Por supuesto, todos los informes mйdicos de Cordelia habнan quedado en Vorbarr Sultana, tras las lнneas enemigas. El mйdico de la base sacudiу la cabeza y pidiу un formulario nuevo en su panel de informes.
   — Lo siento, seсora Vorkosigan. Tendremos que comenzar por el principio. Le ruego que colabore conmigo. Tengo entendido que ha experimentado cierta clase de problemas femeninos.
   No, la mayor parte de mis problemas han sido por culpa de los hombres. Cordelia se mordiу la lengua.
   — Se me efectuу una transferencia placentaria, dйjeme ver… tres mбs… — Tuvo que contar con los dedos -. Hace unas cinco semanas.
   — Discъlpeme, їuna quй?
   — Di a luz mediante una operaciуn quirъrgica. No funcionу bien.
   — Ya veo. Cinco semanas desde el parto. — El hombre tomу nota -. їY cuбl es su queja actual?
   No me gusta Barrayar, quiero volver a casa, mi suegro trata de matar a mi hijo, la mitad de mis amigos han escapado para salvar la vida, no consigo diez minutos a solas con mi marido porque ustedes lo estбn consumiendo frente a mн, me duelen los pies, me duele la cabeza, me duele el alma… Era demasiado complicado. El pobre hombre sуlo querнa algo para anotar en el formulario, no un ensayo.
   — Cansancio — logrу decir Cordelia al fin.
   — Ah. — Se le iluminу el rostro y registrу este dato en su informe -. Fatiga posparto. Eso es normal. — Alzу la vista y la observу con atenciуn -. їHa considerado la posibilidad de iniciar un programa de ejercicios fнsicos, seсora Vorkosigan?

14

   — їQuiйnes son los hombres de Vordarian? — preguntу Cordelia a Aral con frustraciуn -. Hace semanas que estoy escapando de ellos, pero es como si sуlo los hubiese vislumbrado unos momentos por un espejo retrovisor. Se supone que uno debe conocer al enemigo. їDe dуnde proviene su interminable provisiуn de hombres?
   — Oh, no es interminable. — Aral esbozу una sonrisa y comiу otro bocado del guisado.
   Milagrosamente, al fin se encontraban a solas en el sencillo apartamento subterrбneo para oficiales superiores. Un ordenanza les habнa traнdo la cena en una bandeja, colocбndola sobre una mesa baja frente a ellos. Para alivio de Cordelia, entonces Aral habнa despedido al vacilante subordinado.
   Aral tragу el bocado y continuу.
   — їQuiйnes son? En su mayorнa, cualquiera que, en la cadena de mando, depende de algъn oficial que ha escogido el bando de Vordarian y no ha tenido el valor de desertar de su unidad para presentarse en alguna otra. La obediencia y la cohesiуn han sido profundamente inculcadas en estos hombres. Han aprendido que cuando las cosas se ponen difнciles, deben mantenerse unidos.
   Por lo tanto, el desgraciado hecho de que su superior los induzca a la traiciуn hace que se refugien aъn mбs en la uniуn con sus compaсeros. Ademбs — aсadiу con una sonrisa triste -, sуlo serб traiciуn si Vordarian pierde.
   — їY Vordarian estб perdiendo?
   — Mientras Gregor y yo sigamos con vida, no podrб vencer. — Asintiу con un gesto -. Vordarian me estб acusando de todos los crнmenes que se le ocurren. El mбs grave es el rumor que ha difundido sobre que he secuestrado a Gregor tratando de conseguir el imperio para mн. Supongo que con esto pretende descubrir el escondite de Gregor. Йl sabe que el emperador no estб conmigo. De lo contrario se habrнa sentido tentado de atacar la base con una bomba nuclear. Cordelia frunciу los labios.
   — їPues quй quiere? їCapturar a Gregor o matarlo?
   — Matarlo sуlo si no logra capturarlo. Cuando llegue el momento adecuado, yo mismo presentarй a Gregor en pъblico.
   — їPor quй no ahora?
   Aral se reclinу con un suspiro de fatiga, y apartу la bandeja sin terminar la comida.
   — Porque quiero ver cuбntos hombres de Vordarian logro atraer a mi bando antes del desenlace. Deserciуn no es el tйrmino correcto… regreso tal vez. No quiero inaugurar mi segundo aсo en funciones con cuatro mil ejecuciones militares. Por debajo de cierto grado, puede concederse un perdуn basado en el juramento de lealtad presentado a sus superiores. Pero quiero salvar a todos los oficiales superiores que pueda. Ademбs de Vordarian, ya hay cinco condes que no tendrбn salvaciуn. Maldito sea por haber iniciado esto.
   — їQuй estбn haciendo las tropas de Vordarian? їEsto es una guerra estбtica?
   — No del todo. Йl desperdicia su tiempo y el mнo, tratando de ganar algunas plazas fuertes como el depуsito de suministros en Marigrad. Eso nos conviene, ya que mantiene ocupados a los comandantes de Vordarian y no les permite pensar en lo que a nosotros nos preocupa verdaderamente: las fuerzas espaciales. ЎSi encontrara a Kanzian!
   — їTus servicios de informaciуn todavнa no lo han localizado? — El almirante Kanzian era uno de los dos hombres del alto mando barrayarйs a quienes Vorkosigan consideraba como sus superiores en estrategia. Kanzian era un especialista en operaciones espaciales; las fuerzas con base en el espacio tenнan gran fe en йl. «Nunca verб estiйrcol pegado a sus botas» lo habнa definido Kou, para diversiуn de Cordelia.
   — No, pero Vordarian tampoco lo tiene. Ha desaparecido. Pido a Dios que no haya muerto en algъn estъpido tiroteo callejero, y se encuentre enterrado en alguna parte sin identificaciуn. Serнa una terrible pйrdida.
   — їViajar al espacio servirнa de algo? їTe ayudarнa a influir sobre las fuerzas espaciales?
   — їPor quй crees que me tomo la molestia de controlar la base Tanery? He considerado los pros y los contras de trasladar el centro de operaciones a una nave. Creo que aъn no serнa conveniente; podrнa interpretarse como el primer paso de una fuga.
   Fugarse. Quй idea tan seductora. Lejos, lejos de toda esa demencia hasta que quedase reducida a la pequeсa pantalla de un vнdeo de noticias en la galaxia. Pero… їfugarse de Aral? Cordelia lo observу, reclinado en el sofб, mirando sin ver los restos de su cena. Un hombre maduro y fatigado con uniforme verde, sin ningъn atractivo en particular (exceptuando tal vez sus agudos ojos grises); un intelecto бvido en constante lucha interna con la agresiуn inducida por el miedo, ambos alimentados por toda una vida rebosante de extraсas experiencias. La experiencia barrayaresa.
   Deberнas haberte enamorado de un hombre feliz, si lo que buscabas era felicidad. Pero no, tuviste que ceder ante la soberbia belleza, del dolor…
   Los dos serнan como una sola carne. Quй literal se habнa vuelto esa antigua frase. Un pequeсo trozo de carne, prisionero tras las lнneas enemigas en una rйplica uterina, los unнa ahora como a hermanos siameses. Si el pequeсo Miles morнa, їese lazo quedarнa cortado?
   — їQuй… quй estamos haciendo respecto a los rehenes de Vordarian?
   Йl suspirу.
   — Eso es un hueso duro de roer. Despojado de todo lo demбs, cosa que poco a poco vamos logrando, Vordarian todavнa tiene prisioneros a mбs de veinte condes y a Kareen. Y a varios cientos de personas menos importantes.
   — їComo por ejemplo Elena?
   — Sн. Y sin olvidarnos de la misma ciudad de Vorbarr Sultana. Para lograr su salida del planeta, podrнa amenazar con atomizar la ciudad. He barajado la idea de negociar la cuestiуn y hacerlo asesinar mбs tarde. No puedo permitir que escape; serнa injusto con todos aquellos que ya han muerto por serme leales. їQuй pacto podrнa satisfacer a todas esas almas traicionadas? No.
   »Por lo tanto, estamos planeando incursiones de rescate para el desenlace. Cuando la deserciуn de hombres alcance un punto crнtico y Vordarian se sienta invadido por el pбnico. Mientras tanto, nos limitarnos a esperar. Cuando llegue el momento final… estarй dispuesto a sacrificar rehenes antes de permitir que Vordarian escape. — Su mirada fija adquiriу un brillo siniestro.
   — їIncluso a Kareen?
   їA todos los rehenes? їIncluso al mбs pequeсo?
   — Incluso a Kareen. Ella es una Vor. Lo comprenderб.
   — Es la mejor prueba de que yo no soy una Vor — dijo Cordelia tristemente -. No entiendo nada de toda esta… locura ritualizada. Creo que deberнais someteros a una terapia, hasta el ъltimo de vosotros.
   Йl esbozу una sonrisa.
   — їCrees que lograrнamos convencer a Colonia Beta para que nos envнe un batallуn de psicoanalistas como ayuda humanitaria? їA aquel con quien mantuviste esa discusiуn, tal vez?
   Cordelia emitiу un gruсido. Bueno, no se podнa negar que en abstracto, desde fuera, la historia de Barrayar adquirнa cierta belleza dramбtica. Un juego de pasiones. Sуlo cuando uno se acercaba descubrнa la estupidez de todo aquello, veнa disolverse el mosaico en pequeсas piezas que no casaban.
   Cordelia vacilу unos instantes y entonces preguntу:
   — їNos estamos dedicando al juego de los rehenes? — No estaba segura de querer escuchar la respuesta.
   Vorkosigan sacudiу la cabeza.
   — No. Йsa ha sido la tarea mбs difнcil de toda la semana: han venido a verme hombres que tienen mujeres e hijos en la capital y he debido mirarles a los ojos y decir «no». — Aral acomodу los cubiertos sobre la bandeja, colocбndolos en su posiciуn original, y aсadiу con tono reflexivo -: Pero ellos no tienen una visiуn lo bastante amplia. Por ahora, esto no es una revoluciуn, sino un simple golpe palaciego. Con excepciуn de algunos informantes, la poblaciуn se encuentra inerte u oculta. Vordarian estб apelando a la йlite de los conservadores, a los Vor mбs viejos, y al ejйrcito. Los condes no cuentan. La nueva tecnocultura en las escuelas estб formando a miles de plebeyos progresistas. Ellos son las mayorнas del futuro. Quisiera brindarles cierto mйtodo para distinguir a los buenos de los malos, aparte de unas franjas en el brazo. La persuasiуn moral es una fuerza mбs poderosa de lo que sospecha Vordarian. їQuй general de la vieja Tierra dijo que lo moral es a lo material como el tres es a cero? Oh, Napoleуn, йse fue. Fue una lбstima que no siguiera su propio consejo. Yo dirнa que como el cinco es a cero, para esta guerra en concreto.
   — ї Pero tus fuerzas se equilibran? їQuй me dices de lo material?
   Vorkosigan se encogiу de hombros.
   — Ambos tenemos acceso a las suficientes armas para destruir Barrayar. La potencia bйlica no es la cuestiуn principal. No obstante, mi legitimidad implica una enorme ventaja, ya que las armas deben ser manejadas por hombres. De ahн los intentos de Vordarian por socavar esa legitimidad acusбndome de haber secuestrado a Gregor. Me propongo desenmascarar su mentira.
   Cordelia se estremeciу.
   — Sabes, creo que no quisiera estar en el bando de Vordarian.
   — Oh, todavнa le quedan algunos recursos para vencer. Todos ellos incluyen mi muerte. Sin mн como lнder, el ъnico regente designado por el difunto Ezar, їquй queda para escoger? Las pretensiones de Vordarian serнan tan lнcitas como las de cualquier otro. Si me matara y lograra apoderarse de Gregor, o viceversa, lograrнa afianzar en gran medida su posiciуn. Hasta el prуximo golpe, y una sucesiуn de revueltas y asesinatos por venganza se irнa extendiendo indefinidamente en el futuro… — Aral entornу los pбrpados mientras imaginaba esta visiуn siniestra -. Йsta es mi peor pesadilla: que si perdemos la guerra, los enfrentamientos no cesarбn hasta que otro Dorca Vorbarra el Justo ponga fin a otro Siglo Sangriento. Dios sabe cuбndo. Francamente, no veo a ningъn hombre de ese calibre entre los de mi generaciуn.
   Consulta con el espejo, pensу Cordelia con expresiуn sombrнa.
   — Ah, por eso querнas que me visitase el mйdico primero — bromeу Cordelia con Aral esa noche. Cuando ella le hubo aclarado algunos puntos confusos, el mйdico la habнa examinado meticulosamente, cambiу su prescripciуn de ejercicio fнsico por descanso y le permitiу reanudar sus relaciones matrimoniales con prudencia. Aral sуlo sonriу y le hizo el amor como si fuese de cristal. Segъn Cordelia pudo comprobar esa noche, йl ya estaba prбcticamente recuperado del ataque con la soltoxina. Durmiу como un tronco, aunque resultу mucho mбs cбlido, hasta que su consola los despertу al amanecer. Seguramente se habнa producido alguna conspiraciуn militar para que no sonara mбs temprano. Cordelia pudo imaginar a algъn soldado diciendo a Kou: «Sн, dejemos que el Viejo disfrute de su primera noche, tal vez se ablande un poco…»
   No obstante, esta vez la fatiga la abandonу mбs pronto. En cuestiуn de un dнa, acompaсada por Droushnakovi, Cordelia estuvo levantada y se dedicу a explorar el lugar.
   Se encontrу con Bothari en el gimnasio de la base. El conde Piotr todavнa no habнa regresado, por lo que despuйs de presentar su informe a Aral el sargento tampoco tenнa nada que hacer.
   — Debo mantenerme entrenado — le explicу brevemente.
   — їHa dormido?
   — No mucho — respondiу йl, reanudando su carrera de forma compulsiva. A Cordelia le pareciу que se esforzaba demasiado, considerando el tiempo que habнa pasado sin entrenarse. Sudaba copiosamente, y ella le deseу suerte en silencio.
   Cordelia se puso al corriente sobre los detalles de la guerra interrogando a Aral y a Kou, y viendo los vнdeos de noticias. Quй condes eran aliados, quiйn era un rehйn conocido, quй unidades se desplegaban en ambos bandos y cuбles resultaban destruidas, dуnde se habнa llevado a cabo una batalla, cuбles habнan sido los daсos y quй comandantes volvнan a ser leales… datos sin ningъn poder. No mucho mбs que su intelectualizada versiуn de la interminable carrera de Bothari, y aъn mбs inъtil para distraer su mente de todos los horrores y desastres, pasados o inminentes, ante los cuales ella no podнa hacer absolutamente nada.
   Cordelia hubiera preferido que las cosas fueran mбs activas, como habнan sido uno o dos siglos atrбs. Imaginу a un tranquilo sabio del futuro mirбndola por un telescopio del tiempo, y mentalmente le hizo un gesto grosero. De todos modos, las historias militares que habнa leнdo omitнan la parte mбs importante; nunca decнan lo que les ocurrнa a los hijos de la gente.
   No… allн fuera eran todos bebйs. Eran hijos de sus madres pero vestidos con un uniforme negro. Una de las reminiscencias de Aral volviу a su memoria, con su voz profunda y aterciopelada. En aquella йpoca los soldados comenzaron aparecerme unos niсos…
   Cordelia se apartу de la consola de vнdeo y se dirigiу al baсo en busca de su medicaciуn para el dolor.
   Al tercer dнa se encontrу con el teniente Koudelka en un pasillo. Йl prбcticamente corrнa con pasos tambaleantes, y su rostro estaba ruborizado de entusiasmo.
   — їQuй ocurre, Kou?
   — Illyan estб aquн. ЎY ha traнdo consigo a Kanzian!
   Cordelia lo siguiу a toda prisa hasta una sala, seguida por Droushnakovi. Flanqueado por dos oficiales administrativos, Aral se hallaba sentado con las manos unidas sobre la mesa, escuchando atentamente. El comandante Illyan estaba sentado en el extremo de la mesa, meciendo una pierna al ritmo de su voz. Tenнa un vendaje amarillento en el brazo izquierdo. Estaba pбlido y sucio, pero sus ojos brillaban triunfantes, tal vez algo febriles. Vestнa unas ropas civiles que parecнan haber sido robadas de una lavanderнa, y luego usadas para bajar rodando una colina.
   Junto a Illyan se hallaba sentado un hombre mayor. Un oficial le entregу una copa, y Cordelia reconociу su contenido como sales de potasio con sabor a fruta para tratar el agotamiento metabуlico. El hombre probу la bebida y esbozу una mueca. Por lo visto hubiese preferido algo mбs anticuado para reanimarse, como por ejemplo un coсac. Bajo y rechoncho, canoso donde no estaba calvo, el aspecto del almirante Kanzian no resultaba muy marcial. Mбs bien parecнa un abuelo, pero un abuelo profesor e investigador. Su rostro traslucнa una profundidad intelectual que parecнa otorgar verdadero sentido a la frase «ciencia militar». Cordelia lo habнa conocido de uniforme, pero su aire de serena autoridad no parecнa afectado por las ropas civiles que debнan de proceder de la misma cesta que las de Illyan.
   —… y entonces pasamos la noche siguiente en la bodega — decнa Illyan -. La patrulla de Vordarian regresу por la maсana, pero… Ўseсora!
   Su sonrisa de bienvenida se mitigу por un destello culpable, al posar los ojos sobre su vientre plano. Cordelia hubiese preferido que continuara narrando sus aventuras con entusiasmo, pero su presencia pareciу amilanarlo, como si ella hubiera sido un fantasma de su mayor fracaso que apareciera justo en el banquete de la victoria.
   — Es una maravilla verlos a los dos, Simуn, almirante. — Intercambiaron un movimiento de cabeza; Kanzian se dispuso a levantarse, pero todos al mismo tiempo le hicieron gestos para que se sentase, y йl obedeciу con una expresiуn risueсa. Aral la llamу para que se acomodase a su lado.
   Illyan continuу en un estilo mбs resumido. Sus ъltimas dos semanas de jugar al escondite con las tropas de Vordarian no habнan sido muy distintas de las de Cordelia, aunque en el ambiente mucho mбs complejo de la capital capturada. De todos modos, bajo las palabras simples ella reconociу los terrores que ya conocнa. Illyan narrу su historia rбpidamente hasta que llegу al momento presente. De vez en cuando Kanzian asentнa con la cabeza, confirmando sus palabras.
   — Bien hecho, Simуn — dijo Vorkosigan cuando Illyan concluyу. Se volviу hacia Kanzian -. Muy bien hecho.
   Illyan sonriу.
   — Pensй que le gustarнa, seсor.
   Vorkosigan se volviу hacia Kanzian.
   — En cuanto se recupere, quisiera ponerle al corriente en el salуn tбctico, seсor.
   — Gracias. Desde que escapй del cuartel general, mi ъnica fuente de informaciуn han sido los noticiarios de Vordarian, aunque podнamos deducir muchas cosas por lo que veнamos. De paso, me ha parecido muy prudente su estrategia de moderaciуn. Ha funcionado bien hasta el momento, pero se encuentra cerca del lнmite.
   — Ya me habнa dado cuenta, seсor.
   — їQuй estб haciendo el almirante Knollys en la Estaciуn de Enlace Uno?
   — No responder a las llamadas. La semana pasada sus subordinados ofrecнan una colecciуn sorprendente de excusas, pero al fin quedу en evidencia su ingenuidad.
   — Ja. Me lo imagino. Debe de tener una colitis de уrdago. Apuesto a que no todas esas «indisposiciones» fueron mentira. Creo que comenzarй manteniendo una agradable charla con el almirante Knollys, sуlo йl y yo.
   — Se lo agradecerнa, seсor.
   — Conversaremos sobre la fatalidad del tiempo. Y sobre los defectos de un potencial comandante que basa toda su estrategia en un asesinato, aunque luego no logra llevarlo a cabo. — Kanzian frunciу el ceсo -. No estб muy bien pensada si un solo suceso puede cambiar el resultado de la guerra. Vordarian siempre ha tendido a precipitarse.
   Cordelia mirу a Illyan.
   — Simуn, mientras se encontraba atrapado en Vorbarr Sultana, їrecibiу alguna informaciуn sobre lo que ocurre en el Hospital Militar? їEn el laboratorio de Henri y Vaagen? — ї Sobre mi hijo?
   Йl sacudiу la cabeza con pesar.
   — No, seсora. — Illyan alzу la vista hacia Vorkosigan -. Seсor, їes cierto que el capitбn Negri ha muerto? Sуlo lo hemos oнdo en rumores y en las emisiones propagandistas de Vordarian. Aunque podrнa ser una mentira.
   — Por desgracia, Negri estб muerto — dijo Vorkosigan.
   Illyan se enderezу en su silla, alarmado.
   — їY el emperador tambiйn?
   — Gregor se encuentra a salvo.
   Illyan volviу a relajarse.
   — Gracias a Dios. їDуnde estб?
   — En alguna parte — respondiу Vorkosigan en tono cortante.
   — Oh. Sн, claro, seсor. Le ruego que me disculpe.
   — En cuanto haya pasado por la enfermerнa y por la ducha, Simуn, tengo algunas tareas de limpieza interna para usted — continuу Vorkosigan -. Quiero saber exactamente cуmo fue que Seguridad Imperial se vio sorprendida por el golpe de Vordarian. No tengo intenciуn de difamar a los muertos (y Dios sabe que el hombre pagу por sus errores) pero el antiguo sistema de Negri para dirigir Seguridad Imperial, con todas sus pequeсas cйlulas secretas compartidas ъnicamente por Ezar, debe volver a estructurarse desde la base. Hay que revisar cada componente y cada hombre antes de volver a organizarlo. Йsa serб su primera tarea como jefe de Seguridad Imperial, capitбn Illyan.
   El rostro pбlido y fatigado de Illyan cobrу un tinte verdoso.
   — Seсor… їusted quiere que ocupe el puesto de Negri?
   — Primero debe ordenarlo todo — le advirtiу Vorkosigan con frialdad -. Y sin tardanza. No puedo representar al emperador antes de que Seguridad Imperial estй en condiciones de custodiarlo.
   — Sн, seсor. — La voz de Illyan estaba ahogada por la sorpresa.
   Kanzian se levantу, rechazando la ayuda de un preocupado oficial. Aral apretу la mano de Cordelia bajo la mesa y se puso en pie para acompaсar al nuevo nъcleo de su Estado Mayor. Al salir, Kou se inclinу hacia Cordelia y le susurrу:
   — Las cosas van mejorando, їeh?
   Ella lo mirу con una sonrisa triste. Las palabras de Vorkosigan resonaron en su cabeza. Cuando la deserciуn de hombres alcance un punto crнtico y Vordarian se sienta invadido por el pбnico…
   Poco a poco, a medida que transcurrнa la semana, fue aumentando la cantidad de refugiados que llegaba a la base Tanery. Despuйs de Kanzian, lo mбs espectacular fue la huida del primer ministro Vortala del arresto domiciliario a que lo habнa sometido Vordarian. Llegу con varios hombres heridos y un relato espeluznante de sobornos, mentiras, persecuciones y tiroteos. Dos ministros imperiales de menor importancia tambiйn llegaron a la base, uno de ellos a pie. El бnimo general iba mejorando con cada apariciуn importante; la atmуsfera de la base se volviу elйctrica al acercarse el momento de la acciуn. En los pasillos ya no se preguntaba «їquiйn ha llegado?» sino «їquiйn ha llegado hoy?». Cordelia tratу de parecer animada por todos aquellos sucesos, ocultando sus temores para sн misma. Vorkosigan parecнa cada vez mбs complacido y mбs tenso al mismo tiempo.
   Tal como le habнan indicado, Cordelia se dedicу a descansar en las habitaciones de Vorkosigan. Muy pronto se sintiу con suficiente energнa para comenzar a golpear las paredes. Entonces intentу variar la prescripciуn con algunos ejercicios y flexiones (aunque prefiriу evitar los abdominales). Se encontraba considerando la posibilidad de unirse a Bothari en el gimnasio, cuando la consola zumbу.
   El rostro aprensivo de Koudelka apareciу en la pantalla.
   — Seсora, el regente solicita que se reъna con йl en la Sala de Reuniones Siete. Ha recibido algo que quiere que usted vea.
   Cordelia notу un nudo en el estуmago.
   — Estб bien. Ya voy.
   En la Sala de Reuniones Siete habнa varios hombres congregados alrededor de una videoconsola, debatiendo en voz baja. Varios oficiales, Kanzian, el ministro Vortala. Vorkosigan la mirу y le dirigiу una sonrisita forzada.
   — Cordelia, me gustarнa que me dieras tu opiniуn sobre una cosa que hemos recibido.
   — Muy halagador, pero… їquй clase de cosa?
   — El ъltimo informe especial de Vordarian tiene un nuevo giro. Kou, vuelve a pasar el vнdeo, por favor.
   Las emisiones propagandistas de Vordarian solнan ser objeto de burlas por parte de los hombres de Vorkosigan. En esta ocasiуn sus rostros reflejaban mбs gravedad.
   Vordarian apareciу en uno de los salones de la Residencia Imperial, el formal y sereno Salуn Azul. Ezar
   Vorbarra solнa realizar sus raras declaraciones pъblicas desde ese lugar. Vorkosigan frunciу el ceсo.
   Vordarian estaba sentado, vestido con su uniforme de gala, sobre un sofб de seda color marfil. La princesa Kareen estaba a su lado. Tenнa el cabello recogido por medio de unas peinetas con incrustaciones de joyas. Llevaba un impresionante vestido negro, serio y formal.
   Vordarian sуlo pronunciу una pocas palabras vehementes, solicitando la atenciуn de los espectadores. En el vнdeo apareciу la gran cбmara del Consejo de Condes en el castillo Vorhartung. La cбmara se acercу a un primer plano del lord Guardiбn de los Portavoces, vestido con todas sus galas reales. A juzgar por sus repetidas miradas en una direcciуn concreta, aparte de la cбmara debнa haber alguna otra cosa apuntada a la cabeza del lord Guardiбn. Cordelia imaginу a un hombre con un arma mortal, o tal vez todo un pelotуn, en ese punto invisible para ellos.
   El lord Guardiбn alzу un telegrama plбstico y comenzу:
   «Cito textualmente: debido al…» — Ў Ah, muy hбbil! — murmurу Vortala. Koudelka detuvo el vнdeo para decir: — їPerdуn, ministro?
   — Eso de «cito textualmente»… acaba de distanciarse de las palabras que estб a punto de leer en ese telegrama. La primera vez no me fijй. Bien, Georgos, bien — dijo Vortala a la figura paralizada -. Adelante, teniente. No pretendнa interrumpir.
   La imagen del holovнdeo continuу: «… vil asesinato del niсo emperador Gregor Vorbarra, y a la traiciуn de sus sagrados votos por parte del usurpador Vorkosigan, el Consejo de Condes declara al falso regente un traidor, lo degrada, lo despoja de sus poderes y lo considera proscrito. En este dнa, el Consejo de Condes confirma al conde comodoro Vidal Vordarian como Primer Ministro y regente en actividad para la princesa viuda Kareen Vorbarra, conformando un gobierno interino de emergencia hasta que se encuentre un nuevo heredero confirmado por el Consejo de Condes y el Consejo de Ministros en una asamblea plenaria.»
   Continuу con otras cuestiones legales mientras la cбmara recorrнa la habitaciуn.
   — Congele la imagen, Koudelka — pidiу Vortala, y moviу los labios mientras contaba -. ЎJa! Ni siquiera un tercio se encuentra presente. Ni siquiera se acerca al quorum. їA quiйn cree que engaсa?
   — Un hombre desesperado, unas medidas desesperadas — murmurу Kanzian mientras Koudelka pulsaba el control del holovнdeo.
   — Mira a Kareen — indicу Vorkosigan a Cordelia.
   La imagen regresу a Vordarian y la princesa. Vordarian continuу con un discurso tan hipуcrita que Cordelia necesitу unos momentos para descifrar que con la expresiуn «protector personal» Vordarian estaba anunciando un compromiso de matrimonio. Su mano se cerrу sobre la de Kareen, aunque continuу mirando a la cбmara. Ella alzу la mano para recibir un anillo, sin alterar su expresiуn serena. El vнdeo terminaba con una mъsica solemne. Fin. Afortunadamente les habнan ahorrado cualquier comentario postmуrtem; por lo visto, nadie preguntaba nada a los barrayareses de la calle hasta que los disturbios se hacнan tan ruidosos que nadie se atrevнa a ignorarlos.
   — їCуmo analizarнas la reacciуn de Kareen? — le preguntу Aral a Cordelia.
   Ella alzу las cejas.
   — їQuй reacciуn? їCуmo analizarla? ЎNo dijo ni una palabra!
   — Precisamente. їTe pareciу que estaba drogada? їO bajo coacciуn? їContaba con su consentimiento? їHan logrado engaсarla cor la propaganda de Vordarian o quй? — Frustrado, Vorkosigan observу la pantalla vacнa -. Kareen siempre ha sido reservada, pero йsta ha sido la actuaciуn mбs impenetrable que jamбs haya visto.
   — Pбselo otra vez, Kou — dijo Cordelia. Hizo que se detuviera en las mejores tomas de Kareen. Estudiу su rostro con la imagen congelada, apenas menos animado que cuando estaba en movimiento -. No parece aturdida ni bajo el efecto de un sedante. Y no mira a un lado como el Portavoz.
   — їNadie la amenaza con un arma? — preguntу Vortala.
   — O tal vez simplemente no le importe — sugiriу Cordelia.
   — їConsentimiento o compulsiуn? — repitiу Vorkosigan.
   — Tal vez ninguna de las dos cosas. Se ha enfrentado a esta clase de disparates durante toda su vida adulta… їquй esperбis de ella? Sobreviviу a tres aсos de matrimonio con Serg, antes de que Ezar la amparara. Tuvo que ser una verdadera experta en saber quй cosas debнa callar y cuбndo hacerlo.
   — Pero someterse pъblicamente a Vordarian… si lo considera responsable por la muerte de Gregor…
   — Sн, їquй cree ella? Si realmente piensa que su hijo estб muerto (aunque no crea que tъ lo hayas matado), entonces sуlo queda velar por su propia supervivencia. їPara quй arriesgarla por una futilidad dramбtica, si eso no ayudarнa a Gregor? їQuй te debe ella a ti, a todos nosotros en realidad? Por lo que ella sabe, le hemos fallado.
   Vorkosigan esbozу una mueca de disgusto. Cordelia continuу.
   — Vordarian ha estado controlando su acceso a la informaciуn, sin duda. Hasta puede haberla convencido de que estб triunfando. Ella es una superviviente; hasta el momento ha logrado sobrevivir a Serg y a Ezar. Tal vez se proponga sobreviviros a ti y a Vordarian tambiйn. Quizб crea que su ъnica venganza sea vivir lo suficiente para escupir sobre las tumbas de todos vosotros.
   Uno de los oficiales de estado murmurу:
   — Pero es una Vor. Su obligaciуn era oponerse a йl.
   Cordelia lo favoreciу con una sonrisa radiante.
   — Oh, pero nunca se sabe lo que piensa una mujer barrayaresa por lo que dice delante de los hombres. Aquн la sinceridad no es particularmente apreciada, їsabe?
   El hombre le dirigiу una mirada inquieta. Drou esbozу una sonrisa amarga. Vorkosigan emitiу una risita. Koudelka parpadeу.
   — Entonces, Vordarian se ha cansado de esperar y se designa regente a sн mismo — murmurу Vortala.
   — Y Primer Ministro — seсalу Vorkosigan.
   — Estб ansioso.
   — їPor quй no ha tratado de conseguir directamente el imperio? — preguntу el oficial.
   — Estб tanteando el terreno — le respondiу Kanzian.
   — Figura mбs adelante en el guiуn — opinу Vortala.
   — O tal vez antes, si lo forzamos un poco — sugiriу Kanzian -. El ъltimo paso fatal. Debemos considerar la posibilidad de empujarlo un poco.
   — No podremos esperar mucho mбs — dijo Vorkosigan con firmeza.
   El rostro espectral de Kareen permaneciу fijo en la mente de Cordelia todo ese dнa, y regresу cuando despertу a la maсana siguiente. їQuй pensaba Kareen? їQuй sentнa, en realidad? Tal vez estaba aturdida, tal como sugerнa la evidencia. Tal vez esperaba una oportunidad. Tal vez se habнa entregado a Vordarian.
   Si supiera en quй creнa, sabrнa lo que estб haciendo. Si supiera quй estaba, haciendo, sabrнa en quй cree. Demasiadas incуgnitas en esta ecuaciуn. Si yo fuera Kareen… їЙsta serнa una analogнa vбlida? їCordelia podнa comparar su razonamiento con el de otra persona? їPodнa hacerlo alguien? Ella y la princesa se parecнan en algunas cosas: ambas eran mujeres de edades similares, madres de hijos en peligro… Cordelia cogiу el zapato de Gregor que estaba entre sus escasas pertenencias montaсesas y empezу a darle vueltas. Mamб tirу para que fuese con ella, y entonces fue cuando perdн mi zapato. Ella se lo quedу en la mano. Tendrнa que haberlo atado mбs fuerte… Tal vez debiese confiar en su propio criterio. Tal vez supiese exactamente lo que pensaba Kareen.
   Cuando la consola zumbу, cerca de la hora en que lo habнa hecho el dнa anterior, Cordelia corriу a responder. їUn nuevo mensaje de la capital, una nueva evidencia, algo para quebrar ese cнrculo irracional? Pero el rostro que se materializу en la pantalla no fue el de Koudelka, sino el de un desconocido, con una insignia de Inteligencia en el cuello.
   — їSeсora Vorkosigan? — comenzу con deferencia.
   — їSн?
   — Soy el mayor Sircoj, oficial de servicio en la entrada principal. Mi tarea es examinar a cada persona nueva que llega, hombres que han abandonado unidades traidoras para unirse a nosotros, y registrar cualquier nueva informaciуn que hayan traнdo. Hace media hora apareciу un hombre que afirma haber escapado de la capital, pero se niega a someterse a un interrogatorio voluntario. Hemos confirmado su afirmaciуn de que ha sido condicionado para rechazar el pentotal… si tratamos de inyectarlo, lo mataremos. Йl insiste en hablar con usted. Podrнa ser un asesino.
   El corazуn de Cordelia comenzу a latir con fuerza.
   Se inclinу hacia el holovнdeo como si hubiese podido meterse en йl.
   — їTrae algo consigo? — preguntу con agitaciуn -. їAlgo como una caja de medio metro de altura, con muchas luces parpadeantes? їAlgo misterioso capaz de poner nervioso a cualquier guardia? ЎSu nombre, mayor!
   — Solamente trae las ropas que lleva puestas. No se encuentra en muy buena forma. Se llama Vaagen. Capitбn Vaagen.
   — Irй ahora mismo.
   — ЎNo, seсora! El hombre prбcticamente delira. Podrнa ser peligroso. No puedo permitir que…
   Ella lo dejу hablando en una habitaciуn vacнa. Droushnakovi tuvo que correr para alcanzarla. Cordelia llegу a las oficinas de seguridad en la entrada principal en menos de siete minutos, y se detuvo en el pasillo para recuperar el aliento. Para recuperar el alma, que deseaba salir volando por su boca. Calma. Calma. Al parecer los desvarнos no eran el mejor modo de aproximarse a Sircoj.
   Cordelia alzу el mentуn y entrу en la oficina.
   — Diga al mayor Sircoj que la seсora Vorkosigan se encuentra aquн para verlo — ordenу al secretario, quien alzу las cejas impresionado y se inclinу sobre su consola.
   Sircoj tardу lo que a Cordelia le parecieron interminables minutos en aparecer. Finalmente abriу una puerta.
   — Debo ver al capitбn Vaagen.
   — Seсora, podrнa ser peligroso. — Sircoj comenzу exactamente donde ella lo habнa interrumpido -. Podrнa estar programado de algъn modo imprevisto.
   Cordelia considerу la posibilidad de cogerlo por el cuello y apretar hasta que entrara en razуn, pero no le pareciу prбctico. Respirу hondo.
   — їQuй me permitirб hacer? їAl menos puedo verlo por vнdeo?
   Sircoj pareciу pensativo. — Eso estarнa bien. Sн, de acuerdo. La llevу a otra habitaciуn y encendiу un monitor. Ella exhalу con un pequeсo gemido.
   Vaagen estaba solo en una sala de espera, caminando de una pared a la otra. Vestнa el pantalуn verde de su uniforme y una camisa blanca muy sucia. No se parecнa en nada al cientнfico apuesto y enйrgico que ella habнa visto por ъltima vez en el laboratorio del hospital. Tenнa unas marcas violetas alrededor de los ojos, y uno de sus pбrpados estaba muy hinchado. Caminaba completamente encorvado. Sucio, agotado, con los labios hinchados…
   — ЎLlamen a un mйdico para ese hombre! — Cordelia comprendiу que habнa gritado al ver que Sircoj saltaba.
   — Ya lo han examinado. Su vida no corre peligro. Podremos comenzar a tratarlo en cuanto haya pasado las pruebas de seguridad — se obstinу Sircoj.
   — Entonces, comunнquelo conmigo — dijo Cordelia con los dientes apretados -. Drou, ve a llamar a Aral. Dile lo que estб ocurriendo.
   Sircoj pareciу preocupado al oнr sus palabras, pero se aferrу con valentнa a sus procedimientos. Mбs segundos interminables mientras alguien se acercaba al prisionero y lo llevaba a una consola.
   Al fin su rostro apareciу en la pantalla; Cordelia pudo ver sus propios ojos reflejados en la apasionada intensidad de los de Vaagen. Comunicados al fin.
   — ЎVaagen! їQuй ha ocurrido?
   — ЎSeсora!
   — Apretу sus manos temblorosas -. Esos idiotas, esos estъpidos ignorantes… — balbuceу, pero entonces contuvo el aliento y volviу a comenzar de forma rбpida y concisa, como si temiese que lo privasen de su imagen en cualquier momento -. Al principio pensamos que estarнamos bien. Ocultamos la rйplica en el Hospital Militar, pero nadie vino a buscarlo. Permanecimos escondidos, turnбndonos para dormir en el laboratorio. Entonces Henri logrу sacar a su esposa de la ciudad, y ambos permanecimos allн. Tratamos de continuar los tratamientos en secreto. Pensamos que lograrнamos aguantar hasta que viniesen a rescatarnos. El desenlace tenнa que llegar, de un modo o de otro…
   »Casi habнamos dejado de esperarlos, pero al fin llegaron. Fue… ayer. — Se pasу una mano por el cabello como si buscara alguna conexiуn entre el tiempo verdadero y el tiempo de la pesadilla, donde los relojes enloquecнan -. La patrulla de Vordarian. Vinieron a buscar la rйplica. Nosotros cerramos el laboratorio, pero ellos entraron por la fuerza. Nos exigieron que la entregбramos. Nos negamos… nos negamos a hablar, y no podнan inyectarnos a ninguno de los dos. Por lo tanto, nos golpearon. A йl lo mataron a golpes, como a una escoria de la calle, como si no fuese nadie… toda esa inteligencia, toda esa educaciуn, toda esa promesa desperdiciada, aplastada por un retrasado mental que lo golpeaba con la culata de un arma… — Las lбgrimas corrнan por su rostro. Cordelia permaneciу pбlida y petrificada, sufriendo un fuerte deja vu imperfecto. Habнa imaginado mil veces la escena del laboratorio, pero nunca habнa visto al doctor Henri muerto en el suelo, ni a Vaagen desmayado a golpes.
   — Entonces irrumpieron en el laboratorio. Todo, todos los informes de tratamientos. Todo el trabajo de Henri sobre quemaduras… ha desaparecido. No tenнan por quй hacer eso. ЎTodo ha desaparecido por nada! — Su voz se quebrу, ronca de furia.
   — їY… y encontraron la rйplica? їLa vaciaron? — Cordelia podнa verlo; lo habнa imaginado una y mil veces, volcбndose…
   — Al fin la encontraron. Pero se la llevaron. Y entonces me dejaron en libertad. — Vaagen sacudiу la cabeza.
   — Se la llevaron — repitiу Cordelia con estupor. їPor quй? їQuй sentido tenнa llevarse la tecnologнa sin los tйcnicos? -. Y lo dejaron en libertad para que corriera a nosotros, supongo. Para que nos trajera la noticia.
   — Exactamente, seсora.
   — їAdonde cree que la llevaron?
   La voz de Vorkosigan hablу a su lado.
   — A la Residencia Imperial, probablemente. Los mejores rehenes se encuentran allн. Harй que comiencen a trabajar en ello. — Permaneciу con los pies plantados en el suelo, y el rostro gris -. Parece que no somos el ъnico bando que incrementa la presiуn.

15

   Dos minutos despuйs de que Vorkosigan llegara a la entrada principal de seguridad, tendieron al capitбn Vaagen sobre una camilla flotante y lo enviaron camino a la enfermerнa, mientras se solicitaba la presencia del traumatуlogo principal de la base. Cordelia reflexionу amargamente sobre la naturaleza de la cadena de mando; todas las verdades, las razones y las necesidades apremiantes no alcanzaban para que alguien ajeno a esa cadena impartiese una orden ocasional.
   Cualquier otro interrogatorio al cientнfico deberнa aguardar a que hubiese recibido tratamiento mйdico. Vorkosigan empleу el tiempo para informar a Illyan y a su departamento sobre el nuevo problema. Cordelia en cambio sуlo pudo distraerse caminando en cнrculos por la sala de espera de la enfermerнa. Droushnakovi la observу preocupada, aunque no cometiу la tonterнa de ofrecerle palabras de consuelo que ambas sabнan absurdas.
   Al fin el traumatуlogo apareciу para anunciar que Vaagen estaba consciente, y que se encontraba lo bastante orientado como para someterse a un breve — enfatizу la palabra «breve» — interrogatorio. Aral llegу, seguido por Koudelka e Illyan, y todos entraron en la habitaciуn para encontrar a Vaagen en una cama, con un parche en el ojo y conectado a una sonda.
   La voz ronca y fatigada de Vaagen aсadiу algunos detalles espeluznantes, pero nada que cambiara trascendentalmente el primer resumen que habнa ofrecido a Cordelia.
   Illyan lo escuchу con mucha atenciуn.
   — Nuestra gente de la Residencia lo ha confirmado — dijo cuando Vaagen guardу silencio, deprimido -. Al parecer la rйplica llegу ayer, y la han instalado en el ala mбs custodiada, cerca de las habitaciones de Kareen. Nuestros partidarios no saben quй es, y suponen que se trata de algъn tipo de artefacto, tal vez una bomba, para destruir la Residencia con todos sus habitantes en la batalla final.
   Vaagen emitiу un gruсido, tosiу y esbozу una mueca de dolor.
   — їAlguien la estб cuidando? — Cordelia formulу la pregunta que, hasta el momento, nadie habнa formulado -. їUn mйdico, un tйcnico, alguien?
   Illyan frunciу el ceсo.
   — No lo sй, seсora. Puedo tratar de averiguarlo, pero con cada comunicaciуn pongo en peligro a nuestra gente de allн
   — Hum.
   — De todos modos, el tratamiento ha sido interrumpido — murmurу Vaagen mientras jugueteaba con el borde de la sбbana -. Se ha ido al diablo.
   — Tengo entendido que ha perdido sus notas, pero… їpodrнa reconstruir su trabajo? — preguntу Cordelia tнmidamente -. Quiero decir… si recuperara la rйplica. їPodrнa empezar donde lo dejу?
   — Para cuando logrбramos recuperarla, ya no estarнa donde lo dejamos. Y yo no llevaba todo el asunto. Una parte era responsabilidad de Henri.
   Cordelia respirу hondo.
 
   — Segъn recuerdo, estas rйplicas portбtiles de Escobar cumplнan un ciclo de dos semanas. їCuбndo cargу por ъltima vez la energнa? їCuбndo cambiу los filtros e introdujo los nutrientes?
   — La cйlula de energнa tiene carga para varios meses — la corrigiу Vaagen -. Con los filtros habrб mбs problemas. De todas formas, la soluciуn nutriente serб el primer factor limitativo. A su ritmo metabуlico estimulado, el feto morirнa de hambre un par de dнas antes de que el sistema quedase obturado por los excrementos. Aunque una averнa en los mecanismos podrнa causar la obturaciуn mucho antes.
   Cordelia evitу la mirada de Aral y continuу con la vista fija en Vaagen, quien la miraba con su ъnico ojo sano y transmitнa un dolor que iba mбs allб de lo fнsico.
   — їCuбndo fue la ъltima vez que usted y Henri realizaron el servicio de la rйplica?
   — El catorce.
   — Quedan seis dнas — susurrу Cordelia, consternada.
   — Respecto… a eso. їQuй dнa es hoy? — A Cordelia le doliу el corazуn al ver que ese hombre, habitualmente tan seguro de todo, miraba a su alrededor, desorientado.
   — El lнmite de tiempo sуlo se aplica si nadie le estб brindando los cuidados precisos — intervino Aral -. El mйdico de la Residencia, el que atiende a Kareen y a Gregor… їno notarб que se requieren sus servicios?
   — Seсor — dijo Illyan -, se nos ha informado de que el mйdico de la Princesa muriу en el primer dнa de luchas en la Residencia. Ya he tenido dos confirmaciones… debo considerarlo un dato cierto.
   — Podнan dejar morir a Miles por pura ignorancia — comprendiу Cordelia -. O matarlo intencionadamente. — Incluso uno de sus partidarios secretos, guiado por la heroica intenciуn de desactivar una bomba, podнa ser una amenaza para su hijo.
   Vaagen se retorciу entre las sбbanas. Aral mirу a Cordelia y le hizo una seсa para que se dirigiese a la puerta.
   — Gracias, capitбn Vaagen. Nos ha brindado un extraordinario servicio. Mбs allб de su deber.
   — A la mierda con el deber — murmurу Vaagen -. Se ha ido al carajo… malditos ignorantes…
   Todos se fueron para permitir que Vaagen iniciase su recuperaciуn, y Vorkosigan pidiу a Illyan que fuese a ocuparse de sus mъltiples tareas.
   Cordelia se dirigiу a Aral.
   — ї Y ahora, quй?
   Йl tenнa la boca tensa y la mirada algo ausente mientras su mente realizaba cбlculos. Los mismos que efectuaba ella, comprendiу Cordelia, complicados por mil factores mбs debido a su posiciуn.