Haz lo que quieras, viejo. Tu ъnico futuro es a travйs de mн. Mi hijo encenderб tu pira funeraria. De todos modos, se alegraba de volver a ver a Bothari.
   El laboratorio nuevo de Vaagen ocupaba toda una planta en el edificio mбs moderno del complejo. Cordelia habнa hecho que se trasladase del antiguo laboratorio para que no conviviese con los fantasmas, pues un dнa en que fue a visitarlo lo encontrу casi paralizado e incapaz de trabajar. Cada vez que entraba en la habitaciуn, le habнa confesado, recordaba la muerte violenta e inъtil del doctor Henri. No podнa pisar el lugar donde habнa caнdo su amigo, y siempre daba un rodeo. Cualquier ruido lo sobresaltaba.
   «Soy un hombre racional — le habнa dicho con voz ronca -. Estas supersticiones absurdas no significan nada para mн.»
   Por lo tanto Cordelia le habнa ayudado a encender una ofrenda privada en un brasero del laboratorio, y luego habнa disimulado la mudanza diciendo que era una promociуn.
   El nuevo laboratorio era luminoso, amplio y libre de apariciones. Cuando Vaagen la hizo entrar, Cordelia se encontrу con una multitud de personas que aguardaban dentro: eran investigadores a quienes habнa convocado para que exploraran la nueva tecnologнa, obstetras civiles entre los cuales estaba el doctor Ritter, el futuro pediatra de Miles, y su cirujano consultivo. Los padres de la criatura tuvieron que abrirse paso para entrar.
   Vaagen iba y venнa a toda prisa, sintiйndose alegremente importante. Todavнa llevaba el parche en el ojo, pero le prometiу a Cordelia que ahora dispondrнa de tiempo para someterse a una intervenciуn con la cual recuperarнa la visiуn. Un tйcnico entrу con la rйplica uterina en una mesa con ruedas y Vaagen se detuvo, como si tratara de determinar el modo mбs dramбtico y ceremonioso de efectuar lo que, segъn sabнa Cordelia, era un hecho de lo mбs simple. Al final decidiу brindar un discurso tйcnico para sus colegas, detallando la composiciуn de las soluciones hormonales que inyectaba en los conductos de alimentaciуn, interpretando las lecturas y describiendo la separaciуn placentaria que se efectuaba dentro de la rйplica, las similitudes y diferencias entre esta tйcnica y el parto natural. Existнan varias diferencias que Vaagen pasу por alto.
   Alys Vorpatril deberнa ver esto, pensу Cordelia.
   Vaagen alzу la vista y la mirу a los ojos. Entonces se interrumpiу, cohibido, y sonriу.
   — Seсora Vorkosigan. — Seсalу los cierres que sellaban la rйplica -. їQuerrнa hacernos el honor?
   Ella extendiу la mano, vacilу, y mirу a su alrededor en busca de Aral. Allн estaba, solemne y muy atento entre el gentнo.
   — їAral?
   Йl avanzу.
   — їEstбs segura?
   — Si puedes abrir una nevera campestre, podrбs hacer esto.
   Cogieron un cierre cada uno y los alzaron al mismo tiempo, rompiendo el precinto estйril. Entonces levantaron la tapa. El doctor Ritter se acercу con un escalpelo vibratorio, para cortar la maraсa de conductos nutrientes con un movimiento tan delicado que el argйnteo saco amniуtico permaneciу intacto. Luego liberу a Miles de sus ъltimas capas biolуgicas y le despejу la boca y la nariz de fluidos antes de que, con gran sorpresa, realizara su primera inhalaciуn. Alrededor de Cordelia, el brazo de Aral la estrechу con tanta fuerza que le doliу. Una risita ahogada, casi inaudible, escapу de sus labios. Entonces tragу saliva y parpadeу, logrando que sus facciones llenas de regocijo y dolor volvieran a mantenerse bajo estricto control.
   Feliz cumpleaсos, pensу Cordelia. Tienes buen color…
   Por desgracia, eso era prбcticamente lo ъnico que estaba bien. El contraste con el pequeсo Ivбn le resultу abrumador. A pesar de las semanas suplementarias de gestaciуn, diez meses contra los nueve y medio de Ivбn, Miles apenas si tenнa la mitad del tamaсo del otro bebй, y estaba mucho mбs marchito y arrugado. La columna tenнa una visible deformaciуn, y las piernas estaban plegadas con fuerza. Definitivamente, era un heredero varуn, no cabнa la menor duda al respecto. Su primer llanto fue muy dйbil, nada comparado con el bramido furioso y hambriento de Ivбn. A sus espaldas, Cordelia oyу la exclamaciуn decepcionada de Piotr.
   — їHa estado recibiendo la nutriciуn suficiente? — le preguntу Cordelia a Vaagen. Resultaba difнcil mantener alejado el tono acusador de su voz.
   Vaagen se alzу de hombros con impotencia.
   — Todo lo que pudo absorber.
   El pediatra y su colega depositaron a Miles bajo una luz tibia, y comenzaron a examinarlo, flanqueados por Aral y Cordelia.
   — Esta curva se enderezarб sola, seсora — seсalу el pediatra -. Pero la parte inferior de la columna deberнa corregirse mediante una intervenciуn quirъrgica lo antes posible. Tenнas razуn, Vaagen. El tratamiento para activar el desarrollo del crбneo tambiйn ha soldado las caderas. Por eso las piernas se encuentran plegadas en esta posiciуn tan extraсa, seсor. Habrб que intervenir para romper esas uniones y corregir la postura de los huesos antes de que pueda comenzar a gatear o caminar. No recomiendo que se realice antes del primer aсo, sumado a la operaciуn de columna. Dejemos que cobre fuerzas y gane peso primero…
   Mientras probaba los brazos del bebй, de pronto el cirujano lanzу una maldiciуn y cogiу el visor de diagnуstico. Miles gimiу. Aral apretу el puсo. Cordelia sintiу un nudo en el estуmago.
   — ЎMierda! — dijo -. Acaba de rompйrsele el hъmero. Tenнas razуn Vaagen, los huesos son extremadamente frбgiles.
   — Al menos tiene huesos — suspirу Vaagen -. En determinado momento prбcticamente no existнan.
   — Hay que tener cuidado — intervino el cirujano -, sobre todo con la cabeza y la columna. Si el resto estб tan mal como los huesos largos, serб imprescindible proporcionarle algъn tipo de refuerzo…
   Piotr volviу y se dirigiу a la puerta. Aral alzу la vista, frunciу los labios y se disculpу para ir tras йl. Cordelia se sintiу desgarrada, pero en cuanto comprobу que los cuidados mйdicos protegerнan a Miles por el momento, los dejу inclinados sobre йl y siguiу a Aral. En el pasillo, Piotr caminaba de un lado al otro. Aral se hallaba allн, inmуvil. Bothari era un testigo silencioso en el fondo. Piotr se volviу hacia ella.
   — ЎTъ! ЎMe has engaсado! їA esto llamas resultados?ЎBah!
   — Lo son. No cabe duda de que Miles se encuentra mucho mejor que al principio. Nadie prometiу la perfecciуn.
   — Has mentido. Vaagen ha mentido.
   — No es verdad — le replicу Cordelia -. Desde el principio tratй de compartir con usted los informes de Vaagen. Esto era lo que podнamos esperar, segъn ellos. Hбgase revisar los oнdos.
   — Sй lo que intentas, pero no funcionarб. Acabo de decнrselo a йl — agregу, seсalando a Aral -. Hasta aquн he llegado. No quiero volver a ver a ese mutante. Nunca. Mientras viva, si es que vive (cosa que dudo ya que tiene un aspecto bastante enfermizo), no lo acerquйis a mi puerta. Tъ no me harбs pasar por tonto, mujer.
   — Eso serнa una redundancia — replicу Cordelia.
   Piotr esbozу una mueca despectiva. Al ver que ella ignoraba sus hirientes palabras, se volviу hacia Aral.
   — Y tъ, muchacho sin carбcter… si tu hermano mayor hubiese vivido… — Piotr cerrу la boca repentinamente, pero fue demasiado tarde.
   El rostro de Aral adoptу un tinte grisбceo que Cordelia le habнa visto en dos ocasiones antes de eso; en ambos casos habнa estado peligrosamente cerca de cometer un asesinato. Piotr solнa bromear sobre sus famosos ataques de ira. Sуlo entonces Cordelia comprendiу que, a pesar de haber visto la irritaciуn de su hijo en ocasiones, Piotr nunca lo habнa visto verdaderamente furioso. El anciano tambiйn pareciу comprenderlo en ese momento, y mirу a su hijo con inquietud.
   Aral uniу las manos a la espalda. Cordelia vio que le temblaban, con los nudillos blancos. Йl alzу el mentуn y hablу en un susurro.
   — Si mi hermano hubiese vivido, habrнa sido perfecto. Tъ pensabas eso, yo pensaba eso, y el emperador Yuri pensу lo mismo. Por lo tanto, a partir de entonces has tenido que conformarte con los restos de ese sangriento banquete, con el hijo que te dejу vivo el pelotуn de Yuri el Loco. Nosotros los Vorkosigan sabemos conformarnos. — Bajу aъn mбs la voz -. Pero mi primogйnito vivirб. Yo no lo defraudarй.
   Sus palabras fueron un tajo casi mortal en el vientre, un corte tan limpio que Bothari hubiese podido descargarlo con la espada de Koudelka. Piotr exhalу un suspiro de incertidumbre y dolor.
   La expresiуn de Aral se tornу introvertida.
   — No volverй a defraudarlo — se corrigiу en voz baja -. Tъ nunca tuviste esa segunda oportunidad, padre. — Aflojу las manos a sus espaldas. Con un movimiento de cabeza ignorу a Piotr y a todo lo que йste pudiese replicar.
   Frustrado por segunda vez y profundamente dolido por su paso en falso, Piotr mirу a su alrededor buscando alguien en quien descargar su ira. Entonces posу los ojos sobre Bothari, quien lo contemplaba con rostro impasible.
   — Y tъ. Desde un principio has participado en esto. їMi hijo te ha enviado a mi casa como espнa? їA quiйn prestas tu lealtad? їMe obedeces a mн o a йl?
   En los ojos de Bothari apareciу un brillo extraсo. Su cabeza se moviу en direcciуn a Cordelia.
   — A ella.
   Piotr se quedу tan desconcertado que tardу varios segundos en recuperar el habla.
   — Bien — le espetу al fin -. Entonces quйdate con ella. No quiero volver a ver tu horrible rostro. No vuelvas a la Residencia Vorkosigan. Esterhazy te enviarб tus cosas antes del anochecer.
   Piotr se volviу y se marchу. El anciano tratу de realizar una salida grandiosa, pero el efecto perdiу fuerza cuando girу la cabeza para mirarlos antes de tomar por el pasillo.
   Aral exhalу un suspiro de fatiga.
   — ї Crees que esta vez hablaba en serio? — preguntу Cordelia -. Todo eso de «nunca mбs».
   — Tendremos que estar en contacto por cuestiones de gobierno. Йl lo sabe. Deja que se vaya a casa y escuche el silencio un buen rato. Luego ya veremos. — Sonriу con tristeza -. Mientras vivamos, no podremos separarnos.
   Cordelia pensу en el niсo cuya sangre ahora los unнa: ella a Aral, Aral a Piotr y Piotr a ella.
   — Eso parece. — Mirу a Bothari, con expresiуn de disculpa -. Lo siento sargento. No sabнa que Piotr podнa despedir a un Hombre de Armas bajo juramento.
   — Bueno, tйcnicamente no puede — le explicу pensativamente Aral -. Bothari acaba de ser asignado a otro sector de la casa. A ti.
   — Oh. — Justo lo que siempre he querido, mi propio monstruo. ї Quй voy a hacer con el ahora?ї Guardarlo en el armario? Cordelia se frotу la nariz y luego se mirу la mano. Era la misma mano que acompaсу a la de Bothari con la espada. Una y otra vez -. Lord Miles necesitarб un guardaespaldas, їverdad?
   Aral la mirу con interйs.
   — Ya lo creo.
   De pronto Bothari pareciу tan esperanzado que Cordelia contuvo el aliento.
   — Un guardaespaldas — dijo -, y un apoyo. Nadie le harб pasar un mal rato si… si me permite ayudar, seсora.
   «Me permite ayudar.» Rima con «te quiero», їno?
   — Serнa… — Imposible, una locura, peligroso, irresponsable -: ideal, sargento.
   Su rostro se iluminу como una antorcha.
   — їPuedo empezar ahora?
   — їPor quй no?
   — Estarй dentro, entonces — dijo mientras se volvнa hacia la puerta del laboratorio. Cordelia se lo imaginaba, apoyado contra una pared, siempre alerta… sуlo esperaba que su malйvola presencia no pusiera tan nerviosos a los mйdicos como para dejar caer su preciosa carga.
   Aral respirу hondo y la estrechу entre sus brazos.
   — їVosotros los betaneses tenйis cuentos infantiles sobre el regalo de las brujas en el dнa del cumpleaсos?
   — Parece que en este caso tanto las hadas buenas como las malas brillan por su ausencia, їverdad? — Se reclinу contra la tela бspera de su uniforme -. No sй si Piotr nos entregу a Bothari como una bendiciуn o una maldiciуn. Pero apuesto que mantendrб a raya a cualquier enemigo. No importa de quй enemigo se trate. Son extraсos los obsequios de nacimiento que entregamos a nuestro hijo.
   Regresaron al laboratorio para escuchar atentamente la disertaciуn de los mйdicos sobre las necesidades especiales de Miles, convenir cuбles serнan los primeros tratamientos que le efectuarнan, y arroparlo bien para el viaje a casa. Era muy pequeсo, pesaba menos que un gato. Cordelia lo descubriу cuando al fin lo tuvo entre sus brazos, piel contra piel por primera vez desde que lo separaron de sus entraсas. Tuvo un momento de pбnico.
   Colocadlo otra vez en la rйplica, durante unos dieciocho aсos. No sabrй quй hacer con esto… Los niсos podнan ser una bendiciуn o no, pero crearlos para despuйs defraudarles sin duda merecнa un castigo eterno. Hasta Piotr lo sabнa. Aral les abriу la puerta.
   Bienvenido a Barrayar, hijo mнo. Aquн estбs: tendrбs un mundo de riqueza y pobreza, de cambios profundos y de historia arraigada. Tendrбs un nacimiento y un nombre. Miles significa «soldado», pero no te dejes abrumar por la sugestiуn. Tendrбs una figura retorcida en una sociedad que odia y teme a las mutaciones que tanto dolor te han causado. Tendrбs un tнtulo, riqueza, poder, y todo el odio y la envidia que estos dones atraerбn. Tendrбs un cuerpo que deberбn abrir varias veces para acomodar tus huesos. Heredarбs una colecciуn de amigos y enemigos que nada tendrбn que ver contigo. Tendrбs un abuelo del infierno. Soporta el dolor, encuentra la alegrнa y descubre un sentido propio para todo, porque no podrбs esperar que el universo te lo proporcione. Siempre serбs un blanco mуvil. Vive. Vive. Vive.

EPНLOGO

   Vorkosigan Surleau, cinco aсos despuйs
   — Maldito seas, Vaagen — dijo Cordelia, jadeante -, no me advertiste que el pequeсo bribуn iba a ser hiperactivo.
   Corriу escaleras abajo, atravesу la cocina y saliу a la terraza en el extremo de la residencia de piedra. Su mirada se deslizу por el jardнn, entre los бrboles, y escudriсу el gran lago que brillaba bajo el sol del verano. Ningъn movimiento.
   Vestido con el pantalуn de su viejo uniforme y una camisa desteсida, Aral se acercу por un lado de la casa, la vio y abriу las manos en un gesto negativo.
   — No estб por aquн.
   — Tampoco estб dentro. їHabrб subido… o bajado? їY dуnde estб la pequeсa Elena? Seguro que se han ido juntos. Le prohibн que se acercara al lago sin un adulto, pero no sй…
   — No creo que hayan ido al lago — dijo Aral -. Han estado nadando toda la maсana. Yo me he cansado de sуlo mirarlos. En un cuarto de hora, subiу al muelle y volviу a saltar diecinueve veces. Si multiplicas eso por tres horas…
   — Entonces, arriba — decidiу Cordelia -. Giraron y juntos comenzaron a subir la colina por el sendero bordeado de plantas nativas, importadas de la Tierra, y flores exуticas -. Pensar que recй… — jadeу Cordelia — para que llegase el dнa en que lo viera caminar.
   — Son cinco aсos de movimientos contenidos puestos en libertad — analizу Aral -. En cierto sentido, resulta un alivio comprobar que toda esa frustraciуn no se convirtiу en resentimiento. Por un tiempo temн que asн fuese.
   — Sн. їHas notado que desde la ъltima operaciуn ya no parlotea constantemente? Al principio me alegrй, їpero tъ crees que llegarб a volverse mudo? Yo ni siquiera sabнa que esa unidad de refrigeraciуn podнa partirse en dos. Un ingeniero mudo.
   — Supongo que… con el tiempo sus aptitudes verbales y mecбnicas alcanzarбn un equilibrio. Si sobrevive.
   — Aquн estamos, un montуn de adultos y йl sуlito. Deberнamos ser capaces de controlarlo. їPor quй siento que nos tiene rodeados?
   Llegaron a la cima de la colina. Las caballerizas de Piotr se encontraban abajo, en el valle, y constaban de seis edificios de piedra y madera pintada de rojo, extensiones con cercas y pastos verdes importados de la Tierra. Cordelia vio caballos, pero ningъn niсo. Bothari ya se encontraba allн, y salнa de un edificio para entrar en el otro. Su grito llegу hasta ellos, atenuado por la distancia.
   — ЎLord Miles!
   — Oh, querido, espero que no estй molestando a los caballos de Piotr — dijo Cordelia -. їTe parece que esta vez alcanzaremos una verdadera reconciliaciуn? їSуlo porque al fin Miles ha comenzado a caminar?
   — Anoche estuvo muy civilizado durante la cena — dijo Aral con tono algo esperanzado.
   — Anoche yo estuve muy civilizada durante la cena — replicу Cordelia -. Йl me acusу de matar de hambre a tu hijo hasta convertirlo en un enano. їQuй puedo hacer si el niсo prefiere jugar con su comida en lugar de comerla? Todavнa no sй si aumentarle la dosis de esa hormona del crecimiento. Vaagen no estб seguro de sus efectos sobre la fragilidad de los huesos.
   Aral esbozу una pequeсa sonrisa.
   — A mн me pareciу ingenioso ese diбlogo de los guisantes que marchaban para rodear al panecillo y exigirle la rendiciуn. Uno casi podнa imaginarlos como pequeсos soldados con sus uniformes verdes.
   — Sн, y tъ no fuiste de gran ayuda al reнrte, en lugar de amenazarlo para que comiera, como debe hacer un buen padre.
   — No me reн.
   — Sн, te reнas con la mirada, y йl lo sabнa. Te tenнa en un puсo.
   El cбlido aroma orgбnico de los caballos y sus inevitables derivados impregnу el aire cuando se acercaron a los edificios. Bothari volviу a aparecer, los vio y les dirigiу un gesto de disculpa.
   — Acabo de ver a Elena. Le dije que bajara de ese henal. Me asegurу que Miles no estaba allб arriba, pero tiene que andar por aquн. Lo siento seсora, cuando hablу de ver a los animales no imaginй que fuera de inmediato. Estoy seguro de que lo encontrarй ahora mismo.
   — Yo esperaba que Piotr nos ofreciera dar un paseo — suspirу Cordelia.
   — Pensй que no te gustaban los caballos — dijo Aral.
   — Los detesto. Pero se me ocurriу que de ese modo el viejo comenzarнa a hablarle como a un ser humano, en lugar de verlo como a una planta en una maceta. Y Miles estaba de lo mбs entusiasmado con esas estъpidas bestias. Aunque no me gusta andar mucho por aquн. Este lugar es tan… Piotr. — Arcaico, peligroso y uno debe vigilar donde pisa.
   Y hablando de Piotr, justo en ese momento el anciano emergiу del cobertizo, enrollando una cuerda.
   — Ah. Estбis aquн — dijo con tono neutral. Aunque se acercу a ellos con una actitud bastante sociable -. Supongo que no os interesarб ver la nueva potranca.
   Por su tono, Cordelia no supo si esperaba que dijese sн o no. Aunque de todos modos, aprovechу la oportunidad.
   — Estoy segura de que a Miles le gustarнa.
   — Hum.
   Cordelia se volviу hacia Bothari.
   — їPor quй no va a buscar…? — pero Bothari tambiйn la miraba, con expresiуn desanimada. Ella girу sobre sus talones.
   Uno de los caballos mбs enormes de Piotr estaba saliendo del establo sin brida, montura, cabestro ni ninguna otra cosa a la cual sujetarse. Aferrado a su crin venнa un niсito de cabellos oscuros, con aspecto de enano. Las facciones de Miles brillaban con una mezcla de exaltaciуn y terror. Cordelia estuvo a punto de desmayarse.
   — ЎMi semental importado! — aullу Piotr, horrorizado.
   Por puro reflejo, Bothari extrajo el aturdidor de su funda. Pero entonces permaneciу paralizado, sin saber quй hacer con йl. Si el caballo caнa y rodaba sobre el pequeсo jinete…
   — ЎMira, sargento! — exclamу la voz de Miles con ansiedad -. ЎSoy mбs alto que tъ!
   Bothari echу a correr hacia йl. Espantado, el caballo se alejу con un medio galope.
   — Ў… y tambiйn puedo correr mбs rбpido! — Las palabras quedaron ahogadas por el sonido de los cascos. El caballo desapareciу al otro lado del establo.
   Los cuatro adultos salieron disparados hacia allн. Cordelia no oyу ningъn otro grito, pero cuando dieron la vuelta Miles estaba tendido en el suelo. El caballo se habнa detenido un poco mбs allб y tenнa la cabeza inclinada para mordisquear los pastos. Al verlos emitiу un resoplido hostil, alzу la cabeza, moviу un poco las patas y luego siguiу pastando.
   Cordelia cayу de rodillas junto a Miles, quien ya estaba sentado y le indicaba que se alejase. Estaba pбlido y se sujetaba el brazo izquierdo con la mano derecha en un gesto de dolor demasiado familiar.
   — їLo ves, sargento? — jadeу Miles -. Puedo montar. Puedo hacerlo.
   Piotr, que se dirigнa hacia el caballo, se detuvo y lo mirу.
   — Yo no me referнa a que no fuese capaz — dijo el sargento con ansiedad -. Me referнa a que no tenнa permiso.
   — Oh.
   — їSe ha roto? — le preguntу Bothari, mirбndole el brazo.
   — Sн — suspirу el niсo. Habнa lбgrimas de dolor en sus ojos, pero no permitiу que su voz se quebrase.
   El sargento gruсу y le alzу la manga para palparle el antebrazo. Miles lanzу una exclamaciуn.
   — Sн. — Bothari le tirу del brazo y lo colocу en su lugar. Entonces extrajo una manga plбstica del bolsillo, se la colocу sobre el brazo y la muсeca, y la hinchу -. Eso lo mantendrб firme hasta que consultemos al mйdico.
   — їNo tendrнa que… mantener encerrado a ese horrible caballo? — le dijo Cordelia a Piotr.
   — No es horrible — insistiу Miles mientras se levantaba -. Es el mбs bonito.
   — їEso crees? — le preguntу Piotr con dureza -. їPor quй piensas eso? їTe gusta el color?
   — Es el que se mueve mejor — le explicу Miles mientras saltaba imitando los movimientos del caballo.
   Esto cautivу la atenciуn de Piotr.
   — Ya veo — dijo con tono risueсo -. Es mi mejor caballo… їTe gustan los caballos?
   — Son fantбsticos. Me encantan. — Miles hizo varias cabriolas.
   — Y pensar que tu padre nunca se interesу en ellos. — Piotr dirigiу a Aral una mirada resentida.
   Gracias a Dios, pensу Cordelia.
   — En un caballo, seguro que podrнa ir tan rбpido como cualquiera — dijo Miles.
   — Lo dudo — respondiу Piotr con frialdad -, si debemos tomar lo de hoy como un ejemplo. Si quieres montar, tendrбs que hacerlo bien.
   — Ensйсame — pidiу Miles de inmediato.
   Piotr mirу a Cordelia con una sonrisa amarga.
   — Si tu madre te da permiso. — Girу sobre sus talones con una expresiуn irуnica, pues conocнa la antipatнa de Cordelia hacia los caballos.
   Cordelia se mordiу la lengua para no responder «sobre mi cadбver». Los ojos de Aral parecнan querer decirle algo, pero ella no alcanzaba a comprenderlo. їSerнa йste otro plan de Piotr para matar a Miles? ї Se lo llevarнa y dejarнa que el animal lo lanzase, lo pisotease hasta romperle todos los huesos? Vaya una idea.
   їSerнa un riesgo? Desde que Miles comenzу a desplazarse al fin, ella no hacнa mбs que correr tras йl aterrada, tratando de salvarlo de cualquier peligro fнsico; en cambio Miles dedicaba la misma energнa para escapar de su supervisiуn. Si continuaban asн mucho tiempo mбs, alguno de los dos se volverнa loco.
   Si no podнa mantenerlo en un lugar seguro, tal vez lo mejor fuese enseсarle a desenvolverse en un mundo de peligros. A estas alturas ya era casi imposible que se ahogase, por ejemplo. Sus grandes ojos grises le suplicaban desesperadamente en silencio: «dйjame, dйjame, dйjame…» con la suficiente energнa como para derretir el acero.
   Yo lucharнa contra el mundo entero por ti, pero que me condenen si encuentro una forma para salvarte de ti mismo. Estб bien, pequeсo.
   — Bueno — accediу Cordelia -. Pero si el sargento te acompaсa.
   Bothari le dirigiу una mirada horrorizada. Aral se frotу el mentуn con los ojos brillantes. Piotr pareciу absolutamente desconcertado.
   — Bien — dijo Miles -. їPodrй tener mi propio caballo? їPuedo tener йse?
   — No, йse no — replicу Piotr, indignado. Entonces agregу -: Tal vez un ponн.
   — Un caballo — insistiу Miles, mirбndolo fijamente.
   Cordelia reconociу el estilo «negociaciуn», que solнa activarse ante la menor de las concesiones. El niсo deberнa elaborar tratados con los cetagandaneses.
   — Un poni — intervino ella, brindando a Piotr el apoyo que ni siquiera йl sabнa cuбnto iba a necesitar -. Uno manso… y mбs bien bajo.
   Piotr le dirigiу una mirada desafiante.
   — Tal vez puedas llegar a ganarte un caballo — le dijo a Miles -. Si aprendes bien.
   — їPuedo empezar ahora?
   — Primero tienes que curarte ese brazo — dijo Cordelia con firmeza.
   — No tengo que esperar hasta que estй curado del todo, їno es cierto?
   — ЎTe enseсarб a no correr por ahн rompiйndote los huesos!
   Piotr dirigiу a Cordelia una mirada de soslayo.
   — En realidad, durante los inicios del entrenamiento no se permite utilizar los brazos hasta que se haya obtenido una buena postura.
   — їSн? — dijo Miles, venerando cada una de sus palabras -. їQuй mбs…?
   Cuando Cordelia se retirу en busca del mйdico que acompaсaba al sйquito del regente, Piotr ya habнa recuperado su caballo gracias a unos terrones de azъcar. Entonces comenzу a explicarle a Miles cуmo hacer un cabestro con una cuerda, desde quй lado se debнa montar un caballo y cуmo colocar el cuerpo. El niсo, que apenas llegaba a la cintura del anciano, lo absorbнa todo como una esponja, apasionadamente atento a sus palabras.
   — їQuieres apostar quiйn estarб montando quй caballo a finales de semana? — le dijo Aral al oнdo.
   — No. Debo reconocer que los meses que Miles pasу inmovilizado en ese horrible tensor espinal le enseсaron cуmo controlar a quienes te rodean a largo plazo, y de ese modo imponer tu voluntad. Me alegra que no haya escogido los gimoteos como estrategia. Es el pequeсo monstruo mбs obstinado que jamбs haya conocido, pero se las arregla para que uno no lo note.
   — Creo que el conde ya estб perdido — dijo Aral.
   Cordelia esbozу una sonrisa y luego lo mirу con ojos mбs serios.
   — En una ocasiуn, cuando mi padre vino a casa con una licencia de Estudios Astronуmicos Betaneses, fabricamos unos planeadores. Se necesitaban dos cosas para hacerlos volar. Primero habнa que correr para darles impulso. Luego debнamos soltarlos. — Cordelia suspirу -. Lo mбs difнcil de todo era saber cuбndo soltarlos.
   Piotr, el caballo, Bothari y Miles desaparecieron en el interior del establo. A juzgar por sus gestos, Miles estaba formulando preguntas en rбpida sucesiуn.
   Aral le sujetу la mano mientras se volvнan para subir la colina.
   — Creo que volarб bien alto, querida capitana.