— їY lograrб atraer mбs hombres, o los alejarб?
Kou sacudiу la cabeza.
— En Barrayar sentimos un verdadero miedo por el caos. Sabemos que es detestable. El imperio ha mantenido el orden desde que Dorca Vorbarra desbaratу el poder de los condes y unificу el planeta. «Emperador» es una palabra con mucho poder aquн.
— No para mн — suspirу Cordelia -. Descansemos un poco. Tal vez para maсana a esta hora todo haya pasado.
Un pensamiento esperanzado u horripilante, dependнa de cуmo se interpretara. Cordelia contу las horas por milйsima vez: un dнa para penetrar en la Residencia, dos para regresar a territorio de Vorkosigan… no les quedaba mucho tiempo que perder. Sintiу como si volara mбs y mбs rбpido, escapando de la habitaciуn.
Ъltima oportunidad de suspender todo el asunto. Una tenue llovizna habнa anticipado el atardecer en la ciudad. A travйs de la ventana sucia, Cordelia observу la ciudad hъmeda, alumbrada por unas pocas luces rodeadas de un halo ambarino. Tambiйn eran pocas las personas que transitaban por la calle, envueltas en sus abrigos y con las cabezas gachas. Era como si la guerra y el invierno hubiesen aspirado el ъltimo hбlito del otoсo, exhalando un silencio mortal. Valor, se dijo Cordelia enderezando la espalda, y condujo a su pequeсo grupo escaleras abajo.
La recepciуn se encontraba desierta. Cordelia estaba a punto de decidir olvidar las formalidades y marcharse — despuйs de todo, habнan pagado por adelantado — cuando el posadero entrу de la calle como una tromba, lanzando maldiciones mientras sacudнa la lluvia frнa de su chaqueta. El hombre vio a Bothari.
— ЎTъ! Todo es culpa tuya, campesino desgraciado. Lo perdimos, Ўlo perdimos, maldita sea! Y ahora otro sujeto lo cobrarб. Esa recompensa pudo haber sido mнa, debiу ser mнa…
El posadero dejу de gritar cuando Bothari lo inmovilizу contra una pared. Sus pies se agitaron en el aire mientras el rostro del sargento se inclinaba hacia йl, con una repentina expresiуn salvaje.
— їQuй ha pasado?
— Una patrulla de Vordarian vino a buscar a ese sujeto. Parece que tambiйn se llevarбn a su socio. — La voz del posadero vacilaba entre la ira y el miedo -. ЎLos tienen a los dos, y yo me he quedado sin nada!
— їLos tienen? — repitiу Cordelia con desmayo.
— Se los estбn llevando en este mismo momento, maldita sea.
Aъn existнa una posibilidad, comprendiу Cordelia. Decisiуn de mando o compulsiуn tбctica, en realidad ya no importaba. Extrajo un aturdidor del bolso; Bothari retrocediу y ella disparу al posadero, quien la miraba con la boca abierta. Bothari ocultу su cuerpo inerte tras el escritorio.
— Debemos intentar rescatarlos. Drou, saca el resto de las armas. Sargento, llйvenos allн. ЎVamos!
Y asн fue como se encontrу corriendo calle abajo hacia una situaciуn que cualquier barrayarйs sensato tratarнa de evitar: un arresto nocturno efectuado por fuerzas de seguridad. Drou corriу junto a Bothari; al llevar el bolso, Koudelka se rezagу. Cordelia lamentу que la niebla no fuese mбs densa.
El escondrijo de los Vorpatril resultу estar a tres calles de allн, en un desvencijado edificio muy parecido al que acababan de abandonar. Bothari alzу una mano y espiaron con cautela desde la esquina, pero entonces retrocedieron. Habнa dos coches terrestres aparcados en la puerta del pequeсo hotel, aunque con excepciуn de ellos, la zona aparecнa extraсamente desierta. Koudelka los alcanzу, jadeante.
— Droushnakovi — dijo Bothari -, rodйelos. Sitъese en una posiciуn de fuego cruzado, cubriendo el otro lado de los vehнculos. Tenga cuidado, habrбn apostado algunos hombres en la puerta trasera.
Sн, las tбcticas callejeras eran sin duda la especialidad de Bothari. Drou asintiу con un gesto, revisу la carga de su arma y avanzу con actitud casual, sin siquiera volver la cabeza. Cuando estuvo segura de que el enemigo no podrнa verla, echу a correr.
— Debemos conseguir una posiciуn mejor — murmurу Bothari, quien volviу a asomar la cabeza por la esquina -. Desde aquн no veo nada.
— Un hombre y una mujer caminan por la calle — planeу Cordelia con desesperaciуn -. Se detienen a hablar ante una entrada. Miran con curiosidad a los hombres de seguridad, quienes se encuentran enfrascados en su arresto… їlograrнamos pasar?
— Por poco tiempo — dijo Bothari -. Hasta que detecten nuestras armas con sus exploradores de zona. Pero llegarнamos mбs lejos que dos hombres. Habrб que actuar muy rбpido, pero tal vez lo logremos. Teniente, cъbranos desde aquн. Tenga preparado el arco de plasma. Sуlo contamos con eso para detener un vehнculo.
Bothari ocultу el disruptor nervioso bajo su chaqueta. Cordelia se metiу el aturdidor en la cintura de la falda, y cogiу a Bothari por el brazo. Lentamente, doblaron la esquina.
Esto era realmente una idea estъpida, decidiу Cordelia. Para intentar una emboscada como йsta, debнan haberse apostado hacнa horas. O debнan haber sacado a Padma y a Alys hacнa horas. Aunque, sin embargo… їcuбnto tiempo habнan estado vigilando a Padma? Podнan haber caнdo en una trampa y quedar atrapados con la pareja.
Basta de «podrнa haber sido». Presta atenciуn al ahora.
Los pasos de Bothari se hicieron mбs lentos al aproximarse a una entrada en sombras. La hizo entrar y se inclinу hacia ella, con el brazo apoyado en la pared. Ya estaban lo bastante cerca de la escena del arresto para oнr voces y crujidos producidos por los intercomunica-dores.
Justo a tiempo. A pesar de la camisa y el pantalуn raнdos, Cordelia reconociу al hombre inmovilizado por un guardia contra el vehнculo. Era el capitбn Vorpatril. Tenнa el rostro ensangrentado y los labios hinchados, curvados en la tнpica mueca inducida por el pentotal. La sonrisa se transformaba en una expresiуn de angustia, para luego volver a aparecer, y sus risitas se convertнan en gemidos.
Enfundados en sus uniformes negros, los hombres de seguridad estaban sacando a una mujer del hotel. Los que se encontraban en la calle la miraron; Cordelia y Bothari tambiйn.
Alys Vorpatril sуlo llevaba una camisa de noche con una bata, y zapatos bajos sin calcetines. Su cabello oscuro estaba suelto alrededor de su rostro pбlido; tenнa todo el aspecto de una loca. Su embarazo era imposible de ocultar, y la bata negra se abrнa sobre el vientre blanco de la camisa de noche. El guardia que la hacнa avanzar le sujetaba los brazos en la espalda; Alys estuvo a punto de perder el equilibrio cuando el hombre la tirу hacia atrбs.
El jefe de guardia, un coronel, revisу su panel de informe.
— Entonces ya los tenemos. El lord y su heredero. — Sus ojos se posaron sobre el abdomen de Alys Vor-patril, y despuйs de sacudir la cabeza el hombre hablу en su intercomunicador -: Regresad, muchachos, por ahora hemos terminado.
— їQuй diablos se supone que debemos hacer con esto, coronel? — preguntу el teniente con inquietud. Con voz fascinada y desalentada a la vez, se acercу a Alys Vorpatril y le alzу la camisa de noche. Ella habнa engordado en los ъltimos dos meses. Tenнa el mentуn y los senos mбs redondeados, y tanto sus piernas como el vientre se veнan mбs gruesos. Con curiosidad, el joven posу un dedo sobre su carne blanca y apretу. Ella permaneciу en silencio, con el rostro enfurecido ante su atrevimiento y con lбgrimas de miedo en los ojos — Nuestras уrdenes son matar al lord y a su heredero. Nadie ha dicho que la matemos a ella. їSe supone que debemos sentarnos a esperar? їExprimirla? їAbrirla en canal? — Su voz se volviу mбs persuasiva -. O tal vez sуlo debamos llevarla con nosotros al cuartel general.
El guardia que la sujetaba por detrбs adelantу las caderas contra las nalgas de la mujer, una y otra vez, en un movimiento de significado inconfundible.
— No tenemos que ir directamente hasta allн, їverdad? Quiero decir… esto es carne Vor. Menuda oportunidad.
El coronel lo mirу y escupiу con disgusto.
— Cabo, es usted un pervertido.
Cordelia descubriу que la forma en que Bothari observaba la escena ya no tenнa nada de tбctico. Estaba profundamente excitado. Tenнa los ojos vidriosos y la boca entreabierta.
El coronel guardу su intercomunicador y extrajo el disruptor nervioso.
— No. — Sacudiу la cabeza -. Esto lo haremos rбpida y limpiamente. Apбrtese, cabo.
Extraсa misericordia…
El guardia doblу las rodillas de Alys y la empujу hacia abajo, dando un paso atrбs. Ella tratу de amortiguar la caнda con las manos, pero su vientre golpeу con fuerza contra el pavimento. Padma Vorpatril emitiу un gemido en medio de su estupor. El coronel alzу el disruptor nervioso y vacilу, como tratando de decidir si debнa apuntarlo a la cabeza o al torso.
— Mбtelos — susurrу Cordelia en el oнdo de Bothari. Desenfundу el aturdidor y disparу.
Bothari no sуlo despertу, sino que entrу en una especie de frenesн; el disruptor nervioso y el aturdidor de Cordelia se descargaron sobre el coronel al mismo tiempo, aunque ella habнa desenfundado primero. Entonces Bothari se puso en movimiento, y su figura oscura saltу para ocultarse detrбs de un coche aparcado. Sus chisporroteantes descargas azules electrificaron el aire; dos guardias mбs cayeron al suelo mientras los demбs se cubrнan tras sus vehнculos terrestres.
Alys Vorpatril, todavнa en el suelo, se acurrucу tratando de protegerse el abdomen con las manos y las piernas. Padma Vorpatril, aturdido por la droga, se tambaleу hacia ella con los brazos extendidos, supuestamente con la misma intenciуn. El teniente, rodando sobre el pavimento, se detuvo para apuntarle con el disruptor nervioso.
Su intenciуn resultу fatal para йl. En un fuego cruzado, el disruptor nervioso de Droushnakovi y el haz del aturdidor de Cordelia se cruzaron sobre su cuerpo… aunque llegaron tarde por una fracciуn de segundo. La descarga del disruptor dio directamente en la nuca de Padma Vorpatril. Unas chispas azules saltaron, sus cabellos oscuros se encendieron de anaranjado, y el cuerpo de Padma sufriу una violenta convulsiуn y acabу cayendo contorsionado. Alys Vorpatril gimiу, un lamento breve interrumpido por una exclamaciуn. Por un momento, pareciу paralizada sin saber si acercarse a йl o arrastrarse en sentido contrario.
La posiciуn de Droushnakovi era perfecta. El ъltimo guardia muriу mientras trataba de abrir la cubierta del vehнculo blindado. Un conductor, protegido dentro del segundo vehнculo, optу por la prudencia y tratу de escapar. El arco de plasma de Koudelka, lanzado al mбximo de su potencia, detonу sobre el coche cuando йste aceleraba en la esquina. El vehнculo patinу violentamente produciendo chispas a su paso, y se estrellу contra un edificio.
Sн, їy toda, la estrategia de esta misiуn no se basaba en que debнamos permanecer invisibles?, pensу Cordelia vertiginosamente, mientras corrнa. Ella y Droushnakovi llegaron junto a Alys Vorpatril al mismo tiempo; las dos ayudaron a la temblorosa mujer a levantarse.
— Debemos salir de aquн — le dijo Bothari, quien abandonу su posiciуn para acercarse a ellas.
— Buena idea — convino Koudelka cuando estuvo frente a toda aquella carnicerнa espectacular. Resultaba sorprendente lo silenciosa que estaba la calle. No permanecerнa asн mucho tiempo, sospechaba Cordelia.
— Por aquн. — Bothari seсalу un callejуn estrecho y oscuro -. Deprisa.
— їNo deberнamos llevarnos ese coche? — preguntу Cordelia, seсalando el vehнculo terrestre.
— No. Es fбcil de rastrear. Y no podrб pasar por los sitios adonde nos dirigimos.
Cordelia no estaba segura de que Alys estuviese en condiciones de correr, pero volviу a colocarse el aturdidor en la cintura y cogiу un brazo de la mujer. Drou la sujetу por el otro, y entre las dos la condujeron tras el sargento. Al menos esta vez Koudelka no serнa el mбs lento del grupo.
Alys estaba llorando, aunque no de forma histйrica; sуlo se volviу una vez para mirar el cuerpo de su esposo, y luego se concentrу en tratar de correr. No le resultaba fбcil. Estaba muy pesada, y se sujetaba el vientre tratando de mitigar las sacudidas.
— Cordelia — murmurу, pero no tuvo tiempo ni aliento para pedir ninguna clase de explicaciуn.
No se habнan alejado mбs de tres calles cuando Cordelia oyу las primeras sirenas en la zona que acababan de abandonar. Sin embargo Bothari parecнa haber recuperado todo el control de sн mismo. Atravesaron otro estrecho callejуn, y Cordelia notу que habнan cruzado a una regiуn de la ciudad donde las calles no estaban alumbradas. Sus ojos se esforzaron por ver en la bruma oscura.
Alys frenу bruscamente y permaneciу inclinada, jadeando. Cordelia notу que tenнa el vientre duro como una piedra; la parte trasera de su bata estaba empapada.
— їComienzas a tener dolores de parto? — le preguntу. No sabнa por quй hacнa esa pregunta; la respuesta saltaba a la vista.
— Ya hace un dнa y medio que… esto empezу — respondiу Alys. Parecнa incapaz de incorporarse -. Creo que rompн aguas allб, cuando ese maldito me arrojу al suelo. A menos que sea sangre… pero he perdido tanto que si lo fuera ya me habrнa desmayado. Ў Ah, cуmo duele! — Su respiraciуn se tornу mбs lenta, y enderezу la espalda con esfuerzo.
— їCuбnto le falta? — preguntу Kou, alarmado.
— їCуmo voy a saberlo? Soy nueva en esto. Usted sabe tanto como yo — replicу Alys Vorpatril. Un poco de ira para calmar el miedo. Aunque no servнa de nada; era como pretender calentarse con un vela en medio de una tempestad.
— Muy poco, dirнa yo — se escuchу la voz de Bothari en la oscuridad -. Serб mejor que continuemos.
Alys Vorpatril ya no podнa correr, pero logrу caminar bastante rбpido, deteniйndose cada dos minutos a descansar. Luego fue cada minuto.
— No lograremos llegar hasta allн — murmurу Bothari -. Espйrenme aquн.
Desapareciу por un… їpasadizo? Allн todas las calles parecнan callejones frнos y malolientes, demasiado estrechos para los coches terrestres. Sуlo habнan visto a dos personas en aquel laberinto, acurrucadas contra una pared, y se habнan apartado cuidadosamente para pasar.
— їPuede hacer algo para retenerlo? — preguntу Kou al ver que lady Vorpatril volvнa a doblarse -. Deberнamos… conseguir un mйdico o algo.
— Por eso saliу el idiota de Padma — dijo Alys con los dientes apretados -. Le supliquй que no lo hiciera… Ўoh Dios! — Despuйs de unos momentos, agregу -: La prуxima vez que tenga vуmitos, Kou, le sugiero que cierre la boca y trague… Ўno se trata exactamente de un reflejo voluntario! — Volviу a enderezarse, temblando violentamente.
— Ella no necesita un mйdico, necesita un lugar donde tenderse — dijo Bothari desde las sombras -. Por aquн.
Los condujo unos metros hasta una puerta de madera que poco antes habнa estado cerrada con tablas clavadas a la pared. A juzgar por las astillas, йl acababa de abrirla a puntapiйs. Cuando estuvieron en el interior con la puerta cerrada otra vez, Droushnakovi se atreviу a sacar una linterna del bolso. El haz de luz iluminу una habitaciуn pequeсa, vacнa y sucia. Bothari la inspeccionу rбpidamente. Dos puertas mбs habнan sido reventadas, pero todo estaba en silencio y oscuro. — Tendrб que servir — suspirу Bothari. Cordelia se preguntу quй diablos debнan hacer. Ella lo sabнa todo respecto a transferencias placentarias y cesбreas, pero sуlo podнa guiarse por la teorнa en lo concerniente a partos naturales. Era probable que Alys Vorpatril supiese aъn menos que ella, Drou todavнa menos, y Kou era un completo ignorante.
— їAlguien ha presenciado un parto alguna vez?
— Yo no — murmurу Alys. Sus ojos intercambiaron una mirada significativa.
— No estбs sola — dijo Cordelia con valentнa. La confianza debнa ayudarla a relajarse… debнa ayudarla a algo -. Todos te ayudaremos.
Con una extraсa renuencia, Bothari dijo:
— Mi madre era comadrona. A veces me llevaba con ella para que la ayudase. No es nada del otro mundo.
Cordelia controlу sus cejas. Era la primera vez que oнa a Bothari mencionar a alguno de sus padres.
El sargento suspirу. A juzgar por las miradas de los demбs, era evidente que acababa de asumir la tarea.
— Prйsteme su chaqueta, Kou.
Koudelka obedeciу muy galante y se dispuso a abrigar a la temblorosa seсora Vorpatril. Pareciу un poco desanimado cuando el sargento cubriу los hombros de Alys con su propia chaqueta y extendiу la de Koudelka bajo sus caderas. Allн tendida parecнa menos pбlida, pero de pronto contuvo el aliento y lanzу una exclamaciуn, mientras los mъsculos de su abdomen volvнan a tensarse.
— Quйdese conmigo, seсora Vorkosigan — murmurу Bothari. їPara quй?, se preguntу Cordelia. Pero lo comprendiу cuando йl se arrodillу y levantу suavemente las prendas de Alys Vorpatril.
Me quiere para que actъe como mecanismo de control. Pero la matanza parecнa haber consumido esa horrible oleada de lascivia que habнa distorsionado su rostro, allб en la calle. Ahora su mirada sуlo mostraba un interйs normal. Afortunadamente, Alys Vorpatril estaba demasiado absorta en sн misma para notar que la expresiуn de Bothari no era tan profesional como йl hubiese deseado.
— Aъn no ha aparecido la cabeza del bebй — les informу -. Pero ya falta poco.
Otro espasmo y despuйs de mirar a su alrededor, Bothari agrego:
— Serб mejor que no grite, seсora Vorpatril. Ya deben estar buscбndonos.
Ella asintiу con la cabeza y agitу una mano con desesperaciуn. Drou consiguiу un jirуn de tela, lo enroscу y se lo dio para morder.
Y asн permanecieron un buen rato, observando cуmo su ъtero se contraнa en un espasmo tras otro. Alys parecнa completamente atormentada, gritando en silencio, mientras las contracciones se producнan cada vez con mбs frecuencia. La cabeza del bebй asomу, con cabellos oscuros, pero pareciу atascarse allн.
— їCuбnto se supone que tarda esto? — preguntу Kou en una voz que tratу de parecer tranquila, pero sonу muy preocupada.
— Por lo visto prefiere quedarse donde estб — dijo Bothari — No desea salir con este frнo. — La broma logrу llegar a Alys; su respiraciуn jadeante no cambiу, pero por un momento sus ojos brillaron con gratitud. Con el ceсo fruncido, Bothari se acomodу junto a ella y apoyу una mano sobre su vientre, esperando la siguiente contracciуn. Entonces apretу.
La cabeza del bebй asomу entre los muslos sangrientos de Alys Vorpatril.
— Listo — dijo el sargento con satisfacciуn. Koudelka parecнa completamente aturdido.
Cordelia cogiу la cabeza entre sus manos, y logrу sacar el cuerpo en la siguiente contracciуn. El bebй tosiу dos veces, estornudу como un gatito en medio del silencio, inhalу y, con la piel ya mбs sonrosada, emitiу un grito exasperante. Cordelia estuvo a punto de dejarlo caer.
Bothari lanzу una maldiciуn.
— Dйme su espada, Kou.
Lady Vorpatril lo mirу desesperada.
— ЎNo! Dйmelo… Ўyo lo harй callar!
— No era eso lo que tenнa en mente — dijo Bothari con cierta dignidad -. Aunque no serнa mala idea — aсadiу al ver que los gritos continuaban. Extrajo el arco de plasma y calentу la hoja de la espada unos momentos, con la potencia baja. La estaba esterilizando, comprendiу Cordelia.
La placenta siguiу al cordуn en la siguiente contracciуn, derramбndose sobre la chaqueta de Kou. Ella la observу con disimulada satisfacciуn; era el mismo уrgano sustentador que fue objeto de tantas atenciones en su propio caso.
Tiempo. Este rescate ha consumido demasiado tiempo. їA quй han quedado reducidas las posibilidades de Miles ahora? їAcababa de cambiar la vida de su hijo por el pequeсo Ivбn? Aunque Ivбn no era tan pequeсo… con razуn habнa causado tantos problemas a su madre. Alys debнa contar con un arco pelviano extraordinario, o de lo contrario no hubiese logrado salir de esa pesadilla con vida.
Cuando el cordуn estuvo blanco, Bothari lo cortу con la hoja esterilizada y anudу esa cosa elбstica lo mejor que pudo. Luego secу al bebй y lo envolviу en una camisa limpia, para entregarlo finalmente a los brazos extendidos de Alys.
Alys mirу al bebй y comenzу a llorar con suavidad.
— Padma dijo… que tendrнa los mejores mйdicos. Dijo… que no habrнa dolor. Dijo que estarнa a mi lado… Ўmaldito seas, Padma! — Estrechу al hijo de Padma contra su cuerpo, y entonces lanzу una exclamaciуn de sorpresa -. ЎAy! — La boca del pequeсo habнa encontrado su seno, y al parecer tenнa la voracidad de una barracuda.
— Buenos reflejos — observу Bothari.
17
Kou sacudiу la cabeza.
— En Barrayar sentimos un verdadero miedo por el caos. Sabemos que es detestable. El imperio ha mantenido el orden desde que Dorca Vorbarra desbaratу el poder de los condes y unificу el planeta. «Emperador» es una palabra con mucho poder aquн.
— No para mн — suspirу Cordelia -. Descansemos un poco. Tal vez para maсana a esta hora todo haya pasado.
Un pensamiento esperanzado u horripilante, dependнa de cуmo se interpretara. Cordelia contу las horas por milйsima vez: un dнa para penetrar en la Residencia, dos para regresar a territorio de Vorkosigan… no les quedaba mucho tiempo que perder. Sintiу como si volara mбs y mбs rбpido, escapando de la habitaciуn.
Ъltima oportunidad de suspender todo el asunto. Una tenue llovizna habнa anticipado el atardecer en la ciudad. A travйs de la ventana sucia, Cordelia observу la ciudad hъmeda, alumbrada por unas pocas luces rodeadas de un halo ambarino. Tambiйn eran pocas las personas que transitaban por la calle, envueltas en sus abrigos y con las cabezas gachas. Era como si la guerra y el invierno hubiesen aspirado el ъltimo hбlito del otoсo, exhalando un silencio mortal. Valor, se dijo Cordelia enderezando la espalda, y condujo a su pequeсo grupo escaleras abajo.
La recepciуn se encontraba desierta. Cordelia estaba a punto de decidir olvidar las formalidades y marcharse — despuйs de todo, habнan pagado por adelantado — cuando el posadero entrу de la calle como una tromba, lanzando maldiciones mientras sacudнa la lluvia frнa de su chaqueta. El hombre vio a Bothari.
— ЎTъ! Todo es culpa tuya, campesino desgraciado. Lo perdimos, Ўlo perdimos, maldita sea! Y ahora otro sujeto lo cobrarб. Esa recompensa pudo haber sido mнa, debiу ser mнa…
El posadero dejу de gritar cuando Bothari lo inmovilizу contra una pared. Sus pies se agitaron en el aire mientras el rostro del sargento se inclinaba hacia йl, con una repentina expresiуn salvaje.
— їQuй ha pasado?
— Una patrulla de Vordarian vino a buscar a ese sujeto. Parece que tambiйn se llevarбn a su socio. — La voz del posadero vacilaba entre la ira y el miedo -. ЎLos tienen a los dos, y yo me he quedado sin nada!
— їLos tienen? — repitiу Cordelia con desmayo.
— Se los estбn llevando en este mismo momento, maldita sea.
Aъn existнa una posibilidad, comprendiу Cordelia. Decisiуn de mando o compulsiуn tбctica, en realidad ya no importaba. Extrajo un aturdidor del bolso; Bothari retrocediу y ella disparу al posadero, quien la miraba con la boca abierta. Bothari ocultу su cuerpo inerte tras el escritorio.
— Debemos intentar rescatarlos. Drou, saca el resto de las armas. Sargento, llйvenos allн. ЎVamos!
Y asн fue como se encontrу corriendo calle abajo hacia una situaciуn que cualquier barrayarйs sensato tratarнa de evitar: un arresto nocturno efectuado por fuerzas de seguridad. Drou corriу junto a Bothari; al llevar el bolso, Koudelka se rezagу. Cordelia lamentу que la niebla no fuese mбs densa.
El escondrijo de los Vorpatril resultу estar a tres calles de allн, en un desvencijado edificio muy parecido al que acababan de abandonar. Bothari alzу una mano y espiaron con cautela desde la esquina, pero entonces retrocedieron. Habнa dos coches terrestres aparcados en la puerta del pequeсo hotel, aunque con excepciуn de ellos, la zona aparecнa extraсamente desierta. Koudelka los alcanzу, jadeante.
— Droushnakovi — dijo Bothari -, rodйelos. Sitъese en una posiciуn de fuego cruzado, cubriendo el otro lado de los vehнculos. Tenga cuidado, habrбn apostado algunos hombres en la puerta trasera.
Sн, las tбcticas callejeras eran sin duda la especialidad de Bothari. Drou asintiу con un gesto, revisу la carga de su arma y avanzу con actitud casual, sin siquiera volver la cabeza. Cuando estuvo segura de que el enemigo no podrнa verla, echу a correr.
— Debemos conseguir una posiciуn mejor — murmurу Bothari, quien volviу a asomar la cabeza por la esquina -. Desde aquн no veo nada.
— Un hombre y una mujer caminan por la calle — planeу Cordelia con desesperaciуn -. Se detienen a hablar ante una entrada. Miran con curiosidad a los hombres de seguridad, quienes se encuentran enfrascados en su arresto… їlograrнamos pasar?
— Por poco tiempo — dijo Bothari -. Hasta que detecten nuestras armas con sus exploradores de zona. Pero llegarнamos mбs lejos que dos hombres. Habrб que actuar muy rбpido, pero tal vez lo logremos. Teniente, cъbranos desde aquн. Tenga preparado el arco de plasma. Sуlo contamos con eso para detener un vehнculo.
Bothari ocultу el disruptor nervioso bajo su chaqueta. Cordelia se metiу el aturdidor en la cintura de la falda, y cogiу a Bothari por el brazo. Lentamente, doblaron la esquina.
Esto era realmente una idea estъpida, decidiу Cordelia. Para intentar una emboscada como йsta, debнan haberse apostado hacнa horas. O debнan haber sacado a Padma y a Alys hacнa horas. Aunque, sin embargo… їcuбnto tiempo habнan estado vigilando a Padma? Podнan haber caнdo en una trampa y quedar atrapados con la pareja.
Basta de «podrнa haber sido». Presta atenciуn al ahora.
Los pasos de Bothari se hicieron mбs lentos al aproximarse a una entrada en sombras. La hizo entrar y se inclinу hacia ella, con el brazo apoyado en la pared. Ya estaban lo bastante cerca de la escena del arresto para oнr voces y crujidos producidos por los intercomunica-dores.
Justo a tiempo. A pesar de la camisa y el pantalуn raнdos, Cordelia reconociу al hombre inmovilizado por un guardia contra el vehнculo. Era el capitбn Vorpatril. Tenнa el rostro ensangrentado y los labios hinchados, curvados en la tнpica mueca inducida por el pentotal. La sonrisa se transformaba en una expresiуn de angustia, para luego volver a aparecer, y sus risitas se convertнan en gemidos.
Enfundados en sus uniformes negros, los hombres de seguridad estaban sacando a una mujer del hotel. Los que se encontraban en la calle la miraron; Cordelia y Bothari tambiйn.
Alys Vorpatril sуlo llevaba una camisa de noche con una bata, y zapatos bajos sin calcetines. Su cabello oscuro estaba suelto alrededor de su rostro pбlido; tenнa todo el aspecto de una loca. Su embarazo era imposible de ocultar, y la bata negra se abrнa sobre el vientre blanco de la camisa de noche. El guardia que la hacнa avanzar le sujetaba los brazos en la espalda; Alys estuvo a punto de perder el equilibrio cuando el hombre la tirу hacia atrбs.
El jefe de guardia, un coronel, revisу su panel de informe.
— Entonces ya los tenemos. El lord y su heredero. — Sus ojos se posaron sobre el abdomen de Alys Vor-patril, y despuйs de sacudir la cabeza el hombre hablу en su intercomunicador -: Regresad, muchachos, por ahora hemos terminado.
— їQuй diablos se supone que debemos hacer con esto, coronel? — preguntу el teniente con inquietud. Con voz fascinada y desalentada a la vez, se acercу a Alys Vorpatril y le alzу la camisa de noche. Ella habнa engordado en los ъltimos dos meses. Tenнa el mentуn y los senos mбs redondeados, y tanto sus piernas como el vientre se veнan mбs gruesos. Con curiosidad, el joven posу un dedo sobre su carne blanca y apretу. Ella permaneciу en silencio, con el rostro enfurecido ante su atrevimiento y con lбgrimas de miedo en los ojos — Nuestras уrdenes son matar al lord y a su heredero. Nadie ha dicho que la matemos a ella. їSe supone que debemos sentarnos a esperar? їExprimirla? їAbrirla en canal? — Su voz se volviу mбs persuasiva -. O tal vez sуlo debamos llevarla con nosotros al cuartel general.
El guardia que la sujetaba por detrбs adelantу las caderas contra las nalgas de la mujer, una y otra vez, en un movimiento de significado inconfundible.
— No tenemos que ir directamente hasta allн, їverdad? Quiero decir… esto es carne Vor. Menuda oportunidad.
El coronel lo mirу y escupiу con disgusto.
— Cabo, es usted un pervertido.
Cordelia descubriу que la forma en que Bothari observaba la escena ya no tenнa nada de tбctico. Estaba profundamente excitado. Tenнa los ojos vidriosos y la boca entreabierta.
El coronel guardу su intercomunicador y extrajo el disruptor nervioso.
— No. — Sacudiу la cabeza -. Esto lo haremos rбpida y limpiamente. Apбrtese, cabo.
Extraсa misericordia…
El guardia doblу las rodillas de Alys y la empujу hacia abajo, dando un paso atrбs. Ella tratу de amortiguar la caнda con las manos, pero su vientre golpeу con fuerza contra el pavimento. Padma Vorpatril emitiу un gemido en medio de su estupor. El coronel alzу el disruptor nervioso y vacilу, como tratando de decidir si debнa apuntarlo a la cabeza o al torso.
— Mбtelos — susurrу Cordelia en el oнdo de Bothari. Desenfundу el aturdidor y disparу.
Bothari no sуlo despertу, sino que entrу en una especie de frenesн; el disruptor nervioso y el aturdidor de Cordelia se descargaron sobre el coronel al mismo tiempo, aunque ella habнa desenfundado primero. Entonces Bothari se puso en movimiento, y su figura oscura saltу para ocultarse detrбs de un coche aparcado. Sus chisporroteantes descargas azules electrificaron el aire; dos guardias mбs cayeron al suelo mientras los demбs se cubrнan tras sus vehнculos terrestres.
Alys Vorpatril, todavнa en el suelo, se acurrucу tratando de protegerse el abdomen con las manos y las piernas. Padma Vorpatril, aturdido por la droga, se tambaleу hacia ella con los brazos extendidos, supuestamente con la misma intenciуn. El teniente, rodando sobre el pavimento, se detuvo para apuntarle con el disruptor nervioso.
Su intenciуn resultу fatal para йl. En un fuego cruzado, el disruptor nervioso de Droushnakovi y el haz del aturdidor de Cordelia se cruzaron sobre su cuerpo… aunque llegaron tarde por una fracciуn de segundo. La descarga del disruptor dio directamente en la nuca de Padma Vorpatril. Unas chispas azules saltaron, sus cabellos oscuros se encendieron de anaranjado, y el cuerpo de Padma sufriу una violenta convulsiуn y acabу cayendo contorsionado. Alys Vorpatril gimiу, un lamento breve interrumpido por una exclamaciуn. Por un momento, pareciу paralizada sin saber si acercarse a йl o arrastrarse en sentido contrario.
La posiciуn de Droushnakovi era perfecta. El ъltimo guardia muriу mientras trataba de abrir la cubierta del vehнculo blindado. Un conductor, protegido dentro del segundo vehнculo, optу por la prudencia y tratу de escapar. El arco de plasma de Koudelka, lanzado al mбximo de su potencia, detonу sobre el coche cuando йste aceleraba en la esquina. El vehнculo patinу violentamente produciendo chispas a su paso, y se estrellу contra un edificio.
Sн, їy toda, la estrategia de esta misiуn no se basaba en que debнamos permanecer invisibles?, pensу Cordelia vertiginosamente, mientras corrнa. Ella y Droushnakovi llegaron junto a Alys Vorpatril al mismo tiempo; las dos ayudaron a la temblorosa mujer a levantarse.
— Debemos salir de aquн — le dijo Bothari, quien abandonу su posiciуn para acercarse a ellas.
— Buena idea — convino Koudelka cuando estuvo frente a toda aquella carnicerнa espectacular. Resultaba sorprendente lo silenciosa que estaba la calle. No permanecerнa asн mucho tiempo, sospechaba Cordelia.
— Por aquн. — Bothari seсalу un callejуn estrecho y oscuro -. Deprisa.
— їNo deberнamos llevarnos ese coche? — preguntу Cordelia, seсalando el vehнculo terrestre.
— No. Es fбcil de rastrear. Y no podrб pasar por los sitios adonde nos dirigimos.
Cordelia no estaba segura de que Alys estuviese en condiciones de correr, pero volviу a colocarse el aturdidor en la cintura y cogiу un brazo de la mujer. Drou la sujetу por el otro, y entre las dos la condujeron tras el sargento. Al menos esta vez Koudelka no serнa el mбs lento del grupo.
Alys estaba llorando, aunque no de forma histйrica; sуlo se volviу una vez para mirar el cuerpo de su esposo, y luego se concentrу en tratar de correr. No le resultaba fбcil. Estaba muy pesada, y se sujetaba el vientre tratando de mitigar las sacudidas.
— Cordelia — murmurу, pero no tuvo tiempo ni aliento para pedir ninguna clase de explicaciуn.
No se habнan alejado mбs de tres calles cuando Cordelia oyу las primeras sirenas en la zona que acababan de abandonar. Sin embargo Bothari parecнa haber recuperado todo el control de sн mismo. Atravesaron otro estrecho callejуn, y Cordelia notу que habнan cruzado a una regiуn de la ciudad donde las calles no estaban alumbradas. Sus ojos se esforzaron por ver en la bruma oscura.
Alys frenу bruscamente y permaneciу inclinada, jadeando. Cordelia notу que tenнa el vientre duro como una piedra; la parte trasera de su bata estaba empapada.
— їComienzas a tener dolores de parto? — le preguntу. No sabнa por quй hacнa esa pregunta; la respuesta saltaba a la vista.
— Ya hace un dнa y medio que… esto empezу — respondiу Alys. Parecнa incapaz de incorporarse -. Creo que rompн aguas allб, cuando ese maldito me arrojу al suelo. A menos que sea sangre… pero he perdido tanto que si lo fuera ya me habrнa desmayado. Ў Ah, cуmo duele! — Su respiraciуn se tornу mбs lenta, y enderezу la espalda con esfuerzo.
— їCuбnto le falta? — preguntу Kou, alarmado.
— їCуmo voy a saberlo? Soy nueva en esto. Usted sabe tanto como yo — replicу Alys Vorpatril. Un poco de ira para calmar el miedo. Aunque no servнa de nada; era como pretender calentarse con un vela en medio de una tempestad.
— Muy poco, dirнa yo — se escuchу la voz de Bothari en la oscuridad -. Serб mejor que continuemos.
Alys Vorpatril ya no podнa correr, pero logrу caminar bastante rбpido, deteniйndose cada dos minutos a descansar. Luego fue cada minuto.
— No lograremos llegar hasta allн — murmurу Bothari -. Espйrenme aquн.
Desapareciу por un… їpasadizo? Allн todas las calles parecнan callejones frнos y malolientes, demasiado estrechos para los coches terrestres. Sуlo habнan visto a dos personas en aquel laberinto, acurrucadas contra una pared, y se habнan apartado cuidadosamente para pasar.
— їPuede hacer algo para retenerlo? — preguntу Kou al ver que lady Vorpatril volvнa a doblarse -. Deberнamos… conseguir un mйdico o algo.
— Por eso saliу el idiota de Padma — dijo Alys con los dientes apretados -. Le supliquй que no lo hiciera… Ўoh Dios! — Despuйs de unos momentos, agregу -: La prуxima vez que tenga vуmitos, Kou, le sugiero que cierre la boca y trague… Ўno se trata exactamente de un reflejo voluntario! — Volviу a enderezarse, temblando violentamente.
— Ella no necesita un mйdico, necesita un lugar donde tenderse — dijo Bothari desde las sombras -. Por aquн.
Los condujo unos metros hasta una puerta de madera que poco antes habнa estado cerrada con tablas clavadas a la pared. A juzgar por las astillas, йl acababa de abrirla a puntapiйs. Cuando estuvieron en el interior con la puerta cerrada otra vez, Droushnakovi se atreviу a sacar una linterna del bolso. El haz de luz iluminу una habitaciуn pequeсa, vacнa y sucia. Bothari la inspeccionу rбpidamente. Dos puertas mбs habнan sido reventadas, pero todo estaba en silencio y oscuro. — Tendrб que servir — suspirу Bothari. Cordelia se preguntу quй diablos debнan hacer. Ella lo sabнa todo respecto a transferencias placentarias y cesбreas, pero sуlo podнa guiarse por la teorнa en lo concerniente a partos naturales. Era probable que Alys Vorpatril supiese aъn menos que ella, Drou todavнa menos, y Kou era un completo ignorante.
— їAlguien ha presenciado un parto alguna vez?
— Yo no — murmurу Alys. Sus ojos intercambiaron una mirada significativa.
— No estбs sola — dijo Cordelia con valentнa. La confianza debнa ayudarla a relajarse… debнa ayudarla a algo -. Todos te ayudaremos.
Con una extraсa renuencia, Bothari dijo:
— Mi madre era comadrona. A veces me llevaba con ella para que la ayudase. No es nada del otro mundo.
Cordelia controlу sus cejas. Era la primera vez que oнa a Bothari mencionar a alguno de sus padres.
El sargento suspirу. A juzgar por las miradas de los demбs, era evidente que acababa de asumir la tarea.
— Prйsteme su chaqueta, Kou.
Koudelka obedeciу muy galante y se dispuso a abrigar a la temblorosa seсora Vorpatril. Pareciу un poco desanimado cuando el sargento cubriу los hombros de Alys con su propia chaqueta y extendiу la de Koudelka bajo sus caderas. Allн tendida parecнa menos pбlida, pero de pronto contuvo el aliento y lanzу una exclamaciуn, mientras los mъsculos de su abdomen volvнan a tensarse.
— Quйdese conmigo, seсora Vorkosigan — murmurу Bothari. їPara quй?, se preguntу Cordelia. Pero lo comprendiу cuando йl se arrodillу y levantу suavemente las prendas de Alys Vorpatril.
Me quiere para que actъe como mecanismo de control. Pero la matanza parecнa haber consumido esa horrible oleada de lascivia que habнa distorsionado su rostro, allб en la calle. Ahora su mirada sуlo mostraba un interйs normal. Afortunadamente, Alys Vorpatril estaba demasiado absorta en sн misma para notar que la expresiуn de Bothari no era tan profesional como йl hubiese deseado.
— Aъn no ha aparecido la cabeza del bebй — les informу -. Pero ya falta poco.
Otro espasmo y despuйs de mirar a su alrededor, Bothari agrego:
— Serб mejor que no grite, seсora Vorpatril. Ya deben estar buscбndonos.
Ella asintiу con la cabeza y agitу una mano con desesperaciуn. Drou consiguiу un jirуn de tela, lo enroscу y se lo dio para morder.
Y asн permanecieron un buen rato, observando cуmo su ъtero se contraнa en un espasmo tras otro. Alys parecнa completamente atormentada, gritando en silencio, mientras las contracciones se producнan cada vez con mбs frecuencia. La cabeza del bebй asomу, con cabellos oscuros, pero pareciу atascarse allн.
— їCuбnto se supone que tarda esto? — preguntу Kou en una voz que tratу de parecer tranquila, pero sonу muy preocupada.
— Por lo visto prefiere quedarse donde estб — dijo Bothari — No desea salir con este frнo. — La broma logrу llegar a Alys; su respiraciуn jadeante no cambiу, pero por un momento sus ojos brillaron con gratitud. Con el ceсo fruncido, Bothari se acomodу junto a ella y apoyу una mano sobre su vientre, esperando la siguiente contracciуn. Entonces apretу.
La cabeza del bebй asomу entre los muslos sangrientos de Alys Vorpatril.
— Listo — dijo el sargento con satisfacciуn. Koudelka parecнa completamente aturdido.
Cordelia cogiу la cabeza entre sus manos, y logrу sacar el cuerpo en la siguiente contracciуn. El bebй tosiу dos veces, estornudу como un gatito en medio del silencio, inhalу y, con la piel ya mбs sonrosada, emitiу un grito exasperante. Cordelia estuvo a punto de dejarlo caer.
Bothari lanzу una maldiciуn.
— Dйme su espada, Kou.
Lady Vorpatril lo mirу desesperada.
— ЎNo! Dйmelo… Ўyo lo harй callar!
— No era eso lo que tenнa en mente — dijo Bothari con cierta dignidad -. Aunque no serнa mala idea — aсadiу al ver que los gritos continuaban. Extrajo el arco de plasma y calentу la hoja de la espada unos momentos, con la potencia baja. La estaba esterilizando, comprendiу Cordelia.
La placenta siguiу al cordуn en la siguiente contracciуn, derramбndose sobre la chaqueta de Kou. Ella la observу con disimulada satisfacciуn; era el mismo уrgano sustentador que fue objeto de tantas atenciones en su propio caso.
Tiempo. Este rescate ha consumido demasiado tiempo. їA quй han quedado reducidas las posibilidades de Miles ahora? їAcababa de cambiar la vida de su hijo por el pequeсo Ivбn? Aunque Ivбn no era tan pequeсo… con razуn habнa causado tantos problemas a su madre. Alys debнa contar con un arco pelviano extraordinario, o de lo contrario no hubiese logrado salir de esa pesadilla con vida.
Cuando el cordуn estuvo blanco, Bothari lo cortу con la hoja esterilizada y anudу esa cosa elбstica lo mejor que pudo. Luego secу al bebй y lo envolviу en una camisa limpia, para entregarlo finalmente a los brazos extendidos de Alys.
Alys mirу al bebй y comenzу a llorar con suavidad.
— Padma dijo… que tendrнa los mejores mйdicos. Dijo… que no habrнa dolor. Dijo que estarнa a mi lado… Ўmaldito seas, Padma! — Estrechу al hijo de Padma contra su cuerpo, y entonces lanzу una exclamaciуn de sorpresa -. ЎAy! — La boca del pequeсo habнa encontrado su seno, y al parecer tenнa la voracidad de una barracuda.
— Buenos reflejos — observу Bothari.
17
— Por amor de Dios, Bothari, no podremos llevarla allн — susurrу Koudelka.
Se hallaban en un callejуn metido en las profundidades del caravasar. Frente a ellos, en medio de la oscuridad y la llovizna, se alzaba un sуlido edificio de tres plantas. Tenнa las paredes de estuco y la pintura desconchada, y una luz amarillenta se filtraba por las persianas cerradas. Sobre la puerta de madera, ъnica entrada que Cordelia alcanzaba a ver, ardнa una lбmpara de aceite.
— No podemos dejarla aquн afuera. Necesita calor — respondiу el sargento. Llevaba a lady Vorpatril en sus brazos; Alys se aferraba a йl, dйbil y temblorosa.
— їQuй es este lugar? — preguntу Droushnakovi.
Koudelka carraspeу.
— En la Era del Aislamiento, cuando йste era el centro de Vorbarr Sultana, era una residencia importante. Pertenecнa a una de las princesas Vorbarra, segъn creo. Por eso la construyeron como una fortaleza. Ahora es… una especie de posada.
Oh, asн que йste era tu prostнbulo, Kou, estuvo a punto de decir Cordelia. Pero en lugar de ello se volviу hacнa Bothari.
— їEs seguro, o puede estar lleno de informantes, como ese ъltimo lugar?
— Serб seguro durante varias horas — estimу Botha-ri -. De todos modos, no tenemos mucho mбs que eso.
Bajу a Alys Vorpatril y despuйs de entregбrsela a Droushnakovi, entrу en el edificio. Cordelia estrechу con mбs firmeza al pequeсo Ivбn, compartiendo con йl el calor de su chaqueta. Afortunadamente, el bebй habнa dormido durante el trayecto desde el edificio abandonado hasta ese lugar. Unos minutos despuйs Bothari regresу y les hizo una seсa para que lo siguiesen.
Pasaron a travйs de un pasillo que casi parecнa un tъnel de piedra, con rendijas en las paredes y orificios cada medio metro.
— Serнa para defensa, en los viejos tiempos — susurrу Koudelka, y Droushnakovi asintiу con un gesto. Aunque esa noche no los aguardaban con flechas o con aceite hirviendo. Un hombre tan alto como Bothari pero mбs grueso cerrу la puerta a sus espaldas.
Desembocaron en una gran habitaciуn oscura que habнa sido convertida en una especie de comedor. En ella sуlo habнa dos mujeres de aspecto decaнdo, vestidas con batas, y un hombre que roncaba con la cabeza sobre la mesa. Como de costumbre, una extravagante chimenea quemaba trozos de madera.
Tenнan una guнa, o anfitriona. Una mujer alta los condujo en silencio hacia la escalera. Quince o incluso diez aсos atrбs, podнa haber resultado atractiva, con esas piernas largas y el rostro aguileno; ahora sуlo era huesuda y marchita, enfundada en una bata chillona color magenta con unos frunces caнdos que parecнan combinar con su inherente tristeza. Bothari alzу a Alys Vorpatril y la llevу por la empinada escalera. Koudelka mirу a su alrededor y pareciу animarse un poco al reconocer a alguien.
La mujer los condujo a una habitaciуn del piso superior.
— Cambia las sбbanas — murmurу Bothari, y despuйs de asentir con la cabeza, la mujer desapareciу. El sargento no bajу a la agotada Alys Vorpatril. La mujer regresу al cabo de unos minutos y cambiу las sбbanas arrugadas de la cama por otras limpias. Bothari depositу a Alys sobre el colchуn y retrocediу. Cordelia acomodу mejor al pequeсo que dormнa entre sus brazos.
La… casera, tal como decidiу llamarla Cordelia, observу al bebй con un destello de interйs.
— Йste es nuevecito. Niсo grande, їeh? — Su voz intentу un arrullo.
— Tiene dos semanas — dijo Bothari con frialdad.
La mujer emitiу un bufido, con las manos sobre las caderas.
— He asistido algunos partos, Bothari. Mбs bien dirнa que tiene dos horas.
Bothari se volviу hacia Cordelia con una mirada algo alarmada. La mujer alzу una mano.
— Lo que tъ digas.
— Deberнamos dejarla dormir — seсalу Bothari -. Hasta que estemos seguros de que no sangrarб.
— Sн, pero que no se quede sola — dijo Cordelia -. Por si despierta desorientada al encontrarse en un lugar desconocido. — Alys era una Vor, y un lugar semejante le resultarнa completamente ajeno.
— Yo permanecerй un rato con ella — se ofreciу Droushnakovi. Mirу con desconfianza a la casera, quien se inclinaba demasiado hacia el bebй para su gusto. Cordelia suponнa que Drou no habнa creнdo la versiуn de Koudelka de que se hallaban en una especie de museo. Y Alys Vorpatril tampoco lo harнa, en cuanto descansara lo suficiente para recuperar la lucidez.
Droushnakovi se dejу caer en un viejo sillуn desvencijado, frunciendo la nariz ante el olor hъmedo que surgiу de los cojines. Los demбs se retiraron de la habitaciуn. Koudelka fue a buscar un lavabo en ese viejo edificio, y luego se marchу a comprar algo para comer. Un olorcillo que flotaba en el aire indicу a Cordelia que el caravasar no estaba enganchado al sistema municipal de cloacas. Tampoco habнa calefacciуn central. Ante la expresiуn hostil de Bothari, la casera desapareciу. En un extremo del salуn habнa un sofб, un par de sillones y una mesa baja, iluminados por una lбmpara a baterнa cubierta con una tela roja. Bothari y Cordelia fueron a sentarse allн. Ahora que la tensiуn habнa mermado, el sargento parecнa agotado. Cordelia no sabнa cuбl era su propio aspecto, pero suponнa que dejaba bastante que desear.
— їHay prostitutas en Colonia Beta? — le preguntу Bothari de pronto.
Cordelia hizo un esfuerzo para despejar su mente. La voz del sargento era tan fatigada que la pregunta habнa sonado casual… pero Bothari nunca decнa nada sуlo por conversar. їHasta quй punto se habнa perturbado su delicado equilibrio con la violencia de esa noche?
— Bueno… tenemos a los T. S. P. — respondiу con cautela -. Supongo que cumplen con la misma funciуn social.
— їQuй es eso?
— Terapeutas de Sexualidad Prбctica. El Estado concede las licencias. Hay que contar con un tнtulo de psicoterapeuta. La diferencia es que los tres sexos pueden practicar la profesiуn. Los hermafroditas son quienes ganan mбs dinero; tienen muy buena acogida entre los turistas. No es… no es un puesto de alto status social, pero tampoco son la escoria. Creo que no tenemos escoria social en Colonia Beta; nos detenemos en la clase media baja. Es como… — Se detuvo unos momentos, buscando una buena comparaciуn -. Es como ser una peluquera en Barrayar. Se ofrece un servicio personal en determinada profesiуn, con cierta habilidad y pericia.
Por primera vez, habнa logrado dejar perplejo a Bothari, quien frunciу el ceсo.
— Sуlo los betaneses pueden pensar que se necesita un maldito tнtulo universitario… їLas mujeres utilizan sus servicios?
— Claro. Y las parejas tambiйn. Aunque en esos casos se concede prioridad a la cuestiуn educativa.
Йl sacudiу la cabeza y vacilу. Le dirigiу una mirada de soslayo.
— Mi madre era una prostituta. — Su tono fue curiosamente distante. Bothari aguardу.
— Yo… lo habнa imaginado.
— No sй por quй no me abortу. Sabнa practicarlos, al igual que los partos. Tal vez estaba preocupada por su vejez. Solнa venderme a sus clientes.
Cordelia se atragantу.
— Bu… bueno. En Colonia Beta no se permitirнa eso.
— No recuerdo gran cosa de esa йpoca. Escapй a los doce aсos, cuando fui lo bastante mayor para golpear a sus malditos clientes. Anduve con pandillas hasta los diecisйis, fingн tener dieciocho y logrй ingresar en el Servicio. Entonces pude salir de aquн. — Bothari se frotу las palmas.
— Comparado con su vida anterior, el Servicio debiу de ser el paraнso.
— Hasta que conocн a Vorrutyer. — Mirу a su alrededor con expresiуn vaga -. En esa йpoca habнa mбs gente aquн. Ahora estб casi desierto. — Su voz se tornу reflexiva -. Hay una gran parte de mi vida que no logro recordar bien. Es como si estuviera hecho de remiendos. Sin embargo, hay cosas que quisiera olvidar y no puedo.
Cordelia no se atreviу a preguntarle «їcuбles?», pero emitiу un pequeсo sonido para indicar que lo escuchaba con atenciуn.
— No sй quiйn fue mi padre. Aquн ser un bastardo es casi tan malo como ser un mutante.
— En el contexto betanйs, la palabra «bastardo» se utiliza como descripciуn negativa de una personalidad, pero en realidad no tiene ningъn significado objetivo. No se pueden comparar con los niсos concebidos de forma ilegal, y йstos son tan raros que cada caso se trata de forma individual. — їPor quй me estб contando todo esto? їQuй quiere de mн? Cuando empezу parecнa, casi asustado; ahora se le ve casi satisfecho. їQuй le he dicho para animarlo? Cordelia suspirу.
Para su alivio, en ese momento regresу Koudelka con unos bocadillos de queso y unas botellas de cerveza. Cordelia se alegrу al ver la bebida, ya que sospechaba del agua en ese lugar. Engullу su primer mordisco con satisfacciуn y dijo:
— Kou, debemos trazar una nueva estrategia.
Йl se sentу a su lado con dificultad, escuchando atentamente.
— їSн?
— Es evidente que no podemos llevarnos con nosotros a Alys Vorpatril y al bebй. Tampoco podemos dejarla aquн. Los hombres de Vordarian se han encontrado con cinco cadбveres y un coche incendiado. Pronto comenzarбn a registrar la zona. De todas formas, durante un tiempo buscarбn a una mujer embarazada y eso nos concede una pequeсa ventaja. Tenemos que separarnos.
Йl tragу un bocado de su bocadillo.
— їEntonces irб con ella, seсora?
Cordelia sacudiу la cabeza.
— Debo ir con los que entren en la Residencia. Aunque sуlo sea porque soy la ъnica capaz de decir: «Esto es imposible. Es hora de marcharnos.» Drou es absolutamente imprescindible, y necesito a Bothari. — Y de alguna extraсa manera, Bothari me necesita a mн -. Eso lo deja a usted.
Koudelka apretу los labios.
— Al menos no los obligarй a ir mбs despacio.
— Usted no estб con nosotros a falta de algo mejor — replicу ella con dureza -. Su ingenio hizo que logrбramos entrar en Vorbarr Sultana. Tambiйn lo considero capaz de sacar a Alys Vorpatril. Usted es su ъnica posibilidad.
— Pero se dirнa que yo escapo mientras usted se enfrenta a una situaciуn peligrosa.
— Sуlo lo parece, Kou, piйnselo. Si Vordarian vuelve a atrapar a Alys, no mostrarб ninguna misericordia con ella, ni tampoco con el bebй. Ustedes no estarбn mбs seguros que nosotros. Todos tendremos que cuidar nuestras cabezas utilizando la lуgica.
Йl suspirу.
— Lo intentarй, seсora.
— Con intentarlo no basta. Padma Vorpatril lo «intentу». Usted debe lograrlo, Kou.
Йl asintiу lentamente con la cabeza.
— Sн, seсora.
Bothari se marchу en busca de algunas ropas para disfrazar a Kou de «pobre joven padre y esposo».
— Los clientes siempre dejan cosas aquн. — Cordelia se preguntу quй lograrнa encontrar allн para lady Vorpatril. Kou llevу los alimentos a Alys y a Drou. Regresу con una expresiуn sombrнa en el rostro, y volviу a sentarse junto a Cordelia.
Despuйs de un rato dijo:
— Creo que ahora entiendo por quй a Drou le preocupaba tanto la posibilidad de que estuviese embarazada.
— їAh, sн? — preguntу Cordelia.
— Los sufrimientos por los que pasу lady Vorpatril dejan pequeсos a los mнos. Dios, eso debe de ser terriblemente doloroso.
— Hum. Pero el dolor sуlo dura un dнa. — Cordelia se frotу la cicatriz -. O unas semanas. Creo que no se trata de eso.
— їY entonces quй?
— Es… es un acto trascendental. Dar la vida. Solнa pensar en eso cuando estaba embarazada de Miles. «Por medio de este acto, doy vida a una muerte.» Un nacimiento, una muerte… y entre ambos, todos los sufrimientos y actos de la voluntad. Yo no comprendнa ciertos sнmbolos mнsticos orientales como Kali, la madre Muerte, hasta que comprendн que en ello no habнa nada de mнstico. Se trata de un simple hecho. Un «accidente» sexual al estilo barrayarйs puede iniciar una cadena de causalidades que no se detiene hasta el fin de los tiempos. Nuestros hijos nos hacen cambiar… aunque mueran. Incluso aunque su hijo resultara ser una simple posibilidad en esta ocasiуn, Drou cambiу. їUsted no?
Йl sacudiу la cabeza con desconcierto.
— Ni siquiera se me ocurriу todo esto. Sуlo querнa ser normal, como los otros hombres.
— Creo que no ocurre nada malo con sus instintos. Es sуlo que no le bastan. їY si para variar intentara que sus instintos trabajaran junto con su intelecto, en lugar de hacerlo con objetivos opuestos?
Йl emitiу un bufido.
— No lo sй. No sй… cуmo acercarme a ella ahora. Ya dije que lo sentнa.
— Las cosas no andan bien entre los dos, їverdad?
— No.
— їSabe quй fue lo que mбs me molestу de este viaje? — preguntу Cordelia.
— No…
— No pude despedirme de Aral. Si… si algo me ocurriera, o si algo le ocurriera a йl, quedarнa algo pendiente, algo sin resolver entre nosotros. Y ya no habrнa forma de aclararlo.
— Hum. — Йl se sumiу un poco mбs en sн mismo, hundido en el sillуn.
Cordelia meditу unos instantes.
— їQuй mбs ha intentado aparte de «lo siento»? їPor quй no le pregunta cуmo estб, si se encuentra bien, si puede ayudarla? O dнgale «te quiero», eso no falla. Palabras breves, en su mayor parte preguntas, ahora que lo pienso. Demuestran que uno estб interesado en iniciar una conversaciуn.
Йl esbozу una sonrisa triste.
— No creo que ella quiera hablar conmigo.
— Supongamos… — Cordelia echу la cabeza hacia atrбs y fijу la vista en el otro extremo de la habitaciуn -. Supongamos que las cosas no hubiesen tomado un giro tan equivocado aquella noche. Supongamos que usted no se hubiera aterrorizado. Supongamos que ese idiota de Evon Vorhalas no los hubiera interrumpido con su pequeсo espectбculo de horror. — Vaya un pensamiento. Dolнa mucho pensar en lo que podнa haber sido -. Regresemos al punto de partida. Cuando se acariciaban felices. Se separan como amigos, y a la maсana siguiente despiertan, eh… perturbados por el amor. їQuй ocurrirнa luego, en Barrayar?
— Un intermediario.
— їEh?
— Sus padres o los mнos contratarнan a un intermediario y luego, bueno, arreglarнan las cosas.
— їY ustedes quй harнan?
Йl se encogiу de hombros.
— Presentarnos a tiempo para la boda y pagar las facturas, supongo. En realidad son los padres quienes pagan las facturas.
Con razуn el hombre estaba tan desorientado.
— їUsted querнa casarse? їNo sуlo acostarse?
— ЎSн! Pero… seсora, yo sуlo soy medio hombre, y eso en un buen dнa. Su familia se reirнa de mн.
— їAlguna vez ha visto a su familia? їEllos ya lo conocen a usted?
— No…
— Kou, їse da cuenta de lo que estб diciendo?
Йl pareciу algo avergonzado.
— Bueno…
— Un intermediario. Bah. — Se levantу.
— їAdonde va? — preguntу Kou con nerviosismo.
— A intermediar — dijo ella con firmeza y avanzу por el pasillo hasta la habitaciуn. Droushnakovi estaba sentada observando a la mujer dormida. Las dos cervezas y los bocadillos estaban intactos en una mesita.
Cordelia cerrу la puerta con suavidad.
— Sabes — murmurу -, los buenos soldados nunca pierden una ocasiуn para comer o dormir, porque no saben cuбnto tiempo pasarб antes de que se presente otra posibilidad.
— No tengo hambre. — Drou tenнa una expresiуn introvertida, como atrapada dentro de sн misma.
— їQuieres hablar de ello?
Drou esbozу una mueca indecisa y se apartу de la cama para sentarse en un sofб al otro extremo de la habitaciуn. Cordelia se sentу a su lado.
— Esta noche — dijo en voz baja -, he participado en mi primera pelea de verdad.
— Lo hiciste muy bien. Encontraste tu posiciуn y reaccionaste…
— No. — Droushnakovi agitу una mano -. No es verdad.
— їOh? A mн me pareciу bien.
— Corrн por detrбs del edificio… derribй a los dos hombres de seguridad que aguardaban en la puerta usando el aturdidor. Ellos no alcanzaron a verme. Lleguй a mi posiciуn en la esquina del edificio. Vi cуmo esos dos hombres atormentaban a lady Vorpatril en la calle. La insultaban, la miraban, la empujaban… me enfadй tanto que cogн el disruptor nervioso. Querнa matarlos. Entonces comenzaron los disparos. Y… y yo vacilй. Por eso muriу lord Vorpatril, por mi culpa.
— ЎVaya niсa! El sujeto que matу a Padma Vorpatril no era el ъnico que le apuntaba. Padma estaba tan aturdido por la droga que ni siquiera trataba de cubrirse. Debieron de inyectarle una dosis doble para obligarle a descubrir el escondite de Alys. Tambiйn pudo haber muerto por otro disparo, o interponerse a nuestro propio fuego cruzado.
— El sargento Bothari no vacilу — objetу Droushnakovi sin ninguna inflexiуn en la voz.
— No — convino Cordelia.
— El sargento Bothari tampoco pierde el tiempo sintiendo… pena por el enemigo.
— No. їY tъ sн?
— Me siento enferma.
— Matas a dos personas completamente desconocidas, їy esperas sentirte feliz?
— Eso hace Bothari.
— Sн. Йl lo disfruta. Pero Bothari no es un hombre cuerdo, ni siquiera segъn los modelos barrayareses. їTъ aspiras a ser un monstruo?
— ЎUsted lo llama de ese modo!
— Oh, pero йl es mi monstruo. Mi buen perro. — Siempre tenнa problemas cuando trataba de explicar a Bothari, en ocasiones incluso ante sн mismo. Cordelia se preguntу si Droushnakovi conocerнa el origen histуrico del tйrmino terrestre «chivo expiatorio». El animal de sacrificio que todos los aсos era liberado, para que cargase con los pecados de toda la comunidad… Bothari era su propia bestia de carga; Cordelia era consciente de las cosas que hacнa por ella. Lo que no le resultaba tan claro era lo que ella hacнa por йl, pero sabнa que la necesitaba con desesperaciуn -. Yo me alegro mucho de que te sientas desconsolada. Dos asesinos patolуgicos a mi servicio serнan demasiado. Conserva esas dudas como si fuesen un tesoro, Drou.
Ella sacudiу la cabeza.
— Creo que tal vez me he equivocado de oficio.
— Tal vez sн. Tal vez no. Piensa en lo monstruoso que serнa un ejйrcito de Botharis. Cualquier fuerza armada de una comunidad (militares, policнa, personal de seguridad) necesita contar con personas que puedan causar el mal necesario, y al mismo tiempo no transformarse en malvadas. Hacer sуlo lo necesario, nada mбs. Cuestionar constantemente las suposiciones para no caer en la atrocidad.
— Como ese coronel de seguridad, que reprimiу a ese cabo obsceno.
— Sн. O el modo en que ese teniente cuestionу al coronel… lamento no haber podido salvarlo. — Cordelia suspirу.
Drou frunciу el ceсo con la vista baja.
— Kou cree que estбs enfadada con йl — dijo Cordelia.
— їKou? — Droushnakovi le mirу confundida -. Oh sн, hace un momento estuvo aquн. їQuerнa algo?
Cordelia sonriу.
— Muy tнpico de Kou. Imaginar que toda tu desdicha debe de estar centrada en йl. — Su sonrisa se desvaneciу -. Pienso encargarle la misiуn de sacar de aquн a lady Vorpatril y al bebй. Nuestros caminos se separarбn en cuanto ella pueda volver a caminar.
El rostro de Drou demostrу preocupaciуn.
— Se enfrentarб a un peligro terrible. Los hombres de Vordarian deben de estar rabiosos por haberla perdido a ella y al niсo.
Sн, todavнa quedaba un lord Vorpatril para echar a perder los cбlculos genealуgicos de Vordarian, їverdad? En ese sistema perverso, una criatura se transformaba en un peligro mortal para un hombre maduro.
— Nadie estarб a salvo hasta que esta guerra abominable haya terminado. Dime. їTodavнa quieres a Kou? Sй que ya has pasado el primer perнodo de enamoramiento. Ahora eres consciente de sus defectos. Es egocйntrico, estб obsesionado con sus problemas fнsicos y siente una gran preocupaciуn por su masculinidad. Pero no es estъpido. Todavнa hay esperanzas para йl. Le espera una vida interesante, al servicio del regente. — Suponiendo que lograsen sobrevivir a las siguientes cuarenta y ocho horas. Aunque no era mala idea infundir un apasionado deseo de vivir en sus agentes, pensу Cordelia -. їLo quieres?
— Yo… ahora estoy ligada a йl. No sй cуmo explicarlo… le he entregado mi virginidad. їQuiйn mбs me querrнa? Me sentirнa avergonzada…
— ЎOlvida eso! Cuando regresemos de esta incursiуn, te cubrirбn de tanta gloria que los hombres harбn fila para tener el privilegio de cortejarte. Podrбs elegir. En casa de Aral, tendrбs ocasiуn de conocer a los mejores hombres. їQuй deseas? їUn general? їUn ministro imperial? їUn seсorito Vor? їUn embajador de otro planeta? Tu ъnico problema serб escoger, ya que las mezquinas costumbres barrayaresas sуlo te permiten un esposo a la vez. Un desmaсado teniente no tendrб la menor posibilidad ante todos esos seсores.
Droushnakovi sonriу con cierto escepticismo ante la imagen de Cordelia.
— їQuiйn ha dicho que Kou no se convierta en general algъn dнa? — dijo con suavidad. Exhalу un suspiro -. Sн, todavнa lo quiero. Pero… creo que tengo miedo de que vuelva a herirme.
Cordelia lo pensу unos momentos.
— Es probable. Aral y yo siempre estamos hiriйndonos.
— ЎOh, ustedes dos no, seсora! Parecen tan, tan… perfectos.
— Piensa, Drou, їte imaginas cуmo se siente Aral en este momento, debido a mis actitudes? Yo sн.
— Oh.
— Pero el dolor… no me parece motivo suficiente para dejar que la vida pase de largo. Cuando uno estб muerto no siente dolor. Al igual que el tiempo, el dolor pasarб de todos modos. La pregunta es, їcuбntos momentos gloriosos eres capaz de arrebatarle a la vida a pesar del dolor?
— No estoy segura de entender eso, seсora. Pero… tengo una imagen en la cabeza. Kou y yo estamos en una playa, los dos solos. Es muy agradable. Y cuando йl me mira me ve, realmente me ve, y me quiere…
Cordelia frunciу los labios.
— Sн… eso es suficiente. Ven conmigo.
La joven se levantу obedientemente. Cordelia la condujo hasta el salуn, obligу a Kou a sentarse en un extremo del sillуn, sentу a Drou en el otro y se acomodу entre los dos.
— Drou, Kou tiene algunas cosas que decirte. Como al parecer vosotros dos hablбis idiomas diferentes, me pidiу que actuase como intйrprete.
Avergonzado, agitу las manos en seсal negativa.
— Eso significa: «Prefiero malgastar el resto de mi vida antes que mostrarme como un tonto durante cinco minutos.» No le hagas caso — dijo Cordelia -. Ahora veamos, їquiйn comenzarб?
Hubo un breve silencio.
— їOs he dicho ya que tambiйn estoy interpretando el papel de vuestros padres? Creo que comenzarй por ser la madre de Kou. Bien hijo, їya has conocido algunas muchachas bonitas? Tienes casi veintisйis aсos, їme comprendes? Yo vi ese vнdeo — agregу en su propia voz mientras Kou tosнa -. Tengo su mismo estilo, їeh? Y Kou dice: «Sн mamб, hay una joven ideal. Joven, alta, inteligente…» Y la mamб de Kou dice: «ЎPerfecto!» Entonces me contrata como intermediaria. Luego voy a ver a tu padre, Drou, y le digo: «Hay este joven teniente imperial, secretario personal del lord regente, hйroe de guerra…» Y йl exclama: «ЎNo necesito nada mбs! Lo aceptamos. Es perfecto.» Y…
Se hallaban en un callejуn metido en las profundidades del caravasar. Frente a ellos, en medio de la oscuridad y la llovizna, se alzaba un sуlido edificio de tres plantas. Tenнa las paredes de estuco y la pintura desconchada, y una luz amarillenta se filtraba por las persianas cerradas. Sobre la puerta de madera, ъnica entrada que Cordelia alcanzaba a ver, ardнa una lбmpara de aceite.
— No podemos dejarla aquн afuera. Necesita calor — respondiу el sargento. Llevaba a lady Vorpatril en sus brazos; Alys se aferraba a йl, dйbil y temblorosa.
— їQuй es este lugar? — preguntу Droushnakovi.
Koudelka carraspeу.
— En la Era del Aislamiento, cuando йste era el centro de Vorbarr Sultana, era una residencia importante. Pertenecнa a una de las princesas Vorbarra, segъn creo. Por eso la construyeron como una fortaleza. Ahora es… una especie de posada.
Oh, asн que йste era tu prostнbulo, Kou, estuvo a punto de decir Cordelia. Pero en lugar de ello se volviу hacнa Bothari.
— їEs seguro, o puede estar lleno de informantes, como ese ъltimo lugar?
— Serб seguro durante varias horas — estimу Botha-ri -. De todos modos, no tenemos mucho mбs que eso.
Bajу a Alys Vorpatril y despuйs de entregбrsela a Droushnakovi, entrу en el edificio. Cordelia estrechу con mбs firmeza al pequeсo Ivбn, compartiendo con йl el calor de su chaqueta. Afortunadamente, el bebй habнa dormido durante el trayecto desde el edificio abandonado hasta ese lugar. Unos minutos despuйs Bothari regresу y les hizo una seсa para que lo siguiesen.
Pasaron a travйs de un pasillo que casi parecнa un tъnel de piedra, con rendijas en las paredes y orificios cada medio metro.
— Serнa para defensa, en los viejos tiempos — susurrу Koudelka, y Droushnakovi asintiу con un gesto. Aunque esa noche no los aguardaban con flechas o con aceite hirviendo. Un hombre tan alto como Bothari pero mбs grueso cerrу la puerta a sus espaldas.
Desembocaron en una gran habitaciуn oscura que habнa sido convertida en una especie de comedor. En ella sуlo habнa dos mujeres de aspecto decaнdo, vestidas con batas, y un hombre que roncaba con la cabeza sobre la mesa. Como de costumbre, una extravagante chimenea quemaba trozos de madera.
Tenнan una guнa, o anfitriona. Una mujer alta los condujo en silencio hacia la escalera. Quince o incluso diez aсos atrбs, podнa haber resultado atractiva, con esas piernas largas y el rostro aguileno; ahora sуlo era huesuda y marchita, enfundada en una bata chillona color magenta con unos frunces caнdos que parecнan combinar con su inherente tristeza. Bothari alzу a Alys Vorpatril y la llevу por la empinada escalera. Koudelka mirу a su alrededor y pareciу animarse un poco al reconocer a alguien.
La mujer los condujo a una habitaciуn del piso superior.
— Cambia las sбbanas — murmurу Bothari, y despuйs de asentir con la cabeza, la mujer desapareciу. El sargento no bajу a la agotada Alys Vorpatril. La mujer regresу al cabo de unos minutos y cambiу las sбbanas arrugadas de la cama por otras limpias. Bothari depositу a Alys sobre el colchуn y retrocediу. Cordelia acomodу mejor al pequeсo que dormнa entre sus brazos.
La… casera, tal como decidiу llamarla Cordelia, observу al bebй con un destello de interйs.
— Йste es nuevecito. Niсo grande, їeh? — Su voz intentу un arrullo.
— Tiene dos semanas — dijo Bothari con frialdad.
La mujer emitiу un bufido, con las manos sobre las caderas.
— He asistido algunos partos, Bothari. Mбs bien dirнa que tiene dos horas.
Bothari se volviу hacia Cordelia con una mirada algo alarmada. La mujer alzу una mano.
— Lo que tъ digas.
— Deberнamos dejarla dormir — seсalу Bothari -. Hasta que estemos seguros de que no sangrarб.
— Sн, pero que no se quede sola — dijo Cordelia -. Por si despierta desorientada al encontrarse en un lugar desconocido. — Alys era una Vor, y un lugar semejante le resultarнa completamente ajeno.
— Yo permanecerй un rato con ella — se ofreciу Droushnakovi. Mirу con desconfianza a la casera, quien se inclinaba demasiado hacia el bebй para su gusto. Cordelia suponнa que Drou no habнa creнdo la versiуn de Koudelka de que se hallaban en una especie de museo. Y Alys Vorpatril tampoco lo harнa, en cuanto descansara lo suficiente para recuperar la lucidez.
Droushnakovi se dejу caer en un viejo sillуn desvencijado, frunciendo la nariz ante el olor hъmedo que surgiу de los cojines. Los demбs se retiraron de la habitaciуn. Koudelka fue a buscar un lavabo en ese viejo edificio, y luego se marchу a comprar algo para comer. Un olorcillo que flotaba en el aire indicу a Cordelia que el caravasar no estaba enganchado al sistema municipal de cloacas. Tampoco habнa calefacciуn central. Ante la expresiуn hostil de Bothari, la casera desapareciу. En un extremo del salуn habнa un sofб, un par de sillones y una mesa baja, iluminados por una lбmpara a baterнa cubierta con una tela roja. Bothari y Cordelia fueron a sentarse allн. Ahora que la tensiуn habнa mermado, el sargento parecнa agotado. Cordelia no sabнa cuбl era su propio aspecto, pero suponнa que dejaba bastante que desear.
— їHay prostitutas en Colonia Beta? — le preguntу Bothari de pronto.
Cordelia hizo un esfuerzo para despejar su mente. La voz del sargento era tan fatigada que la pregunta habнa sonado casual… pero Bothari nunca decнa nada sуlo por conversar. їHasta quй punto se habнa perturbado su delicado equilibrio con la violencia de esa noche?
— Bueno… tenemos a los T. S. P. — respondiу con cautela -. Supongo que cumplen con la misma funciуn social.
— їQuй es eso?
— Terapeutas de Sexualidad Prбctica. El Estado concede las licencias. Hay que contar con un tнtulo de psicoterapeuta. La diferencia es que los tres sexos pueden practicar la profesiуn. Los hermafroditas son quienes ganan mбs dinero; tienen muy buena acogida entre los turistas. No es… no es un puesto de alto status social, pero tampoco son la escoria. Creo que no tenemos escoria social en Colonia Beta; nos detenemos en la clase media baja. Es como… — Se detuvo unos momentos, buscando una buena comparaciуn -. Es como ser una peluquera en Barrayar. Se ofrece un servicio personal en determinada profesiуn, con cierta habilidad y pericia.
Por primera vez, habнa logrado dejar perplejo a Bothari, quien frunciу el ceсo.
— Sуlo los betaneses pueden pensar que se necesita un maldito tнtulo universitario… їLas mujeres utilizan sus servicios?
— Claro. Y las parejas tambiйn. Aunque en esos casos se concede prioridad a la cuestiуn educativa.
Йl sacudiу la cabeza y vacilу. Le dirigiу una mirada de soslayo.
— Mi madre era una prostituta. — Su tono fue curiosamente distante. Bothari aguardу.
— Yo… lo habнa imaginado.
— No sй por quй no me abortу. Sabнa practicarlos, al igual que los partos. Tal vez estaba preocupada por su vejez. Solнa venderme a sus clientes.
Cordelia se atragantу.
— Bu… bueno. En Colonia Beta no se permitirнa eso.
— No recuerdo gran cosa de esa йpoca. Escapй a los doce aсos, cuando fui lo bastante mayor para golpear a sus malditos clientes. Anduve con pandillas hasta los diecisйis, fingн tener dieciocho y logrй ingresar en el Servicio. Entonces pude salir de aquн. — Bothari se frotу las palmas.
— Comparado con su vida anterior, el Servicio debiу de ser el paraнso.
— Hasta que conocн a Vorrutyer. — Mirу a su alrededor con expresiуn vaga -. En esa йpoca habнa mбs gente aquн. Ahora estб casi desierto. — Su voz se tornу reflexiva -. Hay una gran parte de mi vida que no logro recordar bien. Es como si estuviera hecho de remiendos. Sin embargo, hay cosas que quisiera olvidar y no puedo.
Cordelia no se atreviу a preguntarle «їcuбles?», pero emitiу un pequeсo sonido para indicar que lo escuchaba con atenciуn.
— No sй quiйn fue mi padre. Aquн ser un bastardo es casi tan malo como ser un mutante.
— En el contexto betanйs, la palabra «bastardo» se utiliza como descripciуn negativa de una personalidad, pero en realidad no tiene ningъn significado objetivo. No se pueden comparar con los niсos concebidos de forma ilegal, y йstos son tan raros que cada caso se trata de forma individual. — їPor quй me estб contando todo esto? їQuй quiere de mн? Cuando empezу parecнa, casi asustado; ahora se le ve casi satisfecho. їQuй le he dicho para animarlo? Cordelia suspirу.
Para su alivio, en ese momento regresу Koudelka con unos bocadillos de queso y unas botellas de cerveza. Cordelia se alegrу al ver la bebida, ya que sospechaba del agua en ese lugar. Engullу su primer mordisco con satisfacciуn y dijo:
— Kou, debemos trazar una nueva estrategia.
Йl se sentу a su lado con dificultad, escuchando atentamente.
— їSн?
— Es evidente que no podemos llevarnos con nosotros a Alys Vorpatril y al bebй. Tampoco podemos dejarla aquн. Los hombres de Vordarian se han encontrado con cinco cadбveres y un coche incendiado. Pronto comenzarбn a registrar la zona. De todas formas, durante un tiempo buscarбn a una mujer embarazada y eso nos concede una pequeсa ventaja. Tenemos que separarnos.
Йl tragу un bocado de su bocadillo.
— їEntonces irб con ella, seсora?
Cordelia sacudiу la cabeza.
— Debo ir con los que entren en la Residencia. Aunque sуlo sea porque soy la ъnica capaz de decir: «Esto es imposible. Es hora de marcharnos.» Drou es absolutamente imprescindible, y necesito a Bothari. — Y de alguna extraсa manera, Bothari me necesita a mн -. Eso lo deja a usted.
Koudelka apretу los labios.
— Al menos no los obligarй a ir mбs despacio.
— Usted no estб con nosotros a falta de algo mejor — replicу ella con dureza -. Su ingenio hizo que logrбramos entrar en Vorbarr Sultana. Tambiйn lo considero capaz de sacar a Alys Vorpatril. Usted es su ъnica posibilidad.
— Pero se dirнa que yo escapo mientras usted se enfrenta a una situaciуn peligrosa.
— Sуlo lo parece, Kou, piйnselo. Si Vordarian vuelve a atrapar a Alys, no mostrarб ninguna misericordia con ella, ni tampoco con el bebй. Ustedes no estarбn mбs seguros que nosotros. Todos tendremos que cuidar nuestras cabezas utilizando la lуgica.
Йl suspirу.
— Lo intentarй, seсora.
— Con intentarlo no basta. Padma Vorpatril lo «intentу». Usted debe lograrlo, Kou.
Йl asintiу lentamente con la cabeza.
— Sн, seсora.
Bothari se marchу en busca de algunas ropas para disfrazar a Kou de «pobre joven padre y esposo».
— Los clientes siempre dejan cosas aquн. — Cordelia se preguntу quй lograrнa encontrar allн para lady Vorpatril. Kou llevу los alimentos a Alys y a Drou. Regresу con una expresiуn sombrнa en el rostro, y volviу a sentarse junto a Cordelia.
Despuйs de un rato dijo:
— Creo que ahora entiendo por quй a Drou le preocupaba tanto la posibilidad de que estuviese embarazada.
— їAh, sн? — preguntу Cordelia.
— Los sufrimientos por los que pasу lady Vorpatril dejan pequeсos a los mнos. Dios, eso debe de ser terriblemente doloroso.
— Hum. Pero el dolor sуlo dura un dнa. — Cordelia se frotу la cicatriz -. O unas semanas. Creo que no se trata de eso.
— їY entonces quй?
— Es… es un acto trascendental. Dar la vida. Solнa pensar en eso cuando estaba embarazada de Miles. «Por medio de este acto, doy vida a una muerte.» Un nacimiento, una muerte… y entre ambos, todos los sufrimientos y actos de la voluntad. Yo no comprendнa ciertos sнmbolos mнsticos orientales como Kali, la madre Muerte, hasta que comprendн que en ello no habнa nada de mнstico. Se trata de un simple hecho. Un «accidente» sexual al estilo barrayarйs puede iniciar una cadena de causalidades que no se detiene hasta el fin de los tiempos. Nuestros hijos nos hacen cambiar… aunque mueran. Incluso aunque su hijo resultara ser una simple posibilidad en esta ocasiуn, Drou cambiу. їUsted no?
Йl sacudiу la cabeza con desconcierto.
— Ni siquiera se me ocurriу todo esto. Sуlo querнa ser normal, como los otros hombres.
— Creo que no ocurre nada malo con sus instintos. Es sуlo que no le bastan. їY si para variar intentara que sus instintos trabajaran junto con su intelecto, en lugar de hacerlo con objetivos opuestos?
Йl emitiу un bufido.
— No lo sй. No sй… cуmo acercarme a ella ahora. Ya dije que lo sentнa.
— Las cosas no andan bien entre los dos, їverdad?
— No.
— їSabe quй fue lo que mбs me molestу de este viaje? — preguntу Cordelia.
— No…
— No pude despedirme de Aral. Si… si algo me ocurriera, o si algo le ocurriera a йl, quedarнa algo pendiente, algo sin resolver entre nosotros. Y ya no habrнa forma de aclararlo.
— Hum. — Йl se sumiу un poco mбs en sн mismo, hundido en el sillуn.
Cordelia meditу unos instantes.
— їQuй mбs ha intentado aparte de «lo siento»? їPor quй no le pregunta cуmo estб, si se encuentra bien, si puede ayudarla? O dнgale «te quiero», eso no falla. Palabras breves, en su mayor parte preguntas, ahora que lo pienso. Demuestran que uno estб interesado en iniciar una conversaciуn.
Йl esbozу una sonrisa triste.
— No creo que ella quiera hablar conmigo.
— Supongamos… — Cordelia echу la cabeza hacia atrбs y fijу la vista en el otro extremo de la habitaciуn -. Supongamos que las cosas no hubiesen tomado un giro tan equivocado aquella noche. Supongamos que usted no se hubiera aterrorizado. Supongamos que ese idiota de Evon Vorhalas no los hubiera interrumpido con su pequeсo espectбculo de horror. — Vaya un pensamiento. Dolнa mucho pensar en lo que podнa haber sido -. Regresemos al punto de partida. Cuando se acariciaban felices. Se separan como amigos, y a la maсana siguiente despiertan, eh… perturbados por el amor. їQuй ocurrirнa luego, en Barrayar?
— Un intermediario.
— їEh?
— Sus padres o los mнos contratarнan a un intermediario y luego, bueno, arreglarнan las cosas.
— їY ustedes quй harнan?
Йl se encogiу de hombros.
— Presentarnos a tiempo para la boda y pagar las facturas, supongo. En realidad son los padres quienes pagan las facturas.
Con razуn el hombre estaba tan desorientado.
— їUsted querнa casarse? їNo sуlo acostarse?
— ЎSн! Pero… seсora, yo sуlo soy medio hombre, y eso en un buen dнa. Su familia se reirнa de mн.
— їAlguna vez ha visto a su familia? їEllos ya lo conocen a usted?
— No…
— Kou, їse da cuenta de lo que estб diciendo?
Йl pareciу algo avergonzado.
— Bueno…
— Un intermediario. Bah. — Se levantу.
— їAdonde va? — preguntу Kou con nerviosismo.
— A intermediar — dijo ella con firmeza y avanzу por el pasillo hasta la habitaciуn. Droushnakovi estaba sentada observando a la mujer dormida. Las dos cervezas y los bocadillos estaban intactos en una mesita.
Cordelia cerrу la puerta con suavidad.
— Sabes — murmurу -, los buenos soldados nunca pierden una ocasiуn para comer o dormir, porque no saben cuбnto tiempo pasarб antes de que se presente otra posibilidad.
— No tengo hambre. — Drou tenнa una expresiуn introvertida, como atrapada dentro de sн misma.
— їQuieres hablar de ello?
Drou esbozу una mueca indecisa y se apartу de la cama para sentarse en un sofб al otro extremo de la habitaciуn. Cordelia se sentу a su lado.
— Esta noche — dijo en voz baja -, he participado en mi primera pelea de verdad.
— Lo hiciste muy bien. Encontraste tu posiciуn y reaccionaste…
— No. — Droushnakovi agitу una mano -. No es verdad.
— їOh? A mн me pareciу bien.
— Corrн por detrбs del edificio… derribй a los dos hombres de seguridad que aguardaban en la puerta usando el aturdidor. Ellos no alcanzaron a verme. Lleguй a mi posiciуn en la esquina del edificio. Vi cуmo esos dos hombres atormentaban a lady Vorpatril en la calle. La insultaban, la miraban, la empujaban… me enfadй tanto que cogн el disruptor nervioso. Querнa matarlos. Entonces comenzaron los disparos. Y… y yo vacilй. Por eso muriу lord Vorpatril, por mi culpa.
— ЎVaya niсa! El sujeto que matу a Padma Vorpatril no era el ъnico que le apuntaba. Padma estaba tan aturdido por la droga que ni siquiera trataba de cubrirse. Debieron de inyectarle una dosis doble para obligarle a descubrir el escondite de Alys. Tambiйn pudo haber muerto por otro disparo, o interponerse a nuestro propio fuego cruzado.
— El sargento Bothari no vacilу — objetу Droushnakovi sin ninguna inflexiуn en la voz.
— No — convino Cordelia.
— El sargento Bothari tampoco pierde el tiempo sintiendo… pena por el enemigo.
— No. їY tъ sн?
— Me siento enferma.
— Matas a dos personas completamente desconocidas, їy esperas sentirte feliz?
— Eso hace Bothari.
— Sн. Йl lo disfruta. Pero Bothari no es un hombre cuerdo, ni siquiera segъn los modelos barrayareses. їTъ aspiras a ser un monstruo?
— ЎUsted lo llama de ese modo!
— Oh, pero йl es mi monstruo. Mi buen perro. — Siempre tenнa problemas cuando trataba de explicar a Bothari, en ocasiones incluso ante sн mismo. Cordelia se preguntу si Droushnakovi conocerнa el origen histуrico del tйrmino terrestre «chivo expiatorio». El animal de sacrificio que todos los aсos era liberado, para que cargase con los pecados de toda la comunidad… Bothari era su propia bestia de carga; Cordelia era consciente de las cosas que hacнa por ella. Lo que no le resultaba tan claro era lo que ella hacнa por йl, pero sabнa que la necesitaba con desesperaciуn -. Yo me alegro mucho de que te sientas desconsolada. Dos asesinos patolуgicos a mi servicio serнan demasiado. Conserva esas dudas como si fuesen un tesoro, Drou.
Ella sacudiу la cabeza.
— Creo que tal vez me he equivocado de oficio.
— Tal vez sн. Tal vez no. Piensa en lo monstruoso que serнa un ejйrcito de Botharis. Cualquier fuerza armada de una comunidad (militares, policнa, personal de seguridad) necesita contar con personas que puedan causar el mal necesario, y al mismo tiempo no transformarse en malvadas. Hacer sуlo lo necesario, nada mбs. Cuestionar constantemente las suposiciones para no caer en la atrocidad.
— Como ese coronel de seguridad, que reprimiу a ese cabo obsceno.
— Sн. O el modo en que ese teniente cuestionу al coronel… lamento no haber podido salvarlo. — Cordelia suspirу.
Drou frunciу el ceсo con la vista baja.
— Kou cree que estбs enfadada con йl — dijo Cordelia.
— їKou? — Droushnakovi le mirу confundida -. Oh sн, hace un momento estuvo aquн. їQuerнa algo?
Cordelia sonriу.
— Muy tнpico de Kou. Imaginar que toda tu desdicha debe de estar centrada en йl. — Su sonrisa se desvaneciу -. Pienso encargarle la misiуn de sacar de aquн a lady Vorpatril y al bebй. Nuestros caminos se separarбn en cuanto ella pueda volver a caminar.
El rostro de Drou demostrу preocupaciуn.
— Se enfrentarб a un peligro terrible. Los hombres de Vordarian deben de estar rabiosos por haberla perdido a ella y al niсo.
Sн, todavнa quedaba un lord Vorpatril para echar a perder los cбlculos genealуgicos de Vordarian, їverdad? En ese sistema perverso, una criatura se transformaba en un peligro mortal para un hombre maduro.
— Nadie estarб a salvo hasta que esta guerra abominable haya terminado. Dime. їTodavнa quieres a Kou? Sй que ya has pasado el primer perнodo de enamoramiento. Ahora eres consciente de sus defectos. Es egocйntrico, estб obsesionado con sus problemas fнsicos y siente una gran preocupaciуn por su masculinidad. Pero no es estъpido. Todavнa hay esperanzas para йl. Le espera una vida interesante, al servicio del regente. — Suponiendo que lograsen sobrevivir a las siguientes cuarenta y ocho horas. Aunque no era mala idea infundir un apasionado deseo de vivir en sus agentes, pensу Cordelia -. їLo quieres?
— Yo… ahora estoy ligada a йl. No sй cуmo explicarlo… le he entregado mi virginidad. їQuiйn mбs me querrнa? Me sentirнa avergonzada…
— ЎOlvida eso! Cuando regresemos de esta incursiуn, te cubrirбn de tanta gloria que los hombres harбn fila para tener el privilegio de cortejarte. Podrбs elegir. En casa de Aral, tendrбs ocasiуn de conocer a los mejores hombres. їQuй deseas? їUn general? їUn ministro imperial? їUn seсorito Vor? їUn embajador de otro planeta? Tu ъnico problema serб escoger, ya que las mezquinas costumbres barrayaresas sуlo te permiten un esposo a la vez. Un desmaсado teniente no tendrб la menor posibilidad ante todos esos seсores.
Droushnakovi sonriу con cierto escepticismo ante la imagen de Cordelia.
— їQuiйn ha dicho que Kou no se convierta en general algъn dнa? — dijo con suavidad. Exhalу un suspiro -. Sн, todavнa lo quiero. Pero… creo que tengo miedo de que vuelva a herirme.
Cordelia lo pensу unos momentos.
— Es probable. Aral y yo siempre estamos hiriйndonos.
— ЎOh, ustedes dos no, seсora! Parecen tan, tan… perfectos.
— Piensa, Drou, їte imaginas cуmo se siente Aral en este momento, debido a mis actitudes? Yo sн.
— Oh.
— Pero el dolor… no me parece motivo suficiente para dejar que la vida pase de largo. Cuando uno estб muerto no siente dolor. Al igual que el tiempo, el dolor pasarб de todos modos. La pregunta es, їcuбntos momentos gloriosos eres capaz de arrebatarle a la vida a pesar del dolor?
— No estoy segura de entender eso, seсora. Pero… tengo una imagen en la cabeza. Kou y yo estamos en una playa, los dos solos. Es muy agradable. Y cuando йl me mira me ve, realmente me ve, y me quiere…
Cordelia frunciу los labios.
— Sн… eso es suficiente. Ven conmigo.
La joven se levantу obedientemente. Cordelia la condujo hasta el salуn, obligу a Kou a sentarse en un extremo del sillуn, sentу a Drou en el otro y se acomodу entre los dos.
— Drou, Kou tiene algunas cosas que decirte. Como al parecer vosotros dos hablбis idiomas diferentes, me pidiу que actuase como intйrprete.
Avergonzado, agitу las manos en seсal negativa.
— Eso significa: «Prefiero malgastar el resto de mi vida antes que mostrarme como un tonto durante cinco minutos.» No le hagas caso — dijo Cordelia -. Ahora veamos, їquiйn comenzarб?
Hubo un breve silencio.
— їOs he dicho ya que tambiйn estoy interpretando el papel de vuestros padres? Creo que comenzarй por ser la madre de Kou. Bien hijo, їya has conocido algunas muchachas bonitas? Tienes casi veintisйis aсos, їme comprendes? Yo vi ese vнdeo — agregу en su propia voz mientras Kou tosнa -. Tengo su mismo estilo, їeh? Y Kou dice: «Sн mamб, hay una joven ideal. Joven, alta, inteligente…» Y la mamб de Kou dice: «ЎPerfecto!» Entonces me contrata como intermediaria. Luego voy a ver a tu padre, Drou, y le digo: «Hay este joven teniente imperial, secretario personal del lord regente, hйroe de guerra…» Y йl exclama: «ЎNo necesito nada mбs! Lo aceptamos. Es perfecto.» Y…