Segъn Aral, la economнa de Barrayar era muy prуspera a pesar de las pйrdidas sufridas en la ъltima guerra. En esta ocasiуn la superficie del planeta no habнa sufrido ningъn daсo. El terramorfismo del segundo continente abrнa nuevas fronteras cada dнa, y cuando Sergyar, el nuevo planeta, estuviese listo para la colonizaciуn, el efecto se triplicarнa. Faltaba mano de obra en todas partes, y los salarios subнan. Se consideraba que en Barrayar faltaba poblaciуn. Vorkosigan decнa que la situaciуn econуmica era un obsequio de los dioses, en un sentido polнtico. Cordelia pensaba lo mismo, pero por motivos mбs personales: multitudes de pequeсos Vorkosigan…
   Podнa tener una hija. No sуlo una, sino dos… Ўhermanas! Cordelia nunca habнa tenido una hermana. La esposa del capitбn Vorpatril tenнa dos, segъn le habнa dicho.
   Cordelia habнa conocido a la seсora Vorpatril en una de las raras veladas polнtico-sociales en la Residencia Vorkosigan. El personal de la casa habнa organizado y asistido al evento. Cordelia sуlo habнa tenido que presentarse apropiadamente vestida (habнa adquirido mбs ropa), sonreнr mucho y mantener la boca cerrada. Lo que hizo fue escuchar fascinada, tratando de comprender aъn mбs acerca de cуmo funcionaban las cosas allн. Alys Vorpatril tambiйn estaba embarazada. Lord Vorpatril las habнa presentado para luego marcharse rбpidamente. Naturalmente, hablaron de la experiencia que ambas compartнan. La seсora Vorpatril se habнa quejado mucho por las molestias que estaba sufriendo. Cordelia decidiу que ella debнa de ser afortunada; la medicina para evitar las nбuseas, la misma fуrmula quнmica que utilizaban en casa, funcionaba bien, y ella sуlo se sentнa cansada, no por el peso del bebй, que aъn era diminuto, sino por la sorprendente carga metabуlica «Orinar para dos», tal como lo describнa Cordelia. Bueno, despuйs de haber estudiado matemбtica espacial de espacio cinco, їtan difнcil podнa ser la maternidad?
   Sin considerar las horribles historias obstйtricas susurradas por Alys, por supuesto. Hemorragias, ataques, problemas de riсуn, lesiones en el parto, interrupciуn del aporte de oxнgeno al cerebro del feto, criaturas cuyas cabezas habнan crecido mбs allб del diбmetro pйlvico y trabajos de parto espasmуdicos que habнan causado la muerte tanto de la madre como del niсo… Las complicaciones mйdicas sуlo constituнan un problema si el momento del parto encontraba a la mujer sola en un lugar aislado, y con el tropel de guardias que la rodeaban resultaba bastante difнcil que eso le ocurriese a ella. їBothari como comadrona?, pensу con un estremecimiento.
   Cordelia se girу en el sillуn del jardнn y frunciу el ceсo. Ah, la primitiva medicina de Barrayar. Era cierto que las madres habнan parido durante cientos de miles de aсos, antes de que comenzaran los vuelos espaciales, con menos ayuda de la que habнa allн. De todos modos, no podнa evitar preocuparse.
   Tal vez deberнa ira casa para el parto.
   No. Ahora era una barrayaresa, y habнa prestado juramento como el resto de los lunбticos. El viaje demoraba dos meses. Y ademбs, hasta donde ella sabнa, allн todavнa estaba pendiente una orden de arresto contra ella, acusбndola de deserciуn militar, sospecha de espionaje, fraude, violencia… probablemente habнa hecho mal al tratar de ahogar en su acuario a aquel estъpido psiquiatra del ejйrcito. Cordelia suspirу al recordar su apresurada partida de la Colonia Beta. їSe limpiarнa su nombre alguna vez? No, mientras los secretos de Ezar se mantuviesen guardados en cuatro cabezas, desde luego.
   No. Colonia Beta estaba cerrada para ella, la habнa expulsado. Barrayar no tenнa ningъn monopolio en lo que se referнa a estupidez polнtica, de eso estaba segura. Podrй arreglбrmelas en Barrayar. Junto a Aral. Por supuesto que sн.
   Era hora de entrar. El sol le estaba produciendo un ligero dolor de cabeza.

4

   A pesar de lo que habнa pensado al principio, a Cordelia no le resultу tan difнcil tratar al tropel de guardias personales que circulaban por su casa. Ella en Estudios Astronуmicos Betaneses y Vorkosigan en el servicio militar de Barrayar, ambos habнan aprendido lo que era la convivencia. Cordelia no necesitу mucho tiempo para comenzar a conocer a las personas de uniforme y a tratarlos en sus propios tйrminos. Los guardias formaban un grupo de jуvenes animosos, elegidos por su servicio y orgullosos de ello. Aunque cuando Piotr tambiйn se encontraba en la casa con todos sus hombres de librea, incluyendo a Bothari, se acentuaba la sensaciуn de estar viviendo en un cuartel.
   Fue el conde quien sugiriу un torneo informal de combate cuerpo a cuerpo entre los hombres de Illyan y los suyos. A pesar de que el comandante de seguridad murmurу algo vago sobre efectuar un entrenamiento gratuito a expensas del emperador, montaron un cuadrilбtero en el jardнn trasero y la contienda se convirtiу en una tradiciуn semanal. Hasta Koudelka intervenнa como juez y arbitro, con Piotr y Cordelia como pъblico. Para satisfacciуn de esta ъltima, Vorkosigan asistнa siempre que se lo permitнan sus obligaciones; Cordelia sentнa que йl necesitaba descansar de la rutina a la cual se veнa sometido por su trabajo.
   Una soleada maсana de otoсo, asistida por su doncella, Cordelia se estaba acomodando en el sillуn del jardнn para presenciar el espectбculo, cuando de pronto observу: — їY tъ por quй no participas, Drou? Sin duda te conviene la prбctica tanto como a ellos. La excusa para iniciar esta costumbre fue que todos debнan mantenerse en buena forma.
   Droushnakovi mirу con anhelo el cuadrilбtero, pero dijo:
   — Nadie me ha invitado, seсora. — Alguien ha cometido un descuido imperdonable. Ya verбs, ve a cambiarte de ropa. Tъ serбs mi equipo. Aral podrб buscarse el suyo hoy. Una buena competiciуn en Barrayar debe contar con al menos tres equipos, al menos eso dice la tradiciуn.
   — ї Cree que estarб bien? — preguntу ella, dudosa -. Tal vez no les guste la idea.
   Droushnakovi se estaba refiriendo a los que ella llamaba los «verdaderos» guardias, los hombres de librea. — A Aral no le importarб. Cualquiera que tenga alguna objeciуn podrб discutirlo con йl. Si se atreve. — Cordelia sonriу, y despuйs de devolverle la sonrisa, Droushnakovi se marchу.
   Aral llegу para acomodarse a su lado, y ella le hablу de su plan. Йl alzу una ceja.
   — їInnovaciones betanesas? Bueno, їpor quй no? Aunque prepбrate para las burlas.
   — Estoy preparada. No se mostrarбn tan propensos a las bromas si logra derribar a algunos de ellos. Creo que podrб… en Colonia Beta esta muchacha ya serнa jefe de un comando. Desperdicia su talento dando vueltas a mi alrededor todo el dнa. Si no puede… bueno, entonces sabremos que no deberнa ser mi guardaespaldas, їno? — Cordelia lo mirу a los ojos.
   — Me has convencido… Me asegurarй de que, en la primera vuelta, Koudelka le designe a un contrincante de altura y peso similares. En tйrminos absolutos es un poco pequeсa.
   — Es mбs alta que tъ.
   — Pero yo debo de pesar algunos kilos mбs que ella. De todos modos, tus deseos son уrdenes para mн. Uuf. — Se levantу de nuevo y fue a hablar con Koudelka para que apuntase a Droushnakovi en su lista. Cordelia no oнa lo que decнan al otro lado del jardнn, pero inventу su propio diбlogo basбndose en los gestos y expresiones, y lo siguiу en un murmullo:
   — «Aral: Cordelia quiere que Drou participe. Kou: ЎOh! їPara quй queremos chicas? Aral: Es fuerte. Kou: Siempre lo complican todo, y luego empiezan con las lagrimitas. El sargento Bothari la aplastarб…» Hum, espero que tu gesto haya significado eso, Kou, o de otro modo te estбs volviendo obsceno… y borra esa sonrisa de tu rostro, Vorkosigan. «Aral: Mi mujercita insiste. Kou: Oh, estб bien.» ЎPuf! Transacciуn completa: el resto depende de ti, Drou.
   Vorkosigan regresу junto a ella.
   — Todo listo. Comenzarб enfrentбndose a uno de los hombres de papб.
   Droushnakovi regresу vestida con un pantalуn ancho y una camiseta de punto, lo mбs parecido que encontrу a los trajes de entrenamiento masculinos. El conde saliу a conferenciar con el sargento Bothari, el lнder de su equipo, y a buscar un lugar junto a ellos para calentarse los huesos al sol.
   — їQuй es esto? — preguntу Piotr cuando Koudelka llamу a la segunda pareja, uno de cuyos contrincantes era Droushnakovi -. їEstamos importando costumbres betanesas?
   — La muchacha tiene un gran talento natural — le explicу Vorkosigan -. Ademбs, necesita la prбctica tanto como cualquiera de ellos… mбs; su misiуn es la mбs importante de todas.
   — Y luego querrбs incluir mujeres en el Servicio — se quejу Piotr -. Me gustarнa saber dуnde acabarб este disparate.
   — їQuй tendrнa de malo incluir mujeres en el Servicio? — preguntу Cordelia para azuzarlo un poco. — Es poco militar — replicу el anciano. — En mi opiniуn, «militar» es cualquier cosa que sirva para ganar la guerra. — Esbozу una dulce sonrisa. Un pellizco de Vorkosigan le advirtiу que no siguiese con el tema.
   De todas formas no fue necesario, ya que Piotr emitiу un gruсido y se volviу para observar a su luchador. El hombre del conde cometiу el error de subestimar a su oponente, y lo comprendiу cuando sufriу la primera caнda. Esto lo despertу considerablemente. Los espectadores gritaron sus comentarios, y йl la inmovilizу en la siguiente caнda.
   — Koudelka ha contado un poco rбpido en esta ocasiуn, їno? — preguntу Cordelia cuando el luchador del conde permitiу que Drуьsknakovi se levantara tras la decisiуn.
   — Hum, es posible — dijo Vorkosigan sin comprometerse.
   — Ella estб reteniendo un poco sus golpes, me parece. Entre estos hombres no llegarб a la prуxima vuelta si continъa asн.
   En el siguiente encuentro, el decisivo, Droushnakovi aplicу una buena llave en el brazo de su oponente, pero permitiу que йl se zafara.
   — Oh, quй pena — murmurу el conde alegremente. — ЎDebiste haber dejado que se lo rompiera! — gritу Cordelia, cada vez mбs comprometida. El luchador del conde cayу sin ninguna elegancia -. ЎAcaba con йl, Kou! — Pero el arbitro, apoyado en su bastуn, lo dejу pasar. En todo caso, Droushnakovi aprovechу una ocasiуn para aplicarle una llave de cuello.
   — їQuй espera ese hombre para rendirse? — preguntу Cordelia.
   — Prefiere desmayarse — respondiу Aral -. De ese modo no tendrб que oнr a sus amigos.
   Droushnakovi comenzaba a dudar al ver que el rostro bajo su brazo cobraba un tinte violeta. Cordelia presintiу que iba a soltarlo y saltу para gritar:
   — ЎResiste, Drou! ЎNo permitas que te engaсe!
   Droushnakovi lo sujetу con mбs firmeza y la figura dejу de luchar.
   — Puede darlo por terminado, Koudelka — dijo Piotr, sacudiendo la cabeza -. Esta noche deberб estar de servicio. — Y asн, el tanto fue para Droushnakovi.
   — ЎBuen trabajo, Drou! — exclamу Cordelia cuando la joven regresу a su lado -. Pero tienes que ser mбs agresiva. Libera tus instintos mбs asesinos.
   — Estoy de acuerdo — dijo Vorkosigan de improviso -. Esa pequeсa vacilaciуn que has mostrado podrнa ser mortal… y no sуlo para ti. — La mirу a los ojos -. Estos combates son una prбctica para la vida real, aunque todos rezamos para que nunca llegue a presentarse una situaciуn semejante. La clase de esfuerzo extremo que se necesita deberнa ser automбtico.
   — Sн, seсor. Lo intentarй, seсor.
   En la siguiente vuelta participaba el sargento Bothari, quien derribу a su oponente dos veces en rбpida sucesiуn. El vencido saliу arrastrбndose del cuadrilбtero. Pasaron varias vueltas mбs, y volviу a tocarle el turno a Droushnakovi, esta vez con uno de los hombres de Illyan.
   Se trabaron en combate y йl logrу desbaratar todos los intentos de la joven, provocando las burlas de la audiencia. Furiosa, Droushnakovi se distrajo y йl consiguiу que perdiera el equilibrio, provocбndole una caнda limpia.
   — їHas visto eso? — gritу Cordelia a Aral -. ЎHa sido un truco muy sucio!
   — Hum. No figura entre los ocho golpes prohibidos. No podrбs descalificarlo por ello. De todos modos… — Hizo seсas a Koudelka pidiendo un descanso, y llamу a Droushnakovi para decirle unas palabras en voz baja.
   — Hemos visto el golpe — murmurу. Ella tenнa los labios apretados y el rostro ruborizado -. Ahora bien, como campeona de mi esposa, en cierto sentido, si te insultan a ti es como si la insultaran a ella. Y un pйsimo precedente, ademбs. Deseo que tu oponente no abandone el cuadrilбtero consciente. Puedes tomarlo como una orden, si lo deseas. Y no te preocupes si tienes que romper algunos huesos — agregу con suavidad.
   Droushnakovi regresу al cuadrilбtero con una leve sonrisa en el rostro. Los ojos le brillaban. Respondiу a un amago con una veloz patada en la mandнbula de su oponente, un puсetazo en el vientre y un golpe en las rodillas que lo derribу violentamente sobre la colchoneta. Йl no se levantу. Hubo un silencio algo conmocionado.
   — Tenнas razуn — dijo Vorkosigan -. Ella estaba conteniendo sus golpes.
   Cordelia sonriу con opgullo y se acomodу en el sillуn.
   — Ya te lo decнa.
   El siguiente combate en que participу Droushnakovi fue la semifinal, y la suerte quiso que se enfrentara al sargento Bothari.
   — Hum — murmurу Cordelia a Vorkosigan -. No estoy segura de la psicodinбmica de esto. їTe parece que serб seguro? Me refiero a los dos, no sуlo a ella. Y no me refiero sуlo a lo fнsico.
   — Creo que sн — respondiу йl con la misma suavidad -. La vida al servicio del conde ha sido una rutina tranquila para Bothari. Ha estado tomando su medicaciуn. Creo que se encuentra en buena forma. Ademбs, aquн estб entre amigos. No creo que la tensiуn de luchar con Drou logre desequilibrarlo.
   Cordelia asintiу con un gesto, satisfecha, y se acomodу para presenciar la carnicerнa. Droushnakovi parecнa nerviosa.
   El comienzo del combate fue lento, pues la joven se dedicу principalmente a mantenerse fuera de alcance. Al volverse para mirarlos, el teniente Koudelka disparу por accidente la funda de su bastуn, y la vaina fue a dar entre los arbustos. Bothari se distrajo un instante, y Drou le dio un golpe bajo y rбpido. Bothari aterrizу con un fuerte impacto, aunque de inmediato volviу a levantarse.
   — ЎBuena jugada! — exclamу Cordelia, extasiada. Drou parecнa tan sorprendida como los demбs -. ЎAcaba con йl, Drou!
   El teniente Koudelka frunciу el ceсo.
   — No fue un movimiento justo, seсora. — Un hombre del conde le devolviу la funda, y Koudelka envainу la espada -. La culpa fue mнa, por distraerlo.
   — No dijo lo mismo hace un rato — objetу ella.
   — Dйjalo, Cordelia — le dijo Vorkosigan con suavidad.
   — ЎPero le estб robando un punto! — replicу ella en un susurro furioso -. ЎY quй punto! Hasta el momento Bothari ha sido el mejor de todas las vueltas.
   — Sн. Koudelka necesitу seis meses de prбctica en el General Vorkraft para lograr derribarlo.
   — Oh. Hum. — Guardу silencio por un instante -. їCelos?
   — їNo lo has notado? Ella posee todo lo que йl ha perdido.
   — He visto que a veces la trata con bastante brusquedad. Es una pena. Evidentemente ella estб…
   Vorkosigan alzу una mano.
   — Hablaremos de ello luego. Aquн no.
   Cordelia se interrumpiу y asintiу con un gesto.
   — Tienes razуn.
   El combate continuaba. El sargento Bothari derribу a Droushnakovi dos veces seguidas, y al fin se librу de su oponente final sin demasiado esfuerzo.
   Despuйs de que todos los luchadores conferenciaran al otro lado del jardнn, Koudelka cojeу hasta ellos en calidad de emisario.
   — Seсor. Nos preguntбbamos si querrнa efectuar un combate con el sargento Bothari a modo de demostraciуn. Ninguno de los muchachos lo ha visto nunca.
   Vorkosigan descartу la idea sin mucha convicciуn.
   — No estoy en forma, teniente. Y ademбs, їcуmo lo averiguaron? їHan estado contando historias?
   Koudelka sonriу.
   — Algunas. Creo que asн comprenderнan lo que puede llegar a ser realmente este juego.
   — Me temo que serнa un mal ejemplo.
   — Yo nunca lo he visto — murmurу Cordelia -. їDe verdad es tan buen espectбculo?
   — No lo sй. їTe he ofendido ъltimamente? їVer cуmo Bothari me pulveriza serнa una catarsis para ti?
   — Lo serнa para ti — dijo Cordelia, fomentando su evidente deseo de que lo persuadieran -. Me parece que en los ъltimos tiempos has dejado de lado algunas cosas que te gustaban mucho.
   — Sн…
   Con unos aplausos, йl se levantу y se quitу la chaqueta del uniforme, los zapatos y los anillos. Luego vaciу el contenido de sus bolsillos y subiу al cuadrilбtero para realizar algunos ejercicios de calentamiento.
   — Serб mejor que actъe como arbitro, Kou — lo llamу -. Sуlo para evitar que alguien se alarme innecesariamente.
   — Sн, seсor. — Koudelka se volviу hacia Cordelia antes de regresar a la arena -. Eh… recuerde que en cuatro aсos de prбctica, nunca se mataron, seсora.
   — їPor quй serб que en lugar de tranquilizarme me ha alarmado? De todos modos, Bothari ha peleado en seis combates esta maсana. Tal vez estй cansado.
   Los dos hombres se enfrentaron en la lona y se inclinaron con formalidad. Koudelka se apartу rбpidamente del medio. El bullicioso rumor de la audiencia desapareciу y todos los ojos se fijaron en los contrincantes, quienes se estudiaban en un frнo y concentrado silencio. Comenzaron a rodearse lentamente, y de pronto se trabaron en combate. Cordelia no alcanzу a ver quй ocurrнa, pero cuando se separaron, Vorkosigan tenнa una herida en la boca y Bothari estaba doblado sobre el vientre.
   En el siguiente encuentro, Bothari propinу a Vorkosigan un puntapiй en la espalda que lo lanzу por completo fuera del cuadrilбtero. A pesar de tener la respiraciуn entrecortada, el almirante rodу y corriу de regreso a la lona. Los hombres responsables de guardar la vida del regente comenzaron a mirarse entre ellos, preocupados. Cuando volvieron a trabarse cuerpo a cuerpo, Vorkosigan sufriу una violenta caнda y Bothari se lanzу sobre йl para apretarle el cuello. A Cordelia le pareciу ver cуmo se curvaban sus costillas bajo el peso de la rodilla que lo inmovilizaba. Un par de guardias se dispusieron a avanzar, pero Koudelka les hizo una seсa y Vorkosigan, con el rostro enrojecido, golpeу el suelo en seсal de rendiciуn.
   — Primer punto para el sargento Bothari — exclamу Koudelka -. їDos puntos de tres, seсor?
   El sargento Bothari se levantу con una leve sonrisa, y Vorkosigan permaneciу sentado en la colchoneta un momento, recuperando el aliento.
   — De todos modos me queda uno. Debo obtener el desquite. Estoy en baja forma.
   — Se lo dije — murmurу Bothari.
   Volvieron a rodearse. Chocaron, se separaron, chocaron otra vez y de pronto Bothari se encontrу efectuando una voltereta espectacular, mientras Vorkosigan rodaba por debajo de йl para cogerle el brazo en una palanca que estuvo a punto de dislocarle el hombro al caer. Bothari luchу unos momentos para librarse de la llave, pero al fin se rindiу. Esta vez fue йl quien permaneciу un minuto en la colchoneta antes de levantarse.
   — Es sorprendente — dijo Droushnakovi con los ojos бvidos -. Sobre todo considerando que es mucho menos corpulento.
   — Pequeсo pero matуn — respondiу Cordelia, fascinada -. No lo olvides.
   El tercer enfrentamiento fue breve. Unos momentos de lucha cuerpo a cuerpo, unos golpes y una caнda conjunta se resolvieron de pronto en una llave de brazo, ejecutada por Bothari. Vorkosigan cometiу la imprudencia de querer soltarse, y Bothari, con rostro inexpresivo, le dislocу el codo con un crujido que oyу todo el pъblico. Vorkosigan aullу y se rindiу. Koudelka volviу a detener a los guardias.
   — Colуquelo en su lugar, sargento — gimiу Vorkosigan sentado en el suelo, y apoyando el pie contra su ex capitбn Bothari le dio un fuerte tirуn del brazo -. No debo volver a repetir eso — dijo Vorkosigan, dolorido.
   — Al menos esta vez no se lo ha roto — observу Koudelka, tratando de animarlo, y lo ayudу a levantarse asistido por Bothari. Vorkosigan regresу cojeando al sillуn y, con gran cautela, se sentу a los pies de Cordelia. Bothari tambiйn se movнa con dificultad.
   — Asн solнamos practicar este deporte… a bordo del General Vorkraft — dijo Vorkosigan con la respiraciуn todavнa agitada.
   — Cuбnto esfuerzo — observу Cordelia -. їY cuбntas veces os habйis enfrentado a una verdadera situaciуn de combate cuerpo a cuerpo?
   — Muy pocas. Pero cuando se presentу la ocasiуn, ganamos.
   El grupo se dispersу murmurando comentarios acerca de lo ocurrido. Cordelia acompaсу a Aral para ayudar en las curas de su codo y su boca. Luego le hizo preparar un baсo caliente y mientras le frotaba la espalda, continuу con el problema personal que le habнa estado preocupando.
   — їTe parece que podrнas decirle algo a Koudelka acerca de cуmo trata a Drou? Parece transformarse en otra persona. Ella hace todo lo posible por resultarle agradable, y йl ni siquiera la trata con la misma amabilidad que dispensa a cualquiera de sus hombres. Drou es prбcticamente una camarada oficial, y creo que estб locamente enamorada de йl. їPor quй no lo nota?
   — їQuй te hace pensar que no? — preguntу Aral lentamente.
   — Su comportamiento, por supuesto. Es una pena. Harнan muy buena pareja. їNo la consideras atractiva?
   — Encantadora. Pero claro, como todos saben — aсadiу volviйndose hacia ella con una sonrisa -, a mн me gustan las amazonas altas. No a todos los hombres les ocurre lo mismo. Pero si lo que detecto en tus ojos es un brillo casamentero… їno te parece que serбn las hormonas maternales?
   — їQuieres que te disloque el otro codo?
   — No, gracias. Habнa olvidado lo doloroso que podнa ser un ejercicio de entrenamiento con Bothari. Ah, eso estб mejor. Un poco mбs abajo…
   — Bien, maсana tendrбs unos bonitos cardenales ahн abajo.
   — Ya lo sй. Pero antes de que te entusiasmes demasiado con la vida amorosa de Drou, їhas pensado con detenimiento en las lesiones de Koudelka?
   — Oh. — Cordelia guardу silencio -. Habнa supuesto que… que sus funciones sexuales habнan sido tan bien reparadas como el resto de su cuerpo.
   — O tan mal. Es una zona muy delicada para la cirugнa.
   Cordelia frunciу los labios.
   — їLo sabes con certeza?
   — No. Lo que sн sй es que nunca tocamos el tema en nuestras conversaciones. Jamбs.
   — Hum. Quisiera saber cуmo interpretar eso. Suena a un mal presagio. їCrees que podrнas preguntбrselo?
   — ЎPor Dios Cordelia, por supuesto que no! Vaya una pregunta para formularle. En particular si la respuesta es «no». Recuerda que tengo que trabajar con йl.
   — Bueno, deberй ocuparme de Drou. No me servirб de nada si languidece y muere con el corazуn destrozado. El la ha hecho llorar mбs de una vez. Ella se retira donde cree que nadie podrб verla.
   — їAh, sн? Me resulta difнcil imaginarlo.
   — Considerбndolo todo, no esperarбs que le diga que йl no merece la pena. їPero realmente siente aversiуn por ella? їO es sуlo defensa propia?
   — Buena pregunta… En cuanto a su opiniуn, el otro dнa el chofer hizo una broma acerca de ella, nada demasiado ofensivo, y Kou se mostrу disgustado con йl. No creo que le tenga aversiуn. Pero sн creo que la envidia.
   Cordelia abandonу el tema con esa frase ambigua. Deseaba ayudar a la pareja, pero no podнa ofrecer ninguna respuesta al dilema. Era capaz de imaginar soluciones creativas para los problemas prбcticos que podrнan crearse con las lesiones del teniente, pero ofrecerlas serнa una violaciуn al pudor y la reserva de los afectados. Sospechaba que lo ъnico que lograrнa serнa escandalizarlos. Las terapias sexuales parecнan ser algo desconocido allн.
   Como verdadera betanesa, siempre habнa considerado que un doble modelo de conducta sexual debнa ser un imposible. Ahora que tenнa cierto contacto con la alta sociedad de Barrayar por las obligaciones de Aral, y al fin comenzaba a comprender cуmo funcionaba. Todo parecнa reducirse a cercenar el libre flujo de la informaciуn ante ciertas personas, seleccionada y aceptada por algъn cуdigo tбcito para todos los presentes con excepciуn de ella. No se podнa mencionar el sexo frente a mujeres solteras o niсos. Al parecer los varones jуvenes estaban exentos de todas las reglas cuando hablaban entre ellos, pero no cuando se encontraba presente una mujer de cualquier edad. Las normas cambiaban de un modo sorprendente con las variaciones en el nivel social de los interlocutores. Y las mujeres casadas, cuando los hombres no estaban presentes, solнan sufrir las transformaciones mбs asombrosas. Habнa temas sobre los cuales se podнa bromear, pero no discutir seriamente. Algunas cuestiones no podнan ser mencionadas jamбs. Ella habнa malogrado mбs de un conversaciуn con una frase que le parecнa banal, y Aral habнa tenido que llevarla aparte para darle una rбpida explicaciуn.
   Cordelia tratу de confeccionar una lista con las reglas que creнa haber deducido, pero las encontrу tan ilуgicas y conflictivas, sobre todo en el terreno de lo que ciertas personas debнan fingir ignorar ante ciertas otras personas, que al final renunciу. Una noche le enseсу su lista a Aral, quien estaba leyendo en la cama, y йste se desternillу de risa.
   — їEs asн como nos ves? Me gusta tu Regla Siete. Tratarй de no olvidarla… lamento no haberla conocido cuando era joven. Hubiera podido evitar todos esos atroces vнdeos que nos pasaban en el Servicio.
   — Si continъas riendo de ese modo, te sangrarб la nariz — advirtiу ella con dureza -. Estas reglas son vuestras, no mнas. Sois vosotros quienes os regнs por ellas. Yo sуlo trato de deducirlas.
   — Mi dulce cientнfica. Bueno, sin duda llamas a cada cosa por su nombre. Nunca intentamos… їte agradarнa violar la Regla Once conmigo, querida capitana?
   — Dйjame ver cuбl… Ўoh sн! Claro. їAhora? Y de paso, liquidemos la Trece. Mis hormonas se han elevado. Recuerdo que la co-progenitora de mi hermano me habнa hablado de este efecto, pero en ese momento no le creн. Dijo que uno lo compensa luego, en el posparto.
   — ї La Trece? Nunca imaginй que…
   — Eso es porque al ser de Barrayar, te dedicas demasiado a seguir la Regla Dos.
   La antropologнa quedу relegada durante un rato. Pero ella descubriу que podнa elogiarlo cuando, mбs tarde, escogiу el momento apropiado para murmurarle:
   — Regla Nueve, seсor.
   La estaciуn estaba cambiando. Esa maсana habнa habido una insinuaciуn del invierno en el aire, una escarcha que habнa marchitado algunas plantas en el jardнn trasero del Piotr. Cordelia estaba fascinada ante la idea de pasar su primer invierno de verdad. Vorkosigan le habнa prometido nieve y aguas heladas, algo que sуlo habнa experimentado en dos misiones de Estudios Astronуmicos. Y antes de la primavera, darй a luz un hijo.
   Pero la tarde se habнa vuelto a entibiar con el sol otoсal. En la Residencia Vorkosigan la azotea del ala principal irradiaba calor cuando Cordelia la atravesу, aunque el aire estaba frнo en sus mejillas mientras el sol descendнa sobre el horizonte de la ciudad.
   — Buenas tardes, muchachos. — Cordelia saludу a los dos guardias apostados en la azotea.
   Ellos le respondieron con un movimiento de cabeza, y el de mayor rango se tocу la cabeza en una venia vacilante.
   — Seсora.
   Cordelia se habнa acostumbrado a contemplar el ocaso desde allн. Desde ese mirador ubicado en el cuarto piso, la vista de la ciudad era excelente. Se alcanzaba a divisar el rнo que la dividнa, detrбs de los бrboles y edificios. Aunque la excavaciуn de un gran hoyo a pocas calles de allн indicaba que una nueva construcciуn pronto le ocultarнa la vista del rнo. La torre mбs alta del castillo Vorhartung, donde asistiera a todas aquellas ceremonias en la cбmara del Concejo de Condes, se asomaba desde un barranco frente al agua.
   Detrбs del castillo Vorhartung se encontraban los barrios mбs antiguos de la capital. Ella aъn no habнa recorrido la zona con sus calles demasiado estrechas para vehнculos, pero habнa volado sobre los barrios bajos, extraсos y oscuros en el corazуn de la ciudad. Los sectores mбs nuevos que brillaban en el horizonte eran similares a lo que solнa verse en el resto de la galaxia, diseсados en torno a los modernos sistemas de transporte.
   Nada de ello se parecнa a Colonia Beta. Vorbarr Sultana se extendнa sobre la superficie o se elevaba hacia el cielo, en un extraсo cuadro bidimensional. Las ciudades de Colonia Beta se sumergнan en pozos y tъneles a diversas profundidades, y resultaban tan acogedoras como seguras. Allн no se prestaba tanta atenciуn a la arquitectura como al diseсo de interiores. Resultaba sorprendente lo que la gente era capaz de inventar para variar las moradas que tenнan fachadas.
   Los guardias suspiraron cuando ella se inclinу sobre la baranda de piedra. En realidad, no les gustaba que se acercase a menos de tres metros del borde, aunque todo el lugar no tenнa mбs de seis metros de ancho. Pero desde allн pronto podrнa divisar el vehнculo terrestre de Vorkosigan acercбndose por la calle. Los atardeceres eran muy bonitos, pero sus ojos descendieron.
   Cordelia inhalу los complejos aromas de la vegetaciуn, el vapor y los gases industriales. Barrayar permitнa un sorprendente nivel de contaminaciуn ambiental, como si… como si allн el aire fuera gratuito. Nadie lo controlaba, no existнan tarifas por procesamiento y filtraciуn. їComprendнa esa gente lo rica que era? Todo el aire que podнan respirar con sуlo salir de sus casas, y les parecнa tan normal como el agua helada que caнa del cielo. Cordelia inspirу profundamente, como si hubiese podido almacenarlo, y esbozу una sonrisa…
   Una explosiуn distante interrumpiу sus pensamientos y le hizo contener el aliento. Los dos guardias dieron un brinco.
   ї Y quй?, has escuchado una, explosiуn. No fiene por quй guardar ninguna relaciуn con Aral. Y con mбs frialdad: Parecнa una granada sуnica, una de las grandes. Por Dios. Una columna de humo se elevaba a pocas calles de allн. Cordelia no alcanzaba a divisar el lugar exacto, y se inclinу sobre la baranda.
   — Seсora. — El guardia mбs joven la cogiу por el brazo -. Entre, por favor. — Su rostro estaba tenso y los ojos abiertos de par en par. El otro hombre tenнa el intercomunicador pegado a la oreja. Ella no llevaba ningъn intercomunicador.
   — їQuй estб ocurriendo? — preguntу. — ЎSeсora, baje por favor! — La condujo hacia la puerta de la azotea, desde donde descendнa la escalera al cuarto piso -. Seguro que no ha sido nada — la tranquilizу mientras la empujaba.
   — Fue una granada sуnica Clase Cuatro, probablemente lanzada por aire — le informу a ese hombre ignorante -. A menos que el atacante haya sido un suicida. їNunca ha oнdo estallar una?
   Droushnakovi apareciу en la puerta con un panecillo en una mano y el aturdidor en la otra.
   — їSeсora? — Aliviado, el guardia le entregу a Cordelia y regresу con su superior. Gritando por dentro, Cordelia sonriу con los dientes apretados y traspuso la pequeсa puerta.
   — їQuй ocurriу? — le preguntу a Droushnakovн. — Aъn no lo sй. La alarma roja se activу en el refectorio del sуtano, y todos corrimos a nuestros puestos — jadeу Drou. Debнa de haberse teletransportado los seis pisos. — Vaya.
   Cordelia bajу la escalera a toda prisa, lamentando no tener un tubo elevador. La consola de la biblioteca debнa de estar encendida. Alguien tendrб un intercomunicador. Siguiу descendiendo por la escalera de caracol y corriу sobre las piedras blancas y negras.
   El jefe de guardia estaba en su puesto, dictando уrdenes. A su lado se hallaba el jefe de los hombres del conde Piotr.
   — Vienen directo hacia aquн — anunciу el hombre de Seguridad Imperial -. Vaya a esperarlos, doctor. — El hombre de uniforme color cafй saliу como una tromba. — їQuй ha ocurrido? — preguntу Cordelia. El corazуn le golpeaba en el pecho, y no sуlo por haber bajado corriendo la escalera.
   Йl la mirу y comenzу a decir algo tranquilizador y vacнo, pero de pronto cambiу de idea.
   — Alguien cometiу un atentado contra el vehнculo del regente. Vienen hacia aquн. — їCayу cerca? — No lo sй, seсora.
   Probablemente era verdad. Pero si el coche aъn funcionaba… Impotente, Cordelia le indicу que volviese a su trabajo y se volviу para regresar al vestнbulo. La estancia estaba custodiada por un par de hombres del conde Piotr, quienes no le permitieron permanecer muy cerca de la puerta. Ella se aferrу a la baranda de la escalera y se mordiу el labio.
   — їCree que el teniente Koudelka estaba con йl? — preguntу Droushnakovi en voz baja.
   — Probablemente. Siempre lo estб — le respondiу
   Cordelia distraнdamente. Sus ojos estaban fijos en la puerta, esperando…
   Oyу el coche que se detenнa. Uno de los hombres abriу la puerta. El personal de seguridad se abalanzу sobre el vehнculo plateado en el pуrtico. Por Dios, їde dуnde salнa tanta gente? La pintura del coche estaba araсada y oscurecida, pero no habнa ninguna abolladura profunda; la cubierta trasera no estaba rajada, aunque el frente se habнa mellado. Las puertas traseras se elevaron, y Cordelia se estirу para ver a Vorkosigan detrбs de los uniformes verdes de seguridad. Al fin se apartaran para dejar paso. El teniente Koudelka estaba sentado en la apertura, con expresiуn aturdida, y la sangre le chorreaba por el mentуn. Un guardia lo ayudу a levantarse. Finalmente emergiу Vorkosigan, quien rechazу toda ayuda. Ni el mбs preocupado de los guardias se atreviу a tocarlo. Vorkosigan entrу en la casa con el rostro sombrнo y pбlido. Koudelka, apoyado en su bastуn y en un cabo de Seguridad Imperial, le siguiу. Le sangraba la nariz. Los hombres del conde Piotr cerraron la puerta, dejando afuera a las tres cuartas partes del caos. Aral la mirу a los ojos, por encima de los hombres, y la expresiуn de tristeza que habнa en su rostro se iluminу sуlo un poco. La saludу con un imperceptible movimiento de cabeza como diciendo «estoy bien». Ella apretу los labios. Por amor de Dios, espero que sea, cierto… Kou estaba hablando con voz temblorosa. -… el agujero que quedу en la calle es enorme! Podrнa haberse tragado a una nave de carga. Los reflejos de ese chуfer son asombrosos… їquй? — Sacudiу la cabeza al que le habнa formulado una pregunta -. Lo siento, me zumban los oнdos… їquй ha dicho? — Escuchу con la boca abierta, como si pudiese absorber el sonido en forma oral. Entonces se tocу el rostro y observу con sorpresa la sangre en su mano.
   — Sus oнdos sуlo estбn aturdidos, Kou — dij o Vorkosigan. Su voz era calma, pero demasiado fuerte -. Maсana volverбn a la normalidad. — Sуlo Cordelia comprendiу que la voz alzada no era en consideraciуn a Koudelka… Vorkosigan tampoco oнa bien. Sus ojos se movнan de un lado a otro demasiado rбpido, el ъnico indicio de que estaba tratando de leer los labios.
   Simуn Illyan y un mйdico llegaron casi al mismo tiempo. Vorkosigan y Koudelka fueron llevados a una sala tranquila, dejando atrбs a todos los guardias que, segъn la opiniуn de Cordelia, resultaban bastante inъtiles en ese momento. Ella y Droushnakovi fueron tras ellos. Por orden de Vorkosigan, el mйdico comenzу por examinar al ensangrentado Koudelka. — їUn disparo? — preguntу Illyan. — Sуlo uno — le confirmу el almirante, mirando su rostro -. Si hubiesen permanecido allн para un segundo intento, podrнan haberme atrapado.
   — De haberse quedado, podrнamos haberlo atrapado a йl. En este momento hay un equipo forense en el lugar de los hechos. El asesino ha huido hace mucho, por supuesto. Escogiу muy bien el lugar, ya que allн hay docenas de rutas de escape.
   — Cambiamos de camino todos los dнas — dijo el teniente Koudelka, quien habнa seguido el diбlogo con dificultad, apretбndose el rostro con un paсuelo -. їCуmo supo dуnde debнa tender la emboscada?
   — їInformaciуn interna? — Illyan se alzу de hombros y apretу los dientes ante la idea.
   — No necesariamente — intervino Vorkosigan -. Hay una cantidad determinada de caminos posibles. Puede haber estado aguardando varios dнas allн.
   — їJusto en el perнmetro de nuestro lнmite de seguridad mбxima? — preguntу Illyan -. No me convence. — A mн me molesta mбs que haya fallado — dijo Vorkosigan -. їPor quй? їHabrб sido una advertencia?
   їUn atentado contra mi equilibrio mental, y no contra mi vida?
   — Sуlo fue una vieja pieza de artillerнa — explicу Illyan -. Puede haber fallado su trayectoria… nadie detectу el impulso de un telйmetro lбser. — Se detuvo al notar el rostro pбlido de Cordelia -. Estoy seguro de que ha sido un demente solitario, seсora. Al menos sabemos con certeza, que se trata de un solo hombre.
   — їCуmo es posible que un demente solitario consiga armas militares? — preguntу ella con aspereza.
   luyan pareciу incуmodo.'
   — Lo investigaremos. Sin duda es una pieza antigua.
   — їNo destruyen los armamentos obsoletos?
   — Hay tantos…
   Cordelia se enfureciу ante esta declaraciуn poco ingeniosa.
   — Sуlo necesitaba un disparo. Si lograba acertar un tiro directo a ese coche blindado, Aral hubiese desaparecido. En este momento su equipo forense estarнa tratando de averiguar cuбles de sus molйculas eran suyas y cuбles de Kou.
   Droushnakovн tenнa la tez verdosa. La expresiуn triste de Vorkosigan volviу a ocupar su puesto.
   — їQuiere que le dй un cбlculo preciso de la amplitud de resonancia refleja para ese pasajero encerrado, Simуn? — continuу Cordelia acaloradamente -. Quien haya escogido esa arma es un competente tйcnico militar… aunque afortunadamente su punterнa no es tan buena. — Se contuvo para no seguir hablando, ya que aunque nadie mбs lo notу, ella reconocнa la histeria en la velocidad de sus palabras.
   — Mis disculpas, capitana Naismith. — El tono de Illyan se volviу mбs cortante -. Tiene toda la razуn. — En su actitud se notу un poco mбs de respeto.
   Aral siguiу este intercambio, y por primera vez su rostro se iluminу con una expresiуn algo risueсa.
   Illyan se marchу con la mente llena de teorнas referentes a una conspiraciуn. El mйdico confirmу lo que Aral habнa anticipado por su experiencia en combate: tenнa los oнdos aturdidos. Les entregу unas fuertes pнldoras para el dolor de cabeza — Aral se aferrу con firmeza a las suyas — y prometiу regresar por la maсana para volver a examinar a los dos hombres.
   Cuando por la noche Illyan regresу a la Residencia Vorkosigan para conferenciar con su jefe de guardia, Cordelia tuvo que controlarse para no cogerlo por las solapas, apretarlo contra una pared y arrancarle la informaciуn que tenнa. Pero sуlo preguntу:
   — їQuiйn tratу de matar a Aral? їQuien quiere matar a Aral? їQuй beneficios pretenden obtener?
   Illyan suspirу.
   — їQuiere la lista corta o la larga, seсora?
   — їEs larga la corta? — dijo ella con morbosa fascinaciуn.
   — Demasiado larga. Pero puedo nombrarle a los principales, si lo desea. — Los fue contando con los dedos -. Los cetagandaneses, siempre. Habнan contado con que despuйs de la muerte de Ezar, aquн sobrevendrнa el caos polнtico. No me extraсarнa que trataran de provocarlo. Un asesinato es barato comparado con una flota invasora. Los komarrareses, por una vieja venganza o una nueva revuelta. Algunos todavнa llaman al almirante el Carnicero de Komarr…
   Conociendo toda la historia que ocultaba ese odioso apelativo, Cordelia se estremeciу.
   — Los anti Vor, porque el regente es demasiado conservador para su gusto. La derecha militar, que lo considera demasiado progresista. Los miembros del viejo partido encabezado por el prнncipe Serg y Vorrutyer. Ex agentes del Ministerio de Educaciуn Polнtica, ahora suprimido. El departamento de Negri solнa entrenarlos. Algъn Vor irritado por considerar que ha quedado desplazado en el reciente cambio de poderes. Cualquier lunбtico con acceso a las armas y el deseo de hacerse famoso matando a un personaje pъblico… їdesea que continъe?
   — Por favor, no. їPero quй hay de lo ocurrido hoy? Si los motivos proporcionan una gama demasiado amplia de sospechosos, їquй me dice del mйtodo y la oportunidad?
   — Disponemos de cierto material con el cual trabajar, aunque la mayor parte resulta negativa. Segъn he observado, ha sido un intento muy hбbil. Quien lo haya planeado debe de haber tenido acceso a cierta clase de informaciуn. Nos ocuparemos de esos aspectos primero.
   Lo anуnimo del atentado era lo que mбs la perturbaba, decidiу Cordelia. Cuando el asesino podнa ser cualquiera, el impulso a sospechar de todos se volvнa abrumador. Al parecer, la paranoia era una enfermedad contagiosa allн. Los barrayareses se la contagiaban unos a otros. Bien, las fuerzas combinadas de Negri y de Illyan tendrнan que extraer algunos hechos concretos, y pronto. Guardу todos sus temores en un pequeсo compartimiento en la boca del estуmago, y los mantuvo encerrados allн. Cerca de su hijo.
   Vorkosigan la abrazу con fuerza esa noche, acurrucada contra su cuerpo robusto, aunque no intentу ningъn acercamiento sexual. Sуlo la abrazу. Permaneciу despierto durante horas a pesar de los calmantes que nublaban sus ojos. Ella no se durmiу hasta que йl lo hubo hecho. Al fin, sus ronquidos la adormecieron. No habнa mucho que decir.
   Fallaron; seguiremos adelante… hasta el prуximo intento.

5

   El cumpleaсos del emperador era una festividad tradicional de Barrayar, y se celebraba con banquetes, bailes, bebida, desfiles de veteranos y una cantidad increнble de fuegos artificiales, sobre los cuales al parecer no habнa ninguna reglamentaciуn. Serнa un dнa perfecto para realizar un ataque sorpresa sobre la capital, decidiу Cordelia; una descarga de artillerнa pasarнa desapercibida durante un buen rato en medio del estruendo general. El jolgorio comenzу al atardecer.
   Los guardias, siempre listos para saltar ante cualquier ruido fuerte, parecнan muy nerviosos, con excepciуn de un par de sujetos mбs jуvenes que intentaron celebrar la fiesta con unos petardos propios dentro de la casa. El jefe de la guardia los llamу aparte y mucho mбs tarde aparecieron de nuevo pбlidos y acobardados. Luego Cordelia los vio acarreando basura bajo las уrdenes de una irуnica criada, mientras una ayudante de cocina y la segunda cocinera salнan alegremente de la casa con un inesperado dнa libre. El cumpleaсos del emperador era una fiesta movible. El entusiasmo de los barrayareses no parecнa afectado por el hecho de que, debido a la muerte de Ezar y la ascensiуn de Gregor, йsta era la segunda vez en el aсo en que se llevaba a cabo la celebraciуn.
   Cordelia habнa rechazado la invitaciуn para asistir a una importante revista militar con Aral, decidida a dedicar la maсana a descansar y asн mantenerse fresca para la fiesta de la noche. Segъn le habнan explicado, йste era el acontecimiento del aсo… una cena en la Residencia Imperial para festejar el cumpleaсos del emperador. Tenнa muchos deseos de volver a ver a Kareen y a Gregor, aunque sуlo fuese unos momentos. Al menos estaba segura de que su atuendo serнa el apropiado. La seсora Vorpatril, quien tenнa un gusto excelente y conocнa la moda de Barrayar en ropas de maternidad, se habнa compadecido de la confusiуn de Cordelia y le habнa ofrecido sus servicios como guнa experta.