.
   — Un efecto de histйresis. Los cambios de color de la escultura obedecen a un campo magnйtico en reversiуn… un campo de nivel bajo. Para la mayorнa de la gente no constituye ningъn problema. Para mн, bueno, no fue tan horrendo como poner los brazos en un horno microondas pero… ya me entienden…
   Se puso en pie con una sonrisa. Ivбn, que parecнa muy preocupado, ya habнa recogido las botas y los hierros. Miles lo dejу con ellos en las manos. No querнa ni tocarlos. Se acercу a Ivбn tropezando con gesto de ciego y susurrу en el oнdo de su primo:
   — Sбcame de aquн. — Estaba temblando.
   Ivбn sintiу el estremecimiento en la mano que tenнa apoyada sobre el hombro de su primo. Lo mirу, hizo un gesto con la cabeza y avanzу rбpidamente entre la multitud de hombres y mujeres muy bien vestidos, algunos de los cuales ya se estaban retirando.
   El embajador Bernaux apareciу inmediatamente despuйs y agregу sus contritas disculpas a las de Yenaro.
   — Quiere usted pasar por la enfermerнa de la embajada, lord Vorkosigan? — le ofreciу
   — No. Gracias. Prefiero ir a casa. — Pronto, por favor.
   Bernaux se mordiу el labio y mirу a lord Yenaro, que seguнa disculpбndose.
   — Lord Yenaro. Lamento decirle que…
   — Sн, sн, apбguela enseguida, enseguida— dijo Yenaro-. Ordenarй a mis sirvientes que vengan a buscarla inmediatamente. No tenнa ni idea… le gustaba tanto a todo el mundo… tengo que volver a diseсarla. O destruirla, sн, la destruirй enseguida. Lo siento muchнsimo… Dios, quй vergьenza.
    Sн, vergonzoso?,pensу Miles. Un despliegue de sus debilidades fнsicas frente a un nutrido pъblico, justo cuando acababa de poner un pie en el planeta…
   — No, no, no la destruya — dijo el embajador Bernaux, horrorizado-. La haremos revisar por un ingeniero de seguridad y la modificaremos, o tal vez pondremos un cartel de advertencia…
   Ivбn reapareciу junto a la multitud que se dispersaba y levantу el pulgar frente a Miles. Despuйs de unos minutos terriblemente dolorosos de sutilezas sociales, Vorob'yev e Ivбn se las arreglaron para escoltarlo hacia el tubo elevador y luego hacia el auto de superficie de la embajada de Barrayar. Miles se arrojу en el asiento y se quedу ahн, con la cara retorcida de dolor, jadeando. Ivбn vio que temblaba, se sacу la guerrera y se la echу sobre los hombros. Miles no protestу.
   — De acuerdo, veamos los daсos — exigiу Ivбn. Apoyу una de las pantorrillas de Miles sobre su rodilla y enrollу la pernera del pantalуn-. Jo, esto tiene que ser muy doloroso.
   — Bastante — aceptу Miles.
   — No puede haber sido un intento de asesinato, eso no — dijo Vorob'yev, con los labios apretados, la mente febril, buscando respuestas.
   — No — confirmу Miles.
   — Segъn Bernaux, su gente examinу la escultura antes de instalarla. La registraron pero, claro, andaban buscando bombas y micrуfonos.
   — Seguro que la examinaron. Esa cosa no puede hacer daсo a nadie… excepto a mн…
   Vorob'yev seguнa el razonamiento sin dificultades.
   — Una trampa?
   — Demasiado elaborada, me parece — hizo notar Ivбn.
   — No estoy seguro — dijo Miles. Se supone que no debo estar seguro. Йsa es la gracia del asunto-.Tiene que haberles llevado dнas, tal vez semanas, prepararlo todo. Ni siquiera nosotros sabнamos que нbamos a venir hasta hace dos semanas. Cuбndo llegу ese trasto a la embajada marilacana?
   — Segъn Bernaux, anoche — dijo Vorob'yev.
    — Antes de que llegбramos nosotros.— Antes del pequeсo encuentro con el hombre sin cejas. No pueden estar relacionados… o sн?-. Desde cuбndo saben que asistirнamos a esta fiesta?
   — Las embajadas prepararon las invitaciones hace unos tres dнas — dijo Vorob'yev.
   — Muy poco tiempo para tratarse de una conspiraciуn — observу Ivбn.
   Vorob'yev lo pensу un poco.
   — Creo que tengo que aceptar su punto de vista, lord Vorpatril. Lo consideramos un desgraciado accidente entonces?
    — Por ahora — dijo Miles.No fue un accidente. Me tendieron una trampa. A mн, personalmente. Cuando llega la primera salva, hay que darse cuenta de que ha estallado la guerra.
   Excepto que, generalmente, uno conocнa las razones por las que se habнa declarado la guerra. La idea de jurar que no volverнan a atraparlo con la venda sobre los ojos era excelente, pero quiйn era el enemigo? Quiйn lo habнa atrapado esa primera vez?